VENTAJA DEL CRIMEN POLÍTICO SOBRE EL CALLEJERO
Por Rafael Calderón
NEW YORK. La frialdad característica del atracador callejero y la del político poderoso son idénticas, pero la ventaja del crimen político frente al callejero es de la tierra al cielo en sistemas como el operante en la República Dominicana. Eso me dije viendo a Noel Valentín Almonte (Marumba) hablando fríamente sobre su participación en una banda que ha cometido al menos cinco crímenes en Santiago.
El confeso criminal de tan sólo 21 años de edad hoy está fuera de las calles, y así será mantenido hasta que pague con cárcel por sus crímenes. No tengo la menor duda de que en este caso la justicia criolla va a funcionar de manera ejemplarizante. Es así como debe ser, y debería ser así con todos los criminales, incluyendo a los políticos.
Mire, aunque el crimen callejero se comete a punta de arma -es violento y sangriento- resulta ser una especie de hermano menor, mejor es decir un hijo del crimen político que se cristaliza a punta de bolígrafo y en acuerdos de aposento.
La banda de Santiago mató a cinco personas y enlutó a decenas o cientos de familiares y amigos de sus víctimas. Pero, es feo decirlo, en un país dominado por el crimen de arriba hacia abajo sus malvadas y letales acciones se quedan cortas en cuanto al daño real directo infligido a la sociedad si las comparamos con las ejecuciones múltiples en el entorno del narcotráfico. Y todas se quedan muy cortas ante el mayor crimen cometido contra la nación, como lo fue entregar a la Barrick Gold para que lo explote a su mejor conveniencia el oro de Pueblo Viejo (valorado en más de 40 mil millones de dólares) y ubicado en una ubérrima faja de territorio con ríos que terminarán sepultados por la contaminación.
Cierto es que el plumazo dado en favor de la Barrick Gold no generó una crónica roja en el instante, pero sí la genera la secuela de ese acto de enajenación y robo de la riqueza que corresponde a todos los dominicanos, porque eso constituye una negación despiadada del poder establecido a que los pobres, con lo que produce su país, tengan oportunidad mínima de escapar de su miseria solemne que, dicho de pasada, es el caldo donde se cultiva el crimen callejero. Por esto es que hay que verlo como hijo del crimen político.
Marumba dejó boquiabierto a quienes lo vimos ofreciendo sin inmutarse su testimonio salpicado de arrepentimiento y petición de perdón. Fuimos nosotros quienes nos inmutamos por él, pero debemos preguntarnos si tendrá capacidad para inmutarse un ser que a los 21 años -cuando todavía la inmadurez campea en la mente- hizo del robo y la disposición a matar la profesión para mantenerse él y los suyos. Dudo que la tenga, y en caso de que la tenga frente a la cámara se manejó con la frialdad del criminal político, frialdad que a él le criticamos, pero que a los políticos se les aplaude y se les reconoce como virtud, como condición indispensable para el dominio del poder. ¡Qué ventaja tienen los políticos!
Observe, el joven delincuente vino al mundo como un pobre bebé en 1992, estando en el poder el doctor Joaquín Balaguer, considerado el paradigma de los políticos fríos del país. Cuatro años de su azarosa vida transcurrieron durante la presidencia del aspaventoso Hipólito Mejía, 12 bajo el mandato del glacial Leonel Fernández y alcanzó su cenit como criminal en estos meses de gobierno de Danilo Medina, estimado por sus partidarios como un gélido estratega, condición a la que ellos atribuyen la obtención del cargo de presidente, aunque justo es decir que más que todo fue producto del anunciado gasto de más de 40 mil millones de pesos de las arcas nacionales para comprarle el puesto.
Sin duda, la frialdad política es muy rentable en nuestro país, porque prácticamente no nos inmuta y reaccionamos con gran lentitud sobre la misma, si acaso reaccionamos. Perdimos la capacidad de exigir justicia frente al político frío.
Balaguer descansa en su tumba fría, después de pasar más de medio siglo fríamente en el poder, con 20 de ellos disponiendo a su antojo de la vida del resto de los ciudadanos del país. Cuando finalmente fue compelido a soltar la presidencia y el doctor Guillermo Moreno intentó cuestionarlo por sus acciones éste perdió el cargo de fiscal del Distrito Nacional que ostentaba. Así que no pudimos ver al doctor Balaguer respondiendo al cuestionamiento de sus prolongados mandatos, en los cuales el “crimen de estado” fue asunto común. No tuvo que justificar ni aclarar nada, no se paró frente a un tribunal, como casi siempre tienen que hacerlo los criminales menores.
Y la historia se repite. El propio doctor Moreno sometió un expediente acusatorio para que Leonel rinda sus cuentas ahora, pero el ensañamiento de una turba de abogados en la sede de Fiscalía del Distrito Nacional con una foto del ex fiscal fue sólo una pequeña señal de lo que son capaces de hacer si la fiscal Jenny Berenice Reynoso le da curso a la acusación. Se puede apostar mucho a poquito a que -con todo y que Leonel nombró personalmente a los miembros de los altos tribunales- la fiscal, también nombrada por él, no lo enviará al banquillo para que sus propios jueces lo descarguen.
Así que acabamos de ver al frío Marumba hablando arrepentido, pidiendo perdón y justificando sus actos con su miseria, porque la justicia lo redujo a prisión. Mas no esperemos ver en esos afanes al glacial Leonel; él no se arrepentirá, no pedirá perdón al pueblo por el despojo del oro, no será cuestionado por las serias y documentadas acusaciones que le hace el doctor Moreno, porque la justicia que sacó de las calles a Marumba es la que garantiza que él todavía ande suelto.
Por hoy me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de la República Dominicana.
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