martes, 10 de mayo de 2011
NIEGAN LA EDUCACIÓN Y DAN MALOS EJEMPLOS
“Mi pueblo sigue caminos equivocados por culpa de los profetas (gobernantes) que lo engañan”, Miqueas 3:5
NEW YORK. Los gobernantes dominicanos no se conforman con negarle educación escolar de calidad al pueblo sino que le dan el mal ejemplo a seguir.
Y el mal ejemplo que se da desde arriba -más que la falta de educación- es la causa de todos los males que sufre la República Dominicana, que van desde el incumplimiento de las leyes de tránsito hasta el narcotráfico, pasando por el robusto crecimiento del sicariato civil, los robos y atracos que han convertido al país en uno con seguridad casi cero, algo que no osan esconder quienes lo manejan: No van ni al baño sin escolta.
Mire, le voy a poner un ejemplo, por si acaso usted piensa que exagero al decir que la raíz de los males del país está en la corrupción y el incumplimiento de la ley por parte de las autoridades: En mayoría, los dominicanos que vivimos fuera del país tenemos las mismas deficiencias académicas que padecen los que están en nuestro pedazo de isla. Pero hay una diferencia de comportamiento entre ambos grupos, establecida por el ejemplo que se pone desde arriba en el cumplimiento de las leyes.
La generalidad del dominicano que vive en USA cumple con todas las leyes. El quisqueyano de aquí hace fila, sabe esperar su turno en cualquier oficina. Espera la luz verde en el semáforo. Nunca, en medio de un embotellamiento del tránsito inaugura un carril extra, ni siquiera intenta desplazarse por la vía marginal de emergencia en las carreteras, por largo, lento y tedioso que sea el tapón. El dominicano de aquí no anda tirando basuras en calles y carreteras. Pero una cosa trae la otra, el criollo de aquí también aprende a reclamar sus derechos.
Claro que hay una minoría que se equivoca y violenta leyes, pero es eso: una minoría, a la que le va mal cuando es atrapada, porque aquí no hay padrino en el gobierno que le evite pena o cárcel por infringir la ley, como ocurre allá, donde el presidente, los altos, medianos y bajos funcionarios, los amigos de estos y los compañeros de la base violan las leyes cuando se les antoja, pues “para el poder no hay ley”. La ley es para aplicarla a la minoría silenciosa que no tiene padrino.
Es porque se convencieron de que “para el poder no hay ley” que cada día son más los que buscan su cuota de poder metiendo mano en las calles, siguiendo el ejemplo de lo que hacen los que están pegados en el gobierno.
Así que sicarios, narcotraficantes y atracadores han llenado de inseguridad el país, algo -la inseguridad- de lo que todo el tiempo hablan sin decir palabra los funcionarios. Ninguno de ellos sale a la calle sin un militar que lo cuide, mejor dicho sin un equipo de seguridad.
Sorprendente fue leer días atrás la aclaración del senador Félix Bautista de que no era el jefe de su “equipo de seguridad” un coronel que desalojó a unos campesinos de sus tierras por los predios de Montecristi. Dijo el senador que el coronel de marra pertenecía en la actualidad al “equipo (¡otro equipo!) de seguridad” del secretario de Agricultura. Lo dijo sin rubor alguno, porque la realidad es que en el país cualquiera que logra aunque sea un carguito (un podercito) tiene derecho a armar su grupito.
Y no otra cosa hacen que demostrar que se sienten en un país muy inseguro los muy enriquecidos funcionarios andando todo el tiempo escoltados, y desplazándose veloces por todos lados sin respeto por nada ni nadie. Sus malos ejemplos han sido copiados al fiel por los también enriquecidos pandilleros de toda laya que regentean en los barrios con sus propios grupitos.
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domingo, 27 de septiembre de 2009
El optimismo es mejor
“Hoy puede ser un gran día/ Plantéatelo así/ aprovecharlo o que pase de largo/ depende en parte de ti…
Dále el día libre a la experiencia/ para comenzar/ y recíbelo como si fuera/ fiesta de guardar...” (Joan Manuel Serrat)
Entre ser optimistas y ser pesimistas, estaremos mejor servidos si elegimos ser optimistas. El resultado es a la larga más halagüeño... y aun cuando las cosas no salgan de primer intento como habíamos planificado, su impacto negativo puede amortiguarse con un poco de preparación mental, y podremos continuar nuestro rumbo sin mayores consecuencias, hasta lograr mejores resultados.
El optimismo es como un imán que atrae a las personas y circunstancias que favorecen nuestra causa. Debemos tener en cuenta que a veces lo que parece ser un revés bien podría ser un “toquecito” en el hombro para que enderecemos el rumbo o un llamado de alerta para que nos preparemos y volvamos a la batalla mejor equipados. Cada revés debe verse como una lección de la que debemos sacar el mayor provecho para no volver sobre los pasos que nos llevaron a un sitio que no fue el que anticipamos. Perder una batalla, de modo que a la larga podamos ganar la guerra, es siempre una buena opción.
Optimismo no es que el lodo se nos antoje ser chocolate y tratemos de beberlo pensando que por el solo hecho de imaginarlo como tal lo cambiaremos. No, no hablo de ese espejismo tonto. Pero no debe haber razón para que no veamos lo bueno en todo, aunque nos mantengamos cautelosos y alertas, y para que no tomemos riesgos calculados.
Tampoco hay razón para derrotarnos antes de emprender una lucha con frases como “voy a ir a buscar trabajo, pero sé que no me van a emplear”. ¿A qué va entonces? Debemos esperar siempre el mejor desenlace posible aun cuando las probabilidades estén un millón a una en contra de lo que perseguimos y prepararnos mentalmente para estar dispuestos a descartarlo como un evento más si las cosas no salen como lo esperábamos. No debemos revivir los reveses en nuestras mentes, si no visualizar sólo lo positivo. De los reveses aprendemos, los sepultamos y seguimos sin mirar hacia atrás.
Y porque en la vida inciden tantos factores, muchos que escapan a nuestro control, los reveses vendrán, no importa cuán preparados estemos o cuán optimistas seamos.
La vida es un flujo continuo de picos y valles y lo más natural es que al cabalgarla, uno de sus obstáculos nos haga rodar. Todos resbalamos en la vida; a veces múltiples veces. Los reveses son cosa natural, por eso no debemos identificarlos con nuestra personalidad y volvernos pesimistas. Podemos fallar en un millón de cosas, pero no debemos admitir que seamos perdedores y permitir que los reveses se adhieran a nuestra personalidad convirtiéndonos en derrotistas o fracasados.
Sólo fracasamos cuando no aprendemos de los reveses, decía Vince Lombardi, un famoso “coach” de fútbol norteamericano.
Es natural que un revés, o varios, nos aflijan, nos maltraten el ego y nos vuelvan cautelosos y hasta planten el temor al fracaso en nuestras mentes, llegando incluso a limitarnos la acción, principalmente cuando nos abocamos a lo desconocido, pero si no nos arriesgamos y actuamos, estaremos por siempre condenados a ser víctimas de las circunstancias y a la incertidumbre de “lo que pudo haber sido”. Además, un intento fallido, o cien, no son el fin del mundo, sino una oportunidad para hacer ajustes, recoger los bríos, e intentar de nuevo. En cada momento difícil siempre hay una oportunidad de convertirnos en mejores personas.
