domingo, 27 de septiembre de 2009

El optimismo es mejor

Por Isaías Ferreira

“Hoy puede ser un gran día/ Plantéatelo así/ aprovecharlo o que pase de largo/ depende en parte de ti…
Dále el día libre a la experiencia/ para comenzar/ y recíbelo como si fuera/ fiesta de guardar...” (Joan Manuel Serrat)

Entre ser optimistas y ser pesimistas, estaremos mejor servidos si elegimos ser optimistas. El resultado es a la larga más halagüeño... y aun cuando las cosas no salgan de primer intento como habíamos planificado, su impacto negativo puede amortiguarse con un poco de preparación mental, y podremos continuar nuestro rumbo sin mayores consecuencias, hasta lograr mejores resultados.

El optimismo es como un imán que atrae a las personas y circunstancias que favorecen nuestra causa. Debemos tener en cuenta que a veces lo que parece ser un revés bien podría ser un “toquecito” en el hombro para que enderecemos el rumbo o un llamado de alerta para que nos preparemos y volvamos a la batalla mejor equipados. Cada revés debe verse como una lección de la que debemos sacar el mayor provecho para no volver sobre los pasos que nos llevaron a un sitio que no fue el que anticipamos. Perder una batalla, de modo que a la larga podamos ganar la guerra, es siempre una buena opción.

Optimismo no es que el lodo se nos antoje ser chocolate y tratemos de beberlo pensando que por el solo hecho de imaginarlo como tal lo cambiaremos. No, no hablo de ese espejismo tonto. Pero no debe haber razón para que no veamos lo bueno en todo, aunque nos mantengamos cautelosos y alertas, y para que no tomemos riesgos calculados.

Tampoco hay razón para derrotarnos antes de emprender una lucha con frases como “voy a ir a buscar trabajo, pero sé que no me van a emplear”. ¿A qué va entonces? Debemos esperar siempre el mejor desenlace posible aun cuando las probabilidades estén un millón a una en contra de lo que perseguimos y prepararnos mentalmente para estar dispuestos a descartarlo como un evento más si las cosas no salen como lo esperábamos. No debemos revivir los reveses en nuestras mentes, si no visualizar sólo lo positivo. De los reveses aprendemos, los sepultamos y seguimos sin mirar hacia atrás.

Y porque en la vida inciden tantos factores, muchos que escapan a nuestro control, los reveses vendrán, no importa cuán preparados estemos o cuán optimistas seamos.

La vida es un flujo continuo de picos y valles y lo más natural es que al cabalgarla, uno de sus obstáculos nos haga rodar. Todos resbalamos en la vida; a veces múltiples veces. Los reveses son cosa natural, por eso no debemos identificarlos con nuestra personalidad y volvernos pesimistas. Podemos fallar en un millón de cosas, pero no debemos admitir que seamos perdedores y permitir que los reveses se adhieran a nuestra personalidad convirtiéndonos en derrotistas o fracasados.

Sólo fracasamos cuando no aprendemos de los reveses, decía Vince Lombardi, un famoso “coach” de fútbol norteamericano.

Es natural que un revés, o varios, nos aflijan, nos maltraten el ego y nos vuelvan cautelosos y hasta planten el temor al fracaso en nuestras mentes, llegando incluso a limitarnos la acción, principalmente cuando nos abocamos a lo desconocido, pero si no nos arriesgamos y actuamos, estaremos por siempre condenados a ser víctimas de las circunstancias y a la incertidumbre de “lo que pudo haber sido”. Además, un intento fallido, o cien, no son el fin del mundo, sino una oportunidad para hacer ajustes, recoger los bríos, e intentar de nuevo. En cada momento difícil siempre hay una oportunidad de convertirnos en mejores personas.

A la edad de tres años somos expertos en el fracaso pero también en el triunfo que trae la perseverancia. ¿Cuántas veces nos caímos antes de andar? ¿Cuántas veces intentamos hablar y lo que salió de nuestras gargantas fue ininteligible? Pero esa personita irrefrenable en su intento no se rindió, porque no conocía la derrota, sino que siguió intentando hasta que se convirtió en experta. ¿Son los retos de un adulto de mayor envergadura que los que enfrenta un niño? ¡NO! Cada reto, dentro de su marco único, tanto para un niño como para un adulto, tiene dimensiones aterradoras, pero también trae consigo la semilla de un logro satisfaciente.

¿No sería constructivo si cada vez que enfrentáramos un reto usáramos la determinación irreprimible del niño o la niña que llevamos dentro?: Si caemos, aun sea doloroso, nos paramos, nos sacudimos el trasero —repetimos el ritual cuantas veces sea necesario— y ¡echamos a andar como si nada!

Con mucha práctica nos volveremos expertos en todo lo que intentemos y con el tiempo ni nos acordaremos de las dificultades que conllevó llegar a dominar la situación. Todo, absolutamente todo, no importa en que etapa de nuestra vida estemos, es difícil... hasta que se domina. Y son las experiencias recogidas en ese camino, tortuoso a veces, el cual nos exige salir de nuestra “zona de confort”, nuestro mayor tesoro.

Lo que no nos destruye nos hace más fuerte, dice la máxima. El ejercicio, la práctica, nos robustece. Por eso debemos estar dispuestos a actuar, ahora mismo, y no dejar las cosas para luego.

Debemos echar la pelea como podamos, con las armas que tengamos, pues como escribía Hellen Keller —ciega y muda de nacimiento, quien después de una infancia y adolescencia atroces, se convirtiera en inspiración para millones de seres por su determinación a no dejarse dominar por su circunstancia—, “la vida debe ser una aventura audaz o nada”. Y no debemos desfallecer si lo que logramos no es perfecto en el primer tirón... ¡porque raras veces lo es! El escrito que leéis, ha sido revisado y corregido docenas de veces y estoy seguro que podría seguirlo corrigiendo por siempre, pero ello no sería práctico.

Raras veces las circunstancias son perfectas para emprender nuestras tareas, cualquier tarea. Lo que no podemos es permitir la “parálisis por exceso de análisis” y nunca arrancar.

No quiere esto decir que nos debemos abocar a una tarea sin antes hacer las investigaciones de lugar o que nos acostumbremos a quedar satisfechos con “lo que nos salga”; eso es irresponsabilidad y falta de respeto y vergüenza. Hay veces en que debemos hacer de tripas corazón, como dice el refrán. Además, lo que propongo es que después de haber dado honestamente lo mejor de nosotros mismos con los recursos a mano, saquemos las lecciones de la obra lograda y acto seguido avancemos al próximo peldaño… que cada obra se construya con la experiencia de la anterior y la supere.

Mirar la vida con optimismo y dar lo mejor de sí en cada situación es como depositar valores en nuestro subconsciente que tarde o temprano pagarán grandes dividendos.

Que sea la anticipación y la visualización del resultado de todas las tareas que emprendamos, siempre positiva y que nos preparemos a rechazar amargarnos si las cosas no salen como planificamos. ¡Vivir es un reto!… la vida pasiva y reactiva, además de monótona, es un fardo pesado tanto para el portador como para quienes lo rodean.
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sábado, 26 de septiembre de 2009

Filípica


La palabra del día
Por Ricardo Soca
La página del idioma español
Filípica: Invectiva, crítica muy dura, censura acre.
Filípicas, del griego philippikós, es el nombre de los inflamados discursos con que el orador ateniense Demóstenes denunció en el siglo IV a. de C. las ambiciones políticas de Filipo, rey de Macedonia, quien se había anexado varias ciudades griegas.

Posteriormente, en Roma, en el siglo I a. de C., la palabra fue retomada para designar los discursos del cónsul Marco Tulio Cicerón contra el general Marco Antonio y permaneció en latín como nombre común con el significado de 'denuncia acre'.

Sin embargo, en su Diccionario castellano, publicado a partir de 1765, Esteban de Terreros sólo admitía que este vocablo se aplicara a los discursos de Demóstenes, de Cicerón y de su contemporáneo Voltaire.

Cabe destacar que la historia recuerda las arengas de Cicerón contra su rival político, el aristócrata Lucio Sergio Catilina, como catilinarias.

El nombre Filipo significaba 'aficionado a los caballos'. En español deberíamos decir Felipe, pero la tradición histórica ha preferido recordar como Filipo al rey de los macedonios, padre de Alejandro Magno.
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jueves, 24 de septiembre de 2009

Derretimiento glacial, inundaciones, calor y sequías


Por Isaías Medina Ferreira

Nota: el tema del calentamiento global no puede desaparecer del escrutinio público. Si bien este artículo lo escribí en un momento en que fuerzas del obscurantismo dominaban la política de la Casa Blanca (2007), su contenido sigue tan fresco y vigente como entonces; pero, más importante aún: ahora que tenemos gente aparentemente responsable y progresiva a cargo, la presión sobre ellos no debe ser menos, pues es éste un problema que sólo se resolverá si mantenemos nuestra vigilancia y seguimos exigiendo medidas que frenen las emisiones de gases de invernadero a los niveles necesarios para parar su daño.

El tema del calentamiento global progresivo ha estado sobre el tapete por muchos años. Pero, sea por conveniencia o ignorancia amañada, para proteger poderosos intereses económicos, las advertencias de los climatólogos de que sus consecuencias se han exacerbado por las emisiones masivas de los llamados gases de invernadero a la atmósfera —de los cuales el Dióxido de Carbono, CO2, es el principal culpable, y su mayor productor los países avanzados, principalmente los Estados Unidos—, por largo tiempo dichas advertencias han sido ignoradas. Quienes están en posiciones de tomar decisiones para corregirlo, bajo enorme presión de los intereses económicos que señalo, vienen aludiendo que los estudios no son concluyentes, que los científicos están divididos al respecto, y que por tanto no hay que alarmarse y algo se hará cuando el asunto esté mejor definido.

Para James Hansen, científico de la NASA a cargo del Instituto Goddard para estudios de la tierra de la Universidad de Columbia, New York, el problema es sumamente apremiante, lo que en una conferencia sobre el tema en diciembre del 2005, aun en contra de la voluntad de sus superiores, dio a conocer sin rodeos. En esa ocasión, decía el Dr. Hansen: “El clima de la tierra está llegando, pero no ha pasado, a un punto más allá del cual será imposible evitar cambios climáticos que tendrían consecuencias indeseables a largo plazo. Estos incluyen no sólo la pérdida del Ártico como le conocemos, con todo lo que ello implica para la vida silvestre y los habitantes indígenas, sino pérdidas en una más amplia escala debido al crecimiento de los mares”.

Añadía el Dr. Hansen, “El nivel de los mares se levantará lentamente al principio, puesto que las pérdidas en las periferias de Groenlandia y la Antártica, debido al aceleramiento de las corrientes de hielo están casi balanceadas por el incremento de la caída de nieve y el fortalecimiento de la capa de hielo en sus interiores. Pero a medida que el hielo de Groenlandia y el oeste de la Antártica sea ablandado y lubricado por el agua derretida, y mientras los bancos de hielo que sirven de refuerzo desaparezcan debido al calentamiento del océano, el balance se inclinará hacia la rápida desintegración de las capas de hielo”.

