domingo, 21 de agosto de 2016

ANTOLOGÍA DE POESÍA AMOROSA

Esta entrega consta de dos artículos sobre el mismo tema publicados por el periodista José Carvajal en su blog personal, los días 15 de agosto de 2016 y 21 de agosto de 2016.

I - UNA ANTOLOGÍA RIDÍCULA PARA EL MUNDO

Por José Carvajal

Hay más de noventa poetas dominicanos clásicos y contemporáneos ridiculizados en la nueva “Antología de Poesía Amorosa” preparada por Angela Hernández y auspiciada por la empresa estatal Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa).

La ridiculez queda sellada con la inclusión de una niña de 15 años de la que aparece un poema que escribió antes de los 12. Sin ánimo de desalentar el talento que pueda tener la menor, el hecho de que su nombre figure en una antología de dicha envergadura, de la que se espera lo mejor de la tradición de la poesía amorosa dominicana, pone en tela de juicio el criterio y la seriedad del proyecto.

Quizá debo destacar que en República Dominicana el nombre de Angela Hernández representa en estos momentos lo más relevante del parnaso, sobre todo después que se le otorgó el Premio Nacional de Literatura 2016. Ese galardón se concede en reconocimiento de toda una vida dedicada a la literatura.

Sin embargo, la “Antología de Poesía Amorosa” no deja de ser un fiasco avalado por intelectuales de renombre insular como Bruno Rosario Candelier, que es director de la Academia Dominicana de la Lengua; la escritora Jeannette Miller, galardonada también con el Premio Nacional de Literatura; y todos aquellos poetas vivos que decidieron participar en el proyecto que cuenta además con otro tomo dedicado a la “poesía social” y del que tal vez hable en otro momento. Los trabajos de poetas muertos habrían sido autorizados por herederos de sus legados literarios.

Cuando se ve esto desde la perspectiva del lector atento, uno se pregunta ¿cómo se explica que ocurran estas cosas? Y una posible respuesta sería que el escritor dominicano no ha aprendido a respetar la literatura nacional. Tampoco sabe valorar su propia obra ni la de sus contemporáneos. Eso, y otras cuestiones más profundas y no menos delicadas, podrían servir para explicar el porqué se publican adefesios como esta nueva “Antología de Poesía Amorosa”.

Como siempre, la impresión y la maquetación del libro son impecables, pero en este caso la intención no deja de ser cuestionable. Las palabras de presentación (incluyendo lo escrito supuestamente por el presidente del Consejo de Administración de la empresa estatal patrocinadora Refidomsa, Félix —Felucho— Jiménez; la “Salutación a una antología”, por Bruno Rosario Candelier; el prólogo a cargo de Jeannette Miller, y la introducción hecha por Ángela Hernández) aportan muy poco para poder entender el proceso de selección y al mismo tiempo evitar que surjan especulaciones sobre la verdadera finalidad de un proyecto en el que sin duda se invirtió mucho dinero.

A continuación, algunos de los nombres de los poetas clásicos y contemporáneos, fallecidos y vivos, que a mi juicio quedan profanados y burlados por estar incluidos en lo que podríamos llamar una “antología ridícula”: Félix María del Monte, Federico Henríquez y Carvajal, Salomé Ureña, César Nicolás Penson, Enrique Henríquez, Gastón Fernando Deligne, Arturo Pellerano Castro, Fabio Fiallo, Vigil Díaz, Federico Bermúdez, Osvaldo Bazil, Domingo Moreno Jimenes, Delia Weber, Zacarías Espinal, Tomás Hernández Franco, Manuel del Cabral, Franklin Mieses Burgos, Héctor Incháustegui Cabral, Pedro Mir, Rubén Suro, Aída Cartagena Portalatín, Carmen Natalia Martínez, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda, Antonio Fernández Spencer, Víctor Villegas, Juan Sánchez Lamouth, Abelardo Vicioso, Lupo Hernández Rueda, Luis Alfredo Torres y René del Risco Bermúdez.

