lunes, 15 de agosto de 2011

NI YO LO PUEDO PROVOCAR, NI TÚ LO PUEDES IMPEDIR

Por Melvin Mañón

Si yo viviera en Londres estaría preguntándome: Y ¿de dónde ha salido tanto odio y rencor como para que miles de jóvenes salgan a la calle a ocasionar destrozos de todo tipo. De hecho, la gran pregunta y el espacio de reflexión que autoridades y sociedad inglesas acaban de abrir es precisamente este. Parece haber una fuerte inclinación a separar dos cosas: el “houliganismo” muy típico de Gran Bretaña y la conducta de los excluidos. Los primeros son vándalos por definición, los otros, solo a veces y por coyunturas. Cuando la policía inglesa asesinó al brasileño De Menesses no hubo gente en las calles.

Ahora cuando lo repitieron si. No me atrevo a asegurar una cosa o la otra, pero no tengo dudas de que el sentimiento de exclusión, de haber sido expulsados de la mesa y de la comilona a la cual se creían convocados se convierte en una fuerza poderosa. Duggan, el muerto de ahora fue la excusa, no la causa. El descontento, el rencor, la envidia estallaron por esa brecha. Desde los tiempos de Marx, se conoce y maneja el concepto de salario real Vs. Nominal y todavía es válida la comparación. Para la gente, el asunto no es cuanto yo gano, si no, cuanto ganan los otros; a que nivel de bienestar yo tengo acceso, Vs. Cuanto bienestar derrochan los otros. Como consigna Tony Karon en un artículo en TIME, son muchos los que han llegado a la doble conclusión de que, siguiendo las reglas y normas establecidas no van a ninguna parte y de que, incluso el sistema político les ha fallado porque perciben, con demasiada claridad que está al servicio de banqueros y corruptos, no de la gente común.

Si fuera israelí o colono asentado en las tierras usurpadas a los palestinos estaría preguntándome como fue posible que el fin de semana del 7 de agosto de 2011 alrededor de un cuarto de millón de personas salieran a las calles a manifestar su enojo por el prohibitivo costo de la vivienda, de los alimentos y de los impuestos. Sépase que en un país pequeño y tan obsesionado por la seguridad como Israel, sacar a la calle esta cantidad de personas, es una proeza de cuyo logro el primer sorprendido fue la joven mujer que, sin partido, movimiento ni organización propia, la convocó a través de Facebook. He querido significar precisamente que, si las condiciones están maduras y una persona cualquiera es capaz de concebir una consigna o llamado apropiado, su sólo esfuerzo puede tener una capacidad de convocatoria que ya quisieran muchos tener. Por algo señala Michael Scheuer que la invención de la imprenta trajo la Reforma Protestante y las grandes guerras religiosas. Es decir, apuró el cambio, la inestabilidad dinámica, exactamente como hacen Internet y las redes sociales hoy día. ¡Que bien!

No me referí nunca al transistor como un “problema” sino como una innovación de intrascendente apariencia que revolucionó el mundo. Lo que hizo que en los campos y parajes del mundo la gente dejara de hablar de gallos, nubes y fantasmas y se metieran a opinar sobre el FMI y otros temas globales fue el transistor, tan revolucionario y disociador como la imprenta y ambos ahora, como Internet y las redes sociales.

Hay una contradicción fundamental en el capitalismo en general y agravada en su etapa actual. Su tendencia natural es hacia la concentración de la riqueza, pero cuando esta se acelera y se sale de control (el que ejercían el Estado moderno, los gobiernos socialistas y los partidos y sindicatos) ocasiona el despojo masivo de los empleados y trabajadores a los cuales empobrece porque sencillamente los obliga a aumentar la productividad, estanca o reduce los salarios, los despide para ganar cotización en bolsa y los despoja de la ilusión de “prosperidad” que con tanto éxito les habían transmitido antes. No se trata de un asunto de velocidad de generar y satisfacer expectativas. Es mucho más grave y más profundo. Este capitalismo no tiene ni se rige por barones, “tycoons”, ni empresarios sino por ejecutivos, jóvenes, internacionales, despiadados e ignorantes.

No temen al “socialismo”, no hay sindicatos que los frenen y hace tiempo que compraron a los políticos y a todo el sistema. Su gestión es autodestructiva pero ellos no lo saben ni les importa. Como no están atados a fábricas ni plantaciones viven y operan donde les plazca, no tienen problemas obreros pues con eso cargan otros (los chinos ahora) ni juran por bandera alguna; ni siquiera por los paraísos fiscales que los acogen.

Me explico

El neoliberalismo instaurado a escala mundial en el curso de los últimos 40 años desplazó la producción de bienes del centro de las economías capitalistas avanzadas y se concentró en la manipulación del capital y la especulación, la financiarización, la bursatilización y otros nombres y apodos que ha recibido el proceso. Aceleró la concentración del capital y la riqueza en un número cada vez menor de manos a expensas del empobrecimiento de todos los demás. Para finales de los años 90, ese proceso estaba totalmente consumado y desde entonces, el capitalismo, ya globalizado, empezó a decaer victima de su propio éxito. Todo el malestar y el descontento que hoy existe a escala global, tanto por el ordenamiento económico como por la cubierta política e institucional que lo protege, resultan del espectacular éxito del neoliberalismo.

