lunes, 20 de agosto de 2012

LA OPINIÓN DE MELVIN

EL LEGADO DE LEONEL
Por Melvin Mañón

La gente está más o menos convencida de que Leonel Fernández deliberadamente dejó a quien fuera su sucesor una situación económica cuasi imposible. Yo pienso que dejó un legado mucho peor del cual no tantos se percatan.

Sin dinero para terminar el año, con un déficit ya en 76 mil millones gastado sobre el presupuesto, consumida la capacidad de endeudamiento, el gobierno dominicano, en este caso Danilo Medina estará presionado y constreñido, con impuestos ya demasiado altos y un entorno internacional hostil. La creencia generalizada es que, en estas circunstancias el sucesor de Leonel pagará los platos rotos. No hay motivo para desmentir esta creencia. Pero esta es apenas una parte de la historia, es la que irá a las calles, al congreso y a los medios, pero no es la más importante.

Leonel Fernández le deja a su sucesor una administración pública corrupta, envilecida, incompetente, absurda y fatua como no habíamos conocido nunca antes. ¿Cómo puede un nuevo gobernante traer al redil a cientos de miles de empleados públicos que se acostumbraron al todo vale, lo mío alante y no pasa nada? ¿Cómo satisfacer tantas apetencias y expectativas? Si no hay castigo, sino más impunidad, ¿con qué y cómo controlar la corrupción?

Leonel Fernández recibió un PLD que siempre fue hipócrita y santurrón pero que no obstante estaba equipado con algunas virtudes. Al final de su gobierno, deja un PLD corrompido de arriba abajo y en el cual, la seriedad es la excepción, no la regla.

Es verdad que el nuevo gobierno no tendrá dinero, pero más penoso es preguntarse cómo podrá poner orden y control en una administración pública que tiene ya ocho años haciendo lo que le viene en gana.

¿En quién se puede confiar a la hora de tratar de hacer las cosas bien? No tenemos información ninguna que nos indique el curso de acción que seguirá Danilo Medina pero, con tanto desorden, a nadie le será fácil gobernar y menos cuando existe una carencia de legitimidad que muchos creen superada, pero que no lo está. Por si esto fuera poco, ¿quién puede imaginarse una guerra civil entre peledeístas?

Con toda y la tanta gente que Leonel compró, sobornó, privilegió; con todas las inconductas que permitió, con todos los malos ejemplos ante los cuales ni dijo ni hizo, con todas las denuncias que rehusó investigar, con todo el dinero que dilapidó y con todas las autorías y complicidades por las cuales es responsable, es difícil imaginarse como alguien paciente, organizado y discreto como Danilo Medina pueda organizar un país, imponer austeridad sin sancionar lo mal hecho.

Por ejemplo, el país está técnicamente quebrado y moralmente descuartizado. Para enfrentar lo primero hay que buscar dinero externo e interno. Más endeudamiento y la aplicación de la temida reforma fiscal, FMI, bonos soberanos y demás figuras del arsenal técnico financiero. Para contener el daño causado por las prácticas corruptoras de Leonel hay que, no solamente poner el ejemplo propio sino también perseguir el crimen con todos y cada uno de los instrumentos legales, sociales y políticos de que pueda disponerse. Eso no se parece a Danilo Medina pero ojalá sucediera.

En la calle hay mucha gente que aunque antes no tuviera esperanzas en Danilo, ahora, ante el hecho consumado de su ascenso al gobierno, desean para sí mismos y también para otros que suceda lo mejor, es decir, que Danilo no salga tan malo como Leonel. Esto no es, en principio, difícil. Hasta por el carácter son distintos. Uno discreto, austero más bien, sencillo, el otro envanecido, sordo, derrochador, corrupto y con complejo, creyéndose sus propias mentiras.

En los próximos meses pues, tendremos una nueva reforma fiscal segura, no el inicio de la persecución a Leonel y su banda de malhechores. La reforma va en la línea de la gobernabilidad, la persecución a Leonel sería parte de la construcción del país, pero lo más probable es que Danilo haga como Obama quién por no denunciar a Busch en su crisis económica y sus guerras, terminó heredando la culpabilidad por ambas.

De seguro habrá reforma fiscal impuesta por el FMI pero también y sobre esta misma exigencia el nuevo gobierno se montará a cabalgar para disponer de recursos. ¿Qué nos darán a cambio de esa nueva reforma fiscal? ¿Quién pagará los platos rotos del dispendio, la prevaricación y el peculado leonelista? Nosotros, a no dudarlo, y si fuéramos dichosos, infinitamente dichosos, veríamos a cientos de miles de empleados públicos que nunca han trabajado ni nunca hicieron falta, ser despedidos.

Pero ¿veremos a Leonel perseguido?

¿Cuál de los dos accionar es más instrumentable?

Los asesinos del periodista y amigo Orlando Martínez fueron a parar a la cárcel gracias a la tenacidad de Narciso Isa Conde y un muy reducido grupo de personas que los persiguió día y noche durante años. El mandante de homicidio de Jordi, el abogado hijo de Negro Veras también terminará (permanecerá) en la cárcel a pesar de todos los subterfugios y trampas empleados por los abogados del mandante de asesinato a su favor porque, no me cabe duda de que Negro y algunos de los que compartimos su causa no dejaremos de perseguirlo nunca. Hace días, un amigo que mucho aprecio me urgió indignado y emocionado:

- Tenemos que organizar un movimiento para repudiar a Leonel-

Le contesté lo siguiente:

-No Eduardo, a Leonel no tenemos que repudiarlo sino perseguirlo, día y noche, en todas partes, en cada foro, en cada instancia.

Mientras él prepara el escenario de su regreso al poder, nosotros debemos acorralarlo hasta meterlo en la cárcel, el único lugar donde debería estar desde hace tiempo-.

Someter a Leonel a la justicia no es un proyecto de partido. No contemos con Danilo ni con nadie para hacerlo porque ni él ni ningún otro que ocupe la presidencia, siendo parte de la red, actuará si no es bajo la incesante e inmanejable presión del cuerpo social. Y bien valdría la pena plantear que no haya reforma fiscal si no hay persecución judicial.

No deberíamos escuchar ninguna queja de Danilo sobre lo que este gobierno hizo mal si no viene acompañada de la acción judicial. Para quejarnos estamos nosotros más que bien, para corregir están los gobiernos.

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