La conferencia, llamada el “Punto de no retorno”, le valió una reprimenda al Dr. Hansen y una especie de confinación por parte de sus superiores, lo cual es típico de un régimen de fuerza en el que no exista la libre expresión. Según narraban tiempo después en primera plana, tanto The New York Times como el Washington Post, los superiores del Dr. Hansen le habían prohibido dar declaraciones referentes al tema a la prensa y poner artículos en el website de la NASA, sin antes ser revisados. La orden provenía directamente de la Casa Blanca. En una entrevista que hiciera 60 Minutes, de la cadena CBS, al distinguido científico tiempo después, pudimos constatar la presión a que aludían esos medios cuando la NASA accedió a que el Dr. Hansen hablara al entrevistador del programa, sólo si permitían que se sentara en dicha entrevista un representante de la agencia quien decidiría cuáles preguntas eran oportunas y cuáles no. En un movimiento rápido de la cámara, pudimos captar a esa persona que como un guardia de la GESTAPO escuchaba atenta, presta a interrumpir si alguna pregunta no satisfacía a la administración. ¿Increíble? Increíble, precisamente en los Estados Unidos en que la libre expresión es amparada por la Constitución… pero cierto.

Y es que la administración Bush, estrangulada por las grandes corporaciones a quienes servía, no podía menos que negar la ciencia con descaro para no interferir en las mega ganancias de los monstruos multinacionales de este país y sus aliados alrededor del globo. Como muestra, la Exxon/Mobil registró por varios años ganancias récord de $10,000 millones de dólares anuales. No se puede criticar a una compañía por el hecho de exhibir ganancias en sus hojas financieras; después de todo, ese es el fin de toda empresa en el sistema capitalista. Lo que sí oponemos con vehemencia es que esas ganancias sean obtenidas en perjuicio de la humanidad, y que sean garantizadas por medio de triquiñuelas que ignoran realidades incontrovertibles con la anuencia de quienes deben proteger al público.

Tiempo después, de repente Bush, en un giro aparente de 180 grados, como un “nuevo adepto” a las reclamaciones de que se deben reducir los gases de invernadero, vociferó por un par de días su decisión de apoyar la búsqueda de energías alternativas y eliminar la dependencia de los carburantes, principales emisores de Dióxido de Carbono. Así de sorpresivo como lo vimos pontificar a través de la nación con una pasión casi convincente, así de repente desapareció la noticia de las primeras planas. Sabíamos que era otra montura propagandística y demagógica del “Dr. Merengue” (1) de la Casa Blanca. ¿Qué se podía esperar de quien se opuso a ratificar el Tratado de Kyoto y desmanteló todas las leyes de protección ambiental de su país, mientras nos quería convencer con palabras vanas de su preocupación por proteger el medio ambiente?

Según los expertos, 2005 fue el año más caliente que haya registrado la historia. Desde 1970 hasta esta fecha, la temperatura de las aguas oceánicas ha subido un grado Fahrenheit completo, lo cual significa que los huracanes y los ciclones aumentarán y se harán más violentos, y posiblemente se registrarán en lugares nunca antes vistos, hacia el norte. El calor excesivo significa, además, que al descongelarse las capas de hielo de la Antártica y Groenlandia la secuela de inundaciones por la elevación del nivel del mar, el cual podría subir hasta 80 pies en los casos más pesimistas, podría anegar en el proceso la tercera parte del sur de La Florida y la isla de Manhattan hasta la mitad del Greenwich Village. Para otras partes del mundo podría significar la desaparición de islas completas. Si tanto la Antártica como Groenlandia se derritieran completamente, el nivel de los mares subiría 220 pies. Un estudio publicado por la revista Science sugiere que para las postrimerías de este siglo el nivel de los mares podría haber subido hasta 20 pies.

En un reporte apabullante, una asociación de científicos de Massachussets predice también que para finales del siglo 21, el clima de los estados de Nueva Inglaterra —Connecticut, Rhode Island, Massachussets, New Hampshire, Maine y Vermont—, considerado uno de los más variados del mundo —de calor sofocante en verano, de follaje magnífico en otoño y de frío intenso en invierno—, podría ser comparable al de estados del Sur, como las Carolinas, Norte y Sur.

No hace mucho, la revista Time dedicó una vez más su portada al tema del calentamiento global. Como si quisiera despertarnos a la urgencia del problema, el título del trabajo es directo, casi provocador: “Preocúpese. Esté bien preocupado. El cambio climático no es un ambiguo problema en el futuro; ya está causando estragos en el planeta a paso alarmante”. Entre fotografías de sequías crónicas e inundaciones gigantescas, el reportaje trataba de convencernos de que más allá de las agendas políticas y los intereses particulares, debemos prestar seria atención al problema. Aparte de las sequías y las inundaciones, el calentamiento global podría acarrear consigo problemas de salud gigantescos para los habitantes del globo. Es hora de volvernos activistas y exigir a los gobiernos de los países desarrollados, que son los mayores infractores, que comiencen a actuar para reducir los gases de invernadero. Este no es un problema local y aislado. Este sí que es un problema en que las fronteras no existen: es humano y global.

El Dr. Hansen sugería que todavía estamos a tiempo de evitar mayores daños, y hasta cambiar el rumbo de deterioro y recuperar parte de lo perdido, si actuamos con diligencia en los próximos veinticinco años. El planeta es de todos; debemos defenderlo.

(1) El Dr. Merengue es un personaje de Guillermo Divito, Argentino. El famoso Dr. tiene doble personalidad: mientras presenta una cara de caballero correcto y educado, que nunca pierde la compostura, su otro yo es un ser vil, que se burla de los demás, en contradicción al personaje de la superficie. En las tiras cómicas, el otro yo aparece para contradecir los dichos o la conducta del Dr. En una versión algo desfigurada y transparente de Merengue, el otro yo puede aparecer emergiendo de su cuerpo o independizándose de él, incluso tomando distintas formas.




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miércoles, 23 de septiembre de 2009

El espanglish: ¿Idioma o aberración?


Por Isaías Medina Ferreira

Espanglish, Spanglish o Espanglés es la españolización indiscriminada de vocablos ingleses (¿o será la “anglonización” o "anglinización" de vocablos españoles?). Estos varían desde lo casi correcto hasta lo absurdo y ridículo.

Concedido que es inevitable que siendo el inglés la lengua madre de los avances tecnológicos, giros y vocablos de esa lengua indefectiblemente emigren hacia otras lenguas, incluyendo la nuestra. Es una ley que tarde o temprano usaremos, como al presente usamos, miles de voces nuevas provenientes del inglés, especialmente cuando no hay una en nuestro idioma para expresar un determinado concepto o idea, o para nombrar un invento o artefacto.

El uso del espanglish parece ser otra cosa, sin embargo, por lo que hay un debate continuo acerca de su uso o abuso.

Por un lado están los que, sin ser necesariamente puristas de la lengua, consideran el espanglish como vulgarismo innecesario en la mayoría de los casos, y, por otro, quienes lo consideran expresión nacida del pueblo mismo y que por tanto debe dejarse convivir pacíficamente con el español. Dos defensores notorios de lo último son Ilan Stavanz, mejicano, profesor de Amherst College en Massachusetts, autor de un diccionario de espanglish, y Yolanda Rivas, peruana, de la Universidad de Texas, creadora de Cyberspanglish (Lamentablemente no accesible al escribirse este artículo).

En el extremo opuesto, entre muchos otros, están el traductor español Xosé Castro Roig; Roberto González-Echeverría, profesor de literaturas hispánicas en la Universidad de Yale, y Emilio Bernal Labrada, cubano, miembro de la Academia de la Lengua Española. (Podrá encontrar los escritos del Sr. Bernal Labrada al respecto en Mundo Latino).

Para ver un diccionario de espanglish, y tener una idea de lo que objetan quienes rechazan el espanglish, visite Spanglish. Ahí encontrará barbaridades tales como “vacunar la carpeta” (to vacuum the carpet), que en español sería pasar la aspiradora a la alfombra… También deletear (delete), por borrarlincar (to link), por enlazar o enlacebaica/baika (bike, bicycle), por bicicleta, etc. Por la muestra se puede ver que lo que objetan los opositores es lo innecesario que resulta inventar términos provenientes del inglés que ya tienen equivalentes en español. La preocupación se extiende al carácter de marginalidad inherente en esa nueva “lengua”.

Refiriéndose al carácter de marginalidad del espanglish, dice González-Echeverría, “...quienes promueven (el espanglish) no se dan cuenta de que ésta no es una relación basada en la igualdad... la triste realidad es que el espanglish es básicamente la lengua de los hispanos pobres, muchos de los cuales son casi analfabetos en cualquiera de los dos idiomas... los hispanos educados que hacen otro tanto (al usar el espanglish) tienen una motivación diferente: algunos se avergüenzan de su origen e intentan parecerse al resto usando palabras inglesas”.

En el mismo tenor, dice Xosé Castro: “... hay marginalidad en el espanglish, pues excluye al hispano que no entiende inglés, y al angloparlante que no entiende español... debemos tener en cuenta que el espanglish de Nueva York poco tiene que ver con el de Los Angeles. Así que, en realidad, no estamos hablando de una lengua sino de un conjunto de dialectos tan variados como sus comunidades de hablantes”.

¿Podría el espanglish llegar a ser una lengua respetable? Sólo el tiempo dirá, pues es el uso del pueblo lo que da nacimiento o vigencia a una lengua. Las lenguas muertas llegan a serlo por el desuso. Aunque no diría que es una lengua muerta, recordemos que existe desde hace tiempo una lengua artificial, neutral, llamada “Esperanto”, que no ha podido prender como lengua respetable precisamente por la falta de uso de parte del pueblo. Por otro lado, debemos recordar que el italiano, el español y el portugués nacen precisamente por lo que en la época se consideraba un deterioro del latín hablado en las regiones donde florecieron esas nuevas lenguas. ¿Podría este último ser el caso del espanglish? Es difícil decir o predecir. Lo que sí puedo asegurar es que, quizás por prejuicios, me resulta chocante el uso del espanglish.

Mi posición respecto al espanglish será siempre esforzarme para no incluir anglicismos donde exista un vocablo, expresión o giro español equivalente. En un ambiente bilingüe como el que nos desenvolvemos, resulta casi imposible sustraerse a la necesidad de en ocasiones usar ciertas palabras inglesas. En esos casos, usaremos la palabra inglesa en conjunción con la más fiel traducción al español, aunque debemos tener en cuenta que hay sitios, cosas y situaciones que no admiten traducción.
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martes, 22 de septiembre de 2009

Pedro Díaz Hernández, o la perseverancia como norte

Por Isaías Medina Ferreira

Cuando se habla de disciplina en el ejercicio de las letras, debemos mencionar a Pedro Díaz Hernández. Año tras año, para noviembre, como reloj suizo, podemos contar con un nuevo tomo novelístico del afanado autor.

