Por TAHIRA VARGAS GARCÍA
Hoy.com.do
Yo me levanto a las cinco de la mañana. Cuando me levanto salgo a buscar qué comer. Visito cafeterías, comedores, a ver si alguien me da algo. Me paso el día y la noche pidiendo en las calles.
Lo que consigo es para comer, para más nada. Lo que tengo puesto, es lo único que tengo, cuando tengo un mes con ella, se ensucia mucho y tengo que botarla. Con lo que tenga a mano voy a la Duarte y compro una paca por 100 pesos. Así vivo.
Adentrarse en la cotidianidad de las personas que viven en la indigencia y en la calle, supone una ruptura con las lógicas sociales que difunden la imagen del indigente como peligroso o demente.
Estas expresiones son distorsiones de la realidad. En el país existe cerca de un 12% de personas indigentes, en condiciones de pobreza extrema. Son personas que pueden pasarse varios días sin ingerir ningún alimento porque dependen de lo que aparezca. A veces los alimentos que ingieren son los que recogen de los zafacones de la basura o los que la gente deja en los restaurantes y comedores.
Muchos/as indigentes se encuentran deambulando en las calles, callejones, parques
Durmiendo en cartones, pedazos de colchones, plásticos y telas que recogen en los basureros.
Estas personas viven en situación de calle, no tienen dónde vivir. La pérdida de sus viviendas y sus medios de subsistencia está vinculada a múltiples factores como son: crecimiento de la pobreza, desempleo, abandono del campo, cierre de empresas, zonas francas, industrias y comercios. Algunos casos están vinculados a consumo de drogas.
Las personas indigentes viven muchas situaciones de violencia, discriminación, humillación, abusos sexuales y policiales.
¿Abusos?, a cada rato. Me insultan, me empujan, me pegan y me mandan a trabajar, ¿a dónde voy a trabajar? Hace dos años perdí el trabajo que tenía. Recojo basura y la vendo. La policía me da golpes por verme. Los relatos de las situaciones de violencia y discriminación forman parte de su cotidianidad. El rechazo y discriminación hacia los/as indigentes se extiende a comercios, cafeterías, vehículos, semáforos, calles y parques.
Los agentes policiales se suman a la lista de abusos y se convierten en uno de los principales actores que ejerce cotidianamente violencia hacia las personas indigentes.
Los/as indigentes son parte de los rostros crudos y dramáticos de la pobreza extrema que se hace presente en muchas comunidades rurales y urbano-marginales de las distintas provincias del país.
La pobreza y la indigencia se incrementan por falta de políticas sociales desde un enfoque de desarrollo humano dirigidas hacia la equidad territorial y social.
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