¿SON LAS UNIVERSIDADES LAS CULPABLES?
Por Ángel Hernández
Hay que hacer una amplia reforma de la formación de los docentes
En la actualidad algunos sectores de opinión buscan un culpable de los resultados lamentables del sistema educativo dominicano. Aducen que tales resultados se deben a la mala formación que reciben los docentes en las universidades del país y, en consecuencia, es necesario importar docentes para incorporarlos a las aulas para producir un impacto a corto plazo en los aprendizajes de los alumnos.
Tales argumentos carecen de veracidad. Me explico. A raíz de los trabajos realizados dentro del proceso de elaboración del Plan Decenal, 1992- 2002, se puso en marcha un ambicioso programa de titulación de docentes del nivel básico con fondos del BID y del Banco Mundial. Se esperaba que 10,000 docentes bachilleres se titularan como técnicos superiores en educación y al efecto las universidades fueron convocadas por el Ministerio de Educación para asumir esa formación. Las universidades debían asumir el plan de estudio ofrecido por el Ministerio. Concluida esta primera etapa de formación, el Ministerio financió 3,000 becas adicionales para el grado de licenciatura. En esta oportunidad se dispensó una formación general orientada a formar docentes por nivel de enseñanza. Así, las universidades empezaron a ofrecer la licenciatura en educación con mención en inicial, básica o media según sea el caso.
Sin embargo, la orientación dada a la formación inicial de los docentes resultó errada ya que hacía énfasis en la especialidad del nivel y en la formación pedagógica de los docentes y no en los contenidos curriculares, es decir, se inició una formación de docentes que centraba la atención es las especificidades del nivel educativo y en los métodos de enseñanza y se descuidó lo fundamental del proceso educativo: el contenido de las disciplinas.
Paralelamente a la definición de la formación docentes a nivel de licenciatura, se estableció, en 1995, un nuevo currículo en todos los grados, ciclos, niveles y modalidades de formación basado en las teorías vigentes en la época que hacían énfasis en la construcción del conocimiento y en el valor de las experiencias previas en la formación de las nuevas generaciones. Para que los docentes pudieran poner en práctica tal currículo era necesario llevar a cabo un amplio programa de formación continua para los docentes en ejercicio y se decidió la creación de un organismo especializado, el INAFOCAM, cuya apertura se produjo en el 2002, es decir, siete años después de iniciada la Transformación Curricular.
Este organismo, si bien ha desarrollado planes de formación, su labor ha sido limitada ya que los recursos a su disposición han sido insuficientes para asumir el reto de ofrecer cursos de educación continuada a los 80 mil docentes que integran la plantilla pública de profesores.
En realidad los docentes formados para atender la naturaleza de los niveles educativos y la insuficiente formación continuada de los mismos son, a mi modo de ver, las razones de los bajos resultados de aprendizaje que obtienen nuestros docentes en su práctica a nivel del aula. Por ejemplo, un docente formado para atender el nivel básico debe tener un pleno dominio de las diferentes áreas curriculares: español, matemática, ciencias naturales y sociales, deportes, idiomas, religión, etc., lo cual no es posible. Apenas logra tener conocimientos generales de algunas de esas disciplinas. Al momento de enseñar en un curso se limita a ofrecer orientaciones generales sobre los contenidos del libro de texto. Esta deficiencia inicial limita grandemente la capacidad del docente para lograr buenos aprendizajes en sus alumnos. La formación continuada debía complementar la formación recibida, pero INAFOCAM no ha cumplido con su rol por lo antes indicado.
Lo importante ahora es saber qué hacer para lograr, a corto y mediano plazos, que los docentes asuman su rol de verdaderos formadores de las nuevas generaciones. En primer lugar, hay que hacer una amplia reforma de la formación de los docentes y poner el énfasis en los contenidos de las disciplinas del currículo. Hay que formar docentes en matemática, ciencias, español, etc. Hay que volver la atención a lo importante en el proceso de aprendizaje: el contenido de las disciplinas. En lo inmediato, hay que incorporar a profesionales de campos afines a las disciplinas de enseñanza: ingenieros, médicos, biólogos, agrónomos, químicos, etc. para que asuman la enseñanza de las áreas curriculares más importantes. Al mismo tiempo, INAFOCAM debe ser dotado de los recursos necesarios para financiar un plan nacional de formación continuada de los docentes en las disciplinas y áreas curriculares donde los resultados de aprendizaje de nuestros alumnos son más bajos.
Finalmente, es necesario repensar la importancia de las áreas curriculares en la formación de nuestros niños y niñas y establecer que el español, las ciencias y la matemática son fundamentales y colocar en las mismas a los mejores docentes y pagarles un salario adecuado para evitar que quieran emigrar a otros sectores de la economía nacional. Nuestra educación será de mayor calidad cuando nuestros docentes lo sean. Las políticas públicas en educación deben ser orientadas a lograr que todos los componentes del proceso educativo confluyan en lograr buenos resultados de aprendizaje en los alumnos y velar, a través de evaluaciones puntuales, que las metas previstas se cumplan.
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