sábado, 30 de mayo de 2009
Ochenta y veinte
A finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, el economista italiano Vilfredo Pareto creó una fórmula matemática para describir la desigualdad en la distribución de la riqueza en su país. Pareto observó que el 20% de las personas era propietario del 80% de las riquezas. En los años de 1940, Joseph M. Juran observó este principio universal, el que él llamó los “pocos vitales y los muchos triviales” y bautizó dicha regla como el Principio de Pareto. Con el tiempo, este principio se ha llegado a conocer por una variedad de nombres entre ellos, además de la ley o principio de Pareto, como la regla 80-20 y la ley de los “pocos vitales”.
En negocios es muy común decir que “80% de sus ventas provienen de 20% de sus clientes”. Pero las implicaciones del principio de Pareto van más allá de los negocios y “los pocos vitales y los muchos triviales”, o sea, que el 20% de algo es siempre responsable por 80% de los resultados, puede interpretarse bajo una interminable lista de aplicaciones desde las ciencias sociales hasta el mundo físico.
¿En qué consiste la regla 80/20?
Si bien el 80/20 es más bien una metáfora y la mutual esfuerzo/resultados no es siempre religiosamente repartida en esas proporciones, la falta de balance en causas y efectos en una variedad de actividades parece apuntar a números en esa vecindad.
En pocas palabras, la regla 80/20 se puede resumir de esta manera: en cualquier evento, una pequeña parte (20%) es vital y la mayoría (80%) es trivial. En el caso de Pareto, eso significaba que 20% de las personas poseían 80% de las riquezas; en el caso de Juran, uno de los pioneros del control de calidad, la regla significaba que 20% de los defectos causaba 80% de los problemas. Asimismo, un gerente de proyecto sabe que 20 por ciento del trabajo (el primer 10 por ciento y el 10 por ciento final) consume 80 por ciento del tiempo y los recursos.
Como gerente de negocios es muy posible que usted haya observado que el 80 por ciento de su inventario proviene del 20 por ciento de sus suplidores. También, que el 80 por ciento de sus ventas las hace el 20 por ciento de sus vendedores y que 20 por ciento de su personal causará 80 por ciento de sus problemas, mientras que el 20 por ciento de ese mismo personal proveerá 80 por ciento de su producción.
El valor del Principio de Pareto para un gerente, y todos somos gerentes de una u otra forma, es dedicar el 80 por ciento de su tiempo a aquello que es vitalmente importante y concentrar ese esfuerzo en el 20 por ciento de las cosas que en realidad importan. Quiere decir, que de las cosas que hacemos durante el día, solamente 20 por ciento tiene significado en la eficacia del manejo de nuestros asuntos, lo demás es desperdicio. Lo importante es reconocer y dedicar el esfuerzo necesario a ese 20 por ciento cada vez que las “emergencias” del día comiencen a consumir nuestro tiempo.
Usted puede obtener “cualquier” cosa que quiera, pero no puede lograr “todo” lo que quiere. Por aquello de la limitación de recursos, no necesaria o exclusivamente económicos.
Lecciones y uso efectivo de la 80/20
Hay hoy un gran movimiento dentro del ambiente de los negocios y del movimiento de desarrollo personal que promueve la fórmula 80/20 como guía y herramienta para trabajar con inteligencia y lograr excelencia.
Según sus promotores, las lecciones de la 80/20 para obtener lo máximo con lo menos posible, se resumen así:
Debemos olvidar los promedios y concentrarnos en las pequeñas partes del sistema que tienen extraordinario poder para generar riquezas y ganancias.
Debemos ser selectivos. En cada esfera importante, debemos descubrir dónde puede el 20% de nuestro esfuerzo lograr el 80% en retorno. Persigamos la excelencia en unas cuantas áreas claves, en vez de perseguir buen desenvolvimiento en varias dispares. Apuntemos hacia un número limitado de metas a la vez, en lugar de perseguir cada oportunidad disponible. Enfoquemos nuestros esfuerzos.
Debemos concentrarnos en la productividad excepcional, en lugar de tratar de aumentar los esfuerzos promedios. Saquemos el máximo de nuestros “picos” de creatividad.
Sólo debemos hacer aquello que hacemos “muy bien”; debemos abandonar, delegar o buscar quien haga el resto. Tratemos de ejercer control con el menor esfuerzo posible.
Esos mismos promotores de la 80/20, señalan las que siguen como áreas de los negocios en las que brilla el Principio de Pareto:
1. Estrategia: Asegúrese de que no está haciendo demasiadas cosas para demasiadas personas. Concentre sus esfuerzos en los “pocos vitales”.
2. Calidad: Si usted remedia el más crítico 20% de sus problemas de calidad, logrará 80% de los beneficios.
3. Reducción de costos: La reducción de costos conlleva simplificación de las actividades que no reportan ganancias, enfoque en unas cuantas actividades claves de mejoras y comparación de desenvolvimiento. La reducción de costos es un negocio caro, por eso hay que concentrar el 80% de los esfuerzos en las áreas (20% de todo el negocio) en que podría lograrse la mayor reducción de costos.
