lunes, 4 de julio de 2011

100% PARA LA EDUCACIÓN

Las reformas urgentes que necesita el sistema educativo dominicano tienen de antemano una gran deuda con la enseñanza de nuestro español, ya que, sin la habilidad para la expresión verbal y escrita, sin la capacidad para la construcción de las ideas, sin el conocimiento para la expresión del pensamiento, sin la conciencia de que nuestra lengua es nuestro vehículo de transmisión de nuestra riqueza cultural, de nada serviría acercarnos a otras fuentes del conocimiento universal.

REFLEXIÓN ACERCA DE LA EDUCACIÓN
Por Roxana Amaro
roxanamaro@hotmail.com
Profesora de inglés, francés y español
Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua

Relacionado: 7 preguntas a Roxana Amaro.

Hace unos días, me encontraba en una papelería en las cercanías de mi casa y, mientras esperaba mi turno, escuché en labios de un niño de más o menos catorce años una expresión que hoy día es tan manejada por la población, especialmente los más jóvenes, sin importar el grado de vulgaridad que encierra y, mucho menos, la falta de respeto que cometen al decirla frente a personas extrañas. Conversando con el dependiente, el niño exclamó a viva voz: ¡la crema! Me doy vuelta y de inmediato entablamos el siguiente diálogo:

- Joven, ¿qué significa la crema? – Me mira con cara de curiosidad, tal vez más por mi intromisión que por el significado mismo de lo que le preguntaba, así que le repito:
- ¿Qué significa la crema? – Se encoge de hombros y, con una expresión de “eso lo sabe todo el mundo”, me responde:
- Una frase.
- Sí, yo sé que es una frase. Lo que quiero saber es qué significa.
- Una exclamación.
- Pero mi pregunta no es qué es, sino qué significa.
- Algo que uno dice.
- Pero eso es lo que yo quiero saber, qué usted quiere decir cuando dice eso.
- Pues… yo no sé.
- Yo sé que usted no sabe porque, si supiera, no la repetiría. ¿En qué curso está usted?
- En octavo.
- ¿Escuela pública o colegio privado?
- Privado.
- ¿Les asignan composiciones en su curso?
- No. Bueno, a veces.
- ¿Realizan ejercicios de lectura comprensiva?
- ¿Qué es eso?
- ¿Usted no sabe lo que es lectura comprensiva?
- ¿Algo así como leer para entender lo que se está leyendo? – Respiro profundo y le digo:
- Bueno… sí, leer para aprender a comprender. ¿Lo hacen en su curso?
- No.
- ¿Nunca?
- Yo creo que cuando estaba en cuarto solamente.

Aprovecho que no hay más clientes en el lugar, excepto el niño y yo, y llamo al personal y al dueño de la papelería que estaban en el pequeño local; cuatro personas a lo sumo. Y les digo:

- Escuchen con atención lo que les voy a decir con propiedad y con autoridad, porque en esto me especialicé. Voy a hacerle una corrección a este joven y quiero que todos escuchen, porque esta es una lección para todos – Y dirigiéndome al niño, continúo:

- Jovencito, cuando usted dice la expresión “la crema”, en realidad está usando otra expresión disfrazada que se ha convertido en moda entre la juventud, sin saber en realidad lo que ustedes están diciendo. La frase original es “la creta”. ¿Usted sabe lo que significa la creta?

Me mira con cara de asombro y le lanza al grupo una mirada de “díganme pronto, que esta bruja me está examinando” y le digo:

- No; no los mire a ellos, que ellos saben; son hombres todos. Míreme a mí. Le pregunto a usted porque, evidentemente, usted no sabe. – Y mirando al grupo, continúo:

- Porque todos ellos sí saben qué significa la creta. Yo lo que quiero es enseñarle a usted.
- Adió, la cosa que tienen los gallos en la cabeza.
- No, mi amigo, la “cosa” que tienen los gallos en la cabeza no se llama creta, sino cresta. Y no es “cosa”, sino protuberancia. También le llamamos cresta a la cima de una ola. Entonces, la creta no es eso. Así que oiga bien, para que sepa qué usted dice cada vez que repite esa expresión. La creta no es más que el clítoris de la mujer. ¿Usted sabe qué es el clítoris?

