lunes, 3 de diciembre de 2012

LA OPINIÓN DE MELVIN

LAS FACTURAS DE LEONEL
Por Melvin Mañón


Durante los años que ocupó el Palacio Nacional, no desaprovechó oportunidad para organizar elogios, homenajes y condecoraciones a artistas, profesionales, maestros, deportistas, juristas, escritores, médicos y siga usted, querido lector, completando la lista. Esos elogios y homenajes eran parte del fausto, lo cortesano y lo opulento que yace en el alma atormentada de este individuo tan urgido de reconocimiento y glorificación con que equilibrar una vida de carencias. Pero a nosotros, no nos importan la niñez ni de la adolescencia de Leonel Fernández. Somos quienes han pagado una fortuna para que este carajo fabricara una imagen y la exhibiera por todo el mundo, con un séquito interminable robando, mintiendo y presumiendo de lo que no es.

En el derroche extravagante de recursos que caracterizó su gestión pública, Leonel, desprovisto de los encantos del seductor para traer a su lado gente de valía, compraba simpatías, agradecimientos y graciosamente, como el monarca de cocoteros que es, repartía privilegios, dineros, distinciones, medallas y cargos; muchos cargos con dinero pero sin contenido y pensiones, muchas pensiones cuantiosas e inmerecidas y, a decir verdad, una que otra harto merecida.

Ahora que el desenmascaramiento de Leonel lo ha asumido, en pleno, esta sociedad el monarca ha empezado a llamar en su defensa a los antiguos beneficiarios de sus larguezas. Leonel pasa facturas.

Primero fue donde gente de mérito y consiguió algunas voces. No se que le agradecen a Leonel que los hizo sentirse obligados. No los voy a condenar ni aplaudir. Quien hace de miserable en esta historia es el propio Leonel cuya intención se revela ahora en su verdadera naturaleza. Del caso Gómez Ochoa quien se disparó una diatriba más penosa que insolente considerando su edad debo recordarle a los dominicanos que cuando vivíamos en Cuba, preguntamos por la suerte de Gómez Ochoa, por su destino y por sus glorias. Nunca recibimos respuesta sino silencio y disgusto. Las autoridades cubanas, por alguna razón, habían excluido a ese señor de la lista de personas vivas y meritorias así que, cualquier dominicano que quiera saber más de él, debería andarse a Cuba a ver que hizo allá que lo despojó de la gloria y del respeto que nosotros le atribuíamos.

Al minúsculo grupo de cantantes que repitió “las glorias de Leonel” no le demos la condena que muchos dominicanos quieren imponerle al llamar a no tocar sus discos ni disfrutar su música. No podemos aplaudir lo que hicieron, que es execrable, pero tampoco ponernos a la altura de la intolerancia del exilio cubano de Miami.

Aquí, el que está quedando mal de verdad es Leonel que no entendió que el dinero compra apariencias no lealtades. La admiración no es un atributo de los proxenetas. La imagen suya en el extranjero, que tanto cortejó y buscó ahora lo hunde. EEUU bien sea por narcotráfico, encubrimiento o alguna otra razón ha bajado la línea. Desde el New York Times, hasta el Wall Street Journal, pasando por The Economist han publicado, en menos de un mes, todo lo que sabíamos pero que la prensa dominicana ocultaba: Leonel, Margarita, Danilo y el PLD, no solamente son en extremo corruptos, sino también decididamente ineptos y desastrosamente incompetentes.

Nosotros también tenemos facturas, cuantiosas y múltiples que pasarle a Leonel Fernández.

Se equivocan los que creen y dicen que queremos inhabilitar a Leonel con miras al año 2016.

No queremos inhabilitarlo. Queremos desenmascararlo, procesarlo y trancarlo y eso haremos aunque, para lo último tengamos que darnos otro procurador y otro presidente.

Para desenmascararlo no necesitamos esperar por nadie. El proceso está en marcha, finalmente, y camina mucho más rápido de lo esperado aunque nunca tanto como lo deseado.

Esa imagen del Leonel estadista internacional, gran comunicador, destacado intelectual y hombre de letras ha sucumbido en cuestión de días producto de una cálculo mal hecho. Se olvidaron que, como me dijera Magali, una mujer en Las Guáranas:” La suerte del guapo dura hasta que el pendejo quiere”.

Bueno, ahora Leonel Fernández, tiene que apurarse a comprometer a su favor a las demás personas, grupos y sectores con quienes quiso antes congraciarse antes de que lo suelten en banda y que, como en la conocida historia de la navegación marítima: la ratas abandonen el barco que se hunde, sin implicar en modo alguno que la condición de ratas sea aplicable a todos los que recibieron un beneficio, eso si, pagado con dinero nuestro.

Leonel, impúdico, pasa factura a los beneficiarios de sus larguezas, no todos inocentes. Nosotros, hastiados, le pasamos factura a él por el robo, malversación y muchos otros delitos.

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