A la edad de tres años somos expertos en el fracaso pero también en el triunfo que trae la perseverancia. ¿Cuántas veces nos caímos antes de andar? ¿Cuántas veces intentamos hablar y lo que salió de nuestras gargantas fue ininteligible? Pero esa personita irrefrenable en su intento no se rindió, porque no conocía la derrota, sino que siguió intentando hasta que se convirtió en experta. ¿Son los retos de un adulto de mayor envergadura que los que enfrenta un niño? ¡NO! Cada reto, dentro de su marco único, tanto para un niño como para un adulto, tiene dimensiones aterradoras, pero también trae consigo la semilla de un logro satisfaciente.
¿No sería constructivo si cada vez que enfrentáramos un reto usáramos la determinación irreprimible del niño o la niña que llevamos dentro?: Si caemos, aun sea doloroso, nos paramos, nos sacudimos el trasero —repetimos el ritual cuantas veces sea necesario— y ¡echamos a andar como si nada!
Con mucha práctica nos volveremos expertos en todo lo que intentemos y con el tiempo ni nos acordaremos de las dificultades que conllevó llegar a dominar la situación. Todo, absolutamente todo, no importa en que etapa de nuestra vida estemos, es difícil... hasta que se domina. Y son las experiencias recogidas en ese camino, tortuoso a veces, el cual nos exige salir de nuestra “zona de confort”, nuestro mayor tesoro.
Lo que no nos destruye nos hace más fuerte, dice la máxima. El ejercicio, la práctica, nos robustece. Por eso debemos estar dispuestos a actuar, ahora mismo, y no dejar las cosas para luego.
Debemos echar la pelea como podamos, con las armas que tengamos, pues como escribía Hellen Keller —ciega y muda de nacimiento, quien después de una infancia y adolescencia atroces, se convirtiera en inspiración para millones de seres por su determinación a no dejarse dominar por su circunstancia—, “la vida debe ser una aventura audaz o nada”. Y no debemos desfallecer si lo que logramos no es perfecto en el primer tirón... ¡porque raras veces lo es! El escrito que leéis, ha sido revisado y corregido docenas de veces y estoy seguro que podría seguirlo corrigiendo por siempre, pero ello no sería práctico.
Raras veces las circunstancias son perfectas para emprender nuestras tareas, cualquier tarea. Lo que no podemos es permitir la “parálisis por exceso de análisis” y nunca arrancar.
No quiere esto decir que nos debemos abocar a una tarea sin antes hacer las investigaciones de lugar o que nos acostumbremos a quedar satisfechos con “lo que nos salga”; eso es irresponsabilidad y falta de respeto y vergüenza. Hay veces en que debemos hacer de tripas corazón, como dice el refrán. Además, lo que propongo es que después de haber dado honestamente lo mejor de nosotros mismos con los recursos a mano, saquemos las lecciones de la obra lograda y acto seguido avancemos al próximo peldaño… que cada obra se construya con la experiencia de la anterior y la supere.
Mirar la vida con optimismo y dar lo mejor de sí en cada situación es como depositar valores en nuestro subconsciente que tarde o temprano pagarán grandes dividendos.
Que sea la anticipación y la visualización del resultado de todas las tareas que emprendamos, siempre positiva y que nos preparemos a rechazar amargarnos si las cosas no salen como planificamos. ¡Vivir es un reto!… la vida pasiva y reactiva, además de monótona, es un fardo pesado tanto para el portador como para quienes lo rodean. Siga Leyendo...
miércoles, 23 de septiembre de 2009
El espanglish: ¿Idioma o aberración?
Espanglish, Spanglish o Espanglés es la españolización indiscriminada de vocablos ingleses (¿o será la “anglonización” o "anglinización" de vocablos españoles?). Estos varían desde lo casi correcto hasta lo absurdo y ridículo.
Concedido que es inevitable que siendo el inglés la lengua madre de los avances tecnológicos, giros y vocablos de esa lengua indefectiblemente emigren hacia otras lenguas, incluyendo la nuestra. Es una ley que tarde o temprano usaremos, como al presente usamos, miles de voces nuevas provenientes del inglés, especialmente cuando no hay una en nuestro idioma para expresar un determinado concepto o idea, o para nombrar un invento o artefacto.
El uso del espanglish parece ser otra cosa, sin embargo, por lo que hay un debate continuo acerca de su uso o abuso.
Por un lado están los que, sin ser necesariamente puristas de la lengua, consideran el espanglish como vulgarismo innecesario en la mayoría de los casos, y, por otro, quienes lo consideran expresión nacida del pueblo mismo y que por tanto debe dejarse convivir pacíficamente con el español. Dos defensores notorios de lo último son Ilan Stavanz, mejicano, profesor de Amherst College en Massachusetts, autor de un diccionario de espanglish, y Yolanda Rivas, peruana, de la Universidad de Texas, creadora de Cyberspanglish (Lamentablemente no accesible al escribirse este artículo).
En el extremo opuesto, entre muchos otros, están el traductor español Xosé Castro Roig; Roberto González-Echeverría, profesor de literaturas hispánicas en la Universidad de Yale, y Emilio Bernal Labrada, cubano, miembro de la Academia de la Lengua Española. (Podrá encontrar los escritos del Sr. Bernal Labrada al respecto en Mundo Latino).
Para ver un diccionario de espanglish, y tener una idea de lo que objetan quienes rechazan el espanglish, visite Spanglish. Ahí encontrará barbaridades tales como “vacunar la carpeta” (to vacuum the carpet), que en español sería pasar la aspiradora a la alfombra… También deletear (delete), por borrar… lincar (to link), por enlazar o enlace… baica/baika (bike, bicycle), por bicicleta, etc. Por la muestra se puede ver que lo que objetan los opositores es lo innecesario que resulta inventar términos provenientes del inglés que ya tienen equivalentes en español. La preocupación se extiende al carácter de marginalidad inherente en esa nueva “lengua”.
Refiriéndose al carácter de marginalidad del espanglish, dice González-Echeverría, “...quienes promueven (el espanglish) no se dan cuenta de que ésta no es una relación basada en la igualdad... la triste realidad es que el espanglish es básicamente la lengua de los hispanos pobres, muchos de los cuales son casi analfabetos en cualquiera de los dos idiomas... los hispanos educados que hacen otro tanto (al usar el espanglish) tienen una motivación diferente: algunos se avergüenzan de su origen e intentan parecerse al resto usando palabras inglesas”.
En el mismo tenor, dice Xosé Castro: “... hay marginalidad en el espanglish, pues excluye al hispano que no entiende inglés, y al angloparlante que no entiende español... debemos tener en cuenta que el espanglish de Nueva York poco tiene que ver con el de Los Angeles. Así que, en realidad, no estamos hablando de una lengua sino de un conjunto de dialectos tan variados como sus comunidades de hablantes”.
¿Podría el espanglish llegar a ser una lengua respetable? Sólo el tiempo dirá, pues es el uso del pueblo lo que da nacimiento o vigencia a una lengua. Las lenguas muertas llegan a serlo por el desuso. Aunque no diría que es una lengua muerta, recordemos que existe desde hace tiempo una lengua artificial, neutral, llamada “Esperanto”, que no ha podido prender como lengua respetable precisamente por la falta de uso de parte del pueblo. Por otro lado, debemos recordar que el italiano, el español y el portugués nacen precisamente por lo que en la época se consideraba un deterioro del latín hablado en las regiones donde florecieron esas nuevas lenguas. ¿Podría este último ser el caso del espanglish? Es difícil decir o predecir. Lo que sí puedo asegurar es que, quizás por prejuicios, me resulta chocante el uso del espanglish.