Ya rojo como un tomate, pero muy seguro de sí mismo, me responde:
- ¡Adió, claro, por donde la mujer siente más placer en el sexo!
- ¡Anjá! O sea, que usted sabe más de sexo que de su propio idioma. Entonces, amiguito, cada vez que usted repite esa frase, lo que usted dice es la creta. Yo no creo que ni en usted ni en nadie suene elegante andar diciendo en voz alta una expresión semejante. Así que, cuando usted llegue a su casa, hable con sus padres, reúna a sus hermanos y a toda su familia y explíqueles lo que yo le acabo de enseñar. Haga lo mismo con su profesora, con sus compañeros, con la directora de su colegio también.

Dígales que una señora que es miembro de la Academia Dominicana de la Lengua le acaba de explicar todo esto y le pidió que lo siguiera enseñando. Dígales también que se está exigiendo un 4% para la educación y que yo no estoy de acuerdo. Eso es muy poco. Además, todos en la sociedad tenemos que aportar nuestro 100%. Hagan lo mismo todos ustedes aquí presentes, porque esta reforma educativa es una obligación de todos y tenemos que empezar hoy mismo.

Esta anécdota es un reflejo fiel de la triste realidad de la educación en la República Dominicana.

La manera de hablar de una sociedad refleja su nivel de educación en todos los órdenes. Más aún, nos muestra el grado de conciencia lingüística de los hablantes y hasta qué punto los agentes compromisorios están desempeñando su rol. Las reformas urgentes que necesita el sistema educativo dominicano tienen de antemano una gran deuda con la enseñanza de nuestro español, ya que, sin la habilidad para la expresión verbal y escrita, sin la capacidad para la construcción de las ideas, sin el conocimiento para la expresión del pensamiento, sin la conciencia de que nuestra lengua es nuestro vehículo de transmisión de nuestra riqueza cultural, de nada serviría acercarnos a otras fuentes del conocimiento universal. Elevar nuestros niveles educativos es una obligación de todos y no de unos cuantos y, para lograrlo, es fundamental reformar los métodos de enseñanza de nuestra lengua en las aulas y fuera de ellas, porque la lengua es de todos, “la lengua, es la Patria”.

PUNTO DE PARTIDA: NIVEL INICIAL Y NIVEL BÁSICO

Hace décadas que nuestros diferentes gobiernos vienen invirtiendo cuantiosas sumas de dinero en la educación superior. En el mundo globalizado que estamos viviendo, es innegable que debemos prepararnos cada día más para manejar los retos a los cuales nos enfrentamos como nación. Vemos con agrado cómo el abanico de ofertas universitarias se ha ido abriendo, dando paso a carreras de grado no existentes en nuestro país en años anteriores. Las maestrías y los doctorados son casi un requisito indispensable para ejercer las profesiones, amén de una larga lista de cursos, talleres y seminarios que adornan las hojas de vida de cualquier profesional que se presente a solicitar un empleo.

Por otra parte, la tecnología es una gran aliada de la educación y ha jugado en nuestro contexto social un papel primordial en la expansión del conocimiento, colocándonos como uno de los países de vanguardia en el uso de las computadoras y de los celulares como medios de comunicación a nivel mundial.

Ahora bien. Echemos un vistazo al proceso de enseñanza – aprendizaje de nuestra lengua materna, que es el área que nos concierne. Este proceso parte de la enseñanza de las competencias orales a las competencias escritas. Las competencias orales se van adquiriendo desde que el niño se forma en el vientre de la madre, porque va desarrollando un vínculo especial de comunicación con esa voz que escucha desde la comodidad de la matriz. Cuando nace, el niño va incorporando a su aprendizaje otras voces que aprende a identificar y que le van ayudando a construir las bases de sus competencias orales. Más tarde, pronuncia sus primeras palabras y, poco a poco, va incorporando a su oralidad los elementos esenciales para establecer la comunicación necesaria con los agentes de interacción propios de su etapa.

