Por Melvin Mañón
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Defender la dominicanidad y enarbolarla exige enfrentar la corrupción del PLD y de todo el sistema político porque ha sido esa corrupción la que ha desguarnecido la frontera, permitido que podamos contratar haitianos y engañarlos en el pago, negarle sus derechos laborales y arriba de eso acusarlos de invasores. Todo lo que aquí se diga para denigrar a los haitianos legitima lo que en otros países dicen de y hacen contra nuestros propios emigrantes. Nuestro problema nacional no son los haitianos sino los dominicanos corruptos y sinvergüenzas. Para poner en orden en nuestra frontera tenemos que adecentar nuestro sistema político y traer decoro y competencia al gobierno.
El gobierno haitiano de Martelly está corrompido hasta el tuétano como bien saben los dirigentes y asociados del peledeísmo que hacen negocios con ellos y que financiaron parte de la campaña electoral que llevó al poder a ese individuo. Han sido socios en los negocios y lo son en la política que para ellos es una y la misma cosa.
Cada gobierno haitiano ha empobrecido a su pueblo y se ha recostado del vecino para que le resuelva problemas como el alumbramiento de miles de mujeres en hospitales dominicanos. No muy distinto ha sido el caso por la parte dominicana cuyas autoridades tampoco son mejores y quienes también han visto y usado a los haitianos para que les resuelvan problemas de mano de obra pero sin querer asumir las consecuencias. Exactamente como Inglaterra y Francia entre otros, que colonizaron a decenas de países, explotaron y abusaron de ellos en nombre de la civilización y cuando fueron forzados a retirarse no quisieron cargar con la masa de inmigrantes que esa colonización había producido.
Cuando ha habido problemas con Haití, generalmente de discriminación, el arbitraje, la sentencia o la denuncia ha sido desfavorable a las autoridades dominicanas. Y existe todo un registro de precedentes porque, entre otras cosas, las autoridades y voceros haitianos han sabido labrar una fuerte opinión pública internacional a su favor. Así, en cierto modo, han compensado su debilidad relativa y le han hecho frente a esos expedientes tanto cuando tenían ellos la razón como cuando no la han tenido. Y valga la aclaración, Haití, desde que proclamó su independencia en 1804, siempre ha llevado una política exterior astuta y efectiva guiada por sus propias necesidades de supervivencia frente a un mundo que le fue hostil desde el principio. Todavía hoy son pocos los dominicanos que entienden el papel haitiano en apoyo a la conjura contra Santana que le costó el fusilamiento a Francisco del Rosario Sánchez y los que entienden el apoyo haitiano a Simón Bolívar cuando emprendía la lucha contra España a principios del siglo XIX.
Todo eso es verdad y también lo es que, está dentro de las prerrogativas de cada país definir y establecer sus leyes migratorias. En su momento, cuando haya un gobierno con autoridad, que respete y sea respetado, habrá que dialogar, negociar, legislar y poner orden. Pero ese momento no es ahora, ni estas son las autoridades con credibilidad y autoridad moral.
Mientras tanto, que nadie me venga con la historia de que los haitianos le quitan el trabajo a los dominicanos. No conozco el primer caso ni creo que nadie lo conozca, pero es una excusa conveniente porque siendo tan estúpida y simplista puede circular como moneda de curso corriente. Los haitianos aquí, siempre han hecho los trabajos que los dominicanos ya habían abandonado por ingresos bajos, por dureza en las condiciones o por estatus. Igual hacen los dominicanos, nicaragüenses, salvadoreños, filipinos etc. en los Estados Unidos y otros países adonde emigran, legal e ilegalmente.
Que nadie me venga con la estupidez de la invasión haitiana atribuyéndole una intencionalidad de la que carece. Los haitianos vienen aquí por las mismas razones que nosotros emigramos a Europa y a los Estados Unidos como antes emigrábamos a Venezuela, México y otros países. Donde quiera que la gente pueda ir, creyendo que vivirá mejor, irá. Ninguna sentencia ni muro va a modificar eso. Los haitianos dejarán de “invadirnos” cuando su economía, sociedad e instituciones se estabilicen en un curso progresista y/o cuando el nivel de desorden nuestro termine empobreciéndonos y anarquizándonos al igual que a ellos.
Que nadie me venga con la historia del tema haitiano en ninguna de sus modalidades como sustituto del tema de la corrupción rampante del PLD y de sus asociados quienes han perpetrado la mas extraordinaria y extensa labor de saqueo del erario público en la historia dominicana. Ahora, esos mismos dirigentes y esos mismos asociados se erigen en defensores de una dominicanidad que solamente se define como antihaitiana y de una soberanía que sola y únicamente han invocado en relación a la sentencia del Tribunal Constitucional.
Defender la dominicanidad y enarbolarla exige enfrentar la corrupción del PLD y de todo el sistema político porque ha sido esa corrupción la que ha desguarnecido la frontera, permitido que podamos contratar haitianos y engañarlos en el pago, negarle sus derechos laborales y arriba de eso acusarlos de invasores. Todo lo que aquí se diga para denigrar a los haitianos legitima lo que en otros países dicen de y hacen contra nuestros propios emigrantes. Nuestro problema nacional no son los haitianos sino los dominicanos corruptos y sinvergüenzas. Para poner orden en nuestra frontera tenemos que adecentar nuestro sistema político y traer decoro y competencia al gobierno.
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