4. Mercadeo: Debe enfocarse en proveer el mayor esfuerzo en el 20% de los servicios que generan el 80% de todas las ganancias. Asimismo, se debe dedicar un esfuerzo extraordinario en retener el 20% de los clientes, aquellos que generan el 80% de las ganancias.
5. Ventas: Concentre el esfuerzo de sus vendedores en el 20% de productos que generan 80% de las ventas y en el 20% de los clientes que generan el 80% de las ventas y por tanto 80% de las ganancias.
6. Informática: El retorno por inversión generalmente sigue la regla 80/20: 80% de los beneficios se encuentran en el 20% del sistema. La mayoría de software utiliza el 80% de su tiempo ejecutando el 20% de las instrucciones disponibles.
7. Análisis y toma de decisiones: Obtenga el 80% de sus datos y ejecute el 80% de los análisis relevantes en el primer 20% del tiempo disponible.
8. Manejo de inventario: Cerca de 80% de su inventario es sólo responsable por 20% del volumen de sus ventas.
9. Manejo de proyectos: 80% del valor de un proyecto provendrá del 20% de sus actividades.
10. Negociación: 20% o menos de los puntos contendidos representarán el 80% del valor de lo disputado; 80% de las concesiones ocurrirán en el último 20% del tiempo disponible.
Conclusión
Lo precedente explica a grandes rasgos lo básico de la regla 80/20. La pregunta clave es, ¿representa esta regla una realidad contundente, capaz de sostenerse por sí misma, o es simplemente otra en la larga lista de “teorías” de valor dudoso y de vida efímera explotadas por los llamados (a veces, auto-llamados) “gurus” del momento que dicen promover la búsqueda de la excelencia y en realidad no buscan mas que promoverse a sí mismos y en el proceso obtener grandes ganancias a costa de los incautos? Esto sólo podría señalarlo la experiencia de cada quien. Lo que sí podemos apuntar es que el Principio ha podido sobrevivir a través de muchos años y es una de las herramientas utilizadas por Six-Sigma, la famosa metodología de manejos de procesos desarrollada por Motorola y utilizada prominentemente por varias compañías de éxito indiscutible, General Electric entre ellas. Siga Leyendo...
jueves, 28 de mayo de 2009
Los muchachos y su tecnología
La mini entrevista Something you should know, Algo que usted debe saber, que conduce Mike Carruthers, se transmite por WBZ 1030 AM (Boston) y trata de temas curiosos de actualidad. Este programa fue transmitido el 18 de mayo de 2009.
Entrevista con Mark Bauerlein, autor de The Dumbest Generation, o La generación más tonta.
Habla Mike Carruthers:
El estilo de vida de los muchachos de hoy es radicalmente diferente a los de hace una generación y se debe a la tecnología.
Habla Mark Bauerlein:
Nunca en la historia se había visto tal red de adolescentes hablando unos con otros sin parar las veinticuatro horas del día, siete días a la semana: pasando chismes y textos y palabras e imágenes y todo lo demás.
Mike Carruthers:
Mark Bauerlein, el autor del libro The Dumbest Generation, dice que esta conexión constante de los adolescentes está teniendo su efecto.
Muchos de los procesos de madurez, tales como la exposición a la conversación de los adultos, viajes con los adultos a los museos o hacerte leer el periódico, o hablar contigo sobre los eventos de actualidad en conversaciones de sobremesa; los contactos sociales, las comunicaciones sociales, están llegando a un punto en que esas influencias maduras van quedando a un lado.
Mark es un profesor universitario y dice…
Usted encontrará más y más maestros que le digan que es mucho más difícil asignar novelas de más de doscientas cincuenta páginas. ¿Por qué? Porque la idea de sentarse en una silla por dos horas sin interrupción y leer, sencillamente no es parte de la rutina de hoy día. Ellos tienen una computadora portátil en el escritorio que les trae correos electrónicos, tienen mensajes de textos que leer y viven en un período de constante interrupciones; y, además, los adolescentes sufren de ansiedad cuando están desconectados de sus artefactos.
Yo soy Mike Carruthers de somethingyoushouldknow.net y esto es algo que usted debe saber.
(Traducción de la transcripción por Isaías Medina Ferreira)
La nueva jueza
Editorial de The New York Times
27 de mayo 2009
(Traducido por Isaías Medina Ferreira)
Es imposible no ser inspirado por la historia de la juez Sotomayor: nació en el Bronx, de padres puertorriqueños y fue criada en un proyecto de viviendas de la ciudad. Diabética cuando niña, su padre, un trabajador de factoría murió cuando ella tenía 9 años de edad, dejando a su madre, una enfermera, para criarla a ella y a un hermano. La juez Sotomayor estudió en Princeton, donde se graduó Summa Cum Laude y en la escuela de leyes de Yale, donde fungió como editora del Law Review.