Recordemos con agrado cuando asistíamos a “la escuelita” por las tardes, como una manera de aprovechar el tiempo e ir aprendiendo a sociabilizar, y para recibir nuestros aprestos escolares. Era tan valiosa esta enseñanza que nos impartía la “señorita tal”, que al adentrarnos en la educación formal, esta base nos empujaba a querer más, a saber más, a aprender más. Hoy día tenemos esta iniciación a través de los preescolares, siendo ellos la puerta de entrada al sistema formal de educación.

El preescolar aporta la preparación inicial de la educación académica del alumno, pero la esencia del desarrollo académico del individuo en cuanto al proceso de aprendizaje de la lengua materna se produce en el nivel básico, porque es cuando el alumno aprende a construir, a inferir, a interiorizar, a transmitir, a ampliar su pensamiento haciendo uso de la palabra.

En el nivel medio, el alumno tendrá la oportunidad de profundizar en el estudio de la lengua e ir más allá de la etapa de adquisición: será capaz de analizar, criticar, comparar, hacer propias las ideas, conceptualizar, y, sobre todo, de ser capaz de crear con mayor precisión y complejidad al hacer uso de su lengua.

Ya en el nivel superior, el individuo desarrollará competencias enfocadas en el ejercicio de la carrera que curse, como por ejemplo, la evidente expansión léxica que se produce al adquirir la terminología científica propia de la jerga que caracteriza a su profesión. Y, afortunadamente, en nuestro país gozamos del privilegio de poder acceder, de una u otra forma, a todos los niveles de la enseñanza.

Sin embargo, ¿qué está sucediendo con nuestro sistema educativo dominicano en cuanto a la enseñanza de la lengua y en cuanto a la enseñanza de las demás competencias? ¿Por qué los resultados son tan deprimentes y frustrantes, si hoy en día tenemos mayor acceso a la educación, a las tecnologías, a los postgrados, a la navegación del conocimiento? ¿Por qué evaluamos a un profesional egresado de las aulas superiores, con maestría y con doctorado, y nos parece estar frente a un analfabeto? ¿Qué está pasando con la enseñanza de nuestra lengua materna en las aulas y con el uso de nuestra lengua fuera de ellas? ¿Qué se puede hacer para detener esta producción en serie de analfabetos funcionales que egresan hoy día de las escuelas y las universidades? ¿Qué podemos aportar a nuestra sociedad para colaborar con una reforma eficiente y efectiva del sistema educativo dominicano?

Propongo, que analicemos los modelos de años anteriores y los comparemos con los actuales. Todos sabemos que los resultados son muy distintos, partiendo de la dura realidad de que, como dicen muchos, un bachiller de cincuenta años atrás estaba mejor preparado que un profesional de hoy. Y no estoy hablando solamente de la educación pública, sino también de la privada, sin contar con que la educación en las comunidades rurales es verdaderamente precaria. ¿Qué ha pasado en estos últimos cincuenta años en la República Dominicana en términos de la enseñanza de la lengua? Un verdadero retroceso.

Hemos visto muchas innovaciones, muchos planes, muchas ideas brillantes que al final caen en el vacío y en la impotencia. Hemos tenido la importación de diferentes modelos pedagógicos, muchos de ellos fielmente apegados a unos objetivos soñados como ideales, pero que no se corresponden con nuestro contexto social. Hemos tenido la colaboración de especialistas capacitados que nos diagnostican, nos evalúan, nos proponen, nos trazan las pautas, y nuestra educación sigue en retroceso. Nos ha tocado discutir que si el fallo está en los textos, que si en el currículo, que la metodología no es la adecuada, que los profesores no están capacitados, que si es la educación superior, que falta mayor recurso tecnológico, y seguimos en retroceso. Y entonces, recuerdo a la “señorita tal” y a mis amiguitos compartiendo en la rancheta de su casa, bajo un frondoso árbol, donde una y otra vez había que practicar hacia dónde va el rabito de la a, si para la derecha o para la izquierda, o el palito de la b, si para arriba o para abajo, y que se dice buenas tardes, y que se dice hasta mañana. Porque con la vocación para enseñar se nace; no se hace. En las aulas se desarrolla, pero es en el corazón de los maestros donde verdaderamente se forja.

