Por Olaya Dotel
El presidencialismo hace referencia a un sistema de organización política en el que el presidente es el jefe de gobierno; esto no diluye la división de poderes que caracteriza a las democracias modernas. Empero, hablar de una cultura presidencialista hace referencia a la exacerbación personalista del ejercicio del poder que concentra cada vez más en la figura presidencial las respuestas que tendrían que darse desde las diferentes instituciones del Estado.
En la República Dominicana se viene afianzando la cultura presidencialista: ante la aparente incapacidad de las actuales autoridades gubernamentales de construir nuevas soluciones a los viejos y nuevos problemas que reducen las oportunidades y deterioran la calidad de vida del pueblo dominicano, se concentra la acción gubernamental en torno a la Presidencia, haciendo de esta la portavoz de las respuestas y las acciones que tendrían que expresarse a través de todo el entramado institucional que conforma el Estado, teniendo como consecuencia la exacerbación de la figura del Presidente.
Hoy, las respuestas a las demandas que en materia de financiamiento hacen las asociaciones de agricultores dependen de las visitas sorpresa del presidente Danilo Medina, ya que el Banco Agrícola, el Ministerio de Agricultura, entre otros solo atenderán a sus reclamos si el mandatario interviene.
Por otro lado, la Presidencia se ha hipertrofiado con la creación de nuevos programas sociales que tendrían que estar siendo ejecutados por instituciones tales como el Gabinete Social, el Ministerio de Educación, el Ministerio de la Mujer, entre otros.
Es la Presidencia y no el Ministerio de Educación quien dirige la campaña de alfabetización; es el Despacho de la Primera Dama el que se hace responsable del nuevo programa de reducción de embarazos en adolescentes y no el Ministerio de la Mujer; es la Presidencia y no el Sistema de Seguridad Social, adjunto a Salud Pública y el Ministerio de Educación, quien lleva el programa de construcción de estancias infantiles, etcétera.
Mientras la Dirección de Minas y el Ministerio de Medio Ambiente operan como consultoras al servicio de intereses privados, como lo demostraran con el caso de Loma Miranda, el cual requirió de la intervención de la Presidencia para que (temporalmente) se detuviera su explotación.
Todo pasa por la figura del presidente Danilo Medina. Sin visitas sorpresas del presidente no hay respuestas al agro, se llevan de encuentro a Loma Miranda, se permite el robo de Bahía de las Águilas, en fin sin el presidente Danilo Medina se hunde el país…
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