Mi posición respecto al espanglish será siempre esforzarme para no incluir anglicismos donde exista un vocablo, expresión o giro español equivalente. En un ambiente bilingüe como el que nos desenvolvemos, resulta casi imposible sustraerse a la necesidad de en ocasiones usar ciertas palabras inglesas. En esos casos, usaremos la palabra inglesa en conjunción con la más fiel traducción al español, aunque debemos tener en cuenta que hay sitios, cosas y situaciones que no admiten traducción.
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lunes, 21 de septiembre de 2009
Definiciones líricas del bolero
Dedicado a Isaías Medina, al Dr. Anulfo Mateo, al Chino Caamaño, a mis amigos panameños y a José Antonio Bonilla, en El Salvador, boleristas empedernidos todos.
Nota preliminar: Si es usted aficionado al bolero, de cierta edad y dominicano, es muy posible que haya alguna vez escuchado el programa “Cien canciones y un millón de recuerdos”. Luis Ramón de los Santos, con su metal de voz inconfundible, fue por mucho tiempo el conductor de dicho programa. Monchín vive en Framingham, Massachusetts. Espere pronto una entrevista con el famoso locutor y mas de sus artículos acerca del bolero en el futuro.
El bolero permite un develado intercambio pasional que enciende el alma más allá de lo razonable, desborda la capacidad de resistencia y es al mismo tiempo mitigante bálsamo de las añoranzas íntimas, esas que nacen en el mismísimo hondón del alma y taladra la capacidad de raciocinio. El bolero puede ser alta poesía, así como a veces, ¿por qué no decirlo?, un compendio de cursilería. Como en todo, hay también boleros malos. De esos no quiero hablar, porque se descomponen ellos mismos; aunque es muy posible que en el curso de este escrito, pueda usted identificar algunos que no le gusten.
Quiero hablar, en términos generales, del bolero que es en esencia el amigo fiel que no nos juzga; del que sirve como herramienta de exorcismo de los demonios pasionales; del celestino que con la complicidad de su poesía sonorizada, es un grito desesperado que horada valles y montañas con la facilidad y la elegancia del vuelo grácil de un águila; del que representa el encuentro prohibido, el que sirviendo de ropaje transparente revela los compases interiores para que todo el mundo sepa cuanto amamos, deseamos, celamos, esperamos y sufrimos por otro ser. Quiero hablar del mensajero desinteresado que transporta el grito desesperado del amante en la distancia: “… hoy que te encuentras solita, tan lejos de mi; no sabes cuanto te extraño y sufro por ti”.
El bolero es el testigo del encuentro prohibido, el cómplice de una y mil batallas horizontales después de la verticalidad de un beso: “… acércate más, y más, pero mucho más, y bésame así, así…”; es resumen expresivo de nuestros sentimientos, alegrías, desengaños y temores más elementales: “… vida, si tuviera cuatro vidas, cuatro vidas serían para ti…”; “… ansiedad, de tenerte en mis brazos, musitando palabras de amor…”; “… tú que llenas todo de alegría y juventud…”; “… y me haces pensar, y me haces pensar, si te debo de amar…”; “…después que uno vive veinte desengaños, que importa uno más, después que conozcas la acción de la vida, no debes llorar. Hay que darse cuenta que todo es mentira, que nada es verdad. Hay que vivir el momento feliz, hay que gozar lo que puedas gozar, porque sacando la cuenta en total, la vida es un sueño, y todo se va…”
En Latinoamérica, el discurso del bolero ha sido tradicionalmente usado como introito a una declaración de amor o como expresión de una despedida dolorosa: “… nosotros que nos queremos tanto, que desde que nos vimos, amándonos estamos; nosotros, que del amor hicimos, un sol maravilloso, romance tan divino… debemos separarnos, no me preguntes más; no es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por tu bien te digo adiós…”
Dentro de la amplia gama de los sentimientos humanos no hay arista que no haya sido tocada por los artesanos de la música. Se le ha cantado al amor imposible: “… un imposible amor me está matando sin piedad, amor que tengo que lograr…”; a la entrega sin límites, carnal y/o emocional: “… esta vez, quiero entregarme a ti en una forma total…”; a la desesperación: “… adelante, quienquiera que sea, que me esté tocando, las puertas del alma…”; a quien se fue dejando el corazón huérfano de amor: “… acuérdate, acuérdate de mi, en tus noches igual que en tus días, si te abruma la melancolía, acuérdate de mi…”; al desprecio doloroso: “… me tienes, pero de nada te vale; soy tuyo, porque lo dicta un papel, mi vida la controlan las leyes, pero en mi corazón, que es el que siente amor, tan solo mando yo…”.
Hay amores que se van, dejando tras de si mucho dolor. Para esas experiencias desgarradoras, el bolero tiene su receta musical de esperanza: “… cuando vuelvas, nuestro huerto tendrá rosas, estará la primavera floreciendo para ti…”; o, “… al retorno de tu amor, nuestra luna tendrá nimbos de plata, los jilgueros vendrán de serenatas, a traerte mi llanto hecho canción…”; así como también tiene una receta de rechazo: “… sigue de frente, no te detengas en mi puerta, que allí dejaste casi muerta, toda mi felicidad…”.
Con el bolero nos identificamos y hacemos nuestras sus letras, porque canta algún trozo de nuestras vidas: “…ese bolero es mío, desde el comienzo al final, no importa quién lo haya hecho, es mi historia y es real. Ese bolero es mío, porque su letra soy yo, es tragedia que yo vivo, y que sólo sabe Dios…”
Es esa maleabilidad, que permite cantarle a tantos temas diferentes, lo que da al bolero su universalidad.
Se le ha cantado a la madre con amor profundo: “… ella me lleva en el alma, tú en la imaginación, tú me miras con los ojos y ella con el corazón…”; “… madrecita mía, yo te cantaré, recordando siempre tres palabras santas, corazón de Dios; déjame que llore y no llores tú, que al llorar recuerdo, tu canción de cuna, corazón de Dios…”.
La mujer en todas sus facetas ha sido fuente de inspiración permanente. Sus ojos, por ejemplo, que son las ventanas del alma, han sido tradicionalmente motivos de inspiraciones bellísimas: “… tus ojos, de mirar adormecido, tienen la suavidad de una caricia, tienen en su fondo cristalino, la divina pureza de tu alma…”; “… fueron tus ojos los que me dieron, el tema dulce de mi canción… aquellos ojos verdes, de mirada serena...”.
Se le ha cantado a la aventurera, a la que vende sus besos, a veces con desprecio, otras con compasión: “… con que te vendes, ¿eh?, noticia grata, no por eso te odio, ni te desprecio, espero a que te pongas más barata, sé que algún día, bajarás de precio…”; “… pobrecita golondrina, que camina por las calles del placer y del dolor…”; “… amor de la calle, que vendes tus besos a cambio de amor…”; “… y tú te vendes, quien pudiera comprarte, quien pudiera pagarte, un minuto de amor…”; “… vende caro tu amor, aventurera…”
El bolero ha sido también vehículo para que la mujer desahogue sus frustraciones y diga lo que piensa de los hombres: “… pero que mal calculé, yo te creía tan decente, y te gusta lo corriente, por barato yo que se…”; “… si te vas con tus amigos, yo me voy con mis amigas; no, no voy a quedarme en casa, y si me llegas a la una, puede ser que al otro día, yo venga en la madrugada…”.