Su experiencia legal es tan impresionante como variada. Ella estuvo cinco años como fiscal en la oficina del fiscal del distrito de Manhattan y fue socia en una firma de litigación comercial. Ella fue juez federal por 16 años, sirviendo tanto en la corte del distrito, donde ella presidía juicios, como en la corte de apelación. Como miembro de la corte de apelación federal con asiento en Nueva York, ella es conocida por su inteligencia, por siempre estar extraordinariamente bien preparada y profundamente envuelta.
En sus decisiones, la juez Sotomayor ha desplegado repetidamente la empatía que el Sr. Obama ha dicho que él está buscando en un juez. Ella ha escuchado atentamente a, y a menudo a fallado a favor de, personas que han sido víctimas de discriminación, acusados y otros grupos que de forma ascendente están siendo desestimados en los tribunales federales. Ella ha mostrado poca paciencia por el tipo de obstáculos burocráticos que los jueces conservadores han estado utilizando para cerrar las puertas de los tribunales a personas cuyos derechos han sido violados.
Los activistas conservadores ya comenzaron a tratar de pintar a la juez Sotomayor como una ideóloga liberal, pero sus decisiones, basadas en hechos y cuidadosamente razonadas, indican otra cosa. En muchas formas, su manera de abordar la ley es similar a la del juez David Souter, cuyo asiento ella tomaría.
El senado tendrá que examinar cuidadosamente el récord de la jueza Sotomayor, tanto dentro como fuera de los tribunales, como debe hacerlo con cualquiera que busque formar parte de la corte. Si no aparecen grandes sorpresas, no está claro si los senadores republicanos pondrán mucho esfuerzo en tratar de bloquear su nominación. Aparte de sus calificaciones, ellos deben decidir, teniendo en cuenta su deseo de atraer a los votantes latinos, y su poca posibilidad de ganar una batalla de confirmación, dada la gran mayoría demócrata en el senado, si vale la pena luchar.
Si la juez Sotomayor se une a la suprema, sería una causa especial de orgullo para los hispanos americanos, como lo fue para los judíos, negros y las mujeres anteriormente, ver uno de los suyos sentarse en el más alto tribunal de la nación. También traería el miserable número de juezas otra vez a dos. Y como sin lugar a dudas los estrategas del partido Demócrata han calculado, la selección le puede dar al Sr. Obama y a su partido un gran impulso con un grupo clave de votantes.
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lunes, 25 de mayo de 2009
Semillas de grandeza
Por Isaías Ferreira Medina
En 1983, el Dr. Denis Waitley publicó su libro “Semillas de grandeza: los diez secretos mejor guardados del éxito total” (Seeds of Greatness. The Ten Best-kept Secrets of Total Success), el cual subsecuentemente él mismo narró en 6 cassettes. En dicho libro, el Dr. Waitley compartía con el público los hallazgos de su labor de investigación de más de 20 años sobre el comportamiento humano. Su conclusión, después de haber estudiado cientos de sujetos exitosos en actividades diversas y desmenuzar la literatura existente, es que el éxito de tales individuos está basado en cualidades que todos poseemos y podemos desarrollar, y que los secretos del éxito, después de todo, no lo son tanto y están al alcance de todo aquel que esté dispuesto a poner su cuota consciente de sacrificio y esfuerzo.
¿Qué es éxito total? Según Earl Nightingale, “éxito es la realización progresiva de un ideal valioso”, o sea, de un ideal en el que creemos con pasión y por el cual estaríamos dispuestos a sacrificar todo. Pero no es lo que uno logra lo que hace a uno exitoso, sino lo que continúa haciendo con lo que tiene. El Dr. Waitley expande sobre esa noción y concluye que “éxito total es la actividad continua en la persecución de un ideal valioso y meritorio, el cual se realiza para beneficio de otros y no a sus expensas”. Latente en esta definición está la persecución de la felicidad en armonía con las leyes del universo y la satisfacción que la experiencia de la búsqueda provee, más que creer que se ha logrado todo cuando llegan los momentos que parecen recompensar nuestros esfuerzos.
Esta búsqueda tiene un significado y valor personal que no tiene fin. Apunta el Dr. Waitley que “éxito total” no tiene nada que ver con talento, cociente de inteligencia (IQ), educación, edad, raza, cuna, dinero o poder. Tampoco significa “haber llegado”, “tenerlo todo”, o conseguir “fama y fortuna”. Éxito Total es ese intangible que te “llena” y da paz a tu espíritu, que te permite, en los tiempos de reveses, mirar a tu alrededor y decir con orgullo verdadero, “aunque las cosas no salieron como lo planifiqué, no fue por falta de esfuerzo”, y recoger con dignidad los pedazos del suelo y seguir construyendo con valor, optimismo y dedicación.