También, Miguel Alfonseca, Jeannette Miller, Norberto James Rawlings, Mateo Morrison, Enriquillo Sánchez, Chiqui Vicioso, José Enrique García, Rei Berroa, José Rafael Lantigua, Alexis Gómez Rosa, Soledad Álvarez, Tony Raful, Radhamés Reyes Vásquez, Cayo Claudio Espinal, César Zapata, Pedro José Gris, Plinio Chahín, Tomás Castro, Dionisio de Jesús, Martha Rivera-Garrido, José Mármol, César Sánchez Beras, Ylonka Nacidit Perdomo y todos los restantes.

Lo que sigue ya no es solo silencio, sino una profunda perplejidad y mudez.

II - AMOROSO MUNDO DE LA POESÍA DOMINICANA

Por José Carvajal

En estos tiempos de pocas luces, una antología es un ejército de creadores dispuesto a defender el producto de su imaginación que aparece en esas páginas en las que cada cual marca su respectivo territorio. Por eso evaluar una antología, sobre todo poética, es entrar en terreno minado, y cualquier verso mal colocado, que por lo general son muchos, puede estallar y mutilar al explorador curioso que se embarca en la aventura de una lectura crítica.

Entonces, digamos que en la nueva “Antología de poesía amorosa” de República Dominicana, preparada por Ángela Hernández, los miembros del ejército que resucitan o respiran en sus páginas son más de noventa adultos y una menor de edad, mientras que yo soy el explorador curioso de la aventura.

En dicho territorio hay dos grandes entradas: la primera es el prólogo escrito por Jeannette Miller, y la segunda la introducción que hace la antóloga Ángela Hernández. De modo que antes de cruzar el umbral que lleva a las páginas minadas, donde yacen versos de poetas muertos y donde florecen otros de poetas vivos, se debe primero pasar por los portones.

En realidad, el prólogo de Miller me parece innecesario, además de incoherente y lleno de imprecisiones al querer hacer un “paneo sobre la poesía dominicana a partir del siglo XIX, tratando de informar sobre las corrientes imperantes en Europa y Latinoamérica, y los modos en que incidieron en nuestro país”. Por otro lado, y para beneficio del libro, observo que lo que hay de incoherente en el prólogo de Miller, lo salva la serenidad y el orden que exhiben las palabras introductorias de Ángela Hernández. A esas “Notas sobre selección y edición de la poesía amorosa dominicana”, yo no le cambiaría ni una coma, aunque siento que falta hondura en cuanto a características y estética, que ayude a comprender el porqué la selección es digna de ser antologizada; aun así, creo justo reconocer que el texto de Angela Hernández es claro, preciso, informativo y valorativo de lo que ella considera importante en las páginas que le siguen.

En el caso del prólogo de Jeannette Miller es casi todo lo contrario; parece un ensayo de historia literaria escrito con mucha dificultad. El “paneo” abre demasiado el lente a lo ajeno de la poesía y no logra conectar sus referencias históricas con el tema de la antología.

Si menciona la Revolución Industrial, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la Guerra Civil Española, la Guerra de la Restauración en la lucha por la independencia dominicana, la Intervención de 1916 en Santo Domingo, la tiranía de Trujillo, los gobiernos de Juan Bosch, de Joaquín Balaguer, del PRD, del PLD, y otros asuntos, lo que se espera es que explique cómo está todo eso relacionado directamente con la poesía amorosa de nuestro país, y cómo esos acontecimientos influyeron nuestro discurso poético del amor. En cierta forma, creo que el prólogo habla más de revueltas y guerras que del amor.

También se observan problemas de conceptualización y de corrección de estilo. Una revisión exhaustiva hubiera sopesado mejor, por ejemplo, el uso de la palabra "subyacencia", término proveniente del latín (subiacentem) y utilizado por técnicos y teóricos de la lengua, pero al parecer aun no figura en el Diccionario de la Real Academia Española.

