Editorial de The New York Times
27 de mayo 2009
(Traducido por Isaías Medina Ferreira)
Es imposible no ser inspirado por la historia de la juez Sotomayor: nació en el Bronx, de padres puertorriqueños y fue criada en un proyecto de viviendas de la ciudad. Diabética cuando niña, su padre, un trabajador de factoría murió cuando ella tenía 9 años de edad, dejando a su madre, una enfermera, para criarla a ella y a un hermano. La juez Sotomayor estudió en Princeton, donde se graduó Summa Cum Laude y en la escuela de leyes de Yale, donde fungió como editora del Law Review.
Su experiencia legal es tan impresionante como variada. Ella estuvo cinco años como fiscal en la oficina del fiscal del distrito de Manhattan y fue socia en una firma de litigación comercial. Ella fue juez federal por 16 años, sirviendo tanto en la corte del distrito, donde ella presidía juicios, como en la corte de apelación. Como miembro de la corte de apelación federal con asiento en Nueva York, ella es conocida por su inteligencia, por siempre estar extraordinariamente bien preparada y profundamente envuelta.
En sus decisiones, la juez Sotomayor ha desplegado repetidamente la empatía que el Sr. Obama ha dicho que él está buscando en un juez. Ella ha escuchado atentamente a, y a menudo a fallado a favor de, personas que han sido víctimas de discriminación, acusados y otros grupos que de forma ascendente están siendo desestimados en los tribunales federales. Ella ha mostrado poca paciencia por el tipo de obstáculos burocráticos que los jueces conservadores han estado utilizando para cerrar las puertas de los tribunales a personas cuyos derechos han sido violados.
Los activistas conservadores ya comenzaron a tratar de pintar a la juez Sotomayor como una ideóloga liberal, pero sus decisiones, basadas en hechos y cuidadosamente razonadas, indican otra cosa. En muchas formas, su manera de abordar la ley es similar a la del juez David Souter, cuyo asiento ella tomaría.
El senado tendrá que examinar cuidadosamente el récord de la jueza Sotomayor, tanto dentro como fuera de los tribunales, como debe hacerlo con cualquiera que busque formar parte de la corte. Si no aparecen grandes sorpresas, no está claro si los senadores republicanos pondrán mucho esfuerzo en tratar de bloquear su nominación. Aparte de sus calificaciones, ellos deben decidir, teniendo en cuenta su deseo de atraer a los votantes latinos, y su poca posibilidad de ganar una batalla de confirmación, dada la gran mayoría demócrata en el senado, si vale la pena luchar.
Si la juez Sotomayor se une a la suprema, sería una causa especial de orgullo para los hispanos americanos, como lo fue para los judíos, negros y las mujeres anteriormente, ver uno de los suyos sentarse en el más alto tribunal de la nación. También traería el miserable número de juezas otra vez a dos. Y como sin lugar a dudas los estrategas del partido Demócrata han calculado, la selección le puede dar al Sr. Obama y a su partido un gran impulso con un grupo clave de votantes.
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