Primero como periodista, trabajando para los rotativos hispanos de la costa Norte de Massachusetts, y luego como conductor por muchos años de su programa de televisión, Cosmos Internacional, que se transmite por cable en Lynn, Massachusetts, Pedro ha sido una figura de relieve dentro de nuestra comunidad.

Pedro Díaz Hernández nació en la ciudad de Santiago, República Dominicana, en 1948. Se graduó en Filosofía y Letras en su ciudad natal y luego estudió pedagogía pura, durante cuatro años, en la facultad de Humanidades de la Universidad Pedro Henríquez Ureña. El Sr. Díaz Hernández es, además, egresado del Community Health Education Center, de la ciudad de Boston, Massachusetts.

En su afán por diseminar la cultura y hacer que sus cultores tengan una plataforma desde donde enviar sus mensajes y poder intercambiar sus afanes en hermandad, fundó la "Asociación de escritores Latino-americanos de Massachusetts, Inc.”, el día 24 de junio 1994, así como también el movimiento literario "La noche literaria hispana del North Shore”, el día 11 de junio de 1999 en la Ciudad de Lynn, Massachusetts.

Pero no importa en cuantos proyectos esté envuelto Pedro, si bien escribe poemas y ensayos literarios, él es novelista ante todo, y en su carrera literaria ha publicado las siguientes novelas:

Vida después del silencio, 1999
Batavar en el jardín de los perros, 2000
La época del fin de los tiempos, 2001
El cerro de Las Marías, 2002
La tarde que los muertos cruzaron la frontera, 2003
El fantasma que enloqueció al Cibao, 2004
Los prejuicios de Clodomiro, 2005
Las conjeturas de Tico Suero, 2006
Porqué existen si se fueron, 2007
La noche que en Tantarilamba velaron a Batavar, 2008
El cazador de viudas, 2009

El escritor puede ser contactado en cosmostv1@juno.com

Muestras de sus lecturas y conferencias pueden encontrarse en www.youtube.com/pedrodiazhernandez.

DOS POEMAS DEL AUTOR

Rubor de otoño

Amor mío, pasó el otoño callado y no sentimos
el pasar de su rubor templado.

Por nuestras encandiladas puestas, no pudimos gozar
el rubor de sus hojas muertas.

Pero tampoco su templado espacio soñoliento, ni el rubor
de sus amarillentas hojas mientras correteaba tras el viento.

Amor mío, nos amaremos cuando vuelva el otoño con sus actos,
y, caminaremos sobre sus lívidas hojas y sus mojados pastos.

Y después de amarnos a total, seque la brisa nuestros empapados
cuerpos con su rubor otoñal.

Luego, cuando vuelva la noche de mar, el viento fuerte de otoño
nos vuelva a ruborizar.

Y tú y yo, dichosos en nuestra alcoba sentiremos el rubor de otoño,
dándonos besos libidinosos.


Amor prohibido en el pecado

Nuestro amor es siempre algo o casi nada como un
manantial turbulento de aguas claras.

Sin embargo, tú y yo, somos amor prohibido en el pecado;
somos fuegos, somos ríos y, somos charcos anhelados sobre el
camino.

Aunque somos amor prohibido en el pecado, tú y yo, nos
amamos y nos deseamos con las fuerzas vivas del pecado.

Nos lo dice el destino, tú y yo, somos amor prohibido en el
pecado de esas aguas turbulentas de dos ríos en confluencia,
pero aún, nos amamos.

Tenemos que amarnos para siempre sobre todo el anhelo
de un amor verdadero, y, sobre todo..., amarnos más allá del
pecado.

Te quiero aunque no me quieras, pero sé que me amas como
yo te amo, y, aunque sea prohibido quererte, sólo sé que te amo.

Cuando puedas quererme tal vez, sin pecado, yo también te
querré como un amor prohibido..., aunque sea pecado.

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lunes, 21 de septiembre de 2009

Definiciones líricas del bolero


Por Luís Ramón de los Santos (Monchín)

Dedicado a Isaías Medina, al Dr. Anulfo Mateo, al Chino Caamaño, a mis amigos panameños y a José Antonio Bonilla, en El Salvador, boleristas empedernidos todos.

Nota preliminar: Si es usted aficionado al bolero, de cierta edad y dominicano, es muy posible que haya alguna vez escuchado el programa “Cien canciones y un millón de recuerdos”. Luis Ramón de los Santos, con su metal de voz inconfundible, fue por mucho tiempo el conductor de dicho programa. Monchín vive en Framingham, Massachusetts. Espere pronto una entrevista con el famoso locutor y mas de sus artículos acerca del bolero en el futuro.

El bolero permite un develado intercambio pasional que enciende el alma más allá de lo razonable, desborda la capacidad de resistencia y es al mismo tiempo mitigante bálsamo de las añoranzas íntimas, esas que nacen en el mismísimo hondón del alma y taladra la capacidad de raciocinio. El bolero puede ser alta poesía, así como a veces, ¿por qué no decirlo?, un compendio de cursilería. Como en todo, hay también boleros malos. De esos no quiero hablar, porque se descomponen ellos mismos; aunque es muy posible que en el curso de este escrito, pueda usted identificar algunos que no le gusten.

Quiero hablar, en términos generales, del bolero que es en esencia el amigo fiel que no nos juzga; del que sirve como herramienta de exorcismo de los demonios pasionales; del celestino que con la complicidad de su poesía sonorizada, es un grito desesperado que horada valles y montañas con la facilidad y la elegancia del vuelo grácil de un águila; del que representa el encuentro prohibido, el que sirviendo de ropaje transparente revela los compases interiores para que todo el mundo sepa cuanto amamos, deseamos, celamos, esperamos y sufrimos por otro ser. Quiero hablar del mensajero desinteresado que transporta el grito desesperado del amante en la distancia: “… hoy que te encuentras solita, tan lejos de mi; no sabes cuanto te extraño y sufro por ti”.

El bolero es el testigo del encuentro prohibido, el cómplice de una y mil batallas horizontales después de la verticalidad de un beso: “… acércate más, y más, pero mucho más, y bésame así, así…”; es resumen expresivo de nuestros sentimientos, alegrías, desengaños y temores más elementales: “… vida, si tuviera cuatro vidas, cuatro vidas serían para ti…”; “… ansiedad, de tenerte en mis brazos, musitando palabras de amor…”; “… tú que llenas todo de alegría y juventud…”; “… y me haces pensar, y me haces pensar, si te debo de amar…”; “…después que uno vive veinte desengaños, que importa uno más, después que conozcas la acción de la vida, no debes llorar. Hay que darse cuenta que todo es mentira, que nada es verdad. Hay que vivir el momento feliz, hay que gozar lo que puedas gozar, porque sacando la cuenta en total, la vida es un sueño, y todo se va…”

En Latinoamérica, el discurso del bolero ha sido tradicionalmente usado como introito a una declaración de amor o como expresión de una despedida dolorosa: “… nosotros que nos queremos tanto, que desde que nos vimos, amándonos estamos; nosotros, que del amor hicimos, un sol maravilloso, romance tan divino… debemos separarnos, no me preguntes más; no es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por tu bien te digo adiós…”

Dentro de la amplia gama de los sentimientos humanos no hay arista que no haya sido tocada por los artesanos de la música. Se le ha cantado al amor imposible: “… un imposible amor me está matando sin piedad, amor que tengo que lograr…”; a la entrega sin límites, carnal y/o emocional: “… esta vez, quiero entregarme a ti en una forma total…”; a la desesperación: “… adelante, quienquiera que sea, que me esté tocando, las puertas del alma…”; a quien se fue dejando el corazón huérfano de amor: “… acuérdate, acuérdate de mi, en tus noches igual que en tus días, si te abruma la melancolía, acuérdate de mi…”; al desprecio doloroso: “… me tienes, pero de nada te vale; soy tuyo, porque lo dicta un papel, mi vida la controlan las leyes, pero en mi corazón, que es el que siente amor, tan solo mando yo…”.

Hay amores que se van, dejando tras de si mucho dolor. Para esas experiencias desgarradoras, el bolero tiene su receta musical de esperanza: “… cuando vuelvas, nuestro huerto tendrá rosas, estará la primavera floreciendo para ti…”; o, “… al retorno de tu amor, nuestra luna tendrá nimbos de plata, los jilgueros vendrán de serenatas, a traerte mi llanto hecho canción…”; así como también tiene una receta de rechazo: “… sigue de frente, no te detengas en mi puerta, que allí dejaste casi muerta, toda mi felicidad…”.

Con el bolero nos identificamos y hacemos nuestras sus letras, porque canta algún trozo de nuestras vidas: “…ese bolero es mío, desde el comienzo al final, no importa quién lo haya hecho, es mi historia y es real. Ese bolero es mío, porque su letra soy yo, es tragedia que yo vivo, y que sólo sabe Dios…”

Es esa maleabilidad, que permite cantarle a tantos temas diferentes, lo que da al bolero su universalidad.

Se le ha cantado a la madre con amor profundo: “… ella me lleva en el alma, tú en la imaginación, tú me miras con los ojos y ella con el corazón…”; “… madrecita mía, yo te cantaré, recordando siempre tres palabras santas, corazón de Dios; déjame que llore y no llores tú, que al llorar recuerdo, tu canción de cuna, corazón de Dios…”.

La mujer en todas sus facetas ha sido fuente de inspiración permanente. Sus ojos, por ejemplo, que son las ventanas del alma, han sido tradicionalmente motivos de inspiraciones bellísimas: “… tus ojos, de mirar adormecido, tienen la suavidad de una caricia, tienen en su fondo cristalino, la divina pureza de tu alma…”; “… fueron tus ojos los que me dieron, el tema dulce de mi canción… aquellos ojos verdes, de mirada serena...”.

Se le ha cantado a la aventurera, a la que vende sus besos, a veces con desprecio, otras con compasión: “… con que te vendes, ¿eh?, noticia grata, no por eso te odio, ni te desprecio, espero a que te pongas más barata, sé que algún día, bajarás de precio…”; “… pobrecita golondrina, que camina por las calles del placer y del dolor…”; “… amor de la calle, que vendes tus besos a cambio de amor…”; “… y tú te vendes, quien pudiera comprarte, quien pudiera pagarte, un minuto de amor…”; “… vende caro tu amor, aventurera…”

El bolero ha sido también vehículo para que la mujer desahogue sus frustraciones y diga lo que piensa de los hombres: “… pero que mal calculé, yo te creía tan decente, y te gusta lo corriente, por barato yo que se…”; “… si te vas con tus amigos, yo me voy con mis amigas; no, no voy a quedarme en casa, y si me llegas a la una, puede ser que al otro día, yo venga en la madrugada…”.