La revisión también hubiera evitado la redundancia de llamar "latinoamericano" al Modernismo, ese movimiento que no puede ser de otro continente sino de América. Es el único movimiento genuino de "América morena" que creó escuela en España y revolucionó la forma de hacer poesía en nuestra lengua. Académicamente se atribuye su inicio al nicaragüense Rubén Darío, pero a juicio de Pedro Henríquez Ureña, los primeros vientos del Modernismo se remontan a 1882, cuando apareció el "Ismaelillo" del cubano José Martí. Fue el primer signo significativo "en el movimiento que ha de poner fin al romanticismo", observó PHU en un ensayo publicado en 1935 en el Boletín de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), e incluido en las obras completas del humanista dominicano editadas por Miguel D. Mena. Sin embargo, el alcance universal del Modernismo se concretó definitivamente de la mano de Darío y la aparición de su libro "Azul", en 1888, en Santiago de Chile. A grosso modo, PHU estableció que los caracteres distintivos del Modernismo eran: 1) Renovación del vocabulario; 2) Renovación de la sintaxis; 3) Renovación de la versificación; 4) Renovación de la prosa; 5) Renovación de las imágenes; 6) Renovación de los temas; y 7) Mayor cuidado en la forma y en el conocimiento de los temas que se tratan.

Estas observaciones son importantes porque de Miller se espera precisión y enseñanza, por haber sido distinguida con el Premio Nacional de Literatura 2007 (equiparable a un Nobel o un Cervantes en el ideario insular), en reconocimiento de toda una vida dedicada a la escritura; esa tarea de apariencia inútil que debe todo su desarrollo y esplendor a la clase ociosa, aunque productiva a su manera, estudiada por Thorstein Veblen.

Las notas de Ángela Hernández, por su contenido, toman el lugar de prólogo y convierten lo de Miller en una especie de relleno que no aporta mucho, por no decir que nada. En un lenguaje llano, sin enredos ni pretensiones de erudición, Ángela Hernández explica los propósitos de la antología: “[…] un conjunto que muestre el movimiento de la poesía en torno al amor y de las maneras de vivirlo conforme cambia la sociedad”.

Más adelante, la antóloga habla de proceso: “Al concluir la selección queda solo una parte de lo previsto al iniciarla. Cuentan mucho las cimas referenciales asentadas por determinadas obras”. […] “Una vez definidas esas pautas, aunque parezca raro, queda por demarcar la materia misma. Luce sencillo, pero no lo es tanto. Cuando se ahonda un poco en las aguas del amor, se hacen notar sus sinuosidades y meandros”.

Quizá sea importante apuntar que, según Ángela Hernández, los poetas incluidos en esta antología “operan con sus propias credenciales frente a la realidad” y “consiguen que el amor se luzca en sus metamorfosis y lenguajes”.

Intuyo que en sus respectivos papeles de compiladora y supervisión editorial, ni Angela Hernández ni Jeannette Miller sintieron la necesidad de nadar en aguas más profundas y probablemente infinitas, ya que el amor en la poesía es un tema universal y uno de los más antiguos de la humanidad; las fuentes van mucho más allá del libro bíblico “Cantar de los Cantares”. ¡Existe incluso la prehistoria del amor en Occidente! Octavio Paz escribió que se inicia en Alejandría y Roma. Y se podría pensar que toda ponderación o estudio de poesía amorosa debería mencionar a Platón, o a Homero, o a Ovidio; o al indispensable Quevedo («Este es el niño Amor, éste es su abismo»); o la fe más poética de los clásicos de América: sor Juana Inés de la Cruz («bella ilusión por quien alegre muero»); o al estremecedor de escenarios por los siglos de los siglos: Shakespeare («Ángel de amores que en medio de la noche te me apareces»). Y si queremos ir más profundo, ahí están Catulo («Vivamos, Lesbia mía, y amémonos»), Propercio («todo y todos están dispuestos a hacer daño a un amante ausente») o Teócrito («Ciertamente Eros y Afrodita se fueron lejos llevando su amor voluble»).

Nota al margen: en un artículo anterior califiqué de ridícula la “Antología de poesía amorosa” de Ángela Hernández, por incluir en sus páginas versos de una menor de edad, junto a poemas de clásicos y de contemporáneos de renombre de la literatura dominicana. En ese sentido, mi postura no ha cambiado. Hay muchas razones, preguntas y dudas, más periodísticas que literarias, que hacen injustificable la inclusión de la menor en una antología de pensamiento adulto. También existe el peligro de comprometer psicológicamente el futuro literario de una voz precoz, que si bien se espera que crezca, también puede apagarse en cualquier momento. El mundo de la literatura está lleno de ejemplos.

