Por Rafael Colombo
Por poco se me olvida, Coronel de siempre, que su gesta fue en la República Dominicana, un país reducido a la estricta dimensión de un paquete de órdenes para los tribunales. Por poco se me escapa, Coronel de la montaña, que usted ganó sus auténticos galones en combate, precisamente en el mismo país donde la misma izquierda aún no resuelve su elemental debate. Por poco se me pierde en el recuerdo, Coronel del alba, que fue aquí donde usted cambió sus doradas charreteras por una simple estrella inapagable, en un país donde los traficantes de todo lo traficable hoy exhiben su opulencia en plena calle.
Por poco distraigo mi memoria, Coronel trashumante, de que fue en esta tierra donde usted dejó su sangre, que sigue sin embargo viva, por encima de curiosas lides electorales; por encima de políticos farsantes; por encima de desertores, burócratas venales y demagogos capaces de hacer olvidar a todo un pueblo que ha tenido un pasado grande.
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