En suma, el bolero es la medicina ideal para todos los dolores del alma: "... canción del dolor lamento, de un cariño santo, canción del amor, envuelto en un sabor de llanto..."; es el amigo importante que nos presta su lírica para envalentonarnos ante la desventura: "... aunque me cueste la vida, sigo buscando tu amor..."; para darnos consuelo: "...siempre fui llevado por la mala y es por eso que te quiero tanto..."; de paño de lágrimas en la nostalgia: "... Ay, que triste navidad, voy a pasar sin ti..."; para contar nuestra dicha: "... como fue, no sé decirte como fue; no se explicarte que pasó, pero de ti me enamoré..."; para que nos desahoguemos en nuestra impotencia: "... esperanza inútil, flor de desconsuelo, porque no te mueres, con un desamor..."; que sirve de compañero de parranda: "... mozo, sírvame la copa rota..."; que nos sirve de escape: "... vale más, vivir soñando, que querer vivir, en la realidad..."; en fin, todo lo que nos hace humanos: "... estoy celoso, de la gente que te mira y del aire que respira, estoy celoso..."
Sin embargo, hay dos temas que casi nunca han sido tocados por los compositores de boleros: La esposa y los padres. Esto quizás se deba a la idiosincrasia misma del bolero, cuyos temas se centran alrededor de sentimientos primitivos como son el amor carnal, rayano en la lujuria, la venganza, el desprecio, la esperanza, el desengaño, los celos, etc. Debemos comprender que la esposa, no importa cuanta falta haya tenido en su pasado, es “sagrada” para el hombre. Por otro lado, el padre en nuestras sociedades es una figura de respeto, casi siempre distante. A lo cual sigue que el resultado de escribir sobre esos dos temas, no resultaría muy comercial. No obstante, composiciones ha habido dedicadas a ambos. Johnny Albino compuso y grabó en 1956 la canción “Esposa” y María Martha Serra Lima grabó en 1986 la balada “Lo que soy”. En la década de 1960, Piero grabó “Mi viejo”; y en los 80, Roberto Carlos nos regaló “Mi querido, mi viejo, mi amigo”. Por lo menos, esos son los casos que conozco; si usted, estimado lector, sabe de otros, por favor compártalo con nosotros. Será hasta la próxima.
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domingo, 20 de septiembre de 2009
El Boom de la literatura latinoamericana y videos documentales
Nota introductoria: Este trabajo lo escribí hace mas de tres años. Después de haber sido divulgado en la Internet por varias publicaciones, en diciembre de 2008 el blog "Historia del día" lo publicó añadiendo los diez videos documentales que publiqué en la entrega anterior de YOUMETHEMUS. Creo que es un documento educativo interesante; ojalá que al leerlo y ver los videos esté usted de acuerdo conmigo. Disfrútelo. Isaías
Durante la década de 1960, y siguientes, hubo una explosión en la narrativa de los países latinoamericanos que se ha conocido como el “boom” de la literatura latinoamericana. Casi simultáneamente se publicaron varias obras que los críticos calificaban de “auténticas”, sin trazos de la literatura francesa o americana de las cuales se alimentaban, y cuyas técnicas y temática rompían con los patrones establecidos de la lucha entre hombre y naturaleza como fondo principal, que había sido hasta entonces, junto al regionalismo, la mayor preocupación de la narrativa latinoamericana. Por primera vez, según el decir de Naomi Lindstrom, la ficción latinoamericana “comenzó a asociarse con la imaginación, con la construcción narrativa innovadora y el tratamiento original del espacio y el tiempo de ficción.
Nacía lo que se ha llegado a conocer como “realismo mágico”: lo fantástico ocurre en el mundo novelístico con la naturalidad que ocurren las cosas cotidianas. Antes del “boom”, la narrativa latinoamericana era considerada, en términos generales, banal e inconsecuente. Algunos nombres excepcionales se destacaban, entre ellos Miguel Ángel Asturias, Jorge Luís Borges y Alejo Carpentier. Con los maestros del “boom”, Gabriel García Márquez (Colombia), Mario Vargas Llosa (Perú), Carlos Fuentes (Méjico), Julio Cortázar (Argentina), José Donoso (Chile) y Guillermo Cabrera Infante (Cuba), nacía una literatura más vibrante y más imaginativa. Todos tenían maestros comunes: Jorge Luís Borges, Juan Rulfo, Ernest Hemingway, Virginia Woolf, la literatura Rusa, Franz Kafka, Jean Paul Sartre, Horacio Quiroga, Juan Bosch, Gustave Flaubert, Albert Camus y William Faulkner.
Si bien el “boom” ha tenido muchos detractores, llegando incluso a ser considerado simple y llanamente como una propaganda bien montada de las editoriales para vender libros, no hay dudas que el tiempo se ha encargado de desmentir esto último y la calidad de esos autores, y la literatura que representan, ha ganado el respeto internacional que merece. Hoy existen innumerables premios como incentivo a la creatividad literaria, y todo se puede trazar hasta el “boom”.
Pero el “boom” tuvo un significado mayor. La reacción en cadena que desató en forma de actividad literaria, y que se conserva hasta nuestros días, hizo obligatorio el estudio de las obras de otros autores, incluyendo la literatura brasileña. Críticos como Ernesto Volkening, Luís Harss, Mario Benedetti (autor destacado de ficciones y poesía, además), Julio Ortega y Emir Rodríguez Monegal, entre otros, hicieron un trabajo espléndido de investigación para ayudar al respecto. Y los mismos autores, por medio de entrevistas y ensayos, ayudaron en la comprensión de sus obras y las de sus colegas. Caso ilustrativo, el exhaustivo libro “García Márquez, Historia de un Deicidio”, que Vargas Llosa escribiera acerca del proceso creativo en la obra de García Márquez. Casi todo lo que leí en el primer tomo de las memorias del Gabo, “Vivir para contarla”, ya lo conocía a través de ese libro excelente de vargas Llosa.
Durante este período y los que le siguieron, las revistas y suplementos literarios florecieron en el continente y allende los mares. Uno de esos fenómenos de colaboración internacional fue la revista trimestral “Libre”. Publicada en Francia, bajo la dirección de Plinio Apuleyo Mendoza; su lista de más de treinta colaboradores por edición era un “quien es quien” de la literatura del momento. Aunque sólo sobrevivió durante cuatro números, fue, junto a la revista de Casa de las Américas, de Cuba, un foro importantísimo de difusión. Tengo la dicha de contar con tres de esos ejemplares de Libre, pues el cuarto, que tenía un importantísimo trabajo de Juan Bosch sobre los Panteras Negras, lo perdí en un tren en New York.
Las polémicas que se desataron fueron también un motor impulsor de actividad literaria de primer orden. Comenzó con la acusación que hiciera Miguel Ángel Asturias, premio Nóbel guatemalteco, a García Márquez, señalando que Cien Años de Soledad era un plagio de La Búsqueda de lo Absoluto de Honorato de Balzac. La polarización y el rompimiento de muchos escritores con la Revolución Cubana, por el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en la Isla, fue otro episodio de resonancia que agregó chispa a las letras del continente. Asimismo, fue importante la famosa polémica que sostuvo Oscar Collazos, de Colombia, con Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, recogida en el libro “Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura”. En Librusa apareció hace un tiempo una entrevista con Collazos en la que rememora ese evento.
Hoy los autores del “boom” han encanecido, algunos, y como los maestros, otros han fallecido. Pero su voz nunca ha callado y sus obras posteriores, en la mayoría de los casos, han sido tan excepcionales, como las que los elevó a la fama. Uno de ellos, García Márquez, ganó el Nóbel de literatura en 1982; dos de los que nos quedan, Vargas Llosa y Carlos Fuentes, han ganado todos los premios importantes de la literatura hispana y, junto a Ernesto Sábato, son candidatos perennes al Nóbel. Esperamos que lo ganen pronto, sobre todo Sábato que ya anda cerca de los 100. Gracias al “Boom”, la narrativa latinoamericana goza hoy del mismo respeto en el mundo de que gozaba nuestra poesía en la que hace tiempo se destacaban las figuras de Rubén Darío, César vallejo, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otros.