En suma, el bolero es la medicina ideal para todos los dolores del alma: "... canción del dolor lamento, de un cariño santo, canción del amor, envuelto en un sabor de llanto..."; es el amigo importante que nos presta su lírica para envalentonarnos ante la desventura: "... aunque me cueste la vida, sigo buscando tu amor..."; para darnos consuelo: "...siempre fui llevado por la mala y es por eso que te quiero tanto..."; de paño de lágrimas en la nostalgia: "... Ay, que triste navidad, voy a pasar sin ti..."; para contar nuestra dicha: "... como fue, no sé decirte como fue; no se explicarte que pasó, pero de ti me enamoré..."; para que nos desahoguemos en nuestra impotencia: "... esperanza inútil, flor de desconsuelo, porque no te mueres, con un desamor..."; que sirve de compañero de parranda: "... mozo, sírvame la copa rota..."; que nos sirve de escape: "... vale más, vivir soñando, que querer vivir, en la realidad..."; en fin, todo lo que nos hace humanos: "... estoy celoso, de la gente que te mira y del aire que respira, estoy celoso..."

Sin embargo, hay dos temas que casi nunca han sido tocados por los compositores de boleros: La esposa y los padres. Esto quizás se deba a la idiosincrasia misma del bolero, cuyos temas se centran alrededor de sentimientos primitivos como son el amor carnal, rayano en la lujuria, la venganza, el desprecio, la esperanza, el desengaño, los celos, etc. Debemos comprender que la esposa, no importa cuanta falta haya tenido en su pasado, es “sagrada” para el hombre. Por otro lado, el padre en nuestras sociedades es una figura de respeto, casi siempre distante. A lo cual sigue que el resultado de escribir sobre esos dos temas, no resultaría muy comercial. No obstante, composiciones ha habido dedicadas a ambos. Johnny Albino compuso y grabó en 1956 la canción “Esposa” y María Martha Serra Lima grabó en 1986 la balada “Lo que soy”. En la década de 1960, Piero grabó “Mi viejo”; y en los 80, Roberto Carlos nos regaló “Mi querido, mi viejo, mi amigo”. Por lo menos, esos son los casos que conozco; si usted, estimado lector, sabe de otros, por favor compártalo con nosotros. Será hasta la próxima.




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domingo, 20 de septiembre de 2009

El Boom de la literatura latinoamericana y videos documentales


Por Isaías Medina Ferreira

Nota introductoria: Este trabajo lo escribí hace mas de tres años. Después de haber sido divulgado en la Internet por varias publicaciones, en diciembre de 2008 el blog "Historia del día" lo publicó añadiendo los diez videos documentales que publiqué en la entrega anterior de YOUMETHEMUS. Creo que es un documento educativo interesante; ojalá que al leerlo y ver los videos esté usted de acuerdo conmigo. Disfrútelo. Isaías

Durante la década de 1960, y siguientes, hubo una explosión en la narrativa de los países latinoamericanos que se ha conocido como el “boom” de la literatura latinoamericana. Casi simultáneamente se publicaron varias obras que los críticos calificaban de “auténticas”, sin trazos de la literatura francesa o americana de las cuales se alimentaban, y cuyas técnicas y temática rompían con los patrones establecidos de la lucha entre hombre y naturaleza como fondo principal, que había sido hasta entonces, junto al regionalismo, la mayor preocupación de la narrativa latinoamericana. Por primera vez, según el decir de Naomi Lindstrom, la ficción latinoamericana “comenzó a asociarse con la imaginación, con la construcción narrativa innovadora y el tratamiento original del espacio y el tiempo de ficción.

Nacía lo que se ha llegado a conocer como “realismo mágico”: lo fantástico ocurre en el mundo novelístico con la naturalidad que ocurren las cosas cotidianas. Antes del “boom”, la narrativa latinoamericana era considerada, en términos generales, banal e inconsecuente. Algunos nombres excepcionales se destacaban, entre ellos Miguel Ángel Asturias, Jorge Luís Borges y Alejo Carpentier. Con los maestros del “boom”, Gabriel García Márquez (Colombia), Mario Vargas Llosa (Perú), Carlos Fuentes (Méjico), Julio Cortázar (Argentina), José Donoso (Chile) y Guillermo Cabrera Infante (Cuba), nacía una literatura más vibrante y más imaginativa. Todos tenían maestros comunes: Jorge Luís Borges, Juan Rulfo, Ernest Hemingway, Virginia Woolf, la literatura Rusa, Franz Kafka, Jean Paul Sartre, Horacio Quiroga, Juan Bosch, Gustave Flaubert, Albert Camus y William Faulkner.

Si bien el “boom” ha tenido muchos detractores, llegando incluso a ser considerado simple y llanamente como una propaganda bien montada de las editoriales para vender libros, no hay dudas que el tiempo se ha encargado de desmentir esto último y la calidad de esos autores, y la literatura que representan, ha ganado el respeto internacional que merece. Hoy existen innumerables premios como incentivo a la creatividad literaria, y todo se puede trazar hasta el “boom”.

Pero el “boom” tuvo un significado mayor. La reacción en cadena que desató en forma de actividad literaria, y que se conserva hasta nuestros días, hizo obligatorio el estudio de las obras de otros autores, incluyendo la literatura brasileña. Críticos como Ernesto Volkening, Luís Harss, Mario Benedetti (autor destacado de ficciones y poesía, además), Julio Ortega y Emir Rodríguez Monegal, entre otros, hicieron un trabajo espléndido de investigación para ayudar al respecto. Y los mismos autores, por medio de entrevistas y ensayos, ayudaron en la comprensión de sus obras y las de sus colegas. Caso ilustrativo, el exhaustivo libro “García Márquez, Historia de un Deicidio”, que Vargas Llosa escribiera acerca del proceso creativo en la obra de García Márquez. Casi todo lo que leí en el primer tomo de las memorias del Gabo, “Vivir para contarla”, ya lo conocía a través de ese libro excelente de vargas Llosa.

Durante este período y los que le siguieron, las revistas y suplementos literarios florecieron en el continente y allende los mares. Uno de esos fenómenos de colaboración internacional fue la revista trimestral “Libre”. Publicada en Francia, bajo la dirección de Plinio Apuleyo Mendoza; su lista de más de treinta colaboradores por edición era un “quien es quien” de la literatura del momento. Aunque sólo sobrevivió durante cuatro números, fue, junto a la revista de Casa de las Américas, de Cuba, un foro importantísimo de difusión. Tengo la dicha de contar con tres de esos ejemplares de Libre, pues el cuarto, que tenía un importantísimo trabajo de Juan Bosch sobre los Panteras Negras, lo perdí en un tren en New York.

Las polémicas que se desataron fueron también un motor impulsor de actividad literaria de primer orden. Comenzó con la acusación que hiciera Miguel Ángel Asturias, premio Nóbel guatemalteco, a García Márquez, señalando que Cien Años de Soledad era un plagio de La Búsqueda de lo Absoluto de Honorato de Balzac. La polarización y el rompimiento de muchos escritores con la Revolución Cubana, por el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en la Isla, fue otro episodio de resonancia que agregó chispa a las letras del continente. Asimismo, fue importante la famosa polémica que sostuvo Oscar Collazos, de Colombia, con Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, recogida en el libro “Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura”. En Librusa apareció hace un tiempo una entrevista con Collazos en la que rememora ese evento.

Hoy los autores del “boom” han encanecido, algunos, y como los maestros, otros han fallecido. Pero su voz nunca ha callado y sus obras posteriores, en la mayoría de los casos, han sido tan excepcionales, como las que los elevó a la fama. Uno de ellos, García Márquez, ganó el Nóbel de literatura en 1982; dos de los que nos quedan, Vargas Llosa y Carlos Fuentes, han ganado todos los premios importantes de la literatura hispana y, junto a Ernesto Sábato, son candidatos perennes al Nóbel. Esperamos que lo ganen pronto, sobre todo Sábato que ya anda cerca de los 100. Gracias al “Boom”, la narrativa latinoamericana goza hoy del mismo respeto en el mundo de que gozaba nuestra poesía en la que hace tiempo se destacaban las figuras de Rubén Darío, César vallejo, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otros.

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El Boom de la literatura latinoamericana (Primer video)



Este es el primero de diez videos acerca del Boom de la literatura latinoamericana que giran alrededor del artículo del mismo nombre que escribiera yo hace ya un par de años y que el blog "La historia del día" se encargara de publicar. Los videos que siguen pueden ser accesados desde cualquiera que esté viendo. Al terminar éste, en la parte inferior aparecen los siguientes, en secuencia.

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¡Ah, Mafalda!




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jueves, 17 de septiembre de 2009

De libros y autores

Por Isaías Medina Ferreira

Explicación necesaria: ¿Por qué un artículo de esta naturaleza? ¿Le debe importar a nadie lo que me gusta o prefiero en materia de libros, o cuánto leo, o si leo o no? No necesariamente. Mi intención no es, por supuesto, jactarme de culto o “sobaco ilustrado”, como dicen; si alguna vez existió ese sentimiento en mí, les aseguro que ya superé esa etapa. Mi propósito, como cronista y comunicador, es no sólo informar, sino compartir experiencias y a lo mejor encontrar puntos de convergencia, o aun de discrepancias, con el lector, que nos permitan establecer un diálogo, si no personal, por lo menos de complicidad mental. Pero hay algo más importante aún: ¡Quién sabe si entre mis lectores hay algún jovencito y lee esta columna justo en el momento en que busca orientación respecto al tema de los libros! Dicho esto; al grano.

Entre las miles de deudas que he contraído con mi padre Vitalino, una de las que más aprecio, y quizás la que más me ha enriquecido como ser humano, y que, como tantas otras, nunca podré pagarle, es la del hábito de la lectura, el cual de su ejemplo adquirí; pues, además de verle trabajar sin descanso, recuerdo su disciplinado esfuerzo de siempre leer en las mañanas temprano (antes de abrir su tienda), al mediodía y en la noche.

Gracias al hábito voraz por la lectura del viejo, en casa nunca faltaron las obras de Alejandro Dumas, Julio Verne, Charles Dickens, los novelistas rusos (Tolstoi, Pasternak, Dovstoievsky, Gorki, etc.), Emilio Salgari y todo lo que valía la pena leerse en esos tiempos. Lo que más nos entusiasmaba —tanto a él como a quienes nos sentíamos orgullosos de imitar su ejemplo—, eran las obras de aventuras tales como las de Dumas (Los tres Mosqueteros y El conde de Montecristo). Recuerdo vívidamente una vez que estaba el viejo leyendo “El jorobado o Enrique Lagardere”, de Paul Fável, y le contaba con lujos de detalles a un amigo las aventuras del personaje de marras; sólo ver su entusiasmo era suficiente para querer uno leer dicha obra.

De esa época de adolescente —mi etapa preliminar en el camino al amor hondo que tengo hacia los libros y la lectura—, algunas de las obras que recuerdo con más afecto son La hora 25 (Gheorgieu); La madre (tanto la escrita por Gorki, como la que escribiera Pearl S. Buck; las cuales, debo admitir, son dos obras diametralmente opuestas); Por quién doblan las campanas (Hemingway); La Cabaña del Tío Tom (Beecher Stowe); La vuelta al mundo en 80 días (Verne); Alicia en el país de las maravillas (Carroll); El jorobado o Enrique de Lagardere (Fável); El Conde de Montecristo y Los tres Mosqueteros (Dumas, padre); Viajes de Gulliver (Swift); El Cristo de la libertad (Balaguer); Enriquillo (Galván); Over (Marrero Aristy); Historia de dos ciudades (Dickens); La mañosa (Bosch); La sangre (Cestero); Aventuras de Tom Sawyer (Twain); Gargantúa y Pantagruel (Rabelais); Dr. Zhivago (Pasternak); Los Miserables (Víctor Hugo) y algunas otras que ahora no recuerdo.