Aunque se dice que no fue un gran presidente según los parámetros políticos, el ex mandatario de los Estados Unidos, Jimmy Carter, Premio Nóbel de la Paz 2002, es un gran ejemplo de alguien que persigue el éxito total en su vida la cual ha dedicado a levantar el nivel de vida de los seres humanos en todos los confines de la tierra, sobre todo en África, donde más se necesita y a diseminar la semilla de la buena voluntad de acuerdo a sus convicciones. Uno de sus más valiosos proyectos es la construcción de casas para gentes necesitadas a través de Habitat for Humanity (Hábitat para la humanidad). Pero no hay que ser un Carter, o una celebridad, para lograr éxito en nuestras vidas; después de todo, el tipo de éxito de que habla el Dr. Waitley no es el que persigue el reconocimiento público, sino el que nos hace sonreír con satisfacción para nuestros adentros, nos llena personalmente y nos hace mejores seres humanos.
Apunta el Dr. Waitley que todos los sujetos estudiados en sus veinte años de investigaciones, han desarrollado consistentemente en alto grado las siguientes cualidades, las que él cataloga como Semillas de Grandeza:
Autoestima: debemos sentir amor por nosotros mismos antes que podamos prodigarlo a otros.
Creatividad: los individuos exitosos usan su mente al máximo y ven lo posible donde nada existe. Nuestra mente (nuestro subconsciente, más bien) no puede distinguir entre una experiencia real y una vívidamente imaginada.
Responsabilidad: nuestra recompensa en la vida depende de la calidad y cantidad de nuestras contribuciones a la humanidad.
Sabiduría: Un amplio conocimiento general, sobre todo un vocabulario extenso, caracteriza a las personas de mayor éxito, no importa su ocupación. Pero hay que tener en cuenta que conocimiento no significa necesariamente sabiduría.
Propósito: Los individuos exitosos se trazan metas. La razón por la que tantos individuos fallan en alcanzar sus metas es que nunca las fijan en primer lugar.
Comunicación: un gesto, un toque, tienen más valor que mil palabras. Comunicación no es sólo transmisión, sino también recepción. Estos individuos saben escuchar, antes que nada.
Fe: estos individuos creen en algo superior a ellos. En la vida uno no necesariamente adquiere lo que quiere, sino que a la larga recibimos aquello en lo que creemos y esperamos.
Adaptabilidad: un individuo exitoso se adapta a las circunstancias, busca lo mejor de cada ocasión, saca enseñanzas de los reveses y sigue hacia delante. Los mejores tiempos no son los que pasaron, sino los que vivimos. La vida es ahora mismo.
Perseverancia: los triunfadores se esfuerzan en lograr cosas que la mayoría de la población no está dispuesta a perseguir. Los triunfadores continúan hacia delante aun cuando todo parece aconsejar que se detengan.
Perspectiva: cada dificultad trae consigo una oportunidad. Siempre espera y trabaja por lo óptimo, por lo mejor. Los frutos son conmensurables con la siembra.
La conclusión del Dr. Waitley es que debemos perseguir nuestros sueños con optimismo, fe y determinación, sin descanso, y que no debemos tener miedo a lo desconocido y a lo que parece dificultoso. “La vida”, como decía Helen Keller, “debe ser una aventura audaz o nada”. De cada experiencia debemos sacar sus lecciones y siempre avanzar con cara de frente al viento: ¡lo que no nos destruye, nos fortalece! Somos una obra maestra de la creación con todos los ingredientes para triunfar si utilizamos al máximo los recursos mentales y físicos de que hemos sido dotados.
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domingo, 24 de mayo de 2009
En el país del no me acuerdo
Por Beatriz Sarlo
Publicado en elcastellano.org
El aprendizaje memorístico fue perdiendo vigencia y aceptación pedagógica, hasta quedar relegado a las tablas de multiplicar ¿Es un destierro justificado? se pregunta la escritora y crítica literaria argentina Beatriz Sarlo, en este artículo publicado originalmente en el diario porteño Clarín.
Ya hace más de medio siglo las maestras modernas y progresistas estaban convencidas de que no era necesario aprender nada de memoria; de mala gana se hacía una excepción a este principio con las tablas de multiplicar y los miembros de la Primera Junta de Mayo de 1810, pero en casi cualquier otra cosa se consideraba anticuado que los pobres alumnos, en lugar de "aprender a razonar", perdiera su tiempo aprendiendo datos. Todavía en 1956 ó 1957 las profesoras de castellano más veteranas pretendían que se estudiara de memoria un fragmento del Quijote o algunas estrofas de Jorge Manrique, pero las más jóvenes (que eran también las más lindas, mejor vestidas y más populares) impulsaban a sus alumnos a que dieran "su" opinión incluso sobre textos sobre los cuales habían entendido, con suerte, el cinco por ciento.
