Análisis de cine
Por ROGER EBERT
(3.5 estrellas de 4)
El nombre de Morgan Freeman ha estado vinculado a una u otra película biográfica de Nelson Mandela por lo menos durante 10 años. Resulta extraño que la única que se haya hecho se centre en el equipo de rugby de Sud África. Los carteles propagandísticos de la película Invictus, de Clint Eastwood, presentan a Matt Damon en primer plano, con Freeman, noblemente en las sombras, ocupando un segundo plano. Puedo imaginar las reuniones de mercadeo en las que se argüía que a pocos norteamericanos les importaba Mandela y que Matt Damon es más atractivo para los más jóvenes.
¡Al Diablo!, es lo que yo hubiera dicho. El logro de Nelson Mandela es uno de los pocos momentos brillantes de la historia reciente. He aquí un hombre puesto en libertad después de 24 años de romper rocas y dormir en el suelo en una prisión para convertirse en líder de la nación que lo aprisionó. Su absolución personal de Sud África fue el faro que iluminó las Comisiones de Verdad y Reconciliación, uno de los pocos ejemplos en la historia de personas que sí tenían mucho que perdonar y perdonaron. No olvidemos que tanto blancos como negros tenían razones para estar tristes, y razones para perdonar, y que en muchos casos ellos estaban frente a frente a quienes asesinaron a los suyos.
Comparado a eso, ¿en realidad importa que un equipo Springbok más débil, todos blancos exceptuando uno, ganara la Copa Mundial de Rugby en el primer año del mandato de Mandela? Yo entiendo que en una nación en que todas las razas están inusualmente obsesionadas por los deportes, la copa mundial fue un momento exhilarante en que el Estado paria se presentaba redimido frente al mundo —aun cuando el fútbol sea allí el deporte del hombre negro, y el rugby sea el deporte de los blancos. Fue importante de la misma manera que las olimpíadas de Pekín fueron importantes para China.
Creo que Clint Eastwood entendió todas esas cosas y también buscó hacer la película que él creyó poder hacer, en un área en la que él sintiera una conexión visceral. Eastwood es muy viejo y muy talentoso para tener interés en hacer una película sólo por el dinero. Es muy probable que él haya leído los guiones de los otros proyectos sobre Mandela. Todos ellos tienen algo en común: ninguno fue hecho. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que Morgan Freeman era el actor perfecto (Mandela y él se reunieron y conectaron fabulosamente), pero la historia, el financiamiento y la negociación nunca se concretaron. Eastwood terminó haciendo la cinta que se hizo.
Es una cinta muy Buena. Tiene momentos que evocan gran emoción, como cuando los miembros blancos y negros de la seguridad presidencial (activistas de línea dura de la ANC y policías Afrikáners) acordaron con extrema dificultad a servir juntos. Y cuando al personaje de Damon (Francois Pienaar, el capitán del equipo) se le enseña la celda en que Mandela estuvo detenido por esos largos años, en la isla de Robben. Mi esposa, Chaz, y yo fuimos llevados a la isla temprano una mañana por Ahmed Kathrada, uno de los compañeros prisioneros de Mandela y sí, la película muestra su celda, con las delgadas frazadas en el piso. Usted observa esa celda y piensa: aquí un gran hombre esperó con fe su cita con la historia.
La Copa Mundial fue una victoria famosa. Los Springboks enfrentaban un equipo de Nueva Zelandia tan dominante que había aplastado a todos sus oponentes: a Japón por 90 puntos, lo que en Rugby es mucho. Sud África ganó en tiempo extra. Acerca del nombre del equipo: los equipos nacionales de Sud África han sido llamados los Springboks desde tiempos inmemoriales (los de Nueva Zelandia son conocidos como All Blacks). Un Springbok (antílope) adorna la cola de cada aeroplano de las líneas aéreas de Sud África. Es el logo nacional. ¿Hubiera Mandela cambiado el nombre a uno menos asociado con el régimen del Apartheid? No, él no lo hubiera hecho. Únase a mí en un experimento. Un Afro Americano es electo alcalde de Boston. Este es aceptado, de mala gana, en algunos círculos. ¿Cómo cree que sería recibido si él cambiara el nombre de los Media Rojas?
Freeman hace un trabajo espléndido evocando al hombre, Nelson Mandela, quien es tanto un santo secular como lo es Gandhi (quien emprendió su primera campaña en Durban, Sud África). Él lo presenta como genial, confiado, calmado, sobre lo que es sin duda un corazón de acero templado. El foco es acerca de sus primeros años en el gobierno. Creo que hay una escena en que toma parte una mujer representando a Winnie Mandela, pero el dialogo es vago. Damon es efectivo representando al capitán, Francois Pienaar, un Afrikáner, hijo de padres racistas, transformado por su contacto con “el hombre más grande que haya conocido”. Clint Eastwood, un director magistral, maneja todas estas notas y logra que amemos a Mandela, nos hace orgulloso de Francois y logra que pujemos por los corajudos Springboks. Un gran entretenimiento. No, como dije, la cinta biográfica de Mandela que yo esperaba.
9 de diciembre de 2009
Roger Ebert es crítico de cine del Chicago Sun Times y en línea, http://rogerebert.suntimes.com/ . Traducción de Isaías Medina Ferreira (metransol@yahoo.com)
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