Por Enrique Santana
Una de las características que más nos gusta del ambiente electoral criollo, es el derroche de humor del que hace gala el pueblo dominicano, donde por lo general son los candidatos las principales víctimas de la mente irreverente de algún humorista de barrio.
En una reunión de esquina, uno de los tantos politólogos que nos gastamos, con cara muy seria y un tono acorde con su cara, expresaba su opinión de que donde únicamente el candidato peledeista pasaba del cincuenta por ciento en las encuesta era cuando la pregunta era si lo consideraban un candidato “desabrío”. No había terminado de externar su opinión el individuo en cuestión, cuando otro de los presentes se pronunció con un tajante “estoy de acuerdo”.
Fíjense, continuó diciendo, que Danilo es tan “soso” que ni siquiera se le ha podido encontrar un apodo. Ante el asombro de la audiencia con tan extraña aseveración, dijo: A Balaguer se le conocía como “el gallo colorao” o “el doctor”, a Juan Bosch “el ovejo” o el “profesor”, a Leonel “el león”, a Hipólito “papá” o “el guapo de Gurabo”, pero… ¿y Danilo? Nada, que el hombre es un “desabrío”. La risotada fue general cuando un tercero se destapó con que “a Danilo ahora le dicen el joven de la eterna juventud, porque en las encuestas no pasa de treinta y cinco”.
Por eso nos sorprendió sobremanera leer las últimas encuestas provenientes del campo peledeista, en las que proclaman a Danilo Medina por encima de Hipólito Mejía con más de un tres por ciento de ventaja. Eso significa que el candidato peledeista subió más de un veinte por ciento en las últimas cinco semanas, algo que en el mundo real, no el virtual de Leonel y el PLD, es algo casi imposible, especialmente cuando en el ámbito nacional no ha sucedido nada fuera de lo ordinario que causara un cambio tan radical en las preferencias del electorado. Hasta Luis Inchausti, de la Fuerza Bochista, reconoció que las caravanas del PLD hasta ahora han sido poco concurridas, y que los estrategas han pautado las rutas de las mismas alejadas de avenidas anchas, re orientándolas por las calles más estrechas de los sectores por donde van a pasar para que la gente se viera más apiñada. ¿Y los anuncios televisivos? Nada más cursi y ridículo que ver a Danilo abriendo la puerta de una nevera para explicarnos que todo lo que hay en ella viene del campo y que él le daría apoyo al campo,… blah, blah, blah…
La percepción, para usar una expresión del léxico leonelista, es la de que el candidato peledeista es un hombre insípido, hasta pusilánime si se quiere, que se dejó torcer el brazo de Leonel Fernández y sus funcionarios, para darle un giro radical a su campaña. El primer error fue poner al frente de su campaña, no a un hombre de su confianza, sino a un funcionario de la entera confianza del presidente, a quien por demás el rumor público lo señala como uno de los principales corruptos de esta administración.
Ante una sugerencia de Leonel de que el tema de campaña debía ser el de “memoria contra olvido”, vemos a un nuevo Danilo Medina hablando de redistribuir la riqueza creada por el gobierno, promesas de que continuará el “progreso” y la “estabilidad” actual, y de que no podemos volver al pasado. Un pasado que a ocho años en la historia no se ve tan obscuro como lo pinta la propaganda peledeista, y que queda muy bien posicionado cuando se le compara con el presente.
Cargar con los desaciertos del gobierno es una pesada carga para Danilo, con un discurso que va por un lado y sus acciones por otro. Para muestra, solo tenemos que analizar lo que acaba de suceder con el presupuesto. Como candidato se comprometió, no tan solo a cumplir la ley en caso de ser presidente, sino también a luchar y apoyar porque el 4% del PIB se le asigne a la educación, como manda la ley. ¿Y qué pasó? Que los congresistas que siguen sus directrices (yo pienso que siguen las de Leonel), apoyaron de forma chapucera el presupuesto de la nación tal y como lo mandó el ejecutivo, y no levantaron ni un dedo para que áreas tan abandonadas como la educación y la salud, recibieran un trato más justo en el presupuesto de gasto público.
De seguir este derrotero, no tenemos duda de que el próximo 20 de mayo en horas de la noche, veremos a un Danilo compungido frente a las cámaras noticiosas de la televisión nacional, diciendo con voz rayando en el llanto: “el Estado me venció… nuevamente”.
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