Quien cursara una carrera humanística en la universidad en la década de 1960 consideraba como una afrenta a su inteligencia que un profesor, durante el examen final, le preguntara la fecha de publicación de un libro aunque sólo fuera más o menos aproximativa (saber, por ejemplo, que había aparecido antes de la crisis de 1930 y no después, dato que podría ser importante). Atravesé las veintiocho materias de mi carrera universitaria convencida de que mi opinión o, si vamos al caso, la de cualquiera de mis compañeros, eran más importantes que mantener en la cabeza una cronología ordenada de un período literario.
Había tenido, sin embargo, algunas experiencias diferentes antes de mi ingreso a la universidad. Por ejemplo, aprender a escribir con pocas faltas de ortografía en francés. Se sabe que esa lengua tiene una ortografía endiablada y que periódicamente se discute si sus reglas deben simplificarse. Cuando aprendí a escribirla se usaban dos métodos que hoy se condenan sin ninguna misericordia: la escritura de larguísimos dictados y la copia de larguísimos fragmentos literarios. A esas dos prácticas quiero manifestar mi público agradecimiento.
Sobre la copia de trozos literarios, hoy me es difícil compartir las razones de su condena. Sería un acto de hipocresía pedagógicamente correcta seguir sosteniendo que transcribir un poema de Rubén Darío o un trozo de Rimbaud es un trabajo inútil. Puede que no sea una tarea que guste a todos, pero afirmar su inutilidad es más un acto de populismo cultural que un programa pedagógico serio. Equivaldría a condenar la repetición de los acordes principales de una canción para aprenderlos, o de los movimientos correctos en un deporte para inscribirlos en el cuerpo.
Con los dictados adquirí una especie de conciencia de la relación entre lo pronunciado, lo escrito y su significado, conciencia que debía actuar de manera rápida y que, por supuesto, luego dejaba una especie de buena resaca en el fondo de la cabeza: se podría "ver escrito" lo que se escuchaba y se podía "escuchar" lo que se veía escrito. Algo en el cerebro servía como pista de doble mano, porque escribir textos complejos al dictado obligaba a quienes estaban sometidos a esa práctica dura y cruel si se quiere, a captar el significado para estar en condiciones de escribir la frase que lo trasmitía.
La voz de quien "hacía el dictado" leía primero la frase entera, lentamente, amenazadora y majestuosa, plagada de trampas. Luego la repetía cortada en pequeños trozos para que se fuera escribiendo; finalmente, la leía de nuevo de principio a fin. Punto, a entregar la hoja y ver después cómo volvía corregida, cubierta con un sarpullido de pequeñas marcas rojas.
Para aprender a escribir en inglés el método era diferente y aún más árido. Se estudiaban listas de palabras que encerraban triquiñuelas ortográfica, sonidos parecidos, sonidos idénticos que se escribían de manera distinta, distintos sonidos que se escribían de manera idéntica. Más tarde se hacían, con el profesor, los ejercicios de deletreo que consistían en que éste proponía una palabra y de inmediato se le respondía con las letras que la componen, repitiéndola completa después de haberla dividido. De paso se iban aprendiendo muchas palabras y curiosas homofonías, excepciones, singularidades.
De manera no muy diferente se estudiaban algunas reglas de gramática, por ejemplo la de los plurales irregulares franceses, que incluía no sólo la regla de lo irregular sino las excepciones, es decir, reglas de doble fondo. En este aspecto, el inglés es más piadoso, porque los plurales irregulares son muchos menos y, además, los adjetivos no tienen plurales. Con los verbos franceses la empresa estaba decorada con dificultades mayores, que exigían también el aprendizaje de memoria, del cual, una vez cumplido, había que pasar al intrincado sistema de uso de los subjuntivos cuyo empleo es, hasta hoy, una marca distintiva de que se conoce bien la lengua. Yo no era la única chica que hacía dictados, deletreos o copias a fines de los años cincuenta. Entendía eso como un trabajo y, pese a explorar todas las formas a mano de la rebeldía, me hubiera parecido ridículo que mis profesores me propusiera copiar Heartbreak Hotel de Elvis Presley. Habría dicho: "La vieja de inglés no entiende nada". Siga Leyendo...
jueves, 21 de mayo de 2009
El periodismo agridulce de Antonio Espinal
Por Jose Carvajal
Es el mismo Antonio Espinal que aparece mencionado en varios artículos de Orlando Martínez, en abril de 1974. Sólo que entonces era un imberbe reportero que se atrevió a denunciar el secuestro y venta de muchachas de provincias que eran obligadas a prostituirse en los populares burdeles de Herminia y Nancy, en la capital dominicana.
Las consecuencias fueron graves, porque en eso estaban involucrados jefes de la Policía Nacional. De modo que Espinal fue víctima de atentados, estuvo hospitalizado por palizas y fue blanco de una campaña de descrédito montada por las mismas autoridades.
Era el apogeo de los llamados Doce Años de Joaquín Balaguer, un período de crímenes políticos del que no salió vivo Orlando Martínez, uno de los defensores de Espinal.