¿Es que el sistema tradicional es el mejor y tenemos que volver al sistema educativo de hace cincuenta años? No necesariamente, pero sí extraer de él lo mejor que nos haya dejado como herencia. Y hace falta responsabilidad y compromiso; hace falta ética profesional; hace falta desarrollar conciencia, tanto lingüística como social y, sobre todo, hace falta vocación auténtica.

Por eso tendremos que volver a poner en práctica lo que sí nos dio resultado en el pasado, y superarlo y adecuarlo a nuestros tiempos. No cabe duda de que nuestras mayores deficiencias educativas están en el sistema básico y ahí es donde propongo que debemos invertir más en la educación dominicana. Lo que no se corrige en el nivel básico, se arrastrará como deficiencia para siempre. No es posible que en los primeros grados un niño no pueda repetir el curso, porque ya ese sistema cambió. Si no sabe, no sabe. Y debe repetir su ciclo, aunque sea pre-primario. No es posible que la dislexia no se trate ni se corrija a tiempo, porque vemos con frecuencia a individuos que a nivel profesional aún no la han corregido. No es posible que un estudiante llegue al nivel medio sin saber leer ni escribir, y que se gradúe de bachiller y todavía no sepa que “Juan, Pablo, Duarte” no son los tres padres de la patria. No es posible que nuestras universidades sigan graduando analfabetos. No es posible que en nuestras escuelas, en vez de cantar el himno nacional, se escuche desganadamente una grabación, para colmo inaudible e ininteligible. No es posible que el izamiento de nuestra bandera sea un momento de francachela y distracción. No es posible que muchos de quienes ejercen como comunicadores o como difusores culturales sean modelos de mediocridad y que, en vez de ser edificantes para nuestra juventud, sean entes alienantes de la sociedad. No es posible que sigamos permitiendo que, en todos los contextos, ya no se respete el lenguaje formal y que lo que prime sea el lenguaje coloquial o, peor aún, se le de públicamente cabida al lenguaje soez y a la vulgaridad, exhibidos como si fueran un gran triunfo de la sociedad. Pero, sobre todo, no es posible que en este país de consumismo, de yipetas caras y de celulares de última moda, de computadoras último modelo y de comunicación global, las aulas estén llenas de personas graduadas como profesores, pero no capacitadas como maestros, quienes multiplican sus propias deficiencias en las generaciones a las que enseña. Nadie puede dar de lo que no tiene. Entonces, ¿qué podemos hacer?

En primer lugar, propongo desarrollar un modelo educativo de integración en el que los agentes participantes, Estado – escuela – alumnado – profesorado – padres, estemos comprometidos al ciento por ciento, y esto se puede lograr mediante una labor de concienciación. Y hay que comenzar por el nivel inicial y el básico, pero sin detenernos ahí. Si los padres no exigimos, los maestros no damos, la escuela es indiferente y el Estado no participa, el alumnado seguirá su indefectible descarrío en detrimento de ellos mismos y de la sociedad.

En segundo lugar, es necesario entender que no puede haber conciencia si no hay respeto ni disciplina; por tanto, estos tres elementos deben caminar de la mano. Por eso no entiendo ni entenderé por qué la formación moral y cívica ha desaparecido de nuestras escuelas. Sin respeto no hay disciplina; sin disciplina, no se logran los estados de conciencia que aspiramos tener.

Desafortunadamente, estamos viviendo en una sociedad en la que ni los padres ni los maestros están ejerciendo sus verdaderos roles y en la que el Estado invierte más en clientelismo político que en educación. Pero aún así, afirmo sin temor a equivocarme que las reformas pueden darse y que, para que esto sea posible, todos debemos involucrarnos. Y no creo que sea utopía. Llevo más de treinta años en la docencia y estoy satisfecha con los resultados de mi trabajo.

