EL RECONOCIMIENTO EMPRESARIAL DEL DELINCUENTE CONSTITUCIONAL
Por Rafael Calderón
NEW YORK. Es sorprendente la manera como el oportunismo, el ventajismo político metamorfosea a la gente en corto tiempo… hay que estar vivo para ver cosas. Así me dije al terminar de leer una crónica sobre el reconocimiento hecho por el presidente Leonel Fernández a numerosas empresas que tienen más de 50 años establecidas en la República Dominicana.
Mire, tan cerca como 1994, el reconocimiento de marras era algo inimaginable para el propio Leonel. No porque no era presidente de la República sino por algo más fuerte: sus convicciones teóricas de la época, que jamás le hubiesen permitido premiar a empresas y empresarios que, vistos desde la inmaculada perspectiva del entonces joven político, no pasaban de ser explotadoras y explotadores de obreros y empleados que debían ser combatidos con todo el rigor del pensamiento político progresista.
Pero el tiempo cambia las cosas, y para fortuna del hoy mandatario, de sus herederos, de su PLD, de Morales Troncoso, y ahora de Miguel Vargas, sus convicciones juveniles no eran fuertes, pues más que suficiente fue una reunión de unos minutos con Joaquín Balaguer en el Palacio Nacional en 1995 para que renegara de las mismas, y la estrella peledeista, finalmente, empezara a brillar.
Repito que hay que estar vivo para ver cosas, porque, difícilmente, en 1994 cualquiera de los premiados la pasada semana hubiese recibido en sus oficinas a Leonel, con todo y haber sido candidato vicepresidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y a pesar de su aureola de intachable.
Pero, también para fortuna de Leonel y los demás mencionados, el empresariado premiado no es celoso y es capaz de comer pelo de puerco, si el momento lo exige, así que con gusto aceptó el reconocimiento protocolar del zar del poder en el mismo lugar donde previamente habían sido recibidos -e investidos de amistad presidencial, el mayor título que se otorga en nuestro batey- otros notables empresarios, Arturo del Tiempo, y su vástago, cuya histórica foto con Leonel en el Palacio Nacional, con la foto de Juan Pablo Duarte al fondo, ha recorrido el universo.
Debo explicar de cuando digo que los empresarios no son celosos es porque el reconocimiento a don Arturo del Tiempo le llegó a éste mucho más temprano, porque lo obtuvo cuando ni siquiera había cumplido un lustro en su trajinar empresarial en el país, por el cual, de pasada, se hizo merecedor del rango de coronel de la Policía Nacional y un préstamos por US$13 millones del Banco de Reservas, consideraciones que pienso que ninguno de los reconocidos la pasada semana ha recibido.
Na’, hay que convenir en que la política puede darle la vuelta a todo. El Leonel aparentemente impoluto de mediado de los años 90 hubiese recibido más de un portazo de haberse atrevido a tocar en los despachos de los añejos empresarios que acudieron gozosos a ser reconocidos por un presidente violador consuetudinario de la constitución, un delincuente constitucional, para ser preciso.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
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