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sábado, 30 de mayo de 2009
Ochenta y veinte
A finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, el economista italiano Vilfredo Pareto creó una fórmula matemática para describir la desigualdad en la distribución de la riqueza en su país. Pareto observó que el 20% de las personas era propietario del 80% de las riquezas. En los años de 1940, Joseph M. Juran observó este principio universal, el que él llamó los “pocos vitales y los muchos triviales” y bautizó dicha regla como el Principio de Pareto. Con el tiempo, este principio se ha llegado a conocer por una variedad de nombres entre ellos, además de la ley o principio de Pareto, como la regla 80-20 y la ley de los “pocos vitales”.
En negocios es muy común decir que “80% de sus ventas provienen de 20% de sus clientes”. Pero las implicaciones del principio de Pareto van más allá de los negocios y “los pocos vitales y los muchos triviales”, o sea, que el 20% de algo es siempre responsable por 80% de los resultados, puede interpretarse bajo una interminable lista de aplicaciones desde las ciencias sociales hasta el mundo físico.
¿En qué consiste la regla 80/20?
Si bien el 80/20 es más bien una metáfora y la mutual esfuerzo/resultados no es siempre religiosamente repartida en esas proporciones, la falta de balance en causas y efectos en una variedad de actividades parece apuntar a números en esa vecindad.
En pocas palabras, la regla 80/20 se puede resumir de esta manera: en cualquier evento, una pequeña parte (20%) es vital y la mayoría (80%) es trivial. En el caso de Pareto, eso significaba que 20% de las personas poseían 80% de las riquezas; en el caso de Juran, uno de los pioneros del control de calidad, la regla significaba que 20% de los defectos causaba 80% de los problemas. Asimismo, un gerente de proyecto sabe que 20 por ciento del trabajo (el primer 10 por ciento y el 10 por ciento final) consume 80 por ciento del tiempo y los recursos.
Como gerente de negocios es muy posible que usted haya observado que el 80 por ciento de su inventario proviene del 20 por ciento de sus suplidores. También, que el 80 por ciento de sus ventas las hace el 20 por ciento de sus vendedores y que 20 por ciento de su personal causará 80 por ciento de sus problemas, mientras que el 20 por ciento de ese mismo personal proveerá 80 por ciento de su producción.
El valor del Principio de Pareto para un gerente, y todos somos gerentes de una u otra forma, es dedicar el 80 por ciento de su tiempo a aquello que es vitalmente importante y concentrar ese esfuerzo en el 20 por ciento de las cosas que en realidad importan. Quiere decir, que de las cosas que hacemos durante el día, solamente 20 por ciento tiene significado en la eficacia del manejo de nuestros asuntos, lo demás es desperdicio. Lo importante es reconocer y dedicar el esfuerzo necesario a ese 20 por ciento cada vez que las “emergencias” del día comiencen a consumir nuestro tiempo.
Usted puede obtener “cualquier” cosa que quiera, pero no puede lograr “todo” lo que quiere. Por aquello de la limitación de recursos, no necesaria o exclusivamente económicos.
Lecciones y uso efectivo de la 80/20
Hay hoy un gran movimiento dentro del ambiente de los negocios y del movimiento de desarrollo personal que promueve la fórmula 80/20 como guía y herramienta para trabajar con inteligencia y lograr excelencia.
Según sus promotores, las lecciones de la 80/20 para obtener lo máximo con lo menos posible, se resumen así:
Debemos olvidar los promedios y concentrarnos en las pequeñas partes del sistema que tienen extraordinario poder para generar riquezas y ganancias.
Debemos ser selectivos. En cada esfera importante, debemos descubrir dónde puede el 20% de nuestro esfuerzo lograr el 80% en retorno. Persigamos la excelencia en unas cuantas áreas claves, en vez de perseguir buen desenvolvimiento en varias dispares. Apuntemos hacia un número limitado de metas a la vez, en lugar de perseguir cada oportunidad disponible. Enfoquemos nuestros esfuerzos.
Debemos concentrarnos en la productividad excepcional, en lugar de tratar de aumentar los esfuerzos promedios. Saquemos el máximo de nuestros “picos” de creatividad.
Sólo debemos hacer aquello que hacemos “muy bien”; debemos abandonar, delegar o buscar quien haga el resto. Tratemos de ejercer control con el menor esfuerzo posible.
Esos mismos promotores de la 80/20, señalan las que siguen como áreas de los negocios en las que brilla el Principio de Pareto:
1. Estrategia: Asegúrese de que no está haciendo demasiadas cosas para demasiadas personas. Concentre sus esfuerzos en los “pocos vitales”.
2. Calidad: Si usted remedia el más crítico 20% de sus problemas de calidad, logrará 80% de los beneficios.
3. Reducción de costos: La reducción de costos conlleva simplificación de las actividades que no reportan ganancias, enfoque en unas cuantas actividades claves de mejoras y comparación de desenvolvimiento. La reducción de costos es un negocio caro, por eso hay que concentrar el 80% de los esfuerzos en las áreas (20% de todo el negocio) en que podría lograrse la mayor reducción de costos.
4. Mercadeo: Debe enfocarse en proveer el mayor esfuerzo en el 20% de los servicios que generan el 80% de todas las ganancias. Asimismo, se debe dedicar un esfuerzo extraordinario en retener el 20% de los clientes, aquellos que generan el 80% de las ganancias.
5. Ventas: Concentre el esfuerzo de sus vendedores en el 20% de productos que generan 80% de las ventas y en el 20% de los clientes que generan el 80% de las ventas y por tanto 80% de las ganancias.
6. Informática: El retorno por inversión generalmente sigue la regla 80/20: 80% de los beneficios se encuentran en el 20% del sistema. La mayoría de software utiliza el 80% de su tiempo ejecutando el 20% de las instrucciones disponibles.
7. Análisis y toma de decisiones: Obtenga el 80% de sus datos y ejecute el 80% de los análisis relevantes en el primer 20% del tiempo disponible.
8. Manejo de inventario: Cerca de 80% de su inventario es sólo responsable por 20% del volumen de sus ventas.
9. Manejo de proyectos: 80% del valor de un proyecto provendrá del 20% de sus actividades.
10. Negociación: 20% o menos de los puntos contendidos representarán el 80% del valor de lo disputado; 80% de las concesiones ocurrirán en el último 20% del tiempo disponible.
Conclusión
Lo precedente explica a grandes rasgos lo básico de la regla 80/20. La pregunta clave es, ¿representa esta regla una realidad contundente, capaz de sostenerse por sí misma, o es simplemente otra en la larga lista de “teorías” de valor dudoso y de vida efímera explotadas por los llamados (a veces, auto-llamados) “gurus” del momento que dicen promover la búsqueda de la excelencia y en realidad no buscan mas que promoverse a sí mismos y en el proceso obtener grandes ganancias a costa de los incautos? Esto sólo podría señalarlo la experiencia de cada quien. Lo que sí podemos apuntar es que el Principio ha podido sobrevivir a través de muchos años y es una de las herramientas utilizadas por Six-Sigma, la famosa metodología de manejos de procesos desarrollada por Motorola y utilizada prominentemente por varias compañías de éxito indiscutible, General Electric entre ellas. Siga Leyendo...
jueves, 28 de mayo de 2009
Los muchachos y su tecnología
La mini entrevista Something you should know, Algo que usted debe saber, que conduce Mike Carruthers, se transmite por WBZ 1030 AM (Boston) y trata de temas curiosos de actualidad. Este programa fue transmitido el 18 de mayo de 2009.
