Manuel A. Brugal
Mientras el modelo político mantenga preso al modelo económico, este último no se podrá cambiar. Por eso, lo que hay que cambiar primero es el modelo político. Veamos.
La corrupción y el clientelismo, bases del modelo político, obligan al despilfarro de recursos. Esto conduce a una mala asignación de los recursos públicos en la economía y a déficit recurrentes en las finanzas del Estado. Lo primero se refleja negativamente en las inversiones en educación, salud y vivienda -necesarias para mejorar la productividad del trabajo- y lo segundo en mayor endeudamiento público y nuevos impuestos a consumidores abusados y a un sector productivo que compite con una desventaja-país. Esto ocurre porque el modelo político impide recortar desperdicios, pues significaría recortar corrupción y clientelismo, su propia base.
Constatamos, por tanto, que los agentes económicos principales (los productores de bienes y servicios y los consumidores de ellos) son esquilmados para que la base económica de los políticos no sea alterada. ¿Podremos llegar lejos con ese es quema?
La economía se supedita a la política. Como se roba tanto y se abusa tanto del bolsillo de la población, nunca hay espacio para medidas económicas necesarias, pero impopulares. Entonces, en vez de dejar que el tipo de cambio suba en forma tal que incentive más inversiones en el sector exportador, se le reprime con endeudamiento externo y con alzas en la tasa de interés. Como no es "políticamente correcto" cobrar la electricidad a los que no pagan (grandes y chicos), entonces se endeuda al país para pagar el subsidio a la energía eléctrica. Por este mismo motivo hay que reprimir el tipo de cambio, ya que, de lo contrario, el subsidio se elevaría más. ¿No es todo esto una prisión?
Las señales son contrarias al desarrollo económico. Con el ejemplo, a la población se le dice que no estudie ni trabaje, que se meta a la política, que ahí le irá mejor. Con el ejemplo, a los empresarios se les dice que les irá mejor si se suben al tren de la corrupción que si se dedican a producir. ¿Puede funcionar bien un nuevo modelo económico con esas señales?
Las instituciones no funcionan por corruptas y politizadas. El Congreso puede salir con cualquier sorpresa el día menos pensado. El sistema judicial es incapaz de parar la costosa hemorragia de la corrupción. Un competidor puede obtener ventajas que a otro le niegan. Propiedades cambian frecuentemente de dueño por simple falsificación de escritura. En los contratos importantes el país siempre sale perdiendo y nunca se castiga a nadie. ¿Es eso una base segura para un modelo económico exitoso?
Es hora de que los empresarios se den cuenta que lo primero que hay que cambiar es el modelo político, que es una carga económica enorme para los hombros cansados de los dominicanos y para sus propias empresas. Esa es una tarea política de altura que requiere alianzas con otras fuerzas sociales, con las iglesias y con la prensa. La primera meta debe ser lograr que el sistema judicial pueda castigar la corrupción, base del modelo político. Ahora se acercan nombramientos importantes en distintas instancias judiciales. Sin duda alguna, eso y un Ministerio Público independiente serán mucho más relevantes para el futuro económico del país que cualquier cambio aislado de política económica.
Los tres partidos políticos principales no pueden cambiar el modelo político, pues se benefician de él. Son otros los agentes sociales los que deben hacerlo y los empresarios tienen que estar entre ellos.
Diario Libre
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