"Por primera vez revelo aquí que estoy vivo gracias a que el General (Neit) Nivar Seijas me dio protección", me dice Espinal desde Reading, una ciudad de Pensilvania. Allí compró una casa luego de conocer en Nueva York a una mujer de Moca, con la cual se casó y ahora tienen dos hijos (Antonio Jr. y Aaron) que por alguna razón el padre prefiere llamarlos "príncipes".
—Al cabo de 35 años, ¿qué recuerdas de aquellos reportajes sobre la prostitución en los años setenta?
Antonio Espinal: Yo comencé a ejercer el periodismo en los primeros años de la adolescencia, con un periódico estudiantil que circulaba en los liceos secundarios de la línea noroeste. El periódico se hizo muy popular, por lo que me arrestaron varias veces durante la Era de Balaguer. El Nacional me contrató como corresponsal y luego me llevó para la capital. Investigué que muchas muchachas eran secuestradas y compradas en las provincias, para mantenerlas prácticamente encarceladas en los prostíbulos, algunos de los cuales hasta tenían rejas. Los reportajes que escribí trataban sobre quienes controlaban el negocio de la prostitución y Jefes de la Policía Nacional que los protegían. Esos mismos jefes fueron los que mandaron a matarme y trataron en otras ocasiones de hacerlo.
Pero Antonio Espinal salió vivo de Santo Domingo. Un día abordó un avión y llegó a Estados Unidos, donde apostó de nuevo al periodismo. La experiencia lo llevó a ocupar puestos relevantes que hoy recuerda con una mezcla de agrado y desaliento.
—¿Cuál ha sido tu experiencia más amarga como periodista?
Antonio Espinal: Cuando me contrataron como Editor Metropolitano de Noticias del Mundo, en Nueva York, luché y conseguí colocar ese diario en primer lugar, en relación al Diario La Prensa, según un estudio que hizo la Revista de Periodismo de la Universidad de Columbia. Y como había vislumbrado el papel que asumiría Internet en los medios de comunicación, quise adaptarlo para esos retos. Pero el entonces Director General José Cardinali, lo vio como un peligro para su puesto, porque se oponía a todo cambio. Por eso luchó y logró que me despidieran. Cuando los dueños vieron que el periódico tocaba fondo, trataron de que yo volviera, pero no quise. Eso fue una experiencia muy amarga que me alejó bastante del periodismo tradicional. Aunque me sirvió de bien, porque continué avanzando con Internet y los medios electrónicos y hoy estoy al frente de una compañía que ofrece servicios de Internet (www.itswebsites.com).
—Sabemos que el periodismo ya no es lo que era, ¿en qué crees que ha cambiado el oficio? ¿Crees que es una profesión en peligro de extinción?
Antonio Espinal: El periodismo no va a desaparecer. Pero los periodistas tienen que reinventar su profesión adaptándola a los nuevos retos de la comunicación electrónica. Internet está asumiendo el control de todos los medios de comunicación. Por eso, miles de periódicos están colocando su contenido en la Web, porque están conscientes de que la industria debe adaptarse a los cambios que están produciéndose en las comunicaciones. Muchos lo hacen con rabia, porque sus editores odian los cambios. Yo me di cuenta de eso en la década de 1980. Aprovechando el apoyo económico de Noticias del Mundo, donde era Editor Metropolitano, participé en muchos seminarios y conferencias e hice cursos sobre Internet. Quise adaptar eso a Noticias del Mundo, pero encontré mucha resistencia de parte de José Cardinali (fallecido), que era el Director General, con quien tuve que pelear incluso para cambiar las maquinillas de escribir manuales que había en el diario y luego conseguí que se instalaran computadoras para todos los periodistas. El lo vio como un desafío y luchó y consiguió que me despidieran. Desde el infierno, donde creo que está, se habrá dado cuenta de que yo tenía razón, porque el periódico desapareció.
Antonio Espinal posee muchos honores logrados a lo largo de su carrera, pero ninguno lo sitúa tanto en un lugar como el que recibió en 1985, cuando la Presidenta del Concejo Municipal de Nueva York, Carol Bellamy, declaró el 11 de julio como Día de Antonio Espinal en la Ciudad de Nueva York, basado en que "este distinguido periodista hispano ha traído honor y prestigio a la Ciudad".
—Entonces, ¿por qué te fuiste de Nueva York?
Antonio Espinal: Un día fuimos invitados a Reading, Pensilvania, donde nos gustó mucho para establecernos. Compramos una bonita y amplia casa, cerca de la escuela para los niños. Esta ciudad nos ha resultado cómoda también para los negocios y la vida aquí es mucho más barata que en Nueva York. De allí extraño a mis amigos, colegas, y de vez en cuando siento nostalgia por los ruidos ensordecedores de los trenes, los autos policiales, las ambulancias y los camiones de bomberos. Yo no he abandonado Nueva York, simplemente me he tomado unas vacaciones.
