Por Aníbal E. Melo
Donald Trump enfureció a muchos cuando dijo que el Senador de Arizona John McCain no era un héroe de guerra.
Es triste:
…Tomó una actitud en contra de un héroe de guerra para que finalmente fuese condenado por sus colegas republicanos y los medios de comunicación estadounidenses, debido a que aparentemente, su racismo y xenofobia, no eran lo suficientemente dañinos.
Observadores de noticias de todo el mundo seguirán luchando con la pregunta de qué hacer con Trump.
Mientras que él es ciertamente entretenido, degradarle a las páginas de entretenimiento, es sin duda un grave error.
En lugar de reírse de la bufonería de Trump, las organizaciones de noticias tienen que hacer que él rinda cuentas por el daño social y político que hace, exponiendo sus verdades.
Y es que las opiniones racistas de Trump y su desinformación se legitiman entre una gran franja de ciudadanos estadounidenses que le temen a los cambios demográficos del país.
En lugar de cerrar los ojos, vamos a tomar a Donald Trump en serio.
Tratárlo como un payaso en lugar de un candidato real le da permiso para exponer sus odios sin compromisos.
¿Trump puede ganar?
Parece poco probable, pero por supuesto eso mismo fue lo que dijeron los medios de comunicación sobre un hombre de baja estatura y odioso de aspecto gracioso que utilizaba un bigote raro, tildado de ser un orador público horrible y no un candidato serio en la Alemania de la década del 1930.
En las elecciones del 1932 al Reichstag por el cargo de Canciller de Alemania, había 37 partidos políticos que competían en un combate electoral que tiene cierta semejanza con las primarias republicanas de hoy.
En las mismas, Hitler tuvo el tiempo y la cobertura de prensa necesaria para difundir sus tonterías racistas a un nervioso público votante preocupado de la preservación de la identidad nacional de y en contra de "los no alemanes".
Adolf Hitler ganó, y el resto es historia.
Ciertamente tenemos un sistema político más robusto que el del 1930 en Alemania.
Pero la retórica racista de Trump debe verse a la luz repugnante de la experiencia con Hitler.
Cuando se le llama a todos los mexicanos violadores, criminales, perdedores, y la fuente de toda las enfermedades (esa última afirmación era favorita de los nazis), se menosprecia a todos los hispanos como la causa de todos los problemas del país, y cuando se tiene el dinero para transmitir ese mensaje, los periodistas deben tomarlo muy en serio.
El discurso de Trump, es una táctica clásica para sembrar la división y generar miedos.
Que su mensaje encuentre lugar en cualquier hogar, es alarmante.
Una cosa es discutir sobre las políticas de inmigración, y otra muy diferente el condenar a todo un grupo étnico. (Imagínese si Trump dijese esas cosas acerca de los Judios?)
Los comediantes pueden y deben jugar con las ideas de Trump, pero las organizaciones de noticias deben ayudar a su audiencia a ver la verdad que hay en Trump, misma que no es divertida, y si muy peligrosa.
Y recordemos, que Donald Trump tiene sus raíces en Alemania,
Vaya coincidencia!
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