martes, 9 de octubre de 2012

ANTE LA REALIDAD DE UN PRD ACÉFALO

“Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS?”
Por Tony Raful


Parece una decisión consumada en el más agreste contexto político de inmadurez y estulticia. El partido más viejo de la política dominicana, el partido que se fundó en el exilio para luchar contra una de las más crueles tiranías del continente americano, el partido que trajo a la democracia a la secuestrada nación dominicana el día 5 de julio de 1961, el partido que difundió los valores de la democracia y proclamó la lucha por reformas sociales, el partido que ganó las primeras elecciones libres efectuadas en el país después del ajusticiamiento de Trujillo, el partido que llevó al poder al demócrata Juan Bosch y gobernó 7 meses bajo un clima de libertades y conquistas sociales, el partido que impulsó la Constituyente y dio a la luz la reforma constitucional del 29 de abril de 1963, el legajo de reivindicaciones más progresistas y avanzadas de la historia dominicana.

El partido que encabezó la lucha contra los golpistas del 25 de septiembre de 1963, impulsando las movilizaciones de obreros, estudiantes, profesionales, chiriperos, por el rescate de nuestra democracia, el partido que tocó las puertas de los cuarteles militares buscando el apoyo de las armas para el retorno de la constitucionalidad sin elecciones, propiciando que bajo el espacio de la lucha popular se forjaran nuevos héroes como los coroneles Rafael Tomás Fernández Domínguez y Francisco Alberto Caamaño Deñó, el partido que llamó al pueblo dominicano a las calles en la voz estentórea de José Francisco Peña Gómez para apoyar la rebelión de los campamentos militares alzados por el retorno a la constitucionalidad y el regreso de Juan Bosch al poder el inolvidable 24 de abril de 1965.
El partido que repuso el orden constitucional apoyando la juramentación del doctor José Rafael Molina Ureña como presidente provisional el domingo 25 de abril de 1965, el partido que no abandonó las calles y derrotó los intentos de tomar la ciudad por la tropas del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) el 27 de abril de 1965 junto a un puñado de militares constitucionalistas, cuando muchos de sus líderes desertaron o buscaron asilo en las embajadas creyendo derrotada la revolución constitucionalista, el partido que se opuso a la injusta intervención militar norteamericana del 28 de abril de 1965 denunciando el atropello a la soberanía nacional en todos los foros internacionales y organizando la lucha contra el invasor, el partido que llamó a los diputados y senadores de la República a reunirse en Asamblea Nacional bajo el fuego ensordecedor de los disparos y elegir el 3 de mayo de 1965, al coronel Caamaño como nuevo presidente de la República en armas, en el momento más glorioso de nuestra historia en el siglo XX.

El Partido que libró junto al pueblo y otras organizaciones democráticas la lucha contra la secuela de crímenes, atropellos y terror de doce años, logrando en 1978 una victoria espléndida, llena de contenido social y valores éticos, que posibilitó el transito democrático en el país y robusteció la institucionalidad, el partido que permitió el regreso de los exilados y abrió las cárceles llena de presos políticos, institucionalizó las fuerzas armadas descabezando los grupos que operaban en su interior como una amenaza a la paz y el orden social, bajo la égida del gran Antonio Guzmán, el partido que le dio continuidad a nuestra democracia, el partido que oteó en el horizonte ideológico las fuentes enriquecedoras del socialismo democrático, bajo la conducción del más significativo e impresionante líder de masas, José Francisco Peña Gómez, el partido que perdió el rumbo una y otra vez en mezquinas lucha internas y que recobró su más alto sentido histórico en la candidatura del doctor Peña Gómez y su plataforma de “gobierno compartido” y su consigna de “primero la gente en 1994 y 1996”, que produjo la reforma constitucional dando pasos concretos en la reforma judicial y en la corrección constitucional de los períodos electorales fraudulentos de la historia dominicana.

Ese partido, el PRD, se encuentra hoy desguarnecido, no por falta de sustentación estadística electoral (es el partido más grande del país) sino por la incapacidad y escasez, pérdida de tino e incuria de gran parte de sus dirigentes. Cuando más necesita el pueblo dominicano de un partido responsable que ejerza la oposición resuelta, que sirva de contrapeso a la actual administración de gobierno, cuando más se requiere un PRD que salga en defensa de los pobres y de la clase media y de los sectores más golpeados por la reforma fiscal, tenemos una lucha fratricida, imposible de explicar con apego a la lógica y el sentido común, en medio de una disputa por el presidencialismo, cuando debe ponerse en primer plano la defensa de los intereses sociales del pueblo dominicano. Este partido que no es de nadie en particular, que es patrimonio de la nación, intervenido por el Estado de forma burda y abierta, requiere de un cambio de dirección y objetivos que supere a los dirigentes más connotados de la actualidad, que los deje atrás e inicie definitivamente su camino hacia el poder, abandonando el individualismo, el egoísmo, las traiciones, los errores garrafales, los acuerdos ocultos y los empecinamientos absurdos que vulneran la unidad necesaria.

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