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La Operación Pedro Pan: una horrible mancha en la historia (de EEUU)
Por Álvaro F. Fernández
“… Hay algunas historias difíciles asociadas con esta operación, pero hay también historias de solidaridad humana y supervivencia. Aprendí a sobrevivir contra toda probabilidad… Siempre respetaré la decisión de mi familia de enviarme al extranjero…”
Para seguir leyendo, haga clic aquí
martes, 19 de mayo de 2009
Pudo haber sucedido
domingo, 17 de mayo de 2009
Carta de Simón Bolívar
El Gran Libertador vaticinó las agresiones y la serie de invasiones e intrusiones del vecino poderoso del Norte en los asuntos de sus vecinos, no porque tuviera una bola mágica para adivinar el futuro, sino por la visión que nace de una conciencia fraguada en lucha denodada a favor de que nuestra América pudiera conservar su libertad y alcanzara el mayor grado de progreso...
AL SEÑOR CORONEL
PATRICIO CAMPBELL,
ENCARGADO DE NEGOCIOS DE S. M. B.
Guayaquil, 5 de agosto de 1829.
Mi estimado coronel y amigo:
Tengo la honra de acusar a Vd. el recibo de la apreciable carta de Vd. de 31 de mayo fecha en Bogotá.
No puedo dejar de empezar por dar a Vd. las gracias por la multitud de bondades que Vd. derrama en toda su carta hacia Colombia y hacia mí. ¿Cuántos títulos no tiene Vd. a nuestra gratitud? Yo me confundo al considerar lo que Vd. ha pensado, lo que Vd. ha hecho desde que está entre nosotros por sostener el país y la gloria de su jefe.
El ministro inglés residente en los Estados Unidos, me honra demasiado cuando dice que espera en Colombia sola, porque aquí hay un Bolívar. Pero no sabe que su existencia física y política se halla muy debilitada y pronta a caducar.
Lo que Vd. se sirve decirme con respecto al nuevo proyecto de nombrar un sucesor de mi autoridad que sea príncipe europeo, no me coge de nuevo, porque algo se me había comunicado con no poco misterio y algo de timidez, pues conocen mi modo de pensar.
No sé que decir a Vd. sobre esta idea, que encierra en sí mil inconvenientes. Vd. debe conocer que, por mi parte, no habría ninguno, determinado como estoy a dejar el mando en este próximo congreso, mas ¿quién podrá mitigar la ambición de nuestros jefes y el temor de la desigualdad en el bajo pueblo? ¿No cree Vd. que la Inglaterra sentiría celos por la elección que se hiciera en un Borbón? ¿Cuánto no se opondrían todos los nuevos estados americanos, y los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad? Me parece que ya veo una conjuración general contra esta pobre Colombia, ya demasiado envidiada de cuantas repúblicas tiene la América. Todas las prensas se pondrían en movimiento llamando a una nueva cruzada contra los cómplices de traición a la libertad, de adictos a los Borbones y de violadores del sistema americano. Por el Sur encenderían los peruanos la llama de la discordia; por el Istmo los de Guatemala y Méjico, y por las Antillas los americanos y los liberales de todas partes. No se quedaría Santo Domingo en inacción y llamaría a sus hermanos para hacer causa común contra un príncipe de Francia.
Todos se convertirían en enemigos sin que la Europa hiciera nada por sostenernos, porque no merece el Nuevo Mundo los gastos de una Santa Alianza; a lo menos, tenemos motivo para juzgar así, por la indiferencia con que se nos ha visto emprender y luchar por la emancipación de la mitad del mundo, que bien pronto será la fuente más productiva de las prosperidades europeas.
En fin, estoy muy lejos de oponerme a la reorganización de Colombia conforme a las instituciones experimentadas de la sabia Europa. Por el contrario, me alegraría infinito y reanimaría mis fuerzas para ayudar en una obra, que se podrá llamar de salvación y que se conseguiría no sin dificultad sostenidos nosotros de la Inglaterra y de la Francia. Con estos poderosos auxilios seríamos capaces de todo, sin ellos, no. Por lo mismo, yo me reservo para dar mi dictamen definitivo cuando sepamos que piensan los gobiernos de Inglaterra y de Francia sobre el mencionado cambio de sistema y elección de dinastía.
Aseguro a Vd., mi digno amigo y con la mayor sinceridad, que he dicho a Vd. todo mi pensamiento y que nada he dejado en mi reserva. Puede Vd. usar de él como convenga a su deber y al bienestar de Colombia. Está es mi condición, y en tanto reciba Vd. el corazón afectuoso de su atento obediente servidor.
Bolívar.
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El Memristor
Por Isaías Medina Ferreira
La foto de R. Stanley Williams, capturada por un microscopio de fuerza atómica, representa un circuito de 17 memristors. Los alambres tienen un grosor de 50 nm (50 nanómetros)
¿Qué es un Memristor?
