Se trata justificar incumplimiento ley otorga 4% del PIB a educación
Una vez más el Presidente Leonel Fernández Reyna provocó el asombro de los dominicanos al “conceptualizar” que en la “República Dominicana no tenemos una filosofía compartida por la sociedad dominicana que defina los contenidos curriculares del sistema escolar del país”.
Ese descubrimiento, repentino y desobligado, induce a pensar en una tomadura de pelo o en una confesión de incapacidad y diletantismo verboso en el ejercicio gubernamental. Y esto último, en razón de que el Presidente Leonel Fernández ha gobernado este país durante diez años y súbitamente, en el almuerzo de la Asociación de Industriales de la Región Norte, se descolgó por el argumento de la falta de filosofía del sistema educativo, tratando de justificar el incumplimiento de la ley que otorga el 4% del Producto Interno Bruto a la educación nacional.
A la frase anterior, el Presidente Fernández agregó esta perla: “yo pido enriquecer el debate no relacionado a un problema de dinero. La educación es un tema demasiado importante para que solo pueda ser resuelto en una discusión sobre dinero, es diferir la filosofía educativa y curriculares.” ¿Y entonces, acaso piensa el Presidente Fernández reabrir el costoso y despilfarrador foro en el que fue elaborado inútilmente el plan de Nación para insuflarle “filosofía” a la educación nacional?
Ante tanta parlería populista, se pregunta uno si el Presidente Fernández recuerda hoy sus acertijos de ayer. ¿Acaso no expresó en la tribuna de las Naciones Unidas que en la República Dominicana acontecía una revolución en materia educacional? ¿Revolución sin filosofía? ¿O equivocó el término y quiso decir involución educacional?
Nadie en este país ignora que el problema no es sólo de dinero, los dominicanos saben muy bien, más de lo que cree el primer magistrado, que la “conceptualización” de los problemas concernientes a una educación bien orientada precisa de una planificación a partir de un razonamiento idóneo (“¿filosófico?”).
De manera ineluctable, en materia educacional, consciente o inconscientemente, de uno u otro credo, siempre predomina una determinada filosofía. Ningún ámbito de la vida humana carece de causas, de intereses, de convicciones que se erigen en fórmulas ideológicas. Lo que en verdad sucede en el gobierno del Presidente Fernández es que la filosofía transcendente parece ser aquella que tiende a patrocinar, con decidido empeño, la opulencia de las faltriqueras de sus válidos y a desdeñar el 4 % favorable a la instrucción Nacional.
En la prensa de estos días han sido publicadas las recomendaciones hechas al gobierno por el muy conocido intelectual francés Jacques Attali. Y en lo que toca a la educación su pensamiento no pudo ser más claro: El 4% para la educación es, a todas luces, imprescindible para evitar que el sistema educacional continúe en franco deterioro. Nadie debe poner en duda la capacidad del pensador galo, pero el Presidente Fernández pudo haberle economizado al pueblo los gastos que conllevó esa asesoría si le hubiese puesto atención a los análisis y recomendaciones que sobre ese y otros temas le ha hecho el magnífico informe de la oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Ese estudio fue llevado a cabo “a solicitud del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo”, es decir, a petición del propio gobierno del Señor Leonel Fernández.
Pero nunca es tarde, en la parte de ese informe atinente a la política social, puede todavía el Presidente encontrar sustancia suficiente para “conceptualizar” una nueva filosofía educacional. Expresa a ese tenor el informe que la educación “se entiende como un derecho humano y como bien público irrenunciable e indispensable para el pleno desarrollo del ser humano, el cual a su vez hace posible el ejercicio de otros derechos (políticos, civiles y sociales) y, en consecuencia, de la ciudadanía.” Y agrega a seguidas: “Como un derecho, consagrado incluso en la Constitución dominicana, se diferencia de un servicio, por cuanto el Estado tiene la obligación de respetar, asegurar, proteger y promover. Como un servicio, la educación puede ser diferida, pospuesta y hasta negada, mientras que un derecho es exigible y justiciable por las consecuencias que se derivan de su violación o irrespeto.” Y a propósito de la Constitución, no le será difícil al Presidente Fernández recordar las pautas “filosóficas” que a ese respecto incluye ese texto. Reza la Carta Magna en su Artículo 63: “Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes vocacionales y aspiraciones”. Y continúa: “La educación tiene por objetivo la formulación integral del ser humano a lo largo de toda su vida y debe orientarse hacia el desarrollo de su potencial creativo y de sus valores éticos.” Valores éticos, excelente consejo.
En fin, que de filosofía tenemos en demasía, lo que falta es el cumplimiento de la Ley que le atribuye a la educación nacional un 4% del Producto Interno Bruto.
1 Diciembre 2010, 10:55 PM
Hoy
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