jueves, 3 de noviembre de 2011

Radiografía de la crisis consular de Boston

ROBERTO R. RODRÍGUEZ R.
Cortesía de Desbrozando el Camino

Lo que es la crisis creada en torno al consulado dominicano de Boston, no es más que una manifestación odiosa de las ambiciones desmedidas con que actúa un clan que maneja de manera antojadiza las relaciones exteriores del país, con la indiferencia cómplice del presidente Leonel Fernández.

Parece que al mandatario –como en la mayoría de los ministerios de Estado— con la Cancillería se le ha ido la mano de la tolerancia. Porque aunque el clan de ese ministerio, con todas las características de una mafia que trafica con el nepotismo, sea la obra de los compromisos políticos y familiares, se entiende que cada cosa debe tener un límite, sobre todo cuando está mal hecha.

Vamos a ver por dentro el caso del consulado de Boston y la insubordinación del destituido cónsul, Domínico Cabral, y que en más de una ocasión hemos dicho que no se trata una acción unilateral. Resulta que Cabral es el niñero de un hijo de la primera dama, Margarita Cedeño de Fernández que estudia en una universidad de Boston. Esa condición de protector del hijo le ha ganado la simpatía de la madre. Ya lo dijo Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”, y lo demás viene por añadidura.

Pero además, Cabral ha hecho lo propio con dos nietos del canciller Carlos Morales Troncoso que estudian también por estos lares.

¿Dónde se embrolla el asunto del consulado y la designación de Miguel Ángel Andújar cómo cónsul? Pues, Cabral está condicionando su salida a que en su lugar sea designado un vicecónsul llamado Gustavo Martínez Bogaert, quien está acreditado en el Departamento de Estado. ¿Quién es este sujeto? Pues nada menos que sobrino del Vicecanciller Administrativo, Luis Bogaert, quien a su vez es yerno del Canciller Morales Troncoso y que no usa su segundo apellido para evitar hacer público los vínculos sanguíneos y no dar pie a la conjetura del nepotismo.

Creo que se entiende mejor ahora aquella afirmación de que la insubordinación de Domínico Cabral no es una acción unilateral. No viene sola, sino que responde a otros intereses que cruzan la frontera del consulado.

Si alguien no lo entendía, ya sabe que la ridiculez que estamos padeciendo los dominicanos en el área de Nueva Inglaterra se la debemos a las ambiciones de esta pandilla, de pretender que todo se quede entre familia. Este Martínez Bogaert ya estuvo un tiempo en Boston, pero decidió marcharse al país para seguir devengando un salario de 6 mil 500 dólares en su casa y disfrutando de los malos hábitos que se le atribuyen y que son la preocupación de la familia.

Pero eso no es todo, y presumo que lo de Boston no es más que la punta del iceberg del desastre con que se manejan las relaciones exteriores de la República Dominicana. Digo lo de Boston, porque en la mayoría de los consulados dominicanos –y este no es ni puede ser la excepción- a una abultada nómina de come cheques en dólares, que no le rinden ningún servicio al país.

Incluso, entre la gran cantidad de vicecónsules inorgánicos, pero que cobran sus cheques, hay otra enviada desde República Dominicana, sólo que esta cobra sus dólares para estudiar en Northeastern University, a quien los círculos consulares atribuyen una relación amorosa con un funcionario de jerarquía en la cancillería. Dicen que esas son sus mejores prendas para avalar su designación.

La crisis del consulado de Boston, a más de ridiculizarnos, entre propios y extraños, a los dominicanos que vivimos en esta región, ha servido para poner en evidencia la falta de autoridad del presidente Leonel Fernández, quien, como lo señalaba un cable de la embajada norteamericana publicado recientemente por Wikileaks le importa muy poco lo que sucede en su gobierno y en su partido.

Mientras tanto, la señora Ramona Abreu de López, cónsul interina designada de manera administrativa por la división de asuntos consulares de la Cancillería, continúa varada en un hotel de Boston, con su nombramiento bajo el brazo, sin encontrar una autoridad competente que la ponga en posesión.

Se ha conocido que la vicecanciller, Nelly Asunción Pérez Duvergé, encargada de asuntos consulares, ha sido instruida por el presidente Fernández para que solucione el impasse del consulado de Boston. Es quien firma la designación administrativa de Abreu López como cónsul interina, una decisión que el destituido Domínico Cabral se niega a obtemperar.

Se pudo conocer que la designada de manera interina tiene instrucciones de inmediato tome posesión, entregar el cargo al cónsul designado por decreto en agosto pasado, Miguel Andújar y que éste inicie el proceso de acreditación en el Departamento de Estado, tal y como lo establece el artículo 13 de los acuerdos de Viena sobre relaciones consulares.

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