domingo, 29 de abril de 2012

POLITIQUERÍA

¡AUNQUE LE PESE AL DEMONIO Y A TODA SU COMPAÑÍA!
Sergio Reyes II

El ciudadano común, que se nutre en el desenvolvimiento de su vida diaria de los acontecimientos, experiencias y enseñanzas que se producen en su entorno, viene observando en los últimos meses el desencadenamiento de una serie de eventos relacionados con el devenir político y el manejo del debate electoral, que convierten el panorama dominicano en poco menos que irrespirable, por no decir nauseabundo, lo que constituye un motivo de honda preocupación que debe mover a la reflexión a todo ciudadano que se precie de sensato.

Si nos atenemos al deplorable espectáculo que viene siendo escenificado a todo lo largo y ancho de la República Dominicana, parecería que estamos a las puertas de una inminente hecatombe de funestas consecuencias que ha de arrastrar a su paso a toda la Nación, ante la pérdida de la ecuanimidad, la decencia y la cordura que caracterizó en años idos el accionar político, cuando esa noble actividad era conducida por hombres probos, respetuosos de su misión como conductores de masas y preocupados por el ejemplo que habrían de dejar como legado histórico a las generaciones emergentes.

Una orquestada campaña mediática, matizada por una incesante vocinglería de dimes y diretes, en los que cada cual se esmera en esgrimir epítetos ofensivos y denigrantes contra el adversario al que se pretende demeritar, caracteriza el proceso electoral dominicano del presente, de cara a la celebración de los comicios nacionales en los que se ha de elegir a la más alta jerarquía de la Nación, vale decir, la Presidencia y la Vicepresidencia.

Mas que levantar consignas y programas de gobierno elaborados a la luz de las necesidades más perentorias del pueblo dominicano, el debate se ha centralizado en la implementación de una serie de acusaciones y contra-acusaciones que persiguen lograr el descrédito y la disgregación de las fuerzas contrarias, en base al desencadenamiento de toda suerte de artimañas y trapisondas más propias de rufianes que de políticos.

A ello se debe que, antes que respetar los principios y directrices partidarias y reafirmar y mantener el apoyo de los aliados y conmilitones -independientemente de la falsedad o certeza de las fallas y debilidades que a estos se les endilguen-, algunos terminen siendo confundidos por los cantos de sirena del enemigo al que se supone han de enfrentar, y acaban asumiendo, en la práctica, el vergonzoso y reprobable papel de quinta-columnas y traidores a su organización.

Esto así porque, en definitiva, como reza el argot popular, los trapos sucios se lavan en el patio, alejados de la vista del vecindario, para preservar y mantener en el seno hogareño la honra familiar, que nunca debe de andar en boca de vecinos, en las comidillas de comadres, al alcance de quienes aspiran pescar en río revuelto, … ¡ni de politiqueros!

Lo anterior viene a colación motivado en el deprimente espectáculo de denuncias, deserciones y compra-venta de conciencias que en los últimos días vienen protagonizando algunos de los políticos de oficio que nos gastamos los dominicanos, a tono con el álgido proceso electoral que nos envuelve en el presente y que amenaza con arrastrar a toda la Nación a un despeñadero de lamentables e irreparables consecuencias.

Parecería –y así ha sido patentizado por algún acucioso artista gráfico, que por años ha interpretado fielmente en sus caricaturas la sicología del pueblo dominicano- que lo que está sobre el tapete en la actualidad es quien –o cual- de los candidatos que aspiran a alzarse con la ñoña presidencial en los comicios del 20 de Mayo próximo es MAS CORRUPTO, o, para usar fielmente sus palabras, MACO-RRUPTO.

Y esto, definitivamente, no puede ni debe ser aceptado!

La política, como ciencia del manejo adecuado de los Estados y el desenvolvimiento del ciudadano en un régimen de respeto y convivencia no debe seguir siendo convertida en un estercolero en el que el arribismo, el transfuguismo y la yipetocracia exhibidos de manera insolente por la generación de nuevos millonarios que nos gastamos, continúe siendo el modelo y el ejemplo a seguir por las generaciones emergentes que observan de manera impávida los retruécanos y artimañas que día a día son expuestos al debate público con el dudoso mérito de constituir piezas maestras de la guerra sucia con la que se pretende denostar y descalificar al contrario.