A sabiendas de que "no existe pecado original”—como diría el surrealista supremo André Bretón—, porque “toda tentación es divina”, es posible que en una próxima entrega me concentre en la selección de Ángela Hernández y las características que hacen que algunos de los poemas de su elección sean más amorosos que otros.
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LA CORRUPCIÓN EN EL DISCURSO PRESIDENCIAL

Por Fernando Rodríguez Céspedes

El tema de la corrupción administrativa, que al igual que el de la delincuencia común, son de los mayores tormentos de las clases conscientes del país, fue dejado de lado por el presidente Danilo Medina en su discurso del pasado 16 de agosto.

Nadie con sentido común esperaba que le dedicara un segmento prolongado en una alocución cargada de anuncios sobre logros y proyectos futuros para el país, pero algo debió decirse sobre un mal de tantas repercusiones sociales y económicas.

Por lo menos esperábamos una reiteración de la voluntad del Estado a combatir un cáncer, que por ancestral, no debe verse con indiferencia por el Ejecutivo so pena de que continúen reproduciéndose actos dolosos contra los fondos públicos en detrimento del pueblo.

En detrimento del pueblo, porque los miles de millones de pesos que se embolsillan algunos funcionarios públicos a costa de negociaciones espurias como la de los Súper Tucano, hacen faltas para la salud, alimentación y educación de los pobres.

Incluso, en el recién pasado periodo de transición, innecesariamente prolongado, se realizaron en algunas dependencias oficiales una serie de operaciones económicas, licitaciones y contrataciones amañadas que el Ejecutivo debiera dejar sin efecto.

En lo relativo a la ley de Declaración Jurada de Patrimonio, a que deben someterse todos los funcionarios electos, salientes o nombrados, el presidente, de alguna manera debe mostrar interés en que se cumpla para evitar lo ocurrido en el periodo pasado.

Más de 2000 funcionarios públicos hicieron caso omiso, sin ninguna consecuencia, a un instrumento legal que puede contribuir a la transparencia del accionar de quienes llegan a los cargos a enriquecerse descaradamente ante la indiferencia oficial.
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domingo, 7 de agosto de 2016

EL PECADO LITERARIO

Por José Carvajal

Para mí existe el pecado literario, porque asumo la literatura como una práctica religiosa. Los poetas y escritores somos de alguna manera predicadores de la palabra no Divina, pero palabra al fin. Lo que creamos lleva a su vez un mensaje a ese pequeño círculo que tiene la amabilidad de leer lo que escribimos. De modo que cuando no lo hacemos bien, sobre todo a la hora de publicar un libro, cometemos el pecado.

Desde la antigüedad el pecado se define de acuerdo con las creencias y culturas de los pueblos, y más de una de estas apuntan al hecho de errar o fracasar en los objetivos que se persiguen. En el sentido literario, ello se traduce a esos libros mal escritos, mal estructurados, mal corregidos, mal editados, que circulan erráticos como minúsculos desechos que dañan el medio ambiente libresco. Cada país tiene su propio universo literario, y también sus propios agujeros negros.

En República Dominicana la mayoría de los “agujeros negros” literarios son novelas de muy bajo calibre, libros de cuentos amorfos, antologías por amistad y oportunidades financieras, y poemarios de manicomios. Hay muchos pecadores como en todas partes; tanto, que deberíamos crear un espacio donde, una vez muertos los autores, las obras del pecado se fulminen en algún tipo de infierno.

En otras palabras, deberíamos quemar novelas y otros libros malogrados de autores dominicanos ya fallecidos, para purificar sus almas literarias. Y las obras malogradas de los vivos, dejarlas caer por su propio peso en el lugar al que sin dudas pertenecen.

En eso último que propongo los jóvenes jugarían un papel muy importante, pues a ellos y a nadie más les toca cuestionar y superar las sandeces de las generaciones anteriores. Pero para no cometer el mismo pecado, esos jóvenes deben prepararse en el oficio. Leer mucho, estudiar profundamente los misterios de la creación de los mundos imaginarios, y sobre todo asumir la literatura como una religión que predica la palabra propia y la colectiva, y que debe al lector una obra de calidad, un mensaje cuya efectividad se corresponda con una forma determinada, ya sea poética o narrativa.

