lunes, 29 de octubre de 2012

LA OPINIÓN DE MELVIN

ALLEN G. BREED
Por Melvin Mañon


Allen G. Breed, es el nombre de un escritor norteamericano que trabaja para la AP y quien acaba de publicar un interesante y novedoso artículo que a su vez, es portador de una noticia interesante y es la siguiente: Numerosos veteranos de Iraq y Afganistán están presentándose, a través de todos los Estados Unidos, como candidatos a posiciones electivas a todos los niveles, desde concejales de una ciudad hasta representantes y senadores para la legislatura en Washington.

¿Qué puede tener de bueno esta noticia para alguien que como yo ha condenado ambas guerras y se ha opuesto abierta y categóricamente a ellas?

Ahhh… observen lo que sucede y que describo.

Estos hombres y mujeres, muchos de ellos con heridas o incapacidades contraídas durante el ejercicio de operaciones militares han decidido meterse en política, porque, al igual que yo y muchísimos otros, están hartos de la basura de gente que se ha apoderado del servicio público.

Están descontentos por el oportunismo y la irresponsabilidad reinantes en Washington donde nadie da la cara, nadie se compadece de los que trabajan ni de los que sufren y andan detrás del mejor postor proponiéndose para ser sobornados sin contar con que no saben ni entienden un carajo de nada. En cambio, los que han sido soldados en tiempos de guerra no necesitan cursillos ni lecciones de sufrimiento y a menos que quedaran permanentemente incapacitados mental y emocionalmente tienen un pie en la realidad y muchas razones para preocuparse por su país.

Allen Breed, en su trabajo, entrevistó muchos veteranos, conversó, investigó la carrera y los antecedentes de estas personas y claramente ha visto como, del descontento de esta gente, se empieza a pasar a la búsqueda de correctivos y queda en evidencia que el primer paso es llevar otro tipo de gente a la política. Como señalara uno de los entrevistados por Breed, cuando estos hombres expusieron su vida y durante todo el tiempo que estuvieron en peligro, nadie les preguntó si eran republicanos o demócratas, si provenían de un estado rojo (republicano) o azul (demócrata). Aunque la guerra en que participaron fuera injusta, ellos no la declararon. Ellos y sus mandos trataron de hacer el trabajo, justamente lo que los congresistas no hacen.

En 1969 según los datos publicados por Breed, casi el 90% de todos los congresistas en Washington eran gente que había prestado servicio militar a su país. Hoy en día, solamente el 20% ha tenido dicha experiencia y es la primera vez en la historia del país que ninguno de los candidatos a presidente o vicepresidente ha usado jamás el uniforme militar. Naturalmente, muchos pueden creer que los militares, una vez convertidos en políticos, se comportan como reaccionarios, conservadores y ultraderechistas. En realidad, lo contrario es lo que sucede. Los mas vociferantes e irresponsables portavoces de la ultraderecha nunca han sido militares y nunca vivieron una guerra. Como decía, creo que Colin Powell, los militares son los primeros en entrar a una guerra y los últimos en salir. Salvo algunos enfermos y psicópatas, que los hay en todas partes, nadie anda buscando matar ni que lo maten.

La suspensión durante los años 70 del servicio militar obligatorio en EEUU, sugiere Breed, está de alguna manera relacionado con la baja presencia de veteranos en posiciones electivas pero también con el pobre desempeño de los políticos. Andrew Bacevich, un coronel retirado que enseña en Boston College ha observado que el ejército voluntario que sustituyó el reclutamiento obligatorio promueve el distanciamiento de la sociedad civil de los compromisos militares del país y convierte el apoyo que cada empresa de ese tipo necesita en una caricatura. La sociedad no se conduele en realidad de los muertos a menos que procedan del reclutamiento donde, al menos en teoría, entran todos los ciudadanos. Las cintas amarillas en los autos, la bandera en el poste de la casa, como bien señalan Bacevich y Schouer no son mas que, sin valor alguno, convenientes, acomodaticias excusas de los que no hacen nada.

Los civiles sinvergüenzas e irresponsables, empleados a sueldo de corporaciones y grupos derechistas con intereses creados son más propensos a lanzar aventuras militares y a decantarse por amenazas y bravuconadas agresivas que los militares que han prestado servicio y saben de lo que se trata. Siempre recuerdo el caso más penoso de todos: John McCain, un veterano de Viet Nam era un excelente candidato en 1999 y terminó siendo un cretino que hipotecó sus propios puntos de vista y su plataforma a las exigencias de los “halcones“ republicanos que no son más que la canalla financiera que nunca fue a la guerra, nunca se puso el uniforme y siempre vivió y vive aun del fraude, empezando por el propio Bush hijo quien, a papeletazo limpio lo despojó de la nominación para las elecciones del año 2000 en los EEUU.

No tengo dudas. El aumento de la presencia de veteranos en posiciones electivas solamente puede mejorar el desempeño de los organismos para los cuales hayan sido electos. Ahora bien, la propia sociedad americana está tan enferma y tan en manos de los manipuladores de chucherías y mentiras que tengo dudas de que estos hombres y mujeres puedan recibir el respaldo electoral que solicitan y que tanta falta le hace a los propios Estados Unidos.

En medio de tanto desastre y tanta vagabundería me ha parecido que era una buena noticia que en Estados Unidos, miles de veteranos, inconformes, descontentos, indignados con la mierda que ven en Washington se hayan propuesto intervenir.

Sean bienvenidos.

Sigamos el ejemplo aun sin ser veteranos del mismo ejército.

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