Aparte de algo de Neruda y Rubén Darío, para ese tiempo todavía no leía poesías con regularidad. Con el tiempo —lo cual se extiende hasta el presente—, leería poesías, ensayos, tratados de ciencias para no científicos, y biografías. Tres biografías de las que he leído que recuerdo en particular son: una de Louis Pasteur, cuyo autor se me escapa ahora; la de Vincent Van Goh por Irving Stone, y la de Honorato de Balzac, por Stefan Zewig.

¿Cuál es el encanto de la lectura? ¿Por qué leer? Podemos leer por placer, pero también por necesidad, aunque esto último, si es por obligación, resulta una tortura. Veamos lo que dice el crítico Harold Bloom respecto a leer: “la lectura es uno de los grandes placeres que la soledad puede brindarte… porque es, además, un placer curativo…” Bloom señala también que para “un individuo tener (o retener) la capacidad de formar sus propios juicios y opiniones, debe ser capaz de leer (bien)…” Para mí, al tiempo que abrazo y hago míos los puntos de vistas del Sr. Bloom, además de las emociones que me proporciona, en un buen libro busco lecciones y enseñanzas. Se dice que nuestro subconsciente no puede distinguir entre una experiencia vivida o vívidamente imaginada. Es decir, que las experiencias adquiridas a través de un buen libro, son tan verdaderas como las vividas en persona.

Gracias a la lectura, he aprendido tanto o más que en cualquier aula. He experimentado desde las más desgarrantes y tristes emociones hasta las más altas enunciaciones del espíritu humano; he conocido los más exóticos escenarios y situaciones; he penetrado en la mente de más de un asesino; he vivido la agonía y el suplicio del prisionero y del perseguido; he reído a mandíbula batiente con las ocurrencias de un Quijote o de un Sancho; he sufrido con los azotes a los condenados; he sentido la tortura mental del enajenado, el hambre del hambriento y he conocido la razón de los que tienen o no razón.

Si bien más arriba hago una lista de mis obras favoritas de adolescencia, también quiero presentar una breve lista de algunas de las obras que a lo largo de los años me han transportado a las regiones más insólitas, me han proporcionado los momentos más gratificantes y han tenido el mayor impacto en mi vida. Algunas de ellas las leo cada tres o cinco años; veamos: Crimen y Castigo (Fedor Dostoievsky); El Túnel (Ernesto Sábato); El ruido y la furia (William Faulkner); Hamlet (William Shakespeare); El príncipe (Nicolás Maquiavelo); Pedro Páramo (Juan Rulfo); Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes); La muerte de Artemio Cruz (Carlos Fuentes); Cien años de soledad (Gabriel García Márquez); Conversación en la catedral (Mario Vargas Llosa); La casa verde (Vargas Llosa); El obsceno pájaro de la noche (José Donoso); El coronel no tiene quien le escriba (García Márquez); Informe sobre Ciegos, que es parte de Sobre Héroes y Tumbas (Ernesto Sábato); Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante); Un día en la vida de Iván Denisovich (Alexander Solszenitsyn); Guerra y Paz, la cual me tomó casi un año para leer la primera vez (Leo Tolstoi); Rayuela (Julio Cortázar); El viejo y el mar (Ernest Hemingway); El extranjero (Albert Camus); Crónica de una muerte anunciada (García Márquez); Ulises (James Joyce); Madame Bovary (Gustave Flaubert); A sangre fría (Truman Capote); La tregua (Mario Benedetti); La Odisea (Homero); La Invención de Morel (Adolfo Bioy Casares); La familia de Pascual Duarte (Camilo José Cela); y, La Casa de los Espíritus (Isabel Allende).

Por último, la Biblia es el libro de los libros y la leo con regularidad, sin fanatismo religioso. Los Salmos y los Proverbios son un compendio de sabiduría invaluable, mientras que El Sermón de la montaña (Mateo, 5, y Lucas 6, 17) presenta una de las facetas más destacadas de Jesús: su coraje al desafiar el status quo.

Aunque reviso esta lista y la pongo al día cada cierto tiempo, Crimen y Castigo sigue siendo mi obra favorita: hay algo en el suplicio mental de Raskolnikov que me fascina. Después le sigue el Quijote (un libro a la vez magistralmente serio y cómico), Cien años de soledad y Pedro Páramo. No sé, para mí Comala (el pueblo fantasma de Pedro Páramo), Macondo (el pueblo fantasma de Cien años de soledad y otras obras y cuentos de García Márquez, en sus peores tiempos) y el “Pueblo Blanco” de Serrat, es el mismo lugar, sólo que plasmado desde diferentes ópticas.

Ahora, comparta usted con nosotros, amigo lector, sus preferencias en libros..
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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Consejo experto-1

La esencia del liderazgo
Por Jack y Suzy Welch

Consulta: He sido designado por primera vez para una posición ejecutiva de alta responsabilidad. Es una posición difícil y me gustaría su consejo acerca de cómo debo enfrentar mi nuevo rol. DN, África del Sur.

Antes que nada, felicidades. No por su promoción, aunque es un gran logro, sino porque parece que entiende que ser un líder requiere que debe cambiar su manera de proceder. A menudo, las personas que son promovidas a su primera posición de liderazgo, olvidan que deben cambiar su modo de actuar. Y ese fallo probablemente causa el descarrilamiento de más carreras que cualquier otro.

Ser un líder cambia todo. Antes de ser un líder, el éxito se concentra en usted. Se refiere a sus logros y a sus contribuciones. Se refiere a levantar la mano, a que le pregunten y dar la respuesta exacta.

Cuando usted se convierte en líder, el éxito se refiere a desarrollar a otros. Se refiere a conseguir que las gentes que trabajan para usted sean más hábiles, más entusiastas y audaces. Nada de lo que usted haga como individuo cuenta excepto lo que sea para nutrir y apoyar su equipo y ayudar a que aumente la confianza que tienen en sí mismos. Sí, usted recibirá su cuota de atención de sus superiores, pero sólo en la medida que su equipo triunfe. En otras palabras: su éxito como líder vendrá no de lo que usted haga como individuo, sino de la gloria reflejada por su equipo.

Ciertamente que es esa una transición gigante, y sin dudas es difícil. Ser un líder básicamente requiere una mentalidad totalmente nueva. Ahora el pensamiento se concentra no en “¿qué puedo hacer para destacarme?”, sino en “¿cómo puedo ayudar mis subordinados a hacer un mejor trabajo?”. A veces eso requiere deshacerse de un par de décadas de costumbres. Después de todo, de seguro que ha ocupado toda su vida, lo más probable desde la escuela primaria y hasta su último trabajo, como alguien que se ha destacado por “levantar la mano”. La buena nueva es que usted ha sido promovido porque sus superiores vieron en usted a alguien que tiene lo necesario para dar el salto de jugador estrella a entrenador exitoso.

¿Qué conlleva ese salto, en realidad? Lo primero es que debe de ser usted un mentor activo de su personal. Debe irradiar energía positiva acerca de la vida y el trabajo que están haciendo juntos; mostrar optimismo acerca del futuro y mostrar interés por los problemas que enfrentan sus subordinados. Muestre preocupación genuina por el progreso de cada uno de sus subordinados. Dé constante retroalimentación a su gente, no al final del año y las revisiones de medio año, sino después de reuniones, presentaciones, o visitas a clientes. Haga de cada evento significativo un momento para enseñar. Converse acerca de lo que esa persona está haciendo bien y cómo mejorar las áreas más deficientes. Su energía transmitirá energía a su entorno.

Y no hay necesidad de azucarar el mensaje. Sea cándido y claro, lo cual es, incidentalmente, uno de los atributos que definen al líder.

Sobre todo, no olvide que ahora usted es un líder. Ya no es más acerca de usted; es acerca de ellos.

Jack y Suzy Welch son los autores del libro Winning (Triunfando). Jack Welch fue el legendario Gerente General de General Electric por mucho tiempo. El título original de este artículo es The Leadership Mindset; traducido por Isaías Medina-Ferreira (metransol@yahoo.com).




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martes, 15 de septiembre de 2009

¿De qué nos quejamos?

Por Isaías Medina Ferreira

Ningún pueblo merece un Trujillo, un Pinochet, un Videla, un Duvalier, un Balaguer o un Somoza. Es más, ni siquiera un Hipólito o un Leonel, dos payasos, disparatoso y charlatán, el primero, y el otro no menos disparatoso y charlatán, pero además parlanchín, esnobista, diletante y superficial, de discurso vacío. Por eso no voy a caer en la trampa de usar la manoseada máxima los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”.

Con un vecino fuerte, entrometido y desalmado como el que nos gastamos en América Latina, nuestros pueblos no han tenido el lujo de decidir sus propios destinos y cuando lo han hecho, han pagado caro por sus afrentas al “tío” paternalista. Sin embargo, dejaré una brecha abierta para dejar “colar” la cuota de culpa y responsabilidad que nos toca cuando observamos la situación socio-política en que vivimos.

Después de todo, cada gobernante es un producto de su medio. Ese medio lo alimenta, lo forma, lo alienta y manda señales inequívocas de lo que sus miembros están dispuestos a aceptar o a rechazar que le impongan.

Nos llenamos la boca de decir “los políticos profesionales son una desgracia y una vergüenza para toda la gente decente. Destruyen tanto el orden social como económico. Ser político no es para gente seria”. Y las pruebas son palpables en todos los órdenes: la promoción del clientelismo, el amiguismo, el enllavismo, el nepotismo, o la corrupción, simple y llanamente, dan la razón a quienes así se expresan. Y son estos golpes fulminantes los que han ido socavando la confianza del pueblo que al fin acaba por rendirse ante la falta de moralidad de quienes dicen ser sus representantes; como consecuencia, la apatía y la no participación de un importante sector, el que podríamos llamar serio, es la reacción ante la sarta de mentiras y promesas vacías que cada dos o cuatro años venden los “mercaderes” de la política. Y he ahí uno de los grandes errores.

No hay dudas de que hay razón para sentirnos ultrajados. A saber, el sistema protege bajo un manto de impunidad a los principales infractores quienes, en vez de ser repudiados, andan por ahí tan campantes y aclamados como el licor aquel. Lo que es difícil de entender es cómo la mayoría de la población rinde homenaje y pleitesía a esos politicastros que dicen despreciar, aun sean ladrones comunes y vulgares, no importa cuan mal habidas sean sus riquezas.

