sábado, 12 de octubre de 2013

UNA DEMANDA INFELIZ

Por Eduardo Álvarez

El senador Félix Bautista se ha visto precisado a justificar los motivos que lo llevaron a demandar a los autores y editores del libro El lado oscuro de la Sun Land. La realidad le dio en la cara cuando un hijo le hizo saber cuánto le está afectando su mala fama. En vez de enmendarla resarciendo al Estado y a la sociedad, enfrenta a quienes entiende causantes de los malos ratos que pasa su familia, enredada en unos escándalos que crecen en espiral. Tener una riqueza tan inexplicable como objetable trae tales consecuencias.

El tema plantea con claridad los conflictos familiares y sociales que resultan de las inserciones forzosas de individuos que se enriquecen a merced del poder político. Les cuesta aceptarse como intruso en una sociedad que lo rechaza a pesar de no ser capaz de prescindir -no de él-, sino de sus recursos.

En cuanto a la relación familia que ha desatado este capítulo, tenemos que recurrir al genio del Poeta para entenderlo. En El mercader de Venecia, Yesica pone distancia entre su padre Shylock –seriamente cuestionado en la Venecia medieval-: “Es cierto que soy hija de su sangre, / mas no de su moral”.

Toda la obra parece explica este drama. Los hijos pueden ser beneficiarios de la bonanza que proporciona el dinero ganado al vapor, pero no así responsables. Lo cual no exculpa a sus progenitores.

Romper una estructura de clase es ya otra cosa. Violentar el orden recurriendo a los poderes del propio Estado, ya mancillado, es de lo que se trata. Y de lo que trata la obra de Escuder, con la colaboración de José Alejando y Andrés. Presentado el caso ante un tribunal fuera del dominio Leonel Fernández, los controles se reducen, con lo cual toma forma la posibilidad de resultados similares al proceso llevado en El mercader de Venecia. El demandante devino en demandado, y en culpable. Por tanto terminó siendo condenado.

En una sociedad como la nuestra, algo laissez-faire, suele confundirse la tolerancia con la aceptación. En este punto se engañan los tipos como Félix Bautista. Al final se enteran de que ni sus familias creen en ellos. Mucho menos les aceptan. Unirse por los vínculos que sean no los exime de rechazos, ni de culpa.

En el ordenado circulo de la sociedad norteamericana, adonde se conocerá el proceso –sorprende que no la iniciaran los ahora acusados-, la justicia pinta un paisaje sino bucólico y encantador como el de Belminte, sí menos sombrío que el nuestro.

elnacional.com.do

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