A CÉSAR MEDINA: CANALLADAS DE UN EMBAJADOR
Por Patricia Báez Martínez
NOTA DEL EDITOR: Si se hiciese una encuesta, este siniestro y perverso personaje de seguro sería declarado uno de los más odiados en la RD, solamente superado por Vincho Castillo y su prole.
Los abusos ya no son bien vistos, mucho menos cuando están dirigidos por un hombre poderoso hacia una mujer que sólo tiene por armas criticidad y dignidad.
A Olaya Dotel y a César Medina les conozco poco, pero si he de tomar partido, de seguro será por la politóloga y no por el empresario de medios y embajador. Por una razón sencilla: en lo poco que he visto de Olaya se percibe ética, profesionalidad, valentía y sintonía con los de abajo. No es recomendable hacerlo por “todo el mundo”, pero por Olaya me atrevo a poner la mano al fuego porque, lejos de lo que la acusa el empresario, no veo en ella atisbo ni de canalla ni de miedosa.
Olaya no es sólo una señora, como le da el título Medina, Olaya es una politóloga y catedrática, con prestigio sobrado para participar en los hoy proscritos Informes de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y en otras investigaciones nacionales e internacionales.
Olaya no tiene miedo, no creo que haya orquestado una acción contra César Medina, por temor, porque haya sido supuestamente evidenciada como la cabeza de las protestas contra el Gobierno en las que se exige el fin de la corrupción y la impunidad en el país. Olaya no tiene miedo, porque no tiene nada que perder, porque nunca ha tenido nada, y tal vez no lo tendrá. Porque trabaja a deshora para ganarse el sustento, para no rendirse ante el poder corruptor y seguir criticando en voz alta.
Olaya no es una canalla, ni se reúne con pillos, porque ni engaña al Estado dominicano cobrando 40 mil euros mensuales sin trabajar, ni esquilma las cuentas nacionales a cambio de ser caja de resonancia del gobierno; ni es una traidora, una vendida, una veleta, que se va con el que mejor le pague.
“Los pillos” bien hicieron en reclamar que el embajador en España se ocupe de sus funciones, porque él también es un empleado público -pagado con los impuestos que – a punta de asalto legal- los gobiernos le sacan a este pueblo- como para que esté paseándose por playas caribeñas haciendo de Sherlock Holmes, cuando todo el mundo sabe que es un profesional de la adulonería y no barata. Es justo, que en un contexto como el actual, a éste se le solicite ocuparse de sus funciones.
El señor Medina se contradice cuando acusa a Olaya de orquestar un “madrugonazo” y luego admite que su activismo cívico-social, su base de acción, no cuenta con recursos económicos. ¿Se da un “madrugonazo” solo con las ideas y la voz? Un poco más de cerebro a la hora de articular el ponzoñoso discurso, señor embajador.
Es sumamente cuestionable y vergonzante que un empresario de los medios de comunicación, ahora embajador, haga uso y abuso de supuestos informes de seguridad del Estado para perseguir a ciudadanos, en especial a una ciudadana como Olaya Dotel, cuya mayor divisa es su diafanidad espontánea. De seguro que si la cuestionan ella contestará, porque a diferencia de nuestros gobernantes, no tiene nada que esconder. Pero los cobardes actúan así, en las sombras y a la sombra del poder putrefacto.
Ahora bien, cuando César Medina recibe los supuestos informes de seguridad, ¿los recibe como periodista o como embajador?
Si los recibe como embajador, a César Medina no le queda más que hacer uso de los mecanismos del Estado para que esa información se maneje de manera confidencial y se tomen las precauciones o correctivos, como se manejan los informes de seguridad en países con cierto grado de institucionalidad. Que un embajador salga a divulgar supuestas informaciones de Estado para beneficio propio y de sus mecenas político-económicos, es un acto de indelicadeza imperdonable tanto de parte del embajador como del Presidente que lo autoriza o lo ignora.
Si los recibe como periodista -pues hace uso de los “informes de seguridad” para difundirlos en su programa de TV y columna periodística-, es un grave error y delito de parte del Estado, encargado de proteger a sus ciudadanos, no de exponerlos a que un vocinglero bien pagado les ponga una etiqueta de subversivos, anarquistas o desestabilizadores del sistema (en su caso se violentan los artículos 8, 38, 42 y 44 de la Constitución dominicana). Y, por cierto, ¿De cuál sistema usted habla? El que ha permitido en un solo año el déficit fiscal alcance los 203 mil millones de pesos sin ningún tipo de responsabilidad ni consecuencias. ¡Por Dios! Respeto, que nosotros también conceptualizamos.
Pese a esta nube negra que se cierne hoy sobre la cabeza de la colega Olaya Dotel, tengo confianza en el futuro, porque atrás quedaron los tiempos en que las mujeres anti-sistema eran acusadas de brujas y quemadas en la hoguera. Todo lo contrario, si a las puertas del siglo XXI ha de arder alguien en la hoguera de la indignación nacional, son los polític@s corrupt@s.
¡Cuidado con las colas de papel!
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