En tercer lugar, propongo que se revisen los modelos actuales, se revisen otros que han dado resultado en otros países, aprendamos de quienes han triunfado y tomemos ejemplos que se adecuen a nuestra sociedad, como lo dije anteriormente. Cada modelo pedagógico tiene sus ventajas y sus desventajas, pero la efectividad del mismo depende del contexto social en que se esté aplicando. Finlandia, por ejemplo, tiene un hermosísimo ejemplo que darnos en su sistema educativo, considerado el mejor del mundo, en el que la piedra angular del sistema es un profesorado altamente capacitado, cuidadosamente seleccionado, rigurosamente evaluado en cuanto a sus competencias orales y escritas, y de quienes se espera y se exige capacidad de empatía y comunicación, habilidades artísticas, musicales, y hasta matemáticas, para poder ejercer su profesión y desarrollar su vocación. Se les exige, además, el dominio de por lo menos una lengua extranjera, siendo la media el dominio de tres idiomas extranjeros. En Finlandia, el profesor es considerado como un profesional de alto prestigio y reconocimiento social y, de hecho, los profesores más competentes son colocados en los cursos de más bajo grado. Pero también en Finlandia es la familia quien vela por la educación de los hijos, siendo los padres los principales responsables del proceso, asumiendo sus roles y participando de forma activa y real en las actividades de carácter pedagógico que ofrecen los centros escolares. Se proporciona un alto grado de apoyo sociocultural y se fomentan los valores. En su sistema educativo, se fomenta la capacidad para pensar y estudiar, más que la de memorizar, pero por encima de todo conocimiento académico, se fomenta la responsabilidad y la disciplina en los hogares, en las aulas y fuera de ellas.

No soy finlandesa ni pretendo que traslademos su sistema educativo a nuestro país, aunque sería magnífico. Soy una dominicana realista que asegura que la reforma educativa en nuestro país es posible, pero tenemos que asumirlo como un reto de todos, aunando esfuerzos, y no como un reto particular de un segmento de la población. Tenemos que dar y tenemos que exigir para poder recibir. Tenemos que ser más participativos y menos indiferentes, o nos comeremos unos a otros. Y tenemos la mayor riqueza: gente valiosa de todas las edades, de todos los estratos, de todos los niveles culturales, que identifica esta realidad y que está dispuesta a comprometerse a luchar por nuestra educación dominicana.

Yo me comprometo a mejorar la educación de mi país aportando el 100% de mis conocimientos pedagógicos, de mis capacidades, de mis valores, de mi buena voluntad y de mi experiencia. Yo me comprometo a asumir que el cambio comience en mí, en mi actitud, en mi perspectiva, en mi disposición como agente de cambio, y que continúe con quien me quede al lado. Yo me niego a aceptar el deterioro educativo que arropa nuestro país. Yo me comprometo a dar mi 100%, pero también me comprometo a exigir.

¿Y usted? ¿Qué está dispuesto a aportar?

SUGERENCIAS PARA SER APLICADAS EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL COMO LENGUA MATERNA, EN EL AULA Y FUERA DE ELLA

NIVEL INICIAL

El aprendizaje, o más bien, la adquisición de un idioma, incluyendo la lengua materna, en sus primeras etapas se basa en el desarrollo de las competencias orales. El proceso de aprendizaje debe ser cíclico y gradual. Por tanto, debemos fomentar:

a) El vínculo con la madre en el hogar y, en el aula, con la maestra. Debemos fomentar los cantos de cuna, el arrullo, los cuentos antes de ir a la cama, la interacción constante con los padres y con los demás miembros de la familia. En todos los tiempos, los niños han respondido y siguen respondiendo a las palabras mágicas de: “Había una vez…”

b) La presencia de la enseñanza en la interacción social en la escuela. Hay que volver a las rondas, a los cantos, a los pequeños poemas, a toda actividad lúdica que despierte en el niño el amor por el aprendizaje.

