Por Robert Vargas
Ciudad Oriental
Yo conocí un tiempo en el que la aplastante mayoría de los periodistas eran distinto a lo que muchos son hoy: vulgares chantajistas, extorsionadores, delincuentes revestidos de un manto de "honorabilidad" que les queda grande.
¿Sabían ustedes que muchos funcionarios, políticos y empresarios temen que se le acerquen ciertos periodistas, camarógrafos, fotógrafos y "comunicadores"?
El temor no es porque estos sean "terroristas" que tengan la intención de asesinarlos o de cuestionar su quehacer social.
El temor es otro: que esos "comunicadores" se les tiren encima para pedirles dinero, abiertamente, a la franca, con total desenfado. Como si fueran asaltantes a punta de cámaras, bolígrafos y micrófonos.
Conozco personalmente de un prominente funcionario que, cuando ve que se le acercan ciertos periodistas, se coloca una coraza.
Ya conoce, por experiencia propia, que la batería de preguntas que le harán no será para usarla en sus noticias, sino una justificación para solicitarle una "colaboración" para resolver un problema, un anuncio en un programa que no tienen o cualquier otro tipo de ayuda.
Ese funcionario me comentaba que entendía esa postura de pedigüeños.
-"Muchos de ellos apenas ganan ocho mil pesos mensuales. Por eso tienen que pedir", me dijo asombrado.
La situación es grave, gravísima. Vergonzante.
Hay por ahí una pandilla de "periodistas" que no son otra cosa que verdaderos delincuentes.
Usted los ve que andan con cámaras de video, grabadoras digitales y análogas realizando "entrevistas" y dando "cobertura" a hechos noticiosos.
Sus "noticias" no las publican en ninguna parte. Algunos ni siquiera tienen casete o tarjetas digitales en sus cámaras. Esto es horrible. Son verdaderos delincuentes.
Entre sus víctimas tienen hasta a los más importantes jefes policiales y militares, síndicos, regidores, diputados y senadores, ministros, etcétera.
En estas acciones hay bandidos que nunca estudiaron periodismo y otros que tienen nombres extremadamente sonoros, gentes con mucho prestigio.
Un día me reuní con un grupo de estudiantes y, casualmente, tocamos el tema de las fuentes que les agradaría cubrir algún día, cuando estuvieran trabajando en los medios.
La mayoría me comentó que le interesaba cubrir fuentes en las que "se pueda picar".
O sea, que desde antes de salir de las aulas, ya están pensando en ser unos delincuentes.
Un síndico de la provincia Santo Domingo, que no es el de Santo Domingo Este, le preguntaba a un reportero por otros "comunicadores" que fueron y le hicieron una entrevista que la pasarían en los canales "tal y tal".
Antes de marcharse, "los comunicadores" le dijeron que para hacer las publicaciones tendrían que hacer algunos gastos, que terminaron siendo unos diez mil pesos. El funcionario cayó en el gancho y le dio el dinero. Los está esperando.
Algunos andan en "manadas" a la caza de víctimas. Otros andan en solitario o, en parejas.
Son la vergüenza del periodismo. En eso están periodistas de medios nacionales y locales indistintamente.
En ocasiones, se trata de personas que se acercan al director del medio a proponerle "colaborar" en forma "desinteresada". Después el Director se entera de que, a su nombre, están ejecutando diabluras.
Una vez, cuando yo era Director de prensa de Radio Universal, se me acercó un periodista de cierto renombre y me propuso "cubrir la fuente del Palacio Nacional en forma honorífica, sin ningún pago a cambio".
Tanta generosidad me resultó sospechosa. ¿Porqué querría un periodista trabajar de gratis en el Palacio Nacional?
La respuesta resulta obvia.
Muchos periodistas, fotógrafos, camarógrafos y "comunicadores", ya no quieren cubrir ninguna actividad si los auspiciadores de estas "no caminan".
-"Fulano no camina", dicen.
Como consecuencia, lo que hagan o digan esos protagonistas de la noticia no saldrá en los noticiarios ni en los periódicos ni la Tv, por eso, "porque no caminan".
Esto no tiene nada que ver con el periodismo honesto.
Un día, un amigo diputado me comentaba lo asqueroso que resulta la conducta de algunos periodistas, camarógrafos y fotógrafos y programeros que cubren la fuente del Congreso Nacional.
Ese diputado me comentó que a él le daba vergüenza el comportamiento de esos periodistas, camarógrafos, fotógrafos y "productores de programas".
Tenemos que admitir, sin embargo, que estas conductas tan desagradables, odiosas, corruptas y anti éticas en una parte del personal de la prensa fueron estimuladas y auspiciadas desde el Estado y luego promovidas por departamentos de relaciones públicas.
En principio, se destacaron en estas acciones los miembros de cierto "círculo de periodistas de....", que controlaban páginas claves de los periódicos más importante de la época y la dirección de ciertos noticiarios, sobre todo, de la televisión.
Estos carajos, que aún se presentan como personas honestas, chantajeaban a los protagonistas de las noticias.
Después, fueron los políticos quienes se dispusieron a comprar opiniones y adherencias.
Recuerdo que un cubano, funcionario del gobierno de Joaquín Balaguer, se ocupaba de distribuir personalmente "las dietas" al personal de prensa que acompañaba a Balaguer por todas partes.
Luego, ese personal de prensa dio un paso al frente, y directamente le hizo pedidos al gobernante. Iniciaba la desvergüenza "institucionalizada".
Como consecuencia, el asunto se ha generalizado y aquel que quiera dar a conocer alguna información de relevancia, deberá saber que tendrá que tener a mano la billetera bien abultada.
En la corrupción del personal de la prensa también participan, entusiasmados, directores de relaciones públicas.
Hace poco, cierto periodista de los antiguos fue a una de las juntas municipales de la provincia Santo Domingo a cubrir una información con los regidores, quienes tenían una sesión.
Tras cubrir esa parte, pasó a entrevistar al Director (Síndico). Hasta ahí, todo bien.
Cuando se marchaba, el Encargado de Relaciones Públicas le pidió que esperara un momento.
El funcionario regresó al despacho del síndico, le solicitó dinero para entregarlo al periodista, quien no tenía idea de lo que sucedía.
-"No lo tomes a mal, esto es para la gasolina", le dijo el funcionario al periodista, que no tiene vehículos.
El periodista de la historia le dejó el dinero en la mano. Y, como consecuencia, no publicó las noticias que recolectó en esa junta municipal.
Me comentó que tan pronto vea al síndico junto a su director de relaciones públicas le pondrá algunas cosas claras, puesto que no quiere ser confundido con los delincuentes que se hacen pasar por "comunicadores" o "periodistas".
Por otra parte, hay políticos y funcionarios que creen que por el hecho de que coloquen un anuncio en un medio, este tiene que serle incondicional.
¡Hasta a esos niveles se ha llegado!
Si el político, el empresario, el funcionario coloca su publicidad en ese medio es porque entiende que su mensaje llega al público que le interesa. No debe considerar que se trata de "un intercambio".
En definitiva, la situación del periodismo en la República Dominicana es cada día más grave.
Muchos periodistas y "comunicadores" mienten en forma descarada y vergonzante.
Una cosa es que el periodista se equivoque al escribir u opinar sobre algo específico y otra muy diferente es que se convierta en un mercenario de la palabra.
Mercenarios de la palabra, hablada, escrita y gráfica hay cada día más en la República Dominicana.
Lamentablemente.
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