Por Mark Weisbrot
Codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR)
En sólo unos días, el 5 de junio, se celebrarán elecciones que tendrán una tremenda influencia en el hemisferio occidental. En este momento, la carrera es demasiado reñida para predecir el ganador. La mayor parte del ámbito oficial de Washington ha estado relativamente callado, pero no hay duda ninguna de que la administración de Obama tiene mucho interés en el resultado de estas elecciones.
Las elecciones son en el Perú, donde un populista izquierdista y ex militar Ollanta Humala se enfrenta a Keiko Fujimori, hija del ex gobernante autoritario del Perú, Alberto Fujimori, quien fue presidente entre 1990-2000. Alberto Fujimori está en la cárcel, cumpliendo una condena de 25 años por varios asesinatos políticos, secuestros y corrupción. Keiko ha dejado claro que ella representa a su padre y su administración, y se ha rodeado por sus colaboradores y ex funcionarios de su gobierno.
Se juzgó que Fujimori tenía "responsabilidad individual de criminalidad" con respecto a los asesinatos y secuestros. Pero su gobierno fue responsable de muchos más asesinatos y abusos contra los derechos humanos, inclusive la esterilización forzada de decenas de miles de mujeres, mayormente indígenas.
Entre los dos candidatos, ¿a quién cree que Washington preferiría? Si adivinó Keiko Fujimori, tiene razón. El lunes por la noche hablé con Gustavo Gorriti en Lima, un galardonado periodista de investigación peruano y una de las personas que fue secuestrada por Fujimori, por lo que el ex presidente fue condenado. "La Embajada de EE.UU. se opone enérgicamente a la candidatura de Humala", dijo Gorriti. El Profesor de gobierno de Harvard, Steven Levitsky, experto en temas de política peruana y actualmente profesor visitante en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), llegó a la misma conclusión: "Está claro que la Embajada de EE.UU. aquí considera a Keiko como la opción menos mala", me dijo desde Lima el martes.
Los opositores de Humala argumentan que su elección pondría en peligro la democracia del Perú, refiriéndose a una rebelión militar que él encabezó en contra del gobierno autoritario de Fujimori. (Después fue perdonado por el Congreso peruano). Pero su historial no se puede comparar con los crímenes reales, comprobados de Alberto Fujimori.
Humala también es acusado de ser un aliado del presidente Hugo Chávez de Venezuela. Él se ha alejado de Chávez, en contraste con su campaña presidencial de 2006. Pero todo esto es sólo un truco de los medios de comunicación de derecha. Chávez ha sido satanizado en todos los medios del hemisferio, y los monopolios mediáticos derechistas lo han utilizado como El Cuco en numerosas elecciones durante años, con mayor o menor éxito. Por supuesto, Venezuela es también irrelevante para la elección peruana, ya que casi todos los gobiernos de Sudamérica son "aliados de Chávez." Esto es especialmente cierto en los casos de Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Uruguay, por ejemplo, que tienen vínculos profundos con Venezuela.
Como es el caso en muchas otras elecciones en América Latina, la dominación derechista de los medios de comunicación es clave para fomentar el miedo exitosamente. "La mayoría de las emisoras de televisión y los periódicos han estado trabajando activamente para Fujimori en esta elección," dijo Levitsky.
La posibilidad de otro gobierno de Fujimori es tan alarmante que un número de prominentes políticos conservadores peruanos han decidido apoyar a Humala. Entre ellos se encuentra el novelista Mario Vargas Llosa, ganador del premio Nobel, quien odia a la izquierda latinoamericana tanto como cualquier otro. Humala también ha sido respaldado por Alejandro Toledo, el ex presidente peruano y candidato en la primera ronda de estas elecciones.
Entonces, ¿por qué Washington prefiere que gane Fujimori? La respuesta es bastante sencilla: tiene que ver con la influencia y poder menguantes de Washington en su antiguo "patio trasero" de América Latina. En Sudamérica ya hay gobiernos de izquierda en Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Estos gobiernos tienen una postura común en la mayoría de los asuntos hemisféricos (y a veces en asuntos internacionales, como en el Medio Oriente), y ella suele ser distinta a la de Washington.
Por ejemplo, en 2009, cuando el ejército hondureño derrocó al presidente electo de centro-izquierda, y la administración de Obama trató de legitimar el gobierno golpista a través de elecciones no reconocidas por otros gobiernos, sólo unos pocos aliados derechistas de Washington se desmarcaron del resto de América del Sur.
Antes de agosto del año pasado, los únicos gobiernos en Sudamérica con los cuales Washington podía contar como aliados eran Chile, Perú y Colombia. Pero Colombia bajo la presidencia de Manuel Santos ya no es un aliado confiable, y actualmente tiene muy buenas relaciones de cooperación con Venezuela. Si Humala gana, no hay duda de que él se unirá al resto de América del Sur en la mayoría de las cuestiones que le preocupan a Washington. No se puede decir lo mismo de Keiko Fujimori.
Y es por esta razón que Washington se preocupa por estas elecciones.
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