Lo que es muestra de que somos cómplices del estado de cosas, pues a pesar de lo que decimos y refunfuñamos, se la ponemos fácil a los partidos políticos los cuales sin una plataforma verdadera y sin un proyecto de trabajo serio se ganan nuestros votos. Y los políticos entienden eso a cabalidad y en tiempo de campaña nos jartan de “romo”, jolgorio, bulla, camisetas, gorras, comilonas, y ya, se ganan nuestro apoyo.

A veces hasta nos afanamos en ponernos donde uno de ellos con influencia nos vea o buscamos la forma de que nos brinde su amistad para ufanarnos en decir que conocemos a “fulano o a zutano” y celebramos sus “gracias” con servilismo y descaro.

Es vergonzante nuestra disposición a aceptar favores de esa “gentuza” que tanto criticamos; pero lo peor es que a veces demandamos esos favores y hasta los ponemos como condición para dar nuestro apoyo a un candidato determinado. Y el candidato sabe que debe ofrecer y crear las bases para poder dar y hacer favores, pues “si no ofrece, no está en na’”. ¿Y cómo conseguir los fondos que sustenten esas bases si no es apoderándose de lo ajeno, por medio del traqueteo para lograr entradas económicas a través de comisiones y el “picoteo” o las famosas fundaciones una vez alcanzado el poder?

Pero hay otro ángulo: el malo siempre será quien no esté con nuestro partido o nuestros candidatos. Si somos parte de la cuadrilla en el poder, aunque no cojamos directamente, todo es aceptable y bien. Hacerse rico usando un puesto político es sólo malo si lo hace el contrario.

Y hay aún otro ángulo que quita fuerza y validez a nuestro refunfuñar. Lo que criticamos de los políticos en público, lo cometemos en nuestras vidas privadas, en la que somos triunfadores si podemos “colarnos” al frente de una fila de “pariguayos”, si nos podemos robar el cable del vecino, si por medio del regateo le arrebatamos las legumbres a la “marchanta” por casi nada, o si podemos comprar una licencia en el mercado negro. Hasta “robarse la luz roja” de un semáforo es a veces motivo de orgullo y celebración; muestra de que es uno un “león” o un “tigueraso”.

Mientras criticamos a los políticos por su conducta, nuestro civismo deja mucho que desear. Tiramos basura por doquier y después nos quejamos de lo asqueroso que el ayuntamiento deja poner la ciudad. Somos completamente indisciplinados en nuestras vidas privadas, muchos de nosotros bebemos o jugamos sin control y no nos apuramos por superarnos y después nos sorprendemos si nuestros hijos no quieren ir a la escuela y superarse. Y terminamos echando la culpa al sistema escolar al que nunca apoyamos con nuestra preocupación por saber lo que se estaba enseñando a nuestros hijos.

No, nuestra situación no es fácil. La cultura de la “fundita”, del paternalismo, de la cuña y el enllavismo, y recibir favores, es parte de nuestra identidad. Parece como si todos tuviésemos un precio… a veces bien irrisorio.

Lamentablemente, aunque nos cueste admitirlo, el problema no son tanto los políticos, sino la mayoría de nosotros que somos complacientes con ellos. Somos nosotros quienes no nos atrevemos a denunciar los abusos de un fulano en el poder, o a disentir de la línea política que nos envíen los oportunistas en la cúpula del partido que militamos (militancia, que dicho sea de paso, muchas veces obedece a una costumbre o a algo sentimental, no a convicciones válidas), aun nos “abofeteen” con sus directrices desviadas, por “disciplina y lealtad al partido”, o por si acaso, porque queremos dejar un pequeño espacio por si algún día nos toca llegar a la “tierra prometida” no tener de que arrepentirnos. Después de todo, “uno nunca sabe donde va a parar” y si todos se aprovechan, “¿por qué no yo? Por la plata baila el mono y si tienes ‘molongos’, todos te abren las puertas”. En un país donde el “afán social” es casi una obsesión, acumular riquezas, y si es fácil, mucho mejor, para muchos es un norte.

Cada vez que vayamos a tirar improperios en contra de los políticos, ¿por qué no nos analizamos a nosotros mismos? Quizás descubramos que el problema no son los políticos en sí, sino quienes les damos vigencia: nosotros. Es muy posible que si ocupáramos los cargos de los políticos “asquerosos” haríamos lo mismo que ellos. Por eso no es raro ver al “serio” de hoy adquirir fortuna de la noche a la mañana, una vez se planta en una posición de “manejo e influencia”. Creo que si hiciésemos un esfuerzo en aprender a discernir las cosas con espíritu y actitud críticas antes de aceptarlas, si actuáramos por convicción, no con el “pragmatismo” que pregonan los sinvergüenzas, quizás los políticos no nos atraparan tan fácilmente en sus garras.

No, los políticos no son los malos. Ellos no salen de la nada. Son fruto de la sociedad. Y su actuación y desenvolvimiento es reflejo de lo que la sociedad les dicta y les da a entender que está dispuesta a aceptar.

Solamente nosotros tenemos la culpa de estar pagando apagones. ¿De quién es la culpa si trabajamos sólo para mantener el estilo de vida de derroche obsceno de los funcionarios ineptos que se dan el lujo de pedir exhoneraciones de automóviles que cuestan casi medio millón de dólares y no nos sacudimos? ¿Somos locos o pendejos? ¿Dónde están las protestas que se esperarían de una sociedad dizque jarta de abusos? ¡Qué va! Ni siquiera nos atrevemos a protestar ante las fechorías que sólo un puñado de ciudadanos, entre ellos dos mujeres valientes, han tomado como tarea denunciar. ¿De qué nos quejamos, si no hay coraje?

Si nuestra sociedad va a cambiar, ¡y debe cambiar!, debemos comenzar por rechazar en nuestras vidas privadas las prebendas y privilegios resultado del amiguismo y los enllaves; debemos negarnos a ser parte de los pagos extras por servicios y negarles el voto a nuestros partidos (¡todos sin excepción!) si no presentan un proyecto de nación para el futuro y paran de estar improvisando. Pues la corrupción no es sólo coger lo ajeno, es también usar el amiguismo como trampolín para conseguir tal contrato o ventaja económica y social, o contribuir con el comportamiento delincuente de los servidores públicos. Hasta el silencio ante la corrupción nos hace corruptos por omisión.

Hay que romper la cadena, pero debemos cambiar como individuos y, por consiguiente, como sociedad. ¿Fácil? ¿Quién dijo? Sin embargo, en el país hay millones de gentes decentes. Deben éstas parar de hacer el juego a los políticos atrasados y a los partidos gastados y sin norte que nos han desgobernado por tanto tiempo, no importa que tradición nos ligue a ellos. Si somos miembros de la prensa, no podemos actuar como amanuenses a sueldo. Si somos parte de la justicia, debemos ser independientes y si somos jueces, gente honorable. Pero aun si no somos parte de ningún círculo de influencia, como simple ciudadanos debemos dar señales claras de que no estamos dispuestos a soportar abusos y a seguir produciendo para que una banda de pillos con saco y corbata se den la gran vida.

Nuestro proceso evolutivo podrá ser lento y tortuoso, pero se puede avanzar hacia la decencia. Sólo tenemos que comenzar a demostrar en la práctica que no nos vamos a dejar coger de pendejos y que tenemos espina dorsal y hay cojones.
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sábado, 12 de septiembre de 2009

Lisbeth Salander debe vivir

Por Mario Vargas Llosa

Comencé a leer novelas a los diez años y ahora tengo setenta y tres. En todo ese tiempo debo haber leído centenares, acaso millares de novelas, releído un buen número de ellas y algunas, además, las he estudiado y enseñado.

Sin jactancia puedo decir que toda esta experiencia me ha hecho capaz de saber cuándo una novela es buena, mala o pésima y, también, que ella ha envenenado a menudo mi placer de lector al hacerme descubrir a poco de comenzar una novela sus costuras, incoherencias, fallas en los puntos de vista, la invención del narrador y del tiempo, todo aquello que el lector inocente (el "lector-hembra" lo llamaba Cortázar para escándalo de las feministas) no percibe, lo que le permite disfrutar más y mejor que el lector-crítico de la ilusión narrativa.

¿A qué viene este preámbulo? A que acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas críticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una historia, leyendo los tres voluminosos tomos de Millenium, unas 2.100 páginas, la trilogía de Stieg Larsson, con la felicidad y la excitación febril con que de niño y adolescente leí la serie de Dumas sobre los mosqueteros o las novelas de Dickens y de Victor Hugo, preguntándome a cada vuelta de página "¿Y ahora qué, qué va a pasar?", y demorando la lectura por la angustia premonitoria de saber que aquella historia se iba a terminar pronto sumiéndome en la orfandad.

¿Qué mejor prueba que la novela es el género impuro por excelencia, el que nunca alcanzará la perfección que puede llegar a tener la poesía? Por eso es posible que una novela sea formalmente imperfecta, y, al mismo tiempo, excepcional. Comprendo que a millones de lectores en el mundo entero les haya ocurrido, les esté ocurriendo y les vaya a ocurrir lo mismo que a mí y sólo deploro que su autor, ese infortunado escribidor sueco, Stieg Larsson, se muriera antes de saber la fantástica hazaña narrativa que había realizado.

Repito, sin ninguna vergüenza: fantástica. La novela no está bien escrita (o acaso en la traducción el abuso de jerga madrileña en boca de los personajes suecos suena algo falsa) y su estructura es con frecuencia defectuosa, pero no importa nada, porque el vigor persuasivo de su argumento es tan poderoso y sus personajes tan nítidos, inesperados y hechiceros que el lector pasa por alto las deficiencias técnicas, engolosinado, dichoso, asustado y excitado con los percances, las intrigas, las audacias, las maldades y grandezas que a cada paso dan cuenta de una vida intensa, chisporroteante de aventuras y sorpresas, en la que, pese a la presencia sobrecogedora y ubicua del mal, el bien terminará siempre por triunfar.

UNA CALUMNIA. La novelista de historias policiales Donna Leon calumnió a Millenium afirmando que en ella sólo hay maldad e injusticia. ¡Vaya disparate! Por el contrario, la trilogía se encuadra de manera rectilínea en la más antigua tradición literaria occidental, la del justiciero, la del Amadís, el Tirante y el Quijote, es decir, la de aquellos personajes civiles que, en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y crueldades de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados.

Eso son, exactamente, los dos héroes protagonistas, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist: dos justicieros. La novedad, y el gran éxito de Stieg Larsson, es haber invertido los términos acostumbrados y haber hecho del personaje femenino el ser más activo, valeroso, audaz e inteligente de la historia, y de Mikael, el periodista fornicario, un magnífico segundón, algo pasivo pero simpático, de buena entraña y un sentido de la decencia infalible y poco menos que biológico.

¡Qué sería de la pobre Suecia sin Lisbeth Salander, esa hacker querida y entrañable! El país al que nos habíamos acostumbrado a situar, entre todos los que pueblan el planeta, como el que ha llegado a estar más cerca del ideal democrático de progreso, justicia e igualdad de oportunidades, aparece en Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, como una sucursal del infierno, donde los jueces prevarican, los psiquiatras torturan, los policías y espías delinquen, los políticos mienten, los empresarios estafan, y tanto las instituciones y el establishment en general parecen presa de una pandemia de corrupción de proporciones priístas o fujimoristas.