Se sabe que todo el mundo tiene el derecho de escribir y publicar libros; lo mismo que de leer y desechar lo que no llena la expectativa de ese curioso, y a veces intruso, por crítico, en que se convierte el lector atento. Sin embargo, la labor del escritor y sus colaboradores es asegurar un buen producto literario; y la del lector asumir como propio lo que lee y deshacerse de lo inservible, sea de quien sea.

Recuerdo que Pepe Cavalho, el detective novelesco creado por el fallecido best seller español Manuel Vázquez Montalbán, quemaba los libros que iba leyendo a lo largo de gran parte de su vida, porque no le enseñaron nada que valiera la pena.

El estadounidense Ray Bradbury fue más crítico y extremista en su novela “Fahrenheit 451”, porque trata de bomberos que incendian libros en cumplimiento de la orden de un gobierno que quiere una población feliz, sin las preocupaciones que derivan de la lectura y del vasto conocimiento de cosas que pueden resultar poco prácticas y hasta banales.

En el caso nuestro sería una toma de conciencia colectiva. Quemar lo inservible para sacar la literatura dominicana del lamentable fango en que se encuentra desde los tiempos de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
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martes, 2 de agosto de 2016

TARDÍO, BIENVENIDO E INEVITABLE

El choque entre el empresariado dominicano y el gobierno

Por Melvin Mañón


Para los tantos que me han preguntado cómo responderá Danilo Medina a los empresarios. Para los que temen la persecución fiscal, la rescisión de contratos, el ostracismo político les he dicho, que Medina es mucho más inteligente que eso, que ya empezó de hecho a responder y que es necesario valorar el contexto de un enfrentamiento que ha de tener lugar a pesar de los actores, por encima de voluntades individuales. Aunque esos mismos actores no quisieran, el enfrentamiento entre el empresariado dominicano y el PLD de Danilo Medina, como las peleas de boxeo y las de gallos, está casado. No es por el enojo ante la insolencia del gasto, la arrogancia del comportamiento, la exhibición de riquezas mal habidas, las locuras del endeudamiento, la ausencia de profesionales y técnicos capaces porque aquí, todo el que puede, emigra. Es un poco de todo esto pero, sobre todo, el enfrentamiento va, porque ya los empresarios están obligados a enfrentar al PLD o aceptar el suicidio y la obsolescencia como futuro y ninguna clase social se suicida.

Este conflicto viene incubándose desde hace algún tiempo. Cuando Franklin Báez Brugal como presidente de la Fundación Brugal pronunció su muy valeroso y posicionante discurso en un almuerzo de la AIRD, el empresariado en general y el CONEP en particular se hicieron eco y lo respaldaron con entusiasmo. Publicado el 13 de noviembre de 2015 ese discurso recoge la primera gran crítica de fondo y de forma a la gestión del PLD. Sin embargo, ninguna acción sectorial, planteamiento ni confrontación siguió a ese discurso. Posiblemente, los empresarios querían evitar verse mezclados en la campaña electoral que ya estaba en marcha. Pero no estaban cruzados de brazos.

El 16 de marzo de 2016, Milagros Ortiz Bosch y Juan Vicini acudieron a la JCE a registrar la inscripción de la candidatura de David Collado a la sindicatura del Distrito Nacional por el PRM y aliados. A raíz de esa noticia escribí: “Vicini, Collado y una Hipótesis” argumentando que: “Vistas las consideraciones anteriores parece lógico y puede haber sido acordado así que Vicini y Medina coincidan en una negociación mediante la cual, Vicini reitera su apoyo a Medina dando por descontado que Medina tenía los medios para imponerse y recibe a cambio la sindicatura del Distrito Nacional en condiciones tales que el triunfo de Collado no perjudicara el voto por el nivel presidencial ni pudiera reflejarse en un incremento neto importante del PRM como entidad política. Esto explicaría ese aspecto tan notorio de la campaña de Colllado de ignorar por completo la entidad que lo postula y la candidatura presidencial que enarbola.

