Cuento de Pedro Mir.
Además, datos biográficos y bibliográficos del autor.
“La muerte es aquello que solo ocurre a los demás”.
Leo Ferrero
Muchos se negaron a creerlo cuando lo comenté. La verdad es que, al tocar a la puerta y sin que nadie me lo dijera, ya yo sabía de quién se trataba, pese a no haber razón para que se presentara en aquel momento, sin avisar y sin que yo hubiera tenido motivo, premonición alguna o hecho concreto que me permitiera anunciar la proximidad de su visita.
- ¿Llegó la hora?, pregunté.
- No, todavía no, me contestó la recién llegada.
Por supuesto ya yo la había reconocido, no faltaba más.
Era la misma dama vestida de negro, alta y delgada, de cara muy blanca, huesuda y sin nariz, con una inmensa sonrisa poblada de dientes que desde niño había visto representada multitud de veces en revistas, libros de cuentos, en los llamados “cartoons” o “dibujos animados”, o simplemente “muñequitos de colores” como los llamo aquí.
Daba la impresión de ser un esqueleto enlutado del cual solo se viera la parte sonriente de su calavera. El hecho de que ahora nos encontrábamos cara a cara (porque en definitiva también mi cara es la parte sonriente de mi esqueleto), no dejaba de ser una oportunidad aprovechable de alguna manera, y en todo caso digno de rememorarse. Por supuesto, la hice pasar.
- Bueno ¿y a qué debo el honor de esta visita?- pregunté con la muela de atrás.
- He venido a recordarle que esta próxima ya nuestra partida, por si quiere prepararse.
- Bien, bien, bien, respondí. –Y ¿a qué llamará usted prepararse?, dije como si hubiera dicho “a qué llamará esta maldita señora prepararse?
- Prepararse podría ser por ejemplo, escribir sus memorias.
- Ah, ya entiendo. ¿Y quién le dijo a usted que yo tengo memorias?
- Sus amigos.
- Muy bien. Y ¿por qué no le pide usted a mis amigos que las escriban ellos?
- ¿Las memorias suyas? Usted debería saber que su vida la ha vivido usted y que ninguna vida es igual a otra.
- Pues mire, señora, yo no tengo memorias, lo que tengo son olvidos.
- ¿Olvidos?, ¡magnífico! Escriba eso, sus olvidos.
- ¡Ah, y si no los recuerdo!
- No importa, invéntelos.
- Muy bien, pero tiene que darme tiempo.
- Tómese todo el tiempo que quiera, me dijo y desvaneció como una nube de verano.
No me quedó otra salida. Yo escribí desafortunadamente. Escribí y escribí. A veces volvía a escribir lo que ya había escrito. Escribía hasta bañándome. Y durmiendo. Escribía hacia atrás. Verticalmente. Escribía con tinta de diversos colores. Escribía sentado en una tabla de planchar, y al noroeste del meridiano de Greenwich… en inglés. En latín. En afgano. En la playa. Fumando narguilé. Escribía de espaldas, boca arriba, con los ojos cerrados. Escribía como los africanos sencillos, para todo el mundo, y como los chinos, de la misma manera. Así como esperando para complacer a quien me quiere. Y me lee. Y no levantaba la pluma ni para saludar…
Y un día no supe más de mí… no sé si terminé mi trabajo. No sé si me detuve a mitad de palabra. Pienso que dejé de existir.
Así pues, cualquier cosa que me haya sucedido, busquen a esa dama sonriente que vino a visitarme. Algo ha tenido que ver con este asunto, a pesar de haberme dado todo el tiempo que quisiera… sobre todo porque…
(Al llegar a este punto, un extraño rugido me obligó a levantar la pluma).
DATOS BIOGRÁFICOS DE PEDRO MIR
Pedro Julio Mir Valentín (San Pedro de Macorís, 3 de junio de 1913-Santo Domingo, 11 de julio del 2000) fue un escritor dominicano, considerado el Poeta Nacional de la República Dominicana (declarado por el Congreso Nacional en 1984), perteneciente a la generación de los Independientes del 40.
Hijo de Pedro Mir, un ingeniero cubano, y de Vicenta Valentín Mendoza, una joven puertorriqueña, Pedro Julio Mir Valentín nació y pasó su infancia en el Ingenio Cristóbal Colón, cerca de la ciudad de San Pedro de Macorís. La temprana muerte de su madre en 1917 le dejó un profundo sentido de ausencia que luego él mismo afirmaría que fue el origen de su vocación poética.
A principios de la década de 1930, Pedro Mir empieza a escribir sus primeros poemas, mostrándolos a amigos y relacionados. Uno de esos amigos decide, sin consultarle, llevar unos versos al escritor Juan Bosch, quien ya en ese entonces era una figura literaria importante en el ámbito dominicano. La fibra poética natural del autor llama la atención de Juan Bosch, pero éste desestima los versos diciendo que el poeta tiene talento pero debería "dirigir los ojos a su tierra". Enterado Pedro Mir, decide escribir sus primeros poemas de corte social y esta vez enviárselos a Juan Bosch él mismo. Bosch no contesta, sino que publica los versos en su sección del Listín Diario, un importante periódico dominicano, con el llamativo título que luego sería una profecía: ¿Será este muchacho el esperado poeta social dominicano?