Menos mal que está allí esa muchacha pequeñita y esquelética, horadada de colguijos, tatuada con dragones, de pelos puercoespín, cuya arma letal no es una espada ni un revólver, sino un ordenador con el que puede convertirse en Dios -bueno, en diosa-, ser omnisciente, ubicua, violentar todas las intimidades para llegar a la verdad, y enfrentarse, con esa desdeñosa indiferencia de su carita indócil con la que oculta al mundo la infinita ternura, limpieza moral y voluntad justiciera que la habita, a los asesinos, pervertidos, traficantes y canallas que pululan a su alrededor.

La novela abunda en personajes femeninos notables, porque en este mundo, en el que todavía se cometen tantos abusos contra la mujer, hay ya muchas hembras que, como Lisbeth, han conquistado la igualdad y aun la superioridad, invirtiendo en ello un coraje desmedido y un instinto reformador que no suele ser tan extendido entre los machos, más bien propensos a la complacencia y el delito.

SUEÑOS ERÓTICOS. Entre ellas, es difícil no tener sueños eróticos con Mónica Figuerola, la policía atleta y giganta para la que hacer el amor es también un deporte, tal vez más divertido que los aerobics, pero no tanto como el jogging. Y qué decir de la directora de la revista Millenium, Erika Berger, siempre elegante, diestra, justa y sensata en todo lo que hace, los reportajes que encarga, los periodistas que promueve, los poderosos a los que se enfrenta, y los polvos que se empuja con su esposo y su amante, equitativamente. O de Susanne Linder, policía y pugilista, que dejó la profesión para combatir el crimen de manera más contundente y heterodoxa desde una empresa privada, la que dirige otro de los memorables actores de la historia, Dragan Armanskij, el dueño de Milton Security.

La novela se mueve por muy distintos ambientes, millonarios, rufianes, jueces, policías, industriales, banqueros, abogados, pero el que está retratado mejor y, sin duda, con conocimiento más directo por el propio autor -que fue reportero profesional-, es el del periodismo. La revista Millenium es mensual y de tiraje limitado.

HACE BIEN. Su redacción, estrecha y para el número de personas que trabajan en ella sobran los dedos de una mano. Pero al lector le hace bien, le levanta el ánimo entrar a ese espacio cálido y limpio, de gentes que escriben por convicción y por principio, que no temen enfrentar enemigos poderosísimos y jugarse la vida si es preciso, que preparan cada número con talento y con amor, y el sentimiento de estar suministrando a sus lectores no sólo una información fidedigna, también y sobre todo la esperanza de que, por más que muchas cosas anden mal, hay alguna que anda bien, pues existe un órgano de expresión que no se deja comprar ni intimidar, y trata, en todo lo que publica e investiga, de deslindar la verdad entre las sombras y veladuras que la ocultan.

Si uno toma distancia de la historia que cuentan estas tres novelas y la examina fríamente, se pregunta: ¿cómo he podido creer de manera tan sumisa y beata en tantos hechos inverosímiles, esas coincidencias cinematográficas, esas proezas físicas tan improbables? La verosimilitud está lograda porque el instinto de Stieg Larsson resultaba infalible en adobar cada episodio de detalles realistas, direcciones, lugares, paisajes, que domicilian al lector en una realidad perfectamente reconocible y cotidiana, de manera que toda esa escenografía lastrara de realidad y de verismo el suceso notable, la hazaña prodigiosa. Y porque, desde el comienzo de la novela, hay unas reglas de juego en lo que concierne a la acción que siempre se respetan: en el mundo de Millenium lo extraordinario es lo ordinario, lo inusual lo usual y lo imposible lo posible.

Como todas las grandes historias de justicieros que pueblan la literatura, esta trilogía nos conforta secretamente haciéndonos pensar que tal vez no todo esté perdido en este mundo imperfecto y mentiroso que nos tocó, porque, acaso, allá, entre la "muchedumbre municipal y espesa", haya todavía algunos quijotes modernos, que, inconspicuos o disfrazados de fantoches, otean su entorno con ojos inquisitivos y el alma en un puño, en pos de víctimas a las que vengar, daños que reparar y malvados que castigar. ¡Bienvenida a la inmortalidad de la ficción, Lisbeth Salander!

Madrid, setiembre de 2009




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viernes, 11 de septiembre de 2009

Morning Has Broken - Cat Stevens

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Morning has broken, like the first morning
Blackbird has spoken, like the first bird
Praise for the singing, praise for the morning
Praise for them springing fresh from the word

Sweet the rain's new fall, sunlit from heaven
Like the first dewfall, on the first grass
Praise for the sweetness of the wet garden
Sprung in completeness where his feet pass

Mine is the sunlight, mine is the morning
Born of the one light, Eden saw play
Praise with elation, praise every morning
God's recreation of the new day Siga Leyendo...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Lecciones de vida-2

Por Fernando Ferreira Azcona

Camacho era un capataz que conocí en mi época de agrónomo, por allá por 1972-73, en el Central Romana Corporation, La Romana, Rep. Dom. Cada vez que pasaba por su humilde casita a buscarle para ir a realizar las labores del campo, sin importar la hora, llevaba sus tres hijitos a la sala y los contaba: uno, dos, tres. Luego, los dejaba ir.

Una madrugada le pregunté: "¿por qué despierta usted a esas criaturas de Dios a esta hora, sólo para contarlos y mandarlos a acostar de nuevo?" Me respondió: "Doctor (que así siempre me decía), yo tengo que actuar y trabajar consciente de que tengo tres hijos. No puedo darme el lujo de fallar y que me echen del trabajo, y entonces, ese día, darme cuenta de que tengo tres hijos".

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lunes, 7 de septiembre de 2009

Break dance: ¿Baile o acrobacia?

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Vestido al principio con un jersey rojo y un sombrero de lana negro y luego con un jersey que dice Scion O5 se puede apreciar a mi hijo Julio Vitalino, de nombre artístico "Popsicle", el más alto de todos; también tiene una barbita. Creo que son locos estos "maditos".
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domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Por qué soñamos?

Por Michael J. Weiss

Los sueños son una forma de comunicación entre el subconsciente y la mente consciente. Soñar acerca de algo que nos preocupa, dicen los investigadores, es la forma del cerebro ayudarnos a ensayar para un posible desastre. Soñar con un reto, por ejemplo, como el de hacer una presentación en nuestro lugar de trabajo o jugar deportes, pueden mejorar nuestra actuación. Los neurocientíficos cognitivos han descubierto que los sueños y el movimiento rápido de los ojos (*), lo que sucede mientras soñamos, está conectado a nuestra habilidad para aprender y recordar.

Soñar es un “sistema regulador del estado de ánimo”, dice Rosalind Cartwright, PhD, presidenta del departamento de psicología de Rush University Medical Center en Chicago. Según sus hallazgos, los sueños ayudan a las personas a maniobrar a través de los dilemas emocionales de cada día. “Es como si tuviésemos un terapeuta dentro de nosotros”, dice Cartwright. Mientras dormimos, los sueños comparan las nuevas emociones con las viejas memorias, creando patrones semejantes a un tablero de viejas imágenes encima de las nuevas. Expresa la Dra. Cartwright, “puede uno despertar y pensar, ¿qué hacía el tío Harry en mi sueño? No lo he visto en 50 años. Pero la vieja y la nueva imagen están emocionalmente relacionadas”. Corresponde a la mente consciente descifrar la relación.

En efecto, las emociones del sueño pueden ayudar a los terapeutas reales a tratar pacientes que estén pasando a través de eventos traumáticos en su vida. En un estudio de 30 adultos recién divorciados, Cartwright dio seguimiento a sus sueños por un período de 5 meses, midiendo los sentimientos de los divorciados hacia el antiguo cónyuge. Ella descubrió que aquellos que estaban más enojados con su cónyuge, mientras más soñaban, mayor era la oportunidad de sobrellevar el estrés del divorcio. “Si los sueños de los sujetos eran sosos”, dice Cartwright, “no habían comenzado a confrontar sus emociones y a ocuparse del divorcio”. Este hallazgo podría ayudar a los terapeutas a determinar si los hombres o mujeres recién divorciados necesitan orientación psicopedagógica o si ya han consumido sus problemas en los sueños.

(*) Movimiento rápido de los ojos: REM (Rapid Eye Movement)

(Título original del artículo completo, Dare to Dream (Atrévase a soñar) de Reader’s Digest; el pasaje presentado aquí es Why do we dream?; traducido por Isaías Medina-Ferreira)
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viernes, 4 de septiembre de 2009

Pautas para salir airoso de una entrevista de empleo

Por Isaías Medina Ferreira
Si busca empleo, lo normal es que después de que su résumé y su carta de presentación (1) hayan llamado la atención de los encargados de recursos humanos de la compañía a la que ha solicitado, usted sea entrevistado.


La entrevista es ese momento decisivo en el cual usted es evaluado(a) por una o más personas con poder de decidir si adquirirá la posición que desea o no. Además de hurgar acerca de su competencia profesional, una entrevista busca revelar si cabe usted dentro de la cultura de la compañía.


No hay dudas que esta puede ser una experiencia intimidante, pero usted puede prepararse para una entrevista como para cualquier otra prueba. Su propósito es distinguirse entre la multitud de solicitantes.

Antes, durante y después de la entrevista

Antes

Aprenda todo lo que pueda acerca de la compañía, su mercado y la competencia.

Preste atención a los detalles, incluyendo cosas tan específicas como el nombre de su dirección de correo-e. No use un nombre que demuestre inmadurez o simplemente sea absurdo: “chicasexy”, “tucoolaid”, “cuerpoñoño” o “yosoylaley”.

Asegúrese que el mensaje de su celular sea conciso y profesional. Evite música estridente con letras cuestionables y giros de lenguaje muy extremos.

Asegúrese que las personas que usted use como referencias lo sepan de antemano.

Si se prepara bien, hasta puede suponer en avance cuáles preguntas surgirán y tener respuestas concisas ya ensayadas.

Vaya a la entrevista preparado(a) con preguntas que desee hacer. Algunas de ellas serán contestadas en el curso de la misma por quien le entreviste.

Durante

Llegue antes del tiempo previsto para la cita y lleve una o dos copias de su résumé.

Luzca presentable y pulcro; cause una buena impresión. En general, use ropa conservadora. Para los hombres: si es posible use chaqueta de sport y corbata, todo combinado. Brille sus zapatos.

No se arriesgue por tonterías. Las compañías, por la responsabilidad que asumen ante la ley y la sociedad, son generalmente muy conservadoras y se desenvuelven en ambientes rígidos. Recuerde que al emplearlo a usted, la compañía busca más que adquirir su habilidad de hacer un buen trabajo; busca también su habilidad de adaptarse a la cultura de la misma. Estas le huyen a todo lo controversial o que pueda empañar su buena imagen.