Entrevista con Mark Bauerlein, autor de The Dumbest Generation, o La generación más tonta.
Habla Mike Carruthers:
El estilo de vida de los muchachos de hoy es radicalmente diferente a los de hace una generación y se debe a la tecnología.
Habla Mark Bauerlein:
Nunca en la historia se había visto tal red de adolescentes hablando unos con otros sin parar las veinticuatro horas del día, siete días a la semana: pasando chismes y textos y palabras e imágenes y todo lo demás.
Mike Carruthers:
Mark Bauerlein, el autor del libro The Dumbest Generation, dice que esta conexión constante de los adolescentes está teniendo su efecto.
Muchos de los procesos de madurez, tales como la exposición a la conversación de los adultos, viajes con los adultos a los museos o hacerte leer el periódico, o hablar contigo sobre los eventos de actualidad en conversaciones de sobremesa; los contactos sociales, las comunicaciones sociales, están llegando a un punto en que esas influencias maduras van quedando a un lado.
Mark es un profesor universitario y dice…
Usted encontrará más y más maestros que le digan que es mucho más difícil asignar novelas de más de doscientas cincuenta páginas. ¿Por qué? Porque la idea de sentarse en una silla por dos horas sin interrupción y leer, sencillamente no es parte de la rutina de hoy día. Ellos tienen una computadora portátil en el escritorio que les trae correos electrónicos, tienen mensajes de textos que leer y viven en un período de constante interrupciones; y, además, los adolescentes sufren de ansiedad cuando están desconectados de sus artefactos.
Yo soy Mike Carruthers de somethingyoushouldknow.net y esto es algo que usted debe saber.
(Traducción de la transcripción por Isaías Medina Ferreira)
La nueva jueza
Editorial de The New York Times
27 de mayo 2009
(Traducido por Isaías Medina Ferreira)
Es imposible no ser inspirado por la historia de la juez Sotomayor: nació en el Bronx, de padres puertorriqueños y fue criada en un proyecto de viviendas de la ciudad. Diabética cuando niña, su padre, un trabajador de factoría murió cuando ella tenía 9 años de edad, dejando a su madre, una enfermera, para criarla a ella y a un hermano. La juez Sotomayor estudió en Princeton, donde se graduó Summa Cum Laude y en la escuela de leyes de Yale, donde fungió como editora del Law Review.
Su experiencia legal es tan impresionante como variada. Ella estuvo cinco años como fiscal en la oficina del fiscal del distrito de Manhattan y fue socia en una firma de litigación comercial. Ella fue juez federal por 16 años, sirviendo tanto en la corte del distrito, donde ella presidía juicios, como en la corte de apelación. Como miembro de la corte de apelación federal con asiento en Nueva York, ella es conocida por su inteligencia, por siempre estar extraordinariamente bien preparada y profundamente envuelta.
En sus decisiones, la juez Sotomayor ha desplegado repetidamente la empatía que el Sr. Obama ha dicho que él está buscando en un juez. Ella ha escuchado atentamente a, y a menudo a fallado a favor de, personas que han sido víctimas de discriminación, acusados y otros grupos que de forma ascendente están siendo desestimados en los tribunales federales. Ella ha mostrado poca paciencia por el tipo de obstáculos burocráticos que los jueces conservadores han estado utilizando para cerrar las puertas de los tribunales a personas cuyos derechos han sido violados.
Los activistas conservadores ya comenzaron a tratar de pintar a la juez Sotomayor como una ideóloga liberal, pero sus decisiones, basadas en hechos y cuidadosamente razonadas, indican otra cosa. En muchas formas, su manera de abordar la ley es similar a la del juez David Souter, cuyo asiento ella tomaría.
El senado tendrá que examinar cuidadosamente el récord de la jueza Sotomayor, tanto dentro como fuera de los tribunales, como debe hacerlo con cualquiera que busque formar parte de la corte. Si no aparecen grandes sorpresas, no está claro si los senadores republicanos pondrán mucho esfuerzo en tratar de bloquear su nominación. Aparte de sus calificaciones, ellos deben decidir, teniendo en cuenta su deseo de atraer a los votantes latinos, y su poca posibilidad de ganar una batalla de confirmación, dada la gran mayoría demócrata en el senado, si vale la pena luchar.
Si la juez Sotomayor se une a la suprema, sería una causa especial de orgullo para los hispanos americanos, como lo fue para los judíos, negros y las mujeres anteriormente, ver uno de los suyos sentarse en el más alto tribunal de la nación. También traería el miserable número de juezas otra vez a dos. Y como sin lugar a dudas los estrategas del partido Demócrata han calculado, la selección le puede dar al Sr. Obama y a su partido un gran impulso con un grupo clave de votantes.
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lunes, 25 de mayo de 2009
Semillas de grandeza
Por Isaías Ferreira Medina
En 1983, el Dr. Denis Waitley publicó su libro “Semillas de grandeza: los diez secretos mejor guardados del éxito total” (Seeds of Greatness. The Ten Best-kept Secrets of Total Success), el cual subsecuentemente él mismo narró en 6 cassettes. En dicho libro, el Dr. Waitley compartía con el público los hallazgos de su labor de investigación de más de 20 años sobre el comportamiento humano. Su conclusión, después de haber estudiado cientos de sujetos exitosos en actividades diversas y desmenuzar la literatura existente, es que el éxito de tales individuos está basado en cualidades que todos poseemos y podemos desarrollar, y que los secretos del éxito, después de todo, no lo son tanto y están al alcance de todo aquel que esté dispuesto a poner su cuota consciente de sacrificio y esfuerzo.
¿Qué es éxito total? Según Earl Nightingale, “éxito es la realización progresiva de un ideal valioso”, o sea, de un ideal en el que creemos con pasión y por el cual estaríamos dispuestos a sacrificar todo. Pero no es lo que uno logra lo que hace a uno exitoso, sino lo que continúa haciendo con lo que tiene. El Dr. Waitley expande sobre esa noción y concluye que “éxito total es la actividad continua en la persecución de un ideal valioso y meritorio, el cual se realiza para beneficio de otros y no a sus expensas”. Latente en esta definición está la persecución de la felicidad en armonía con las leyes del universo y la satisfacción que la experiencia de la búsqueda provee, más que creer que se ha logrado todo cuando llegan los momentos que parecen recompensar nuestros esfuerzos.
Esta búsqueda tiene un significado y valor personal que no tiene fin. Apunta el Dr. Waitley que “éxito total” no tiene nada que ver con talento, cociente de inteligencia (IQ), educación, edad, raza, cuna, dinero o poder. Tampoco significa “haber llegado”, “tenerlo todo”, o conseguir “fama y fortuna”. Éxito Total es ese intangible que te “llena” y da paz a tu espíritu, que te permite, en los tiempos de reveses, mirar a tu alrededor y decir con orgullo verdadero, “aunque las cosas no salieron como lo planifiqué, no fue por falta de esfuerzo”, y recoger con dignidad los pedazos del suelo y seguir construyendo con valor, optimismo y dedicación.
