Por Juan TH
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Ya forman parte de la cotidianidad semanal las “visitas sorpresa” del presidente Danilo Medina a distintas comunidades, procurando, eso sí, que lo que dé una mano lo sepa la otra, lo cual sirve para mantener una imagen populista que se reflejará positivamente en las encuestas.
Es por eso que las visitas “sorpresa” aparecen en todos los periódicos, impresos y digitales, en la radio, la televisión y las “redes sociales”. (El gasto en “bocinas” de la prensa, propaganda y publicidad, debe ser enorme).
El presidente aparece en manga de camisa, con rostro alegre, aunque el lenguaje corporal muchas veces lo desmienta.
En esas “sorpresas”, el presidente promete o soluciona problemas pequeños que resultan grandes para productores agrícolas marginados. Buscan mantener su popularidad ante la incapacidad de enfrentar y solucionar los males de fondo del país; primero por falta de recursos económicos; segundo, por el “borrón y cuenta nueva” suscrito con Leonel Fernández; y tercero, por falta miedo a los verdaderos “dueños del país”. (Los del sector eléctrico, por ejemplo, que le están haciendo la vida imposible a Rubén Bichara).
Danilo llegó al Gobierno atado de pies y manos. Los miles de millones de pesos que gastó Leonel para hacerlo presidente, no fueron de gratis. Lo hizo a cambio de impunidad y protección tanto para él como para sus lacayos. Es por eso que no ha podido cancelar, aunque ganas no le falten, ni someter a la justicia los que se robaron el país.
Leonel le dejó un maletín lleno de facturas por pagar acompañado de un déficits fiscal que rondaba los 200 mil millones de pesos y una deuda externa de 26 mil millones de dólares que ya sobrepasa los 30 mil millones de dólares.
Lejos de hacer justicia enviando a los corruptos a los tribunales, Danilo puso al pueblo a pagar la crisis con una reforma fiscal. Y para coronar su complicidad, pidió no lanzarle ladrillos al pasado. Y colorín colorado, el Ministerio Público se cruzó de brazos y dijo “aquí no ha pasado nada, que siga la fiesta”.
Atrapado en sus propias redes políticas, a Danilo no le quedó más opción que jugar al marketing para salvar su imagen, dando saltos y brincando cañadas en campos y barrios olvidados llevando un poco de esperanza.
Y mientras hace el papel de hombre bueno, lo cual no dudo, el país se deshace. Sus enemigos, dentro del partido y del Gobierno, tienen más poder que él, pues controlan y dirigen la justicia y el Congreso. Esas fuerzas tenebrosas controlan, además, los medios de comunicación. Y como si fuera poco, tienen mucho dinero. Los últimos ocho años le permitieron acumular miles de millones de dólares con los cuales pueden comprar la República Dominicana y Haití juntos. (Esas fuerzas financiaron la campaña electoral de los presidentes de ambas naciones).
Danilo no puede hacer muchas cosas, aunque quiera. Es prisionero de su propio destino. Hizo un pacto con el diablo para llegar al Gobierno y ahora paga las consecuencias. El Gobierno no es suyo, es de Leonel. (Hasta prueba en contrario).
Las visitas “sorpresa” no lo salvaran de la hoguera de la historia si no le da un giro radical a su Gobierno, haciendo “lo que nunca se ha hecho”, pero de verdad. De lo contrario se quedará suspendido en el aire en las fotos, saltando un charco o una empalizada de alambre dulce, para siempre. Y será una verdadera lástima.
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