miércoles, 13 de mayo de 2009

¡Aprender inglés es una obligación impostergable!

Por Isaías Medina Ferreira

Existen dos logros que los inmigrantes en los Estados Unidos debemos aspirar a alcanzar si queremos aumentar las posibilidades de triunfo en este país: aprender el idioma inglés, lo cuál nos proporciona más competencia, efectividad e independencia, y hacernos ciudadanos seguido podamos, para tener amplia participación ciudadana y tener la oportunidad de acceso a los privilegios que esta gran nación ofrece a sus ciudadanos.

Aunque exista el cable y Univisión, y nuestro idioma sea tan común en nuestras comunidades, aprender inglés es una necesidad inmediata, si queremos escaparnos a las limitaciones que paradójicamente impone el hecho de que nuestro idioma sea tan preponderante. Pongamos el ejemplo de la televisión. ¿Nota usted la cantidad de telenovelas estupidizantes, todas con el mismo guión y los mismos actores lacrimógenos, que hay en las mismas? HBO, por ejemplo, dobla las películas al español, ¿pero sabe lo disparatoso que resulta oír esas traducciones? ¿Sabe lo que pierde cuando la voz de Jack Nicholson o Robert De Niro, por ejemplo, la dobla un individuo con voz atiplada, de fuerte acento “ezpañol”?

Lamentablemente, el mismo barrio nos impone un cerco, pues si bien en nuestra “zona de confort” tenemos todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades primarias, la mayoría carecemos de la destreza necesaria para siquiera asomar nuestras cabezas fuera de esa zona. Es decir, que hay todo un universo allá afuera, al que si queremos penetrar tiene que ser con intérpretes o con intermediarios. Y, si nos ponemos a pensar, eso nos disminuye como individuos.

Es cierto que resulta cómodo leer y escuchar noticias en nuestro propio idioma, pero la misma necesidad mercantil a veces no permite que la radio, o la televisión, o la misma prensa escrita, sean de la calidad deseable, y mas que en fuente de entretenimiento o información, se convierten en insulto a la inteligencia. Y no sólo eso: las noticias que recibimos la mayoría de veces, son traducidas, regurgitadas y altamente tamizadas. Aprender el inglés sería una alternativa a esa limitación y abriría un campo multidimensional donde se multiplicarían nuestras posibilidades y satisfacciones.

Y que conste, no hay una edad óptima para aprender. He oído la excusa de la edad montón de veces, pero qué va, cualquiera puede aprender, a cualquier edad: ¡sólo se necesitan ganas!

Aprender un idioma es comparable al desarrollo de cualquier destreza: ¡debe practicar, practicar y practicar, diligentemente! El primer paso, comenzar, es siempre el más difícil y la dificultad disminuye en proporción directa a la cantidad de tiempo que dediquemos a practicar lo que aprendemos. Así, a medida que nuestros conocimientos básicos aumentan, la experiencia se torna más fácil y placentera. ¡Es natural! Cada paso que damos tiene al anterior como sostén. Esto revela uno de los pilares del aprendizaje: la asociación de situaciones e ideas, yendo de lo conocido, lo concreto, a lo desconocido y abstracto.

¡Usted puede aprender lo que quiera! Consta usted de las dos herramientas básicas para el aprendizaje: su cerebro, que organiza lo que aprende, y su yo, que lo sostiene y lo motoriza y le da energía. La primer condición para aprender es confiar en la inmensa capacidad del cerebro para grabar, organizar y almacenar todo lo que vemos y sentimos; no recargarlo de negativismo y concentrar nuestras energías en lo que estamos aprendiendo “ahora”, en el instante, no lo que aprenderemos mañana, o en la próxima hora o el año que viene.

El aprendizaje de un idioma requiere que se dominen cuatro acciones básicas: escuchar, hablar, leer y escribir. Esas cuatro acciones son a su vez consecuencia de las acciones del cerebro y la interrelación única existente entre el yo y el ambiente.

Observe como aprende un niño. A éste le lleva casi un año para articular una palabra que se pueda entender. Esto de ninguna manera significa que el niño no haya estado ejercitando las funciones pensantes del cerebro durante todo ese tiempo. No, el niño estaba descubriendo lo que le rodea y acumulando conceptos, y registrando en el cerebro la forma en que se coloca la boca para emitir sonidos; entonces el niño comienza a imitar esos sonidos. No es accidental que las acciones de hablar y caminar casi coincidan en cristalizarse. El niño aprende el concepto “silla”, por ejemplo, y aprende asimismo que la silla es algo en la que uno puede subirse, y su curiosidad lo induce a subirse, y se sube, pero no sabe que puede caerse... si se cae, la noción miedo comienza a desarrollarse.

Nuestra condición de adultos nos ofrece ciertas ventajas y desventajas cuando aprendemos. Una ventaja es la de poseer una combinación de conocimientos básicos más rica; la mayor desventaja es la de tener una noción del miedo más desarrollada, la cual nos impone supuestas limitaciones mentales acerca de lo que podemos hacer o no hacer. Si no permitimos que el temor nos domine, podemos aprender más y más rápido que un niño en el mismo intervalo de tiempo.

Tenemos que estar conscientes de que si aprendemos un idioma nuevo después de cierta edad, siempre tendremos acento cuando hablamos, lo cual debe servirnos de orgullo, no de vergüenza, pues el acento es parte de nuestra personalidad y no debe ser impedimento para que logremos lo que nos proponemos. Como ejemplo de personalidades con acento pronunciado, debemos mencionar a Henry Kissinger, quien llegara a ser Secretario de Estado y a Ricardo Montalbán, destacado actor méjico-americano. Hable como pueda, ¡no tenga miedo! Sí, habrá personas que a lo mejor se rían de usted, pero qué importa... a la larga, es usted quien se beneficia. Además, una persona inteligente que vea su empeño en aprender, tratará de ayudarle, no disuadirle.

El aprendizaje más efectivo es siempre el que se realiza con un profesor que lo ayude a uno en la pronunciación, por eso le alentaría a que se inscriba en uno de los cursos que ofrecen los centros especializados o que busque un profesor particular. Ahora bien, usted puede enriquecer su vocabulario por si mismo(a). Use su conocimiento del español para aprender nuevas palabras en inglés. Por ejemplo, tome inventario y haga una lista del hogar y sus accesorios, otro día del cuerpo humano, de los animales, de los vegetales, de las plantas, de las aves, de las flores, y así sucesivamente, y busque su significado en un buen diccionario (si tiene acceso a la red, vaya a www.diccionarios.com), y le aseguro que puede adquirir un léxico extraordinario en poco tiempo. Trate de aprender por lo menos tres palabras nuevas diarias (en un año serían 1095 palabras). Vea mucha televisión en inglés. Los programas para niños, tales como Sesame Street, Barnie, al principio le pueden ayudar también. Repita lo que oye, aunque le digan loco(a). La cuestión es imbuirse en un mundo que le obligue a pensar en inglés.

Decídase a aprender el inglés, sería uno de sus mejores logros. Cuando se aprende otro idioma, hasta el propio mejora.

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