Juan Vicini, con todo lo rico que es y con todo lo arrogante que se dice que es, de tonto no tiene un pelo. Su apoyo a Collado más que contener un desafío a Medina sería, en el tema de la sindicatura, un negocio pactado con este que además dejaría posicionado al síndico propuesto para futuras empresas. Vicini recogería además beneficios colaterales tales como, el agradecimiento de las clases medias de la capital hastiadas y asqueadas de tanta vergüenza municipal; impactaría el establecimiento político con una demostración exitosa de arrojo y se pondría a la delantera del empresariado o si todo sale mal, pagaría a ese mismo establecimiento las consecuencias de su atrevimiento. Vicini tiene dinero para eso pero debemos recordar que como empresario, no apuesta para perder.

Los próximos días confirmarán o no esta sospecha”
.

Los resultados están a la vista. Collado, en dos meses, sin campaña, sin partido, ganó holgadamente la sindicatura con la ayuda del gobierno y el gobierno “ganó holgadamente” en todo lo demás.

Sin embargo, mi lectura de esos hechos, tenía defectos. La visión de Vicini contenía, pero no estaba limitada a sus intereses en la ciudad capital. Era mucho más que eso. Fue una iniciativa de vanguardia que perseguía empujar al empresariado a procurar poder político en sus propias manos desligándose y deshaciéndose de la intermediación del PLD. Los empresarios dominicanos que todavía durante la pasada campaña rellenaron las arcas de la reelección con cenas millonarias y que durante años dejaron que el PLD hiciera y deshiciera han venido a darse cuenta del monstruo que incubaron. Es verdad que fueron los primeros en comparecer al Palacio Nacional a legitimar el fraude del 15 de mayo pero tenían sus buenas razones para ello: evitar ser sindicados como autores posibles del caos que rondaba el país y además, necesitaban tiempo para poner en marcha su propio plan estratégico de recuperar influencia, poder, autoridad moral y poner el futuro en sus propias manos.

El discurso del señor Papo Blanco el 29 de junio no fue un hecho aislado y lo confirma el encuentro de empresarios, periodistas y religiosos celebrado por iniciativa de ellos en “El Vesuvio” el día 11 de julio.

Que el señor Campos de Moya por la AIRD y los presidentes y dirigentes de casi todas las asociaciones empresariales antes y después del encuentro con el CONEP hayan ratificado y ampliado el reclamo no deja dudas de que pasamos del debate a la confrontación no sin que antes y como deriva de su situación y conducta los empresarios agoten todas las vías y medios para la negociación y el compromiso. El problema es que el PLD ha acumulado demasiado poder, no tiene vocación de compromiso y muchos peledeistas creen que ya no necesitan del respaldo del empresariado porque ellos encarnan el presente y el futuro, de ellos es el reino de los cielos y también el de la tierra. No tienen intención, y creen que necesidad tampoco, de compartir semejante paraíso con nadie.

Que la preocupación y/o el malestar empresarial ante el desorden, la quiebra institucional y la próxima crisis de deuda están definiendo un curso de acción es evidente. Para mejor entender el asunto debemos regresar a ciertos párrafos del discurso principal del señor Papo Blanco:

“En nuestra sociedad- afirmó- hay un malestar de desconfianza en las instituciones a las que hemos entregado la función de representarnos, producto de la falta de orden y de la inexistencia de un adecuado régimen de consecuencias que ofrezca a la población la seguridad de que vive en un verdadero Estado de Derecho, en el que todos estamos obligados a cumplir la ley y en el que, quien violenta la misma, tendrá que enfrentarse a sus ineludibles consecuencias”. Quiérase o no, este párrafo contiene una acusación clara y un reclamo ante “quienes hemos entregado la función de representarnos”.

El señor Blanco prosigue: “Lamentablemente, todo esto tiene un mismo origen, un problema que acompaña como música de fondo todas aquellas áreas donde hay problemas de institucionalidad o donde el Estado no ejerce su autoridad para aplicar las leyes, pues lo que está causando todo esto es: la erosión del régimen político-institucional del país".

