Por Susana Jáquez
Hace unos días, el 5 de abril de 2014, para ser exactos, apareció en acento.com.do, el artículo DESAGRADÓ A CATÓLICOS REPRESOR JÁQUEZ OLIVERO ALOJARA AL OBISPO ABREU, refiriéndose al General Carlos Jáquez Olivero, escrito por un Ramón Arturo Guerrero, el que también publicó mi caro amigo Isaías Ferreira en su blog YOUMETHEMUS, a quien no reprocho que lo hiciera, pues como administrador de un medio es lo que hace, difundir información que él crea de importancia para sus lectores; además, no creo en la censura, sino en que todo, siempre que sea con altura, se debata. Agradezco la gentileza de Isaías por permitirme ejercer mi derecho a réplica.
Dice el articulista en cuestión que pasó un día en Mao, y en ese día recopiló la información, basada en opiniones y calumnias de los enemigos del General, diría yo, los que inventaron y pusieron palabras en su boca sin él haberlas dicho y hoy, después de tantos años, las repiten otros de forma amañada e irresponsable sin haber sido testigos. ¡Qué pena que el honor y el trabajo de tantos años de un hombre cualquier juan de los palotes crea que tiene el derecho a tirarlos al fango en un día de paseo por el parque!
Mi padre no fue un santo (señálenme entre nosotros que lo sea); fue un hombre de temperamento fuerte, como no extraña que sea un hombre que alcanzara su rango, y formó parte de un gobierno que la historia nos dice fue malo (aunque los que le han seguido, no han sido mejores), y yo no viví enclaustrada para no saber lo que se decía de él; yo convivía con el pueblo. Ser parte de ese régimen, por supuesto, conllevaba que los opositores acudieran al descrédito, para quitarle votos a Balaguer, porque en política parece que todo es permitido. Pero nadie en buena conciencia puede decir que era un esbirro y que le hiciera daño a alguien en Mao. Y yo invito a los revolucionarios justos maeños de esa época a que den sus testimonios al respecto.
Sé que muchos dirán que es normal que salga a defender a mi padre. Y también que habiendo sido el Gral. Jáquez Olivero una figura pública debo lidiar con lo que eso conlleva. Eso lo comprendo, pero no puedo callarme ante tanta injusticia respecto a un hombre carismático que lo único que hizo fue buscar el bien de su pueblo adoptivo, al que tanto amó. Quisiera que en vez de ser yo, su hija, fueran ciudadanos comunes justos quienes aclararan el mal concepto que se tiene de Jáquez Olivero.
El mal agradecimiento, y la pérdida de memoria colectiva para dar gracias ante una buena acción es el peor cáncer de la humanidad; esto me obliga a venir al rescate ante esta situación aplicada a Carlos Jáquez Olivero .
Calles asfaltadas, luces de mercurio, contenes y aceras, escuelas públicas, hotel Caoba, hospital, obras sociales a favor de los desamparados, tales como sillas de ruedas para los discapacitados, e incluso usar su influencia para que en Mao existiera un equipo de beisbol profesional, Los Linieros, con todo el movimiento económico que ello generaba, fueron algunas de las acciones a favor de nuestro pueblo que Jáquez Olivero apoyó e impulsó, las que consiguió usando su amistad y carisma con el presidente de turno.
Jóvenes dispuestos a enfrentar ese gobierno, salían a las calles a quemar gomas (cosa que ahora otra generación sigue haciendo), entre ellos en mi pueblo Cuco Sarí, y fuera bueno que sus familiares testifiquen de la labor de Jáquez Olivero para salvarle la vida hasta el punto de conseguirle visa para que saliera del país y no lo mataran. Si quieren conocer los detalles de lo que digo, pregúntenle a Elena Medrano, conocida activista comunitaria de mi pueblo y familiar del en su hora fuerte activista, quien nos puede refrescar la memoria de ese caso.
Otro caso: Nilson Martínez, hermano de Orlando Martínez, llamó a Jáquez Olivero a las 11 de la noche de ese fatídico día 17 de marzo para darle la noticia del asesinato de Orlando y pedirle de favor en nombre de la familia que no se separara de ellos; de hecho, fue el único militar en ese entierro y velorio; pero allí no estaba el militar, sino el amigo, enemigo del proceder de los otros militares, lo que le llevó a tener a muchos generales de enemigos.
Me quedo corta de palabras y ejemplos para nombrar las buenas acciones de Jáquez Olivero. Por eso acudo a la opinión de los maeños que vivieron su tiempo y que sean TESTIGOS de sus acciones para así mermar y paliar el cáncer del mal agradecimiento, que germina y pare odio, calumnias, que es todo lo contrario a lo que necesita nuestra humanidad y planeta.
Se puede hablar bonito, se puede hablar feo, pero los hechos están como muestra de lo mucho que quiso Jáquez Olivero a nuestro pueblo, aún sin haber nacido en Mao.
Yo creo que debemos construir en todo lo que nos sea posible. Hay tantos temas en la actualidad y personas que aun están vivas y se pueden defender, ¿por qué hablar de los muertos cuando hay tanta basura oculta en nuestro querido país, y sus dueños están vivos y se pueden llevar a la justicia?
Una vez más, quisiera oír de los maeños justos y honestos la verdadera versión de lo que fue Jáquez Olivero; repito, justos y honestos maeños, no los fabricadores de maldad.
Quiero que sepan que no estoy enfadada porque como decía Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno, es la paz”. Y, como muestra de ello me permito citar a José Martí cuando dijo:
“cultivo una rosa blanca/ en junio como en enero, /para el amigo sincero /que me da su mano franca,/ y para el cruel que me arranca/ el corazón conque vivo,/ cardo ni ortiga cultivo,/ cultivo una rosa blanca”.
Pero por favor, ¡Basta ya de calumnias y fabricaciones contra Jáquez Olivero!
El que lo conoció de verdad sabe el extraordinario ser humano que fue y que el poder solo lo usó para ayudar.
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