Por Melvin Mañón
Hoy día, siguiendo una tradición, los dominicanos se enfrentan a Leonel Fernández o a Danilo Medina sin haberse dado cuenta de que ambos, no son individualidades sino partes de UN SISTEMA definido como: Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto.
Trujillo, en su tiempo, descansaba en su instinto y en un conjunto de cualidades personales que le permitieron montar y dirigir una maquinaria de poder eficiente e intimidatoria. Balaguer, por su parte, descansó en sus destrezas. Como Trujillo, fue un gran seductor pero su poder era personal y tanto en el caso de las destrezas como de los instintos siempre se llegaba a ellos, como personas. No es así con el PLD y la clave para entenderlo me la dio el informe Beicochea inicialmente denunciado por Andrés L. Mateo y reproducido parcialmente en la página 320 de “Enigma”.
El PLD, políticamente hablando, es una maquinaria pero han sido capaces, en sincronía con el entorno internacional, sobre todo el de EE.UU. de estructurar UN SISTEMA. Trujillo creó una maquinaria, pero nunca tuvo un sistema. Balaguer era solamente él, no llegó a crear una maquinaria. Estos dos hombres del pasado reciente, eran exactamente eso, hombres, individualidades que descansaban y dependían de su propio genio. Nadie se imaginó nunca ni trujillismo ni balaguerismo sin ellos, porque eran quienes, en sus personas respectivas lo representaban y encarnaban.
¿Qué quiere decir esto?
La concepción, la visión y la ejecución política del PLD es una combinación de técnicas gerenciales extraídas del mundo empresarial con el estilo de hacer política del fascismo. Su gestión incorpora elementos de corte nítidamente nazis como el desprecio absoluto a las denuncias de corrupción hechas por sus adversarios y se sienten en ánimo de hacer todo aquello que sus adversarios no sean capaces de impedir y además lo legitiman como si tuvieran derecho a hacerlo. El PLD también mimetiza a los nazis que asesinaban judíos por la mañana y lo negaban por la noche. Como aquellos, estos son capaces de negar la evidencia y ni se inmutan. Combinan ese accionar con el empleo de recursos corporativos como la manipulación del lenguaje para elaborar y difundir un discurso formal que nada tiene que ver con la realidad sino que la suplanta. Como las petroleras que contaminan el mundo, promueven campañas medioambientales para disfrazar su crimen como si ellos fueran parte de la solución y no la esencia misma del problema.
La propaganda política en el PLD descendió hace tiempo al nivel de publicidad comercial y la gestión política se convirtió en mercadeo y no lo digo despectivamente. En ese sistema, el PLD en realidad no produce líderes políticos nacionales, sino ejecutivos, directores y gerentes corporativos que alcanzan esas posiciones por maniobras accionarias, manipulación mediática, y trampas y si pudiera parecer que esa es una desventaja, en verdad no lo es.
Para ellos, el país es una empresa y una empresa necesita gerentes que mejoren la rentabilidad del negocio no líderes políticos con compromisos sociales, pero además disfrutan la ventaja de confundirnos. Nosotros peleamos con Leonel y con Danilo y ni cuenta nos damos de que el sistema está por encima, es más poderoso que ellos.
El PLD ha creado y opera numerosas instancias donde se promueve la contratación de talentos locales y extranjeros que se dedican a la investigación. Ellos trabajan con encuestas y las usan no para publicar los resultados encontrados (de los cuales la gente ni se entera) sino para inducirlos, es decir ocasionar, producir los resultados que ellos quieren y a mi me fascina, en pleno desconcierto, como la gente se pone a discutir los resultados de las encuestas a sabiendas de que el mismo Leonel ha dicho que, con un periódico y una firma encuestadora puede ganar cualquier proceso electoral.
El PLD ha logrado crear realidades políticas a partir de encuestas y recursos publicitarios exactamente igual que las corporaciones multinacionales. Ellos no difunden noticias, sino que las manipulan, las maquillan con la intención de vendernos algo, exactamente igual que si se tratara de una bebida, desodorante o aperitivo.
¿Por qué es esta aclaración importante? Nos equivocamos si creemos que enfrentamos a Leonel, Danilo o Juan Pérez. Enfrentamos un sistema de hacer política del cual, esos señores son parte y acaso coautores, pero lo verdaderamente importante, no son esas personas, sino el sistema creado.
No deberíamos, como Don Quijote, extraviar los molinos de viento por el verdadero adversario.
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