Para llamar la atención a una sociedad entregada al espectáculo, la chercha, la banalidad y el vicio advierte: “Señoras y señores, este es un tema serio, cuyas repercusiones nos conciernen a todos. Debemos darnos cuenta del peligro que se posa sobre el horizonte de la vida nacional si no ponemos atención a los graves síntomas de deterioro de la institucionalidad política que afecta hoy en día nuestro país”. Bueno, me permito agregar, no son síntomas, en realidad, es deterioro amplio, completo y generalizado.

Considerando la urgencia del tema Papo Blanco, insiste, a la vez que aporta otros elementos de juicio: “Esta nueva generación ha comenzado a dar muestras de que no está́ dispuesta a aceptar las prácticas del pasado y cada día exige con mayor énfasis un cambio en la forma de tomar las decisiones en el país. Óiganme bien, (las negritas son mías) si el sistema político no es capaz de entender este fenómeno y transformarse a un ritmo similar al de la sociedad, las frustraciones acumuladas por una parte de la misma junto al ímpetu natural de una nueva generación, van a procurar un cambio, ante el que podrían abrirse las puertas a todo tipo de aventurismo populista y se pondría en riesgo todo lo que se ha construido hasta hoy”.

Finalmente, al pasar de la crítica a la propuesta sustenta cuatro reclamos a los que llama pilares: El primer pilar es la aprobación de una nueva Ley Electoral que marque las reglas de los procesos electorales de manera clara, haciéndolos cada vez más organizados, transparentes y evitando el uso y abuso de los recursos del Estado. El segundo pilar es la aprobación de una Ley de Partidos. El tercer pilar es la aprobación de una Ley de Responsabilidad Fiscal, que establezca un mayor rigor en el uso del Presupuesto Público y en el cumplimiento de los topes presupuestarios, los déficits y la deuda pública. El cuarto pilar es la plena independencia y fortalecimiento de las instituciones llamadas a implementar y regular todo lo relativo al proceso electoral y a garantizar el cumplimiento de las leyes, pues las normas por si solas no bastan”.

El discurso del CONEP tuvo lugar el 29 de junio. Seis días después el Comité Político del PLD decidió que Yomaira Medina, hermana del señor Danilo Medina presida la Cámara de Diputados y que Reinaldo Pared Pérez, uno de los mas sectarios y odiosos personajes de la cúpula peledeista presida el Senado.

El 14 de Julio. El delegado del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ante la Junta Central Electoral, César Pina Toribio afirmó que es “imposible” pensar que las altas cortes no tengan representación del sector político”. Ahí está la respuesta del PLD y del señor Medina a todos los empresarios, pero también a la oposición, al país y a toda la opinión pública.
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ABORTOS, IGLESIAS Y DIPUTADOS

Por Fernando Rodríguez Céspedes

Tengo una hija discapacitada físicamente y si hubiera sabido de su condición antes de que naciera, igual la hubiese tenido, pues no creo que ese sea motivo para tronchar una vida inocente.

Pero esa es una decisión muy personal porque su crianza y cuidados es responsabilidad mía y de su madre, no de las iglesias ni los diputados que pretender regir la vida y decisiones de los demás.

El tema del aborto crea mucho revuelo por sus implicaciones, pero hasta Dios dotó al hombre y a la mujer del libre albedrío para que tomen sus decisiones de acuerdo a su consciencia.

La prohibición del aborto terapéutico no va a disminuir la cifra de los mismos, pero va a incrementar las muertes a consecuencia de los métodos poco profesionales a que se someterán las mujeres pobres.

Y digo las pobres porque esos que pretenden imponer la prohibición del aborto son los primeros que en situaciones de riesgos, violación o deformación de la criatura, llevarían a sus parientes a realizarlos fuera del país.

Las decisiones sobre salud y educación conciernen a la persona y al Estado cuya Constitución en su artículo 37 consagra el derecho a la vida, no sólo de la criatura en formación sino también de la mujer que lo incuba.

El artículo 42 garantiza la integridad personal, que incluye la física, psíquica y moral, y esa prerrogativa es la que pretenden vulnerar las iglesias y los diputados desconociendo los derechos humanos de nuestras mujeres.

El presidente Danilo Medina y el Senado de la República tienen una gran responsabilidad en sus manos y confiamos en que sabrán acoger las sugerencias de la ONU y de los sectores más sensatos del país.
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