domingo, 14 de febrero de 2010

¡Todos resbalamos!: Lecciones de perseverancia.

Por Isaías Ferreira

“... el camino estaba trillado y resbaloso... mi pie quiso escapar en un resbalón, empujando al otro fuera del sendero, pero me recobré y me dije: ha sido sólo un resbalón, no una caída”. Abraham Lincoln

Sólo fracasamos cuando no aprendemos de los reveses, decía Vince Lombardi, un famoso “coach” de fútbol estadounidense.

Es natural que el temor al fracaso nos limite la acción, principalmente cuando nos abocamos a lo desconocido, y que un revés nos aflija, y nos maltrate el ego, pero si no nos arriesgamos y actuamos, estaremos condenados por siempre a la incertidumbre de “lo que pudo haber sido”. Además, un intento fallido, o cien, no son el fin del mundo, sino una oportunidad para hacer ajustes, recoger los bríos, e intentar de nuevo.

A la edad de tres años, somos expertos en el fracaso pero también en el triunfo que trae la perseverancia. ¿Cuántas veces nos caímos antes de andar? ¿Cuántas veces intentamos hablar y lo que salió de nuestras gargantas fue ininteligible? ¿Son los retos de un adulto de mayor envergadura que los que enfrenta un niño? ¡NO! Cada uno, dentro de su marco único, tiene dimensiones aterradoras.

Sería constructivo si cada vez que enfrentáramos un reto usáramos la gallardía del niño (o la niña) que llevamos dentro: cuando caigamos, parémonos, sacudámonos el trasero —repitamos el ritual cuantas veces sea necesario— y ¡echemos a andar!

Con mucha práctica nos volveremos expertos y con el tiempo ni nos acordaremos de las dificultades que conllevó llegar a dominar la situación. Todo, todo es difícil... hasta que se domina.

¡JAMAS DEBEMOS RENDIRNOS!

Uno que jamás se rindió y llegó a ser uno de los prohombres de la humanidad, fue Abraham Lincoln, presidente No. 16 de los Estados Unidos, para muchos el mejor presidente que ha tenido esa nación en toda su historia.

Nacido en condiciones paupérrimas en una cabaña, en 1809, el joven Lincoln no tuvo el mejor comienzo en la vida y su historia parece ser una de derrota constante, lo cual pudo haber doblegado a un ser humano de menos altura y decisión.

Veamos su lista de “aparentes” derrotas: (Lo que sigue ha sido traducido de “Lincoln, the unknown”; o, sea, “Lincoln, el desconocido”)

* A los 7 años tiene que abandonar la escuela para irse a trabajar y ayudar en el sustento de la familia.
* A los 9 años muere su madre.
* A los 22 años tiene su primer fracaso en negocios.
* A los 23 años pierde las elecciones a la legislatura y ese mismo año pierde su trabajo lo cual imposibilita que ingrese a la escuela de leyes.
* A los 24 años se declara en bancarrota y tiene que durar los próximos 17 años pagando a sus acreedores.
* A los 25 años pierde de nuevo las elecciones como candidato a la legislatura.
* A sus 26 años muere su prometida, lo cual lo sume en la depresión.
* A los 27 años sufre un colapso nervioso que lo pone en cama por 6 meses.
* A los 29 años es derrotado en su intento de llegar a presidir la legislatura estatal.
* A los 31 años es derrotado nuevamente en sus aspiraciones políticas.
* A los 34 años es derrotado en su aspiración al congreso.
* A los 37 años es derrotado de nuevo en su postulación al congreso.
* A los 39 años es derrotado otra vez en su aspiración al congreso.
* A los 40 años fue rechazado como Oficial de Tierra de su estado.
* A los 45 años perdió las elecciones al senado.
* A los 47 años perdió en su intento de ser vice-presidente, con menos de 100 votos.
* A los 49 años perdió elecciones al senado.
* A los 51 años, por fin, es electo presidente de su país, su más caro y ardiente deseo. (Hasta aquí la cita de “Lincoln, the unknown”)

Pero ese fue sólo el principio. Lo que habría de darle sus mayores dolores de cabeza vino después: la Guerra Civil entre el Norte y el Sur que amenazaba con dividir al país, división que pudo evitar, y en el proceso logró abolir la esclavitud de su país, uno de los mayores avances que ha tenido la humanidad.

Lincoln fue asesinado en 1865, pero su figura se engrandece con el paso de los años y su legado traspasa las fronteras de su patria y se erige como monumento a la honradez y la persistencia.

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