POR QUÉ LOS PARTIDOS CHIQUITOS SON CHIQUITOS
Por Melvin Mañón
peleida@gmail.com
Todavía no entiendo porque gente inteligente y bien intencionada no entiende que la solución de los partidos políticos pequeños no es unirse, aliarse ni hacer coalición con otros no porque aliarse sea malo, sino porque la alianza no resuelve los problemas que los han mantenido como partidos chiquitos.
No son chiquitos porque no se hayan aliado entre sí, sino porque no han encontrado la forma apropiada de hacer política de acuerdo a lo que son como partido, al momento histórico que viven y al enemigo al que se enfrentan.
Los partidos chiquitos no van a crecer con comparecencias de televisión, no importa cuántas, ni en qué canales ni en los espacios de quén hagan esas presentaciones porque no importa lo que digan, la población los medirá con otra vara. Entre interrupciones de salsa de tomate, jabones, detergentes, nalgas y espectáculos no se puede evitar que una parte de todo lo que se trata de decir se ensucie con la salsa, se lave con el jabón y roce con las nalgas porque hay demasiado espectáculo alrededor de todo.
Los partidos chiquitos solamente pueden crecer en las calles, haciendo demostraciones diarias de que no son iguales a los demás partidos del sistema, de que se alimentan de otros nutrientes, de que se integran con gente que tiene valores y saben lo que están haciendo; de que en cada cosa que dicen y hacen demuestran que no son más de lo mismo. La alianza no tiene nada que ver con esto a menos que fuera parte de esa nueva visión, de esa nueva y distinta manera de hacer política.
Los partido chiquitos no pueden crecer mientras sean un monumento al ego de quien o quienes lo fundaron. Una cosa es tener vocación de poder y otra muy distinta erigir un monumento personal a si mismo del cual se deriva cierta notoriedad pero sin buscar el poder y sin entender ni aceptar que en tanto y cuanto se persiga el poder los temperamentos y las personalidades tienen que ceder el espacio que indebidamente ocupan.
Los partidos chiquitos no pueden crecer si los dirigentes no tienen un compromiso vital con el poder en lugar de una conveniencia social para ganar notoriedad. En este sentido, hay algo de esos partidos que se parece al generalato y a las embajadas cuyos titulares disfrutan y se sienten halagados, mucho después de haber cesado en el cargo/rango, cuando se les llama: general, embajador.
Los partidos chiquitos, todos y sin excepción son portadores de algunos defectos y errores. Si no fuera así, no serían chiquitos. Pues bien, las alianzas entre si, en el caso de que pudieran lograrse, no los hacen necesariamente más fuertes porque la sumatoria de defectos puede ser tan o más grande que la sumatoria de fuerzas. Por eso y de nuevo vale repetir: los partidos chiquitos no son chiquitos porque no se hayan aliado entre si sino porque no han logrado, podido o sabido corregir los errores que los mantienen como partidos chiquitos.
Finalmente, los deseos que muchos dominicanos expresan de forjar una gran alianza opositora contra el PLD no decidirán la derrota del PLD y podrían incluso hacerlo peor, porque, una alianza que no entienda lo que ha cambiado y no corrija los errores cometidos reforzaría la falsa imagen de que el PLD no puede ser derrotado.
Para derrotar al PLD lo que hay es que corregir los errores, cambiar la visión, modificar la táctica y reformular una estrategia. Quien haga esto, con alianza o sin alianza puede derrotar al PLD. Mejor y más seguro hacerlo con alianzas, pero debemos entender que, las alianzas sin corregir los errores, son como la novela de García Márquez: “Crónica de una Muerte Anunciada”.
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