Más aún, apelando a métodos y artimañas que violan de manera flagrante las leyes vigentes y riñen con la cordura y la delicadeza que debe caracterizar un debate político de altura, algunos enarbolan de manera descarada los supuestos documentos, pruebas y recursos mediáticos obtenidos de manera irregular, al amparo de funcionarios venales que hace tiempo se olvidaron de los deberes y obligaciones inherentes a los cargos que desempeñan.

Y prevalidos de tales adefesios jurídicos, un puñado de ‘representantes’ legislativos, propensos al coqueteo y con una arraigada inclinación al transfuguismo han salido al ruedo, recientemente, blandiendo una tremebunda acusación que solo ha servido para poner en evidencia su desesperación por ponerse donde el capitán les vea, ante una supuesta zozobra de la nave partidaria que solamente su falta de fe y gallardía les hace ver como inminente.

Mientras todo esto sucede, la militancia irredenta de esa maquinaria política que durante tantos años protagonizó mil y una jornadas de lucha a favor de las mejores causas del pueblo dominicano, se mantiene estupefacta, observando cómo la dirigencia de la cúpula se diluye en disputas estériles y aspiraciones mezquinas, mientras el hambre, la falta de empleo y la imposibilidad de atender las necesidades básicas corroe sus entrañas y sume en el desconcierto a sus familias, allegados y amplios sectores de la población a nivel nacional.

A tono con las encuestas (las pagadas, las ‘neutrales’ y las mañoseadas) todo indica que ninguno de los candidatos de las dos agrupaciones políticas mayoritarias podrá alzarse con el triunfo, en una primera vuelta. Solo en un caso extremo -dependiendo de la inclinación fortuita de último minuto que pueda experimentar el conglomerado de votantes conocido como Los Indecisos-, podrían variar los resultados de una primera ronda, y para ello hay que hilar fino y hablar claro si se quiere contar con un porcentaje significativo del caudal de dichos votantes.

Sin embargo, con indecisos o sin ellos, con voto duro, transfuguismo, compra-venta de conciencias o campaña sucia mediática, azuzada desde el litoral enemigo -y atizada desde dentro por los enemigos internos que hacen las veces de quita-columna en flagrante traición a los principios partidarios-, soy de opinión que el Partido Revolucionario Dominicano –PRD-, entidad de profunda y arraigada vocación de lucha, demostrada en los diferentes procesos de lucha política y reinserción en la vida democrática por los que ha transitado la Nación dominicana en las últimas siete décadas, debe redefinir sus aspiraciones de cara al actual proceso electoral y contribuir, con la implementación de medidas concretas a lo interno, con el adecentamiento del actual proceso electoral.

A la vez, debe extirpar de sus filas de una vez y para siempre el flagelo de las diatribas y las malquerencias entre los más encopetados miembros de su cúpula dirigencial, y, en caso irreversible, propiciar sin mayor dilación la irradiación del seno partidario de aquellos que aún suspiran por disfrutar de las mieles del poder en territorio enemigo.

Porque, oportuno es decirlo, las masas irredentas del PRD, las que han probado el amargo acíbar de la derrota electoral por culpa de los errores tácticos y estratégicos asumidos por su liderazgo en anteriores torneos electorales, las que han sabido cargar el pesado fardo del abajismo, en los campos y ciudades a lo largo de toda la geografía nacional sin doblegarse ni venderse, ESAS masas están muy atentas del devenir político dominicano y del accionar de sus dirigentes y no les han de perdonar una nueva metida de pata.

El candidato presidencial perredeísta Hipólito Mejía tiene la férrea disposición de asumir las riendas del Estado y enmendar los entuertos y urdimbres en que la plaga morada ha enredado al país. Con una humildad que le enaltece, ha reconocido sus errores del pasado y ha pedido una segunda oportunidad para conducir a las huestes del partido blanco a una nueva e histórica victoria que ha de dejar sepultadas las frustraciones, el oprobio y el desconcierto que ha padecido la república en los últimos años de desgobierno peledeísta.

Y con todo y sus salidas histriónicas, su campechanería y su forma clara de decir las cosas -sin pelos en la lengua-, para los fines e intereses de la militancia del partido blanco y otras entidades aliadas, aunque le pese al demonio y a toda su compañía, el guapo de Gurabo es y seguirá siendo una mejor opción, frente a cualquier otra que quieran oponerle sus adversarios o que haya enceguecido las pupilas de algunos fariseos que andan tras la búsqueda de una excusa para justificar su impostergable cambio de chaqueta.

El 20 de Mayo está sellado el compromiso. El pueblo tiene la última palabra.

sergioreyes1306@gmail.com

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