SOBRE SOTO JIMÉNEZ
Por Melvin Mañón
Segundo artículo de una serie sobre candidaturas y movimientos de cara al 2012.
Como el guaraguao (nombre con que los dominicanos se refieren al gavilán criollo) al que alude tanto en su desempeño privado en Constanza como en un título histórico que conocemos como MALFINI (el mismo guaraguao, pero en creole) Soto Jiménez vuela a mayor altura que el promedio de las aves nacionales (léase otros candidatos), para lo cual está equipado con buena vista, buen oído, paciencia y un agudo sentido de la oportunidad. En adición a esos atributos, Soto Jiménez, es el candidato que, a mi juicio, posee la comprensión más acabada del tema que angustia a todos: la inseguridad pública y jurídica, la delincuencia, el crimen, la violencia y la deconstrucción de las FFAA, de la PN y de todo el aparato del Estado. Este conocimiento suyo es a la vez, parte de una visión progresista, nacionalista y ciertamente democrática.
Es curioso y llega hasta lo incomprensible que estando en tan pleno dominio de estos temas, como me consta que lo está él, Soto Jiménez no los aproveche a plenitud en su ejercicio político; más bien, parece alejarse. No se trata, aclaro, de que presumiera de dominar los temas, sino de que no parece aprovechar una de las razones que en algún momento le situaron en el imaginario de poder de los dominicanos: su carrera militar. Sin haber sido esbirro sino guardia culto, Soto se distancia, en lugar de centrarse, en esa condición de la que los dominicanos sienten que hace falta ahora.
El discurso y la buena prosa han sido siempre importantes en la política dominicana. Soto sabe hablar y escribir y tiene al hacerlo una ventaja inusual: la capacidad de pensar los problemas políticos aplicando elementos metodológicos derivados de su educación, entrenamiento y carrera militar. No piense nadie que es poca cosa aunque no pueda explicarlo ahora so pena de alejarme demasiado del tema.
Sin embargo, a pesar de estos puntos fuertes, Soto y su PARTIDO V REPÚBLICA no están donde podrían y acaso deberían en términos del electorado propenso a, o dispuesto a votar por esta opción.
¿Cuales factores lo han limitado o aún limitan?
Soto fue ministro de las Fuerzas Armadas los 4 años de Hipólito Mejía.
Se distanció a tiempo del laborantismo reeleccionista de Zorrilla Ozuna que entonces era Jefe del Ejército pero en privado hay quienes le acusaron de haberse beneficiado del cargo para la adquisición de Rancho Guaraguao. Él sabe que años atrás dijeron esto y que incluso alguno que otro se lo sacó en cara en diversas presentaciones y charlas en años anteriores, pero a mí me dijeron, fuentes de entero crédito, que la existencia de Rancho Guaraguao precedió al cargo. Fue un comentario mezquino ya desaparecido. Aunque mi convicción nada tiene que ver con su posición en las encuestas, no creo que este haya sido el factor que ha restringido su crecimiento. Tampoco creo que su pasado militar sea un pasivo, sino y todo lo contrario, estoy convencido de que es un activo político suyo esperando ser mejor aprovechado.
En el 2007, el país, en medio de la crisis reeleccionista que se nos venía encima, miró con interés hacia Soto, a ver si se lanzaba o hacía algo, pero entonces él no se decidió. Sigo creyendo que fue un error pero es asunto de interpretación.
Más tarde, Leonel lo cortejó promoviendo la idea de que también había comprado a Soto. Él se distanció de Leonel y claramente captó la maniobra pero parte del daño ya estaba hecho. Algo parecido, aunque en otra dirección sucedió con la izquierda que le vio con buenos ojos pero que luego se sintió utilizada y abandonada. Fue, me parece, parte del proceso de diferenciación que no sé si habrá concluido mediante el cual Soto llega a entender que no es lo mismo captar el voto de la opinión pública de izquierda que asociarse con las dirigencias y organizaciones izquierdistas.
Existe un cierto desfase entre lo que Soto dice y hace y lo que el electorado espera que él diga y haga. Creo que, al tratar de parecerse a los dirigentes políticos civiles, Soto pierde en vez de ganar. La gente busca un candidato con autoridad ilustrada, competencia, carácter y determinación, cualidades que no adornan a la mayoría de los políticos civiles cuya credibilidad está por el piso. Muchas personas creen que podrían encontrar esas cualidades y atributos en un ex militar como él.
Soto, sin embargo, por no dar una imagen ni remotamente parecida a la de Candelier y otros militares convertidos en políticos, no sólo no presume de su experiencia militar sino que la desaprovecha.
Creo además que hay un desfase parcial de auditorios. Soto habla en TV, locales cerrados y auditorios techados, pero la gente quisiera verlo más de lleno en la Ciénaga, en los barrios pobres, en los lugares más difíciles, los parajes más preteridos. Las adhesiones se ganan en la calle. Creo también que Soto no aterriza su discurso asumiendo posiciones y compromisos concretos.
Lo peor que puedo decir de Soto es que a mi juicio no tiene suficientes enemigos ni tampoco un pedazo del electorado que crea firmemente en él. El guaraguao que vuela tan alto depende de su vista y la destreza de su vuelo. No quiere entrar en picada y fallar el ataque; a cambio, se corre el riesgo de perder oportunidades.
Audacia, general. . . audacia y más audacia.
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