NIVEL BÁSICO

Hay que trabajar arduamente en estas actividades, asignando y evaluando:

• Dictados corregidos, (aunque suene extraño, sí, corregidos).
• Lectura expresiva y lectura comprensiva.
• Caligrafías y copiados a mano (no a computadora) de textos ya discutidos, entendidos y asimilados. Nunca asignar la caligrafía como castigo, sino como ejercicio de superación. Y fomentar en el estudiante la conciencia por ello.
• Escritura de composiciones y creaciones. Uso del diccionario.
• Espacio para el desarrollo de las habilidades artísticas innatas.
• El canto, el baile, la música, la poesía, el teatro, son manifestaciones en las que la oralidad juega un importante papel. El niño necesita aprender ritmo y musicalidad para transmitirlo a las palabras, si queremos que desarrolle sus competencias orales de manera eficaz. Necesita el teatro, para aprender mediante el juego a ser un ente de la sociedad.
• Adivinanzas, fábulas, trabalenguas, actividades lúdicas en las que la lengua sea de primordial importancia.
• Fomentar el respeto por nuestros valores patrios a través de los himnos cantados, no escuchados en grabación.
• Fomentar el desarrollo de la conciencia lingüística desde los inicios del alumno. Esta se desarrolla en la medida en que ayudamos al niño a entender sus errores, a superarlos y a asumir – en su pequeño mundo – el reto de no volverlos a cometer. Y a hacerlo con amor y con conciencia y no como castigo o frustración. Todavía uso la práctica de: “Escribe cinco veces la palabra en la que te equivocaste”. O diez veces, si el estudiante lo necesita, pero asignado con amor.
• Es necesario disminuir las distracciones en el aula. ¡Por Dios! ¿Para qué necesitan los niños celulares en un aula? Y luego nos quejamos de que el niño tiene dislexia o tiene el síndrome de déficit de atención.
• No estoy de acuerdo en que se compense al niño por pasar de curso. De esta manera, se le está estimulando a que los padres y los maestros tengan que “negociar” el interés del alumno en el aprendizaje. El interés por aprender se fomenta, no se negocia. Su mayor regalo es el aprendizaje per se y debemos ayudarlo a crear conciencia al respecto.

NIVEL MEDIO

• Fomentar el estudio de las bellas artes como vehículo de expansión cultural.
• Enfatizar en el estudio de las obras literarias y sus autores.
• Profundizar en el estudio de movimientos, épocas, estilos y autores literarios.
• Propiciar el conocimiento de la literatura universal y, de manera particular, de la hispánica y la latinoamericana.
• Propiciar el estudio y la investigación de la literatura dominicana.
• Fomentar la investigación, el análisis, la crítica, el debate, la discusión edificante.
• Asignar composiciones y trabajos de investigación a mano, no a computadora. El hecho de que el alumno domine las competencias de lectoescritura no significa que ya no necesita seguir practicándolas. Además, los trabajos a computadora en la mayoría de los adolescentes significa copiar, pegar y no trabajar.
• Fomentar los concursos literarios, tanto en poesía como en prosa.

NIVEL SUPERIOR

• Promover las prácticas de lectura y escritura para el desarrollo de las competencias discursivas y cognitivas del estudiante, con miras a ser aplicadas al mundo profesional.
• Fomentar las prácticas de aprendizaje continuo e investigación científica en el estudiante en el campo pedagógico.
• Propiciar el intercambio de adquisición de conocimientos de especialistas e investigadores en cuanto a la enseñanza académica de la lengua materna.
• Incidir en la formación y en la actualización docente de alto nivel en el campo de la enseñanza de la lengua materna.
• Propiciar espacios de discusión y análisis técnico-científico para el avance de las investigaciones pedagógicas.
• Incidir en las políticas educativas nacionales, preparando profesionales verdaderamente capacitados en la enseñanza de la lengua materna.
• Fomentar programas de capacitación de postgrado en el campo de la pedagogía.
• Participar y orientar en programas de mejoramiento docente de la enseñanza de la lengua materna, en todos los niveles.