El fraude y la corrupción son esencialmente inherentes al sistema como nunca antes lo fueron ni por escala, profundidad ni por amplitud. “El todo vale” con tal de tener éxito es una nueva propuesta de vida y de cultura que ellos no solamente protagonizaron sino que lograron transmitir a todo el resto de la sociedad. Los políticos, las clases medias y los pobres han abrazado el todo vale con tal de tener éxito. Sin esa cultura específica, sin esos valores específicos y sin las labores de demolición del marco jurídico nacional e internacional que efectuaron; sin una generación de canallas como la actual y sin la complicidad tolerante del entorno, las cosas que estos carajos han hecho no hubieran prosperado jamás. Por tanto, nunca, bajo ningún concepto podría consentir en no hablar de fraude y corrupción porque se rebaje uno al nivel de periodista.

Cuando este éxito y las políticas de endeudamiento y fraude ilimitados en los que se sustenta hacen crisis, el sistema entero resulta incapaz de responder a las expectativas de la gente. El neoliberalismo trajo inmensa prosperidad a los pocos y la ilusión de otra prosperidad a los muchos. En palabras de Eduardo Galeano: “El poder que practica la injusticia y vive de ella, transpira violencia por todos los poros. Sociedades divididas en buenos y en malos. En los infiernos sub-urbanos acechan los condenados de piel oscura culpables de su pobreza y con tendencia hereditaria al crimen. La publicidad les hace agua la boca y la policía los echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece, objetos mágicos que hacen realidad los sueños, lujos que la tele promete, las luces de neón anunciando el paraíso en las noches de la ciudad, esplendores de la riqueza virtual: como bien saben los dueños de la riqueza real, no hay Valium que pueda calmar tanta ansiedad ni Prozac capaz de apagar tanto tormento. La cárcel y las balas son la terapia de los pobres”.

El capitalismo neoliberal, vive ahora múltiples crisis manifestándose de una sola manera principal. Hace muchos años dije que: el mundo, (no solamente el capitalismo) vivía una crisis múltiple y convergente ecológica, demográfica, financiera, política y social y desgrané en la ocasión el perfil de cada una de esas crisis. He vivido lo suficiente para verla materializarse y que ahora la llamen una crisis multisistémica. La crisis que deriva del endeudamiento excesivo o apalancamiento como lo llaman ahora y donde, para salvar esas fortunas de papel, se nos exige que paguemos la cuenta de la fiesta en la que no participamos ni fuimos invitados. Es decir y como advierten los economistas que no están vendidos: los banqueros y financistas privatizaron las ganancias pero lograron socializar las pérdidas. Eso es lo que se llama un negocio redondo.

Los estados tratan de suprimir los derechos adquiridos en casi cien años de capitalismo para pagar las deudas contraídas con otros propósitos y fines. El llamado “Estado de Bienestar” no necesitó nunca endeudarse, ha sido y es autosustentable. Ahora quieren liquidarlo primero porque no pudieron privatizarlo bajo Bush y segundo porque el dinero no alcanza para pagar sus guerras y a la vez reducirle los impuestos a los ricos. En la agenda teórica de la derecha esto se llama “Starve the Beast” es decir, deliberadamente estrangular las recaudaciones del Estado mientras se expande el gasto. El déficit creado artificialmente hay que cubrirlo, entonces se plantea eliminar los beneficios sociales no suprimir los gastos militares y demás absurdos. Lo anterior no es un capricho ni una improvisación sino el pensamiento registrado y publicado de Strauss, Rand y otros pensadores de la extrema derecha que fueron los maestros de dos grandes canallas: Milton Friedman y Allan Greenspan.

La otra crisis que empieza a vivir el capitalismo neoliberal y la más prometedora es que, una parte todavía pequeña de esta humanidad en Grecia, Irlanda, Islandia, España, Londres, Israel etc. ha dicho que no está dispuesta a pagar el consumo y el dispendio de otros y por eso sale a las calles y en ocasiones arrasa con todo lo que encuentra. Si hubiéramos de vernos en el espejo de lo que ya acontece, podríamos hacer un ejercicio de adivinanzas. Cuando los dominicanos no puedan más y hasta me complace afirmarlo, el ajuste de cuentas será más severo e inevitablemente más sangriento porque entre nosotros se dan agravadas y deformadas todas las condiciones que lo producen en otras partes. Dejando a un lado a los narcos y los apóstoles del peculado que acompañan a Leonel, los otros suman, a la insularidad la incompetencia, mayor exclusión y vocación de exilio. Quisiera tener el calendario de estas ocurrencias, pero como ya les dije y titulé este trabajo estamos hablando de algo que yo no puedo producir ni ustedes pueden impedir.

Cuando todas las puertas se cierren, ¿por cual de nuestro barrios empezarán los pobres y los vándalos, los justos y los pecadores a dar candela? ¿Por cuales plazas, centros comerciales, resorts, torres y demás empezarán? Pero, a diferencia de Londres, donde la policía, al momento de escribir estas líneas no ha matado a ningún manifestante ni a ningún vándalo, en la República Dominicana, en muchos lugares recibirán a “esos pobres, feos y sucios, culpables de su propio destino a tiro limpio”. A pesar de esa certidumbre, las personas y fuerzas progresistas no debemos temerle al caos, la anarquía y esa violencia en parte social, en parte criminal. Al contrario, debemos verla en su contexto, esperarla y hasta desearla porque, mientras que no vivamos la sacudida no hay posibilidad (nunca certeza) de un renacer. Lo bueno y lo malo de esto es que, en relación a cualquier interlocutor este desmadre: NI YO LO PUEDO PROVOCAR, NI TU LO PUEDES IMPEDIR.

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