La palabra Memristor es una contracción de las palabras inglesas memory y resistor; o sea, el Memristor es un resistor que tiene la propiedad de poder ser alterado eléctricamente y permanecer en ese estado de alteración aun después de que el estímulo que causó su alteración haya sido retirado. Esto quiere decir que tiene memoria.
El Memristor, cuyo nombre en español todavía no conocemos, se suma a los tres elementos pasivos básicos de la electrónica: el condensador, el resistor y el inductor. Que sean pasivos se refiere a que disipan la energía proveniente de una fuente, como la batería. El resistor, el componente electrónico más usado, se opone al paso de la corriente eléctrica; el condensador acumula carga eléctrica y el inductor convierte la corriente eléctrica en un campo magnético.
El comportamiento de un resistor se acostumbra a equiparar con el de una manguera que transporta agua. Mientras más ancha la manguera, menos resistencia y mayor su capacidad de transportar agua; por el contrario, mientras más estrecha es la manguera, mayor la resistencia y menor la cantidad de agua que puede transportar. Los resistores tienen por lo general un valor fijo.
Lo que hace al Memristor diferente es que su valor de resistencia varía dependiendo de la dirección en que viaje la corriente. Volviendo a la analogía con la manguera de agua, es como si cuando el agua viaja en una dirección determinada la anchura de la manguera aumentara, por ende reduciendo su resistencia, y cuando viaja en dirección contraria, se hiciera más angosta, lo que aumenta su resistencia. Lo excepcional del Memristor es que si cortamos el flujo de corriente (de agua, si seguimos utilizando la analogía de la manguera), la anchura de la manguera queda fija en ese valor hasta que se reanude el flujo. Es decir, el Memristor tiene memoria, lo cual le da características muy deseables en su uso en memorias para computadoras, el uso más inmediato que anticipan los científicos por ahora.
Memorias hechas con Memristors permitirían la fabricación de computadoras que enciendan al instante. La espera que ahora experimentamos cuando encendemos el computador se debe a que todos los programas que ésta necesita para trabajar deben ser trasladados del disco duro a la memoria, pues todo lo que existía en memoria se pierde cuando la apagamos.
Otra de las futuras aplicaciones del Memristor podría ser en el campo de las computadoras analógicas para simular el cerebro humano y para emular sistemas neurales.
Con todo lo excitante de la creación del Memristor, está por verse si habrá una gran actividad para explotar todo el potencial que sus creadores señalan, pues ello requeriría la creación de nuevas estructuras, diferentes a las que existen para los componentes existentes. Una cosa sí es cierta: los textos escolares van a tener que ser cambiados para incluir el nuevo componente.
jueves, 14 de mayo de 2009
De abuelos y nietos
Reflexiones
Propósito
Cosmos inmenso del que no soy ni millonésima parte; permíteme, en este trecho en que hemos coincidido, estampar mis plantas sobre tu faz de arcilla, y dejar constancia de que te acompañé con consecuencia, así fuese un instante fugaz en tu existir sin fin… da eco y relieve a mis pasos inciertos, aunque en tu inmensidad ensordecedora sólo yo los oiga; sólo yo distinga sus borrosas huellas.
¿Qué es la vida?
¿Qué es la vida, sino un viaje sin retorno donde la verdadera recompensa es absorber con gozo cada bocanada de aire, cada ondulación del paisaje y vivir a plenitud con todos los sentidos y las fibras de nuestro ser cada momento, cada instante, cada regalo que el trayecto nos regala?
Vida... ¡Torrente interminable!
Vida… milagro y misterio, cálculo y poesía, a veces tibia, por lo general fría. Eres energía incontenible que en constante labranza, en el mismo surco que cosechas, tiras tus desechos.
Maestra vida, profesora implacable, ni justa ni vengativa, cuya ley es renovarte, creando sitio para poner lo nuevo; talando y destruyendo allí, naciendo y comenzando aquí, en regeneración continua, sin reparar en obstáculos.
Vida ciega para quien podría ser yo lo mismo una piedra, un animal o una planta; puedo sentirte injusta porque tengo conciencia y es ese mi castigo: sentir el furor de tu labranza que para esos otros pobladores en tu dominio son ley natural, ni juzgadora ni dolorosa, parte del simple existir.
Interminable vida que lates eterna en cuerpos transeúntes: comprender que simplemente eres; poder navegar en tu cresta cuando lo permitas, sin ser veleta de los elementos; saber balancear la carga y conservar el equilibrio y tratar de no caer; entender que eres más de lo que alcanzan a ver mis ojos y examinar tus entrañas con decisión, aun gaste mi existencia en el intento; comprender que eres flujo continuo de picos y valles, y ser humilde para doblar las rodillas cuando implacable tus leyes me golpean, mas fuerte y combativo para no permanecer caído, y saber que soy eterno en ti aunque habites este mortal cuerpo, son las lecciones que con los años he aprendido.
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