Sea formal; use un lenguaje medido. Evite usar palabras obscenas y cansadas, tales como “tú sabes”, “ta’ heavy”, “ta to’” y “nítido”, por ser irritantes y vacías. Esto podría significar su rechazo automático.

No se tome la libertad de tutear a quien le entrevista o llamarle por su primer nombre o apodo, a menos que él o ella lo haya autorizado.

Cuando quien le entreviste inevitablemente le pida que se describa a sí mismo(a) o que exponga lo que crea son sus puntos fuertes y débiles, limite su respuesta a 60 o 90 segundos. Sea conciso(a); si es parlanchín, quien le entrevista se desconectará.

Escuche con atención; sea paciente. Si es posible, deje que quien le entrevista haga la mayoría de preguntas. Además, no interrumpa, corrija un comentario o muestre una actitud de animosidad, conflictiva o agresiva.

La entrevista es también el mejor momento para anotarse puntos: deje caer algunos comentarios sobre la importancia de trabajar en equipo y la ética de trabajo.

No se arriesgue a matar el interés de quien le entrevista haciendo preguntas que se refieran a salario, tiempo libre o el horario de la oficina. Más tarde habrá tiempo suficiente para hablar de ello; concéntrese en asegurar que su entrevista se desarrolle bien.

Si el asunto de salario sale a relucir por parte de quien le entrevista y usted no tiene idea de lo que el trabajo paga, una buena respuesta sería: “Mi objetivo primario es trabajar para la compañía X; si bien el dinero es importante, es una consideración secundaria; yo estoy seguro que ustedes me harán una oferta justa”.

Si ha investigado el salario promedio para esa posición, puede comenzar diciendo: “Entiendo que el salario promedio en la industria para esta posición es Z. Sin embargo, mi objetivo primario es trabajar para la compañía X”.

Si la entrevista no es en una oficina. Vamos a suponer que es en un restaurante. Esfuércese por llegar primero al restaurante. Espere que llegue quien le hará la entrevista, antes de sentarse. Ordene comida simple que sea fácil de cortar y masticar; nada que pueda causar accidentes o requiera trabajo como mariscos con conchas, pasta o bistec. No ingiera alcohol, aun su anfitrión(a) lo haga.

Al terminar una entrevista, pregunte por las pautas a seguir. No extienda la conversación innecesariamente. Asuma que su entrevistador(a) es una persona ocupada y no debe retenerle más allá del tiempo que generosamente le ha dedicado. Recuerde: usted es un invitado.

Después

Envíe una carta de agradecimiento inmediatamente a quien le entrevistó de manera que sea recibida a más tardar al día siguiente, por la mañana. Los futuros empleadores siempre buscan esa chispa, la energía indicadora de que a usted en realidad le interesa la posición.

Si usted recibe una oferta de trabajo, envíe una nota de agradecimiento a cada persona con quien se haya entrevistado, expresando agradecimiento por su apoyo y confianza y por ofrecerle la oportunidad de unirse a su equipo y trabajar juntos.

Este detalle puede muy bien fortalecer en la mente del patrón la decisión de haberle empleado, demuestra su profesionalismo, y, por supuesto, anota otro tanto para usted.

Conclusión

Para salir airoso de una entrevista, el mejor consejo es estar bien preparado. Debe dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar la compañía y el mercado que ésta se desenvuelve.

Por último, aunque hay debate en cuanto a si las correspondencias deben hacerse por correo electrónico o regular; para estar seguros, aunque no hay nada erróneo en enviar una nota rápida por correo electrónico minutos después de la entrevista, es aconsejable también hacerlo de una manera formal, por correo regular.

(1) Cover Letter, en inglés.
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miércoles, 2 de septiembre de 2009

César Sánchez Beras (1962- …)

(Poeta y gran ser humano dominicano)

Nació en 1962, en San Pedro de Macorís, República Dominicana. Es doctor en Derecho, graduado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en 1988. Actualmente trabaja como maestro de español y literatura en Lawrence High School, Lawrence, Massachusetts, donde reside.

César es el creador de la Tertulia Pedro Mir donde mensualmente se reúnen los amantes de las artes, poetas veteranos y novicios, y los aficionados a las letras en general, a presentar sus trabajos. El trabajo de César por hacer que la cultura llegue a las masas, ha sido encomiable. La Tertulia Pedro Mir es un ente de actividad literaria que sirve de puente para lanzar nuevas obras, para presentar exposiciones de pintura y artes plásticas y encuentros culturales en general.

César Sánchez ha publicado los libros “Memorias del Retorno” (1993); “Travesía a la quinta estación” (1994); “Con el pie forzado” (1994); “En blanco y negro” (1995); “Comenzó a llenarse de pájaros el sueño”, (1999); “Trovas del Mar” (2002); “El Sapito Azul”, Infantil (2005) y “Días de Carne”, (2005). Su más reciente obra es “Lawrence City and Other Poems/Ciudad de Lawrence y otros poemas.”, (2007).

César es además un excelso decimero, de quien dijera don Juan Bosch, “… es tan buen decimero, como poeta”.

Ha recibido los siguientes premios. Primer lugar Concurso Nacional de Décimas (1990); Primer lugar Concurso Nacional de Décimas (1991); Segundo lugar Concurso Nacional de Décimas Juan Antonio Alix; Premio Nacional de Poesía (2004) y Premio Nacional de Literatura Infantil (2004). César es, además, Poeta Laureado del Cambridge College, de Cambridge, Massachusetts. En 2004, la Secretaría de Estado de Cultura de República Dominicana premió su obra DIAS DE CARNE con el premio anual de Literatura

Como vemos, los logros del poeta no han sido pocos. Pero como dice Juan Matos, su amigo y confidente, también poeta, “lo mejor de César está por venir; y no nos sorprendamos si un día el nombre de César Sánchez Beras se hace intercontinental y ondea junto al de otros grandes”.

César Sánchez Beras es orgullo latino, que se distingue por su sonrisa a flor de labios, su respeto, su sentido del humor y su humildad, sin ínfulas de grandeza. Y es que según él, lo que hace no es cosa del otro mundo. “Soy un obrero de la palabra”, dice. “No soy distinto al que pinta, al que talla, al que programa una computadora, o al cocinero que hace un plato exquisito. Sólo tenemos distintas sensibilidades”.

César es ese parche gigante que tapa la falta de muchos de los inmigrantes en Estados Unidos, o donde quiera que estemos, que con su empeño parece decir al mundo: “la diáspora no sólo se compone de ‘cadenuses’ sin educación”.

A continuación cuatro de las muchas inspiraciones del poeta. El primero es un soneto de su libro “Días de Carne”; le sigue uno de los poemas de “Cuerpo de goce” y al final una décima escrita para su hijo César Israel y otra dedicada a don Pedro Mir.

Regreso

Si me muriera hoy, entiérrame desnudo,
Para andar en la arcilla como no lo hice nunca,
Dejando mis angustias colgando en los balcones
Viajando en cada savia de las viejas raíces.

Si me muriera hoy, entiérrame desnudo
Y que sólo repiquen cual lejanas campanas
Tus senos de albahaca y tu ombligo de ámbar,
Porque sería la parca umbral y regocijo.

Si me muriera hoy, la muerte sería un canto
Con las estrofas largas de tus piernas abiertas,
Con el altar hermoso de tus senos profanos.

Si me muriera hoy, entiérrame desnudo,
Para buscar tu cuerpo a través de la tierra,
Y desandar contigo el regreso hacia el polvo.


Mujer de voces

Cuerpo de Babel,
mujer de voces.
En ti levanta el gozo sus torres milenarias,
construyendo la muerte sus sórdidos andamios.
Arcilla del asombro en barro de lo inicuo,
el azar te hizo blanco de todas sus bengalas,
el ocre desamparo que anuncia su llovizna.

Cuerpo de Babel,
mujer de gritos,
címbalo que aúlla con sílabas de incendio,
el tránsito en tu carne es ajenjo y vendimia,
el viento de tus sienes presagia las tormentas.

Cuerpo de Babel,
lengua de sombras,
vocablo eternidad y vocablo deleite,
miles de manos arriman sus cantos de sudores
con el sueño perverso de mirarse en tu boca,
con el trigo encendido que esconden tus raíces.

Cuerpo de Babel,
mujer de voces,
en tu piel se refugian las lenguas del imperio,
la lengua de los ríos, la lengua de las nubes,
la lengua de las algas y de los crisantemos,
lengua de la tortura, lengua del arcoíris
lengua de selva oscura , lengua de mar abierto.

Cuerpo de mujer,
ronca vasija,
oigo tu voz llamándome en todos los deseos.

A mi hijo César Israel
(Décima)

Te vengo a dar mi pasado
poca cosa en la distancia,
tan solo piedras, enrancia
de algún camino trillado.
Te ofrezco lo sepultado
en mi manto claroscuro,
único fruto maduro
en la rama de mi hacer,
quiero comprar con mi ayer
las puertas de tu futuro.

Te vengo a dar mi presente
poca cosa en el camino,
mis noches solas sin vino,
mis ganas de estar ausente.
Solo tengo esta simiente,
esta mirada hacia atrás,
sabiendo que entenderás
el que ya fui y el que soy,
quiero comprar con mi hoy
el pasado que tendrás.

A don Pedro

Pedro Mir es un poeta
más grande que las montañas
y tiende sueños de cañas
encima de mi carreta.
Y su verso cual saeta
del antillano recibe
la vena rota que vive
desangrando la emoción
porque canta su canción
la miseria del Caribe.

Pedro Mir es un poeta
que versos robó del monte
y tiene en el horizonte
de los amigos, la meta.
En su pluma corre neta
la bandera caribeña
la nostalgia más isleña
brota de su verso llano
por ser hijo de cubano
y de madre borinqueña.

¡Qué poeta es Pedro Mir!
pues arrodilla la suerte
cuando doblega la muerte
en su forma de vivir.
¡Qué poeta es Pedro Mir!
pues es su mejor emblema
hacer trigo del poema
hacer del surco de caña
el guarapo con que baña
lo que por dentro le quema.

¡Qué poeta es Pedro Mir!
pues olvidando su canto
llenó su pluma de llanto
y dolores que decir.
¡Qué poeta es Pedro Mir!
conjuró la madrugada
enterró su fiel espada
y levantó las banderas
con las manos verdaderas
de la vigilia soñada.

Él es voz de la nación,
de la patria, voz de todos.
Y toma de los recodos
el barro de la ilusión
esculpiendo la canción
en los bateyes nacida
entre sudores vertida
por el Ga-Gá primigenio
pues su voz es un ingenio
donde se muele la vida.

Hoy que la vida pretende
silenciar su dulce mano,
para decir: es humano
lo que ya sabemos duende.
Corre su voz y se prende
en los campos su fulgor
y se enciende cada flor
que con su sangre se baña
naciendo de riel y caña
su verso de cundeamor.

César Sánchez Beras
1994

Recopilado y escrito por Isaías Medina Ferreira
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