Por José Carvajal
Todo lo que se dice popularmente sobre el tema haitiano está en la “La avalancha” del dominicano Manuel Matos Moquete. Es una novela corta publicada en 2006 y que al parecer circula de manera silenciosa como lectura obligada de un curso que imparte el mismo autor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Sin embargo, en estos tiempos de exaltación de ideales patrióticos y nacionalistas, de dimes y diretes diplomáticos, y de presunta campaña internacional contra República Dominicana por el supuesto trato que se le da a los migrantes haitianos, debería ser casi una necesidad que esta obra de Matos Moquete salga a conquistar lectores fuera de las aulas universitarias.
En términos generales, por tratar el tema de la presencia haitiana en territorio dominicano, “La avalancha” puede verse como una obra hermana de "El masacre se pasa a pie" (1973) de Freddy Prestol Castillo. Narra la transformación de un distinguido sector de Santo Domingo en un gueto de inmigrantes del país vecino que arrastran hasta ese lugar una forma de vida distinta, a partir de la presencia de un haitiano (Honson Baliat) que llega huyendo de un batey «junto a una banda de forajidos congos».
El escenario es el actual barrio Pequeño Haití (Petit Haiti) donde se encuentra el archiconocido Mercado Modelo, que en voz del narrador se convierte en el eje que atrae a los haitianos que terminan asentándose en el área. «Todos ellos llegaron un día de Haití atraídos por la baratura y desorden del Mercado Modelo en los años de su final decadencia.» (…) «El mercado era el culpable de que se creara el Petit Haití. La sombra de Honson Baliat estaba en el origen. Los haitianos venían por mercancías y terminaron llenándonos de mercancías, mendigos, enfermos, delincuentes y brujerías de las peores calañas satánicas».
Los personajes de esta novela son gentes que viven la transformación de su entorno desde la ficción que en este caso pretende retratar una realidad; gente que no puede detener dicho fenómeno social aunque quisiera. «Una avalancha de esos extraños vecinos había invadido el lugar. Las esquinas, los colmados, los lugares de esparcimiento se veían copados por ellos».
Uno de los personajes que más sufre el cambio etnográfico de su barrio es el joyero Ignacio Paredes, porque nació y creció en Los Hospedajes (luego Pequeño Haití) y heredó el negocio de su padre, quien le enseñó el oficio. «El joyero pasaba los días amargado desde que al abrir la puerta del negocio observaba el panorama de la multitud de haitianos que expedían su mercancía en la misma acera de la joyería.» (…) «En el barrio todo le parecía extraño y desastroso. Sentía que no era el sector donde nació y conoció a Carina.» (…) «La vida nocturna había cambiado. Después de las siete de la noche la población callejera era una calaña infame que hablaba creol».
Pero en la novela “La avalancha” se observa también la convivencia de dominicanos y haitianos; destaca el enredo amoroso de un ingeniero que construye una “torre” (edificio) que al igual que el Mercado Modelo se convierte en causa aparente de la presencia haitiana en el área. «Los haitianos trabajaban y vivían en la torre. El ingeniero le había improvisado un dormitorio hecho de bloc y zinc superpuestos.» (…) «El trabajo en la construcción era como un todo incluido. Se trabajaba y se dormía en el mismo lugar. Se les pagaba y se les daba la comida y dormitorio. Todos estaban circunscritos a ese ámbito con salidas controladas los sábados después del mediodía y los domingos».
Y así, entre los empleados de la oficina de La Constructora encontramos «una haitiana recién llegada que decía haber sido estudiante de arquitectura en su país». Se llama Irena Bienaimeé y es la mujer con quien se involucra el ingeniero dueño de la empresa.
La trama de “La avalancha” es relativamente sencilla: un capitán de nombre Pierrié que vivió los años de su niñez en el sector regresa al lugar a realizar indagatorias en calidad de jefe del Departamento de Crímenes y Delitos de la Policía. Investiga las acciones de la organización criminal La Mano Negra, «cuyo reivindicado inspirador era nada menos que el legendario Honson Baliat».
Del trabajo de Pierrié se desprende el resto de lo que para algunos sería un registro sociológico de primera mano que el mismo Matos Moquete califica de «leyenda negra sobre el Pequeño Haití, pregonada en la Esquina de M’a Guiselle», para luego caer en el juego de asegurar que en esa historia que despierta la curiosidad «nada es inventado, nada es real».
El problema es que aunque el péndulo de "La avalancha" se balancea entre verdad o mentira, la forma como está narrada la novela y el escenario real en el que se desarrolla la trama sugieren una veracidad de documento irrebatible. Pero de eso hablaré en una próxima entrega.
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