miércoles, 31 de julio de 2013

POBREZA, CORRUPCIÓN, IMPUNIDAD Y VENALIDAD

Por Raúl Pérez Peña (BACHO)

Si en los últimos doce años en este país se registró un aumento de 2.6 a 4 millones de pobres, nadie puede sorprenderse del aumento de la delincuencia en sus más diversas manifestaciones.

Si se proclamó hace unos diez años que la corrupción administrativa era de 30 mil millones al año, es cuestión de aritmética concluir que en el presente esa corrupción anda por sobre los 300 mil millones por año.

Esa cifra es asombrosa como tal. Cientos de miles de dominicanos no lo ponen en duda.

Peor aún, se queda corta teniendo en cuenta que los actores de la corrupción corren más que la pelota y que actúan con los poderes del Estado en la más absoluta impunidad.

Más de una década es suficiente para conocer la habilidad y versatilidad vertebradas en malas artes orientadas al enriquecimiento ilícito.

No es que dizque.

Para que nadie alegue ignorancia los corruptos estrujan sus riquezas a una población presa de la indefensión.

Son devastadoras las consecuencias en la sociedad y en la juventud proyectándose en la liquidación del estímulo por estudiar y cursar carreras profesionales que le permitan ganarse dignamente la vida.

Incursionar en cualquier expresión del delito, o practicar la politiquería y aspirar a legislador o funcionario constituyen fuertes tendencias en los jóvenes del presente, particularmente entre los afectados por el elevado desempleo.

No hay que ser teórico en ciencias sociales ni un sabueso en la interrelación entre la pobreza y delincuencia. Se han publicado decenas de libros, estudios e investigaciones que señalan la explosividad de la vinculación.

En el trasfondo de esa problemática hay que visualizar el descrédito de la justicia para mantener a raya a la delincuencia, o tras las rejas a los delincuentes. Se agregan otros factores, algunos vinculados incluso con ciertos comportamientos en tejidos policiales y militares de frecuentes publicaciones.

Como eso es la de nunca acabar en República Dominicana, sorprenden las declaraciones del presidente Danilo Medina respecto a las flojeras de la justicia con los delincuentes.

Ahora bien, ¿qué pasa con los protagonistas de conductas corruptas por naturaleza que también han delinquido, y mucho?

Muchos entienden que con más razón hay que alarmarse con los pejes gordos corruptos que disfrutan funciones legislativas, ministeriales o públicas de alto nivel.

¡Es cuanto, magistrados!

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