Aunque se dice que no fue un gran presidente según los parámetros políticos, el ex mandatario de los Estados Unidos, Jimmy Carter, Premio Nóbel de la Paz 2002, es un gran ejemplo de alguien que persigue el éxito total en su vida la cual ha dedicado a levantar el nivel de vida de los seres humanos en todos los confines de la tierra, sobre todo en África, donde más se necesita y a diseminar la semilla de la buena voluntad de acuerdo a sus convicciones. Uno de sus más valiosos proyectos es la construcción de casas para gentes necesitadas a través de Habitat for Humanity (Hábitat para la humanidad). Pero no hay que ser un Carter, o una celebridad, para lograr éxito en nuestras vidas; después de todo, el tipo de éxito de que habla el Dr. Waitley no es el que persigue el reconocimiento público, sino el que nos hace sonreír con satisfacción para nuestros adentros, nos llena personalmente y nos hace mejores seres humanos.
Apunta el Dr. Waitley que todos los sujetos estudiados en sus veinte años de investigaciones, han desarrollado consistentemente en alto grado las siguientes cualidades, las que él cataloga como Semillas de Grandeza:
Autoestima: debemos sentir amor por nosotros mismos antes que podamos prodigarlo a otros.
Creatividad: los individuos exitosos usan su mente al máximo y ven lo posible donde nada existe. Nuestra mente (nuestro subconsciente, más bien) no puede distinguir entre una experiencia real y una vívidamente imaginada.
Responsabilidad: nuestra recompensa en la vida depende de la calidad y cantidad de nuestras contribuciones a la humanidad.
Sabiduría: Un amplio conocimiento general, sobre todo un vocabulario extenso, caracteriza a las personas de mayor éxito, no importa su ocupación. Pero hay que tener en cuenta que conocimiento no significa necesariamente sabiduría.
Propósito: Los individuos exitosos se trazan metas. La razón por la que tantos individuos fallan en alcanzar sus metas es que nunca las fijan en primer lugar.
Comunicación: un gesto, un toque, tienen más valor que mil palabras. Comunicación no es sólo transmisión, sino también recepción. Estos individuos saben escuchar, antes que nada.
Fe: estos individuos creen en algo superior a ellos. En la vida uno no necesariamente adquiere lo que quiere, sino que a la larga recibimos aquello en lo que creemos y esperamos.
Adaptabilidad: un individuo exitoso se adapta a las circunstancias, busca lo mejor de cada ocasión, saca enseñanzas de los reveses y sigue hacia delante. Los mejores tiempos no son los que pasaron, sino los que vivimos. La vida es ahora mismo.
Perseverancia: los triunfadores se esfuerzan en lograr cosas que la mayoría de la población no está dispuesta a perseguir. Los triunfadores continúan hacia delante aun cuando todo parece aconsejar que se detengan.
Perspectiva: cada dificultad trae consigo una oportunidad. Siempre espera y trabaja por lo óptimo, por lo mejor. Los frutos son conmensurables con la siembra.
La conclusión del Dr. Waitley es que debemos perseguir nuestros sueños con optimismo, fe y determinación, sin descanso, y que no debemos tener miedo a lo desconocido y a lo que parece dificultoso. “La vida”, como decía Helen Keller, “debe ser una aventura audaz o nada”. De cada experiencia debemos sacar sus lecciones y siempre avanzar con cara de frente al viento: ¡lo que no nos destruye, nos fortalece! Somos una obra maestra de la creación con todos los ingredientes para triunfar si utilizamos al máximo los recursos mentales y físicos de que hemos sido dotados.
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domingo, 24 de mayo de 2009
En el país del no me acuerdo
Por Beatriz Sarlo
Publicado en elcastellano.org
El aprendizaje memorístico fue perdiendo vigencia y aceptación pedagógica, hasta quedar relegado a las tablas de multiplicar ¿Es un destierro justificado? se pregunta la escritora y crítica literaria argentina Beatriz Sarlo, en este artículo publicado originalmente en el diario porteño Clarín.
Ya hace más de medio siglo las maestras modernas y progresistas estaban convencidas de que no era necesario aprender nada de memoria; de mala gana se hacía una excepción a este principio con las tablas de multiplicar y los miembros de la Primera Junta de Mayo de 1810, pero en casi cualquier otra cosa se consideraba anticuado que los pobres alumnos, en lugar de "aprender a razonar", perdiera su tiempo aprendiendo datos. Todavía en 1956 ó 1957 las profesoras de castellano más veteranas pretendían que se estudiara de memoria un fragmento del Quijote o algunas estrofas de Jorge Manrique, pero las más jóvenes (que eran también las más lindas, mejor vestidas y más populares) impulsaban a sus alumnos a que dieran "su" opinión incluso sobre textos sobre los cuales habían entendido, con suerte, el cinco por ciento.
Quien cursara una carrera humanística en la universidad en la década de 1960 consideraba como una afrenta a su inteligencia que un profesor, durante el examen final, le preguntara la fecha de publicación de un libro aunque sólo fuera más o menos aproximativa (saber, por ejemplo, que había aparecido antes de la crisis de 1930 y no después, dato que podría ser importante). Atravesé las veintiocho materias de mi carrera universitaria convencida de que mi opinión o, si vamos al caso, la de cualquiera de mis compañeros, eran más importantes que mantener en la cabeza una cronología ordenada de un período literario.
Había tenido, sin embargo, algunas experiencias diferentes antes de mi ingreso a la universidad. Por ejemplo, aprender a escribir con pocas faltas de ortografía en francés. Se sabe que esa lengua tiene una ortografía endiablada y que periódicamente se discute si sus reglas deben simplificarse. Cuando aprendí a escribirla se usaban dos métodos que hoy se condenan sin ninguna misericordia: la escritura de larguísimos dictados y la copia de larguísimos fragmentos literarios. A esas dos prácticas quiero manifestar mi público agradecimiento.
Sobre la copia de trozos literarios, hoy me es difícil compartir las razones de su condena. Sería un acto de hipocresía pedagógicamente correcta seguir sosteniendo que transcribir un poema de Rubén Darío o un trozo de Rimbaud es un trabajo inútil. Puede que no sea una tarea que guste a todos, pero afirmar su inutilidad es más un acto de populismo cultural que un programa pedagógico serio. Equivaldría a condenar la repetición de los acordes principales de una canción para aprenderlos, o de los movimientos correctos en un deporte para inscribirlos en el cuerpo.
Con los dictados adquirí una especie de conciencia de la relación entre lo pronunciado, lo escrito y su significado, conciencia que debía actuar de manera rápida y que, por supuesto, luego dejaba una especie de buena resaca en el fondo de la cabeza: se podría "ver escrito" lo que se escuchaba y se podía "escuchar" lo que se veía escrito. Algo en el cerebro servía como pista de doble mano, porque escribir textos complejos al dictado obligaba a quienes estaban sometidos a esa práctica dura y cruel si se quiere, a captar el significado para estar en condiciones de escribir la frase que lo trasmitía.
La voz de quien "hacía el dictado" leía primero la frase entera, lentamente, amenazadora y majestuosa, plagada de trampas. Luego la repetía cortada en pequeños trozos para que se fuera escribiendo; finalmente, la leía de nuevo de principio a fin. Punto, a entregar la hoja y ver después cómo volvía corregida, cubierta con un sarpullido de pequeñas marcas rojas.
Para aprender a escribir en inglés el método era diferente y aún más árido. Se estudiaban listas de palabras que encerraban triquiñuelas ortográfica, sonidos parecidos, sonidos idénticos que se escribían de manera distinta, distintos sonidos que se escribían de manera idéntica. Más tarde se hacían, con el profesor, los ejercicios de deletreo que consistían en que éste proponía una palabra y de inmediato se le respondía con las letras que la componen, repitiéndola completa después de haberla dividido. De paso se iban aprendiendo muchas palabras y curiosas homofonías, excepciones, singularidades.