Pedro Mir continúa escribiendo y se gradúa de Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Santo Domingo en 1941, ejerciendo en una oficina de abogados de la capital dominicana. Sin embargo, la presión de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo se hace insoportable, especialmente para quien escribía poesía social. Considerado un desafecto al régimen, recibe amenazas y vive en zozobra hasta que marcha hacia Cuba en 1947, un exilio que se prolongaría hasta la caída del régimen del tirano.
En 1949, viviendo precariamente en Cuba, es expuesto a la luz su conocido poema Hay un país en el mundo, el cual ha sido traducido a varios idiomas.
En 1952 publica en Guatemala el Contracanto a Walt Whitman (canto a nosotros mismos) considerado uno de sus mejores poemas y también traducido a diversos idiomas, así como ha sido objeto de numerosos estudios en Estados Unidos de América, República Dominicana y otros países.
Regresa a la República Dominicana en 1962, al desaparecer el régimen de Trujillo y durante el gobierno de Juan Bosch. Tras la caída del gobierno de Bosch y seriamente afectado en su salud, viaja fuera del país, aunque regresa y se establece finalmente con su familia en la capital dominicana en 1968, dedicándose a la cátedra en la Universidad Autónoma de Santo Domingo durante varias décadas.
Pedro Mir falleció a los 87 años de una larga y fuerte dolencia pulmonar en Santo Domingo, rodeado de su familia, el 11 de julio de 2000.
OBRAS
• Hay un país en el mundo (1949)
• Contraatacando a Walt Whitman (1952)
• Amén de mariposas (1969)
POESÍAS
• Hay un país en el mundo. La Habana: Talleres de La Campaña Cubana, 1949.
• Hay un país en el mundo. (Segunda edición, con introducción de Juan Ducoudray). México: Librería García, 1955.
• Seis momentos de esperanza. México: Edición libre, 1951.
• Contracanto a Walt Whitman y seis momentos de esperanza. Guatemala; Ediciones Saker-Ti, 1952.
• Poemas de buen amor y a veces de fantasía. Santo Domingo: Imprenta Nuevo Mundo, 1969.
• Amén de mariposas. Santo Domingo: Imprenta Nuevo Mundo, 1969.
• Viaje a la muchedumbre. Con ilustraciones del autor y una carta póstuma de Domínguez Charro. Santo Domingo: Editorial Lucerna, 1971.
• Viaje a la muchedumbre. Presentación y selección de Jaime Labastida. México: Siglo XXI Editores, 1971.
• El huracán Neruda. Elegía con una canción desesperada Santo Domingo: Editora Taller, 1975.
• Primeros versos. Santo Domingo: Editora Taller, 1993.
• Poesías (casi) completas. Prólogo de Jaime Labastida. México: Siglo XXI Editores, 1993.
• Poemas. Madrid: Ediciones La Discreta, 1999.
• Un asombro de ríos verticales. Poesía reunida. Santo Domingo: Dirección General de la Feria del Libro, 2012.
• Poesía completa. Edición de Miguel D. Mena. Santo Domingo: Ediciones Cielonaranja, 2017.
NARRATIVA
• La gran hazaña de Límber y después otoño. Santo Domingo: Editora Sar-gazo, 1977.
• Cuando amaban las tierras comuneras. México: Siglo XXI Editores, 1978.
• ¡Buen viaje Pancho Valentín! (Memorias de un marinero). Santo Domingo: Editora Taller, 1981.
ENSAYO
• Tres leyendas de colores. Ensayo de interpretación de las tres primeras revo-luciones del Nuevo Mundo. Prólogo póstumo de Rafael Altamira. Santo Domingo: Editora Nacional, 1969.
• El gran incendio: los balbuceos americanos del capitalismo mundial. Santo Domingo: Editora del Caribe, 1970.
• Apertura a la estética. Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1974.
• Las raíces dominicanas de la Doctrina Monroe. Santo Domingo: Editora Taller, 1974. [Premio Nacional de Historia 1975].
• Las dos patrias de Santo Domingo. Santo Domingo: Editorial Cultural Dominicana, 1975.
• Fundamentos de teoría y de crítica de arte. Editora de la Universidad Au-tónoma de Santo Domingo, 1979.
• Noción de período en la historia dominicana. Tres tomos. Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1983.
• Historia del hambre. Santo Domingo: Editora Corripio, 1983.
• El soldadito de la estética. Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1989.
• El Lapicida de los ojos morados. Santo Domingo: Editora Taller, 1993.
• Ayer menos cuarto y otras crónicas. Compilación y entrevista de Francisco Rodríguez de León. Colección de la Biblioteca Nacional, Santo Domingo, 2000.
• Letras dispersas. Edición de Miguel D. Mena. Santo Domingo: Ediciones Cielonaranja, 2013.
Extractos biográfico y bibliográfico, tomados de Wikipedia.
Adenoma Hepático en paciente con Esplenectomía Previa: Estudio Sonografico
y Elastografico
-
Femenina de 42 años de edad con historia de esplenectomía previa hace unos
años y 4 cesáreas. Consulta con su gastroenterólogo por estreñimiento
severo y...
Hace 3 días
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