GOBIERNO / MINISTERIO DE EDUCACIÓN

• Realizar un estudio de diagnóstico comparativo entre el sector público y el privado del nivel básico y medio, abarcando también la educación impartida en seminarios religiosos y en academias militares, con el objetivo de identificar los siguientes factores que inciden en un resultado eficaz en los procesos de aprendizaje:

(a) Dónde se obtuvieron mejores resultados académicos y por qué
(b) Cuáles fueron los programas más adecuados
(c) Cuáles metodologías fueron las más eficaces
(d) Si el tipo de disciplina entre un centro y otro influyó en los resultados
(e) Si el tipo de disciplina influyó, por qué y cuál fue.

• Las reformas educativas a implementarse deben incluir todos los niveles: alumnado, padres, profesorado, dirección escolar, inspectores o supervisores, ministerio, gobierno, población.

• Hay que establecer:

* Programas eficaces de estudio
* Planes de trabajo adecuados a los programas
* Supervisión escolar que garantice el buen cumplimiento de los objetivos generales y específicos

• Es alarmante la displicencia del profesorado en el sector público. Pocas horas de labor; suspensiones frecuentes de labores; incumplimiento de horarios; pobre enseñanza de contenidos; pobre aplicación de metodologías de la enseñanza.

• Es alarmante la conducción de programas de los canales locales de televisión, tanto en la comunicación oral como en el contenido de los programas. Si el habla de un pueblo denota su nivel de educación, es deprimente lo que vemos en la televisión, siendo este uno de los más importantes medios de difusión sociocultural. Un comunicador no preparado no debería aparecer en televisión; está llamado a ser modelo de hablante y difusor cultural. La televisión dominicana es alienante, más que edificante.

• Revisar los modelos actuales de enseñanza. Comparar modelos que han tenido éxito en nuestro propio país. Implementar las reformas de lugar.

• Propiciar un diálogo entre los entes de cambio en el sistema educativo, con miras a abocarnos a la búsqueda de soluciones concretas a corto, mediano y largo plazo.

MAESTROS

* Dedicarse a esta profesión por vocación y no sólo por remuneración.
* Dar, dar y dar más de ustedes mismos, para que puedan exigir.
* Exigir mayor capacitación. No ser conformistas. Investigar. Participar. Aprender.
* Asumir la responsabilidad que encierra esta hermosa tarea y prepararse para ello, porque para poder enseñar, hay que ser un estudiante de por vida.

PADRES

* Involucrarse en el proceso de educación de sus hijos.
* Exigir, pero para exigir, primero hay que dar. Estoy segura que la conciencia lingüística la adquirí primero en mi hogar, y luego la desarrollé en mi escuela. Se me enseñó a amar nuestra lengua, no a maltratarla. Se me enseñó disciplina, respeto y responsabilidad.
* Fomentar y aplicar más disciplina para con los hijos. Menos celulares, menos computadora, menos televisión y más estudio, compromiso y responsabilidad. El hecho de no exigir responsabilidad a los hijos es no ser responsables como padres.

ACADÉMICOS DE LA LENGUA

* Crear conciencia de que, en todo contexto, somos el modelo a seguir como hispanohablantes; por tanto, nuestra dicción en público y el uso general de nuestra lengua hablada y escrita siempre serán observados y cuestionados.
* Incidir en las políticas de reforma del sistema educativo, como guías orientadores y auténticos agentes de cambio para beneficio de nuestra sociedad.
* Elaborar una propuesta formal para presentar al Ministerio de Educación y/o Gobierno, con recomendaciones para un verdadero plan de reforma del sistema educativo dominicano, en cuanto a la enseñanza de la lengua materna.
* Promover cursos de capacitación para la enseñanza de nuestra lengua materna, impartidos en el seno de la Academia.
* Propiciar debates y discusiones sobre aspectos pedagógicos de la enseñanza de nuestra lengua materna con especialistas en el campo.

Quiero destacar el hecho de que no presento en estas listas las sugerencias para el alumno, ya que pienso en él como la hoja en blanco que todos nosotros debemos nutrir. Nuestra responsabilidad no es colocarnos en el papel del alumno, sino ejercer nuestros roles y fomentar en él los niveles de conciencia requeridos para que, mediante el estímulo, sea él mismo quien desarrolle su capacidad de aprender a aprender. Y ayudarlo a lograrlo en un 100%.

Más sobre Finlandia y la educación.

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