Por Venecia Joaquín
Hay muchas maneras de hablar, de expresarse. El vocabulario debe depender del público a quienes nos dirigimos y de que tan rápido queremos que capte el mensaje. Por ejemplo, los objetivos del milenio de combatir la pobreza, no se alcanzaron en el país. La inversión de los recursos fue en áreas no prioritarias. Debieron ir a sectores como la agropecuaria, generadores de empleos fijos y comida, en lugar de metros y túneles. Hay inseguridad y descontrol social. ¡Llueven las promesas y teorías justificando este desastre! Aturden la población.
En este escenario, el lenguaje debe ser claro, sincero y directo, que permita entender esta situación. Voces al estilo del ex Presidente Hipólito Mejía. Una vez le escuche decir, “yo disfruto la verdad. Me regocijo en ella. No tengo nada que esconder. No sé hablar embuste”. Es la esencia de su ser. Su sello, su marca. Su orgullo. Habla para que no haya confusión ni especulación, para que lo entiendan. Y eso es lo que hoy necesitamos.
Hipólito Mejía
Muchos creen que para dirigir la nación se debe ser reservado, demagogo, frío. Tienen el marco de referencia de un Rafael Leónidas Trujillo y su dictadura de 30 años. Actuaba sin hablar. Un Joaquín Balaguer gobernando con un dejo de misterio. Explicaba poco. Ahora, Leonel Fernández, se empeña en hablar bonito, utilizando palabras rebuscadas donde no falten “modernos, globalizados, científicos, cibernéticos, de avanzada tecnología”. Como para impresionar sin que lo entiendan. Hay quienes aplauden para ocultar su ignorancia, sin percatarse que en el fondo, no combate sus males.
Con esos modelos, no conciben que un aspirante a la presidencia diga verdades al desnudo y menos en un lenguaje llano y popular.
Hipólito, de fuerte personalidad, lo hace. Fue formado para ser honesto y demostrarlo. Ha vivido en el campo. Procede de un hogar estable, de firmes valores cristianos. Capacitado en universidades y de inteligencia práctica, sus altas posiciones política y económica así como sus contactos internacionales no lo han alejado del pueblo. Ni pone distancia. Parecería destinado a ayudar los desvalidos.
Obviamente, la sociedad esta alienada. Para que los mensajes penetren, necesitamos que se hable tipo Hipólito. Que pegue en el blanco aunque duela. A un grupito no le conviene. Buscan neutralizarlo haciendo humor con sus expresiones. No quieren luces en la mente del pueblo.
Entre tantos antivalores, su estilo coloquial es necesario. Está lleno de sabiduría. Por eso lo admiro y respeto. Ojala nunca cambie. No hay tiempo que perder y el aprendizaje debe ser colectivo. Su método es sencillo pero educativo. Gerencial y paternal. Aumenta el número de los que lo entienden. Por eso buscan un guía practico, UN PAPA, no para que le regale tarjetitas o lo mantenga cual parasito sino para que le proporcione las herramientas necesarias para desarrollar sus potencialidades y agarrar con firmeza las riendas de su vida.
Santo Domingo, R.D., 22 de octubre de 2010
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