viernes, 19 de julio de 2013

EN LAWRENCE, MASSACHUSETTS

¿ESTAMOS EN EL OCASO DE LA ADMINISTRACIÓN DE WILLIAM LANTIGUA?
Por Pedro Payano


Hace unos días, se produjo un escándalo en la ciudad de Lawrence, Massachusetts, por el apresamiento de un empleado público acusado de malversación de fondos. Si hubiera sido en otras circunstancias o en otra ciudad, no habría causado tanto revuelo. ¿Será este “alboroto” parte de una estrategia para desprestigiar aún más la imagen pública del alcalde William Lantigua?

¿Proyectar en todo el Estado, una opinión pública negativa con relación a este caso, podría ayudar a la fiscalía cuando acuse a William ante un juez y, sobre todo, ante un jurado que muy difícil no haya escuchado hablar sobre nuestro alcalde? En ese escenario, ¿quién tendría más credibilidad ante un jurado, los testigos de la fiscalía, o el acusado?

Un ejemplo, que demuestra supuestamente la campaña de descrédito contra Lantigua, es la citación que le hicieron tan pronto llegó al Aeropuerto Internacional Logan, para que acudiera ante el Gran Jurado del Essex County que está investigando a su administración, en vez de esperarlo en su oficina y entregársela ahí. Pero eso no hubiera sido tan dramático.

Muchos seguidores de William creen que estas investigaciones se están haciendo por “racismo” en contra del alcalde que es un latino. Incluso, el alcalde ha considerado que en el trasfondo de la investigación subyace la “envidia” que le tienen.

Algunos, para justificar a la presente administración, acusan a la anterior (alcalde Michael Sullivan-2002-2010) de haber hecho cosas peores. En el caso hipotético de que fuera cierto, no podemos aceptar eso como excusa porque lo erróneo es erróneo no importa quién lo haya hecho o si ha sido poco o mucho. Si alguien viola la ley, no te da el derecho a ti, a violarla también. Si por alguna razón, la ley no actuó en ese tiempo, no significa que ahora no lo vaya a hacer.

Otros han señalado, que la razón por la cual los “gran jurados” se han tomado tanto tiempo para acusar formalmente a William, es una demostración de que no tienen un caso sólido. Todo esto es posible; aún así, no podemos olvidar que algunas de estas investigaciones toman su tiempo, pues no tienen prisa. Quieren asegurarse de que los investigados no tengan una puerta de escape. Sobre todo, le dan su espacio en espera de que cometan un pequeño error que les permita a ellos (la justicia) atar todos los cabos sueltos.

La acusación contra el empleado municipal que señalamos antes, podría ser una de las evidencias que buscaban; aunque no sabemos cómo la usarán contra el alcalde y cómo podrán demostrarlo. Después, estarán a la espera de lo que puedan lograr en el juicio que continuará el 7 de agosto contra dos de los aliados políticos del alcalde.

Independientemente de las especulaciones o interpretaciones que tengamos, de las simpatías o desafectos hacia el alcalde, tenemos que admitir que en los hechos hay una investigación por un jurado estatal y otro federal; y por lo que hemos podido observar, están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Uno actuará primero, después le seguirá el otro.

De antemano, descartamos hasta ahora las especulaciones de que el gran jurado federal pueda recabar suficiente evidencias y demostrarlas, para poder acusar al alcalde bajo la Ley RICO (“Ley de Chantaje Civil, Influencia y Organizaciones Corruptas”).

La investigación contra William no es un asunto meramente judicial. Tiene también implicaciones políticas. Es lo que conocemos en la historiografía como la Ley de Causa y Efecto. El “hombre” desafió ingenuamente al “poder”. Se creyó invencible, que nadie “lo podía tocar”. Eso no se lo perdonarán jamás. Tarde o temprano se la cobrarán. Si no es hoy, será mañana. Aquí, o en otra parte o acullá.

Algunos expertos consideran que dentro de poco tiempo, la fiscalía someterá una acusación formal. Si esto lo hicieran antes de las elecciones, un segmento de la población lo interpretaría como una estratagema para impedir su reelección.
Determinados comportamientos de Lantigua nos conducen a la siguiente conclusión o ambas a la vez:
1) él todavía persiste en mantener una actitud desafiante contra el “poder”; y/o 2) no comprende realmente la magnitud de las investigaciones a su administración.

Esto último, es muy común en el dominicano. “Nada es nada”, hasta que nos llega el golpe. Decimos que ponemos candados, después que nos roban varias veces. Eso explica, quizás, porque sigue cometiendo errores infantiles, como irse fuera del país sin informarlo al presidente del Consejo Municipal, creándose más negatividad en todo el Estado. Además, sin explicar porqué le continúo pagando a policías acusados de felonía, incluyendo aliados suyos, pese a que el Jefe de la Policía y otros funcionarios públicos le han recomendado cancelarlos o suspenderles el sueldo.

Nos parece, que su decisión de reelegirse responde a las dos posibilidades antes señaladas. Podemos estar equivocados, pero sólo el tiempo lo dirá. Habría sido preferible dar dos pasos atrás y esperar que las aguas bajaran de nivel. Otras oportunidades se le presentarían, y un político sagaz como William sabría cómo aprovecharlas. Pero prefirió continuar la batalla. Los sectores poderosos que lo cuestionan lo han interpretado como una insolencia. De ahí, la inmediata respuesta de los principales medios de comunicación del Estado de Massachusetts en contra de nuestro alcalde, y la pronta convocatoria a juicio de Melix Bonilla y Leonard Degnan.

La falta de humildad en William y su renuencia a escuchar a sus más íntimos aliados lo están llevando al fracaso, arrastrando consigo a otros, que por el hecho de ser leales, nunca debieron haberse convertido en víctimas de sus (alcalde) meteduras de pata.

Ya comenzó a cundir la preocupación en algunos sectores. Otros temen que se destape una caja de pandora que podría embarrarlos. No hay mayor suplicio cuando el destino se asocia a lo impredecible. ¿Será que el barco se está hundiendo y no estamos dándonos cuenta todavía?

Es evidente que la campaña negativa alrededor de la figura del alcalde nos está afectando a todos. La ciudad necesita un respiro. A los “gran jurado” que agilicen su proceso y determinen de una vez por toda, lo que harán; necesitamos volver a la normalidad. Si no tienen nada, ¡abandonen ya!

Esperamos que el proceso de investigación esté libre de parcialidad para que no afecte a los investigados o acusados. Porque los medios principales de comunicación ya hayan condenado subrepticiamente al alcalde, jamás podemos olvidar el principio jurídico penal de presunción de inocencia: “Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable”.

Nadie debería estar jubiloso por la desgracia de alguien. Estos son momentos de reflexión, meditación u oraciones, según la creencia de cada quien. Necesitamos cicatrizar las heridas lo antes posible, y esto no será posible si no practicamos primero el perdón. Jamás a la retaliación o a la humillación.

Los lawrencianos necesitamos reenfocarnos y reencontrarnos para que junto trabajemos por un mejor bienestar para nuestra ciudad.

*El autor es educador y politólogo

Nota del editor: William Lantigua y el autor son dominicanos.

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