De manera no muy diferente se estudiaban algunas reglas de gramática, por ejemplo la de los plurales irregulares franceses, que incluía no sólo la regla de lo irregular sino las excepciones, es decir, reglas de doble fondo. En este aspecto, el inglés es más piadoso, porque los plurales irregulares son muchos menos y, además, los adjetivos no tienen plurales. Con los verbos franceses la empresa estaba decorada con dificultades mayores, que exigían también el aprendizaje de memoria, del cual, una vez cumplido, había que pasar al intrincado sistema de uso de los subjuntivos cuyo empleo es, hasta hoy, una marca distintiva de que se conoce bien la lengua. Yo no era la única chica que hacía dictados, deletreos o copias a fines de los años cincuenta. Entendía eso como un trabajo y, pese a explorar todas las formas a mano de la rebeldía, me hubiera parecido ridículo que mis profesores me propusiera copiar Heartbreak Hotel de Elvis Presley. Habría dicho: "La vieja de inglés no entiende nada". Siga Leyendo...
jueves, 21 de mayo de 2009
La Operación Pedro Pan: una horrible mancha en la historia (de EEUU)
Por Álvaro F. Fernández
“… Hay algunas historias difíciles asociadas con esta operación, pero hay también historias de solidaridad humana y supervivencia. Aprendí a sobrevivir contra toda probabilidad… Siempre respetaré la decisión de mi familia de enviarme al extranjero…”
Para seguir leyendo, haga clic aquí
jueves, 14 de mayo de 2009
La historia de casi todo
Por Isaías Medina Ferreira
“El mundo reposa en la espalda de una tortuga gigantesca…” Anónimo
Cuentan que un día estaba William James, psicólogo y filósofo “newyorkino”, dando una cátedra pública sobre astronomía; describía el sabio cómo la tierra gira sobre si misma al tiempo que hace órbitas alrededor del sol y cómo el sol a su vez es parte de una vasta colección de estrellas conocidas como nuestra galaxia o Vía Láctea. Iba el Dr. James a toda máquina en su explicación cuando de repente fue interrumpido por una viejecita que voceaba desde la parte atrás del auditorio, “joven, excúseme, pero su teoría es falsa. El mundo reposa en la espalda de una tortuga gigantesca”. William James, sorprendido pero dispuesto a defender su posición, preguntó a la viejecita, “si ello es cierto, señora, ¿en qué está apoyada la tortuga?”. “Otra tortuga”, respondió la señora. “¿Y en qué se apoya esa tortuga?”, preguntó James. A lo que contestó nuestra señora, “joven, es una pila infinita de tortugas que sigue hacia abajo”.
Cierta o apócrifa, la descripción anterior ilustra la comodidad de buscar nuestras propias explicaciones a las cosas que no entendemos y que no estamos en ánimo de explorar. Estamos rodeados de misterios y fenómenos que no entendemos. Hay gente que dedica toda una vida en develar esos misterios y a tratar de dar explicación a quienes no tenemos el privilegio de contar con las herramientas para entender en toda su dimensión sus hallazgos.
En ese sentido, hay un sin número de personas que han escrito libros populares acerca de las ciencias. Algunos de esos intérpretes son científicos de pura cepa, como es el caso de Stephen Hawking, quien en su libro “Historia del Tiempo”, explica con claridad y simplicidad los fenómenos físicos más complejos; o como el difunto Carl Sagan, astrónomo distinguido, en quien fue una constante difundir la ciencia a la mayor audiencia posible. Otros, como Michael Guillén, autor del libro “Puentes al infinito” (Bridges to Infinity), aunque educados en las ciencias y profesores distinguidos de las mismas, son intermediarios que hacen digeribles temas de suma complejidad.
Con un libro de uno de esos intérpretes magníficos del universo me encontré recientemente. Su nombre es Bill Bryson, autor de “A Short History of Nearly Everything”, que traducido libremente al español sería algo así como “Una Corta Historia de Casi Todo”. Como su nombre indica, el libro de Bryson busca conexión entre todo lo que existe y ha existido en el universo, de forma sencilla y viva.
Por ejemplo, dice Bryson que siendo residuos del Big-Bang que dio origen al universo, somos simple polvo de estrellas, o ceniza atómica, sólo que compuestos de forma tal que podemos expresar emociones como el amor. Sin embargo, de alguna forma estamos en descomposición si tenemos en cuenta que aproximadamente un trillón de bacterias se alimentan a diario con los 10 mil millones aproximados de laminillas de piel que se desprenden de nuestros cuerpos.
En otra parte de su historia, Bryson nos dice que cada uno de nosotros está compuesto de aproximadamente 10 mil trillones de células, cada una conteniendo una hebra de ADN, que si se extendiese alcanzaría unos seis pies de largo. Si todo el ADN que contenemos fuese puesto en una hebra única extendida, su extensión sería de 20 millones de kilómetros. Ahora bien, la distancia aproximada de la tierra a la luna es 382,500 kilómetros.
Dice Bryson, además, que de alguna manera todos somos reencarnaciones. Siendo como somos el producto de trillones de trillones de átomos, y teniendo en cuenta que la materia no se destruye, pero sí se transforma, probablemente miles de millones de esos átomos han sido reciclados de Beethoven, o Julio César, o Shakespeare. En ese sentido, todos estamos relacionados el uno al otro. El lo explica así: se necesita una madre y un padre para producirnos a cada uno de nosotros, y cuatro para producir a nuestros padres. Si nos remontáramos 8 generaciones hacia atrás, hacia los días de Lincoln, más de 250 personas contribuyeron a la creación de cada uno de nosotros; si nos remontáramos a los tiempos de Cervantes o Shakespeare, somos descendientes directos de 16,384 ancestros. Esa familia extendida que somos habita el pequeño planeta Tierra cuyos continentes se alejan uno del otro.
Y en ese sentido, dice Bryson que Europa y Norte América se alejan uno del otro a una velocidad comparable al crecimiento de una uña humana, la cual alcanzaría dos yardas en toda una vida de crecimiento. El continente Africano, de la forma que crece hacia el norte, algún día extinguirá el Mar Mediterráneo y de París a Calcuta se extenderá una cadena de montañas tan alta como el Himalaya.
Otra de las consideraciones de Bryson es la importancia de la luna para nuestra supervivencia. Si no fuera por ella, la tierra desencajaría de su eje, sus órbitas serían erráticas y ciudades como New York estarían sepultadas bajo agua. Lo curioso es que ha habido y hay un alejamiento lento pero constante entre la luna y la tierra.
Y así hace Bryson una serie de aserciones que son al parecer extrañas, pero que en el contexto de lo extraño y complejo de un universo que se dice todavía sigue en expansión, no lo parecen tanto. El sol alrededor del cual gravita la tierra es sólo uno de quizás 400 mil millones de estrellas existentes en nuestra Vía Láctea, la cual es sólo una entre unas 140 mil millones de galaxias en el universo.
Al leer un libro como el de Bryson, quizás lo que quede latente en nosotros no sea lo extraño de todo, incluyéndonos a nosotros mismos, sino lo pequeño e insignificante de nuestras diferencias, que en última instancia nos hacen tan similares entre sí y en comparación con los demás habitantes del universo, sean estos objetos inanimados o seres inteligentes.
En suma, como un electrón en órbita alrededor de su núcleo, somos sólo una pieza más de ese gigantesco átomo que es el universo enfrentados a un destino común, deambulando por igual a merced de un globo giratorio al que no podemos parar ni controlar y del que no nos podemos desmontar. De alguna manera somos polvo cautivo de una nebulosa gigantesca, importantes nada más en nuestra propia conciencia.
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