martes, 4 de agosto de 2009

¿Es el tomate un vegetal o una fruta?


Divagaciones para espantar la modorra.

Por Isaías Medina Ferreira

¿Es el tomate un vegetal o una fruta? Es ésta una pregunta vieja, lo sé, pero viendo uno desde que tiene uso de razón los tomates junto al repollo, las lechugas y los rábanos, crece creyendo que es un vegetal. También sé que es una pregunta elemental y hasta cierto punto, pueril. Sí, pero pensé que sería un buen entretenimiento. ¿Qué hace a una fruta, fruta y a un vegetal, vegetal?

Por divertirme, hice la pregunta a un grupo de amigos mientras departíamos entre cervezas (el nuevo símbolo de la reparación de entuertos entre razas), vino de Australia y quesos con fresas. Esto fue lo que recogí.

Mi querido y sabio amigo Luis, con corrección de catedrático (como siempre), me dio una explicación sin fallas sobre la reproducción y las técnicas de cómo cosechar buenos tomates, hasta en terreno árido (sorprendente, viniendo de un hombre que nunca ha sido agricultor ni estudió agronomía).

Mi amigo Roberto, un veterano periodista, filósofo empírico y gran conocedor de licor, dijo que el tomate es 90% agua, que él prefiere el maíz el cual, añejado y bajo condiciones especiales, se vuelve alcohol. También, como santiaguero al fin, aseveró que los andullos, aunque vengan de la loma, son hechos en casas de charqueros…”, ante la mirada inquisitiva de quienes no comprendimos. Johvanil, no menos veterano que Roberto, pero de San Juan, con un jumo de apaga y vámonos, añadió: “yo corroboro, Robertito, hermano… y que siga la jarana, aunque no se coma mañana”.

La “chismosa”, como siempre “vitillando” para después soltar la lengua, tergiversó las cosas y salió a decir que hablábamos de frutas hermafroditas, que algunos pasados de tragos comenzaron a joder con la edad de algunos de los mayorcitos allí presentes y hubo insultos y hasta una guerra de tomates entre quienes deliberábamos sobre la susodicha fruta y tuvo que ir la policía a desbaratar el follón y hasta presos hubo, entre ellos Carlos.

La “Tía Angie”, siempre pendiente a la cocina, se limitó a decir que tiene una receta de tomates que es para "lamberse" los deos. Dña. Angelita, la profesora de gramática, nos recordó que no es "lamberse" sino "lamerse", tampoco deos, sino dedos, y nos hizo un recuento acerca de dónde proviene la palabra tomate.

La Dra. Rosita, especialista en dietética, nos dijo con lujo de detalles los pros y los contras de comer tomates (mientras el amigo Miguel, siempre pendiente de cuidar su libido, la interrumpió preguntando si el tomate tiene propiedades afrodisíacas); Juan, por su parte se limitó a componer un merengue al tomate y nos divirtió contándonos anécdotas de músicos a quienes les encantaba el tomate con vinagre, aceite verde y sal.

Darío, como historiador al fin, hizo un recuento de cómo comenzó la cosecha del tomate en la República Dominicana. Víctor por su parte, con una sonrisa amplia opacada sólo por las alas de su sombrero blanco de como 20 galones, asentía y tragaba quizás pensando poner a prueba su recién encontrada destreza en la canción hablada recitando tu nombre me sabe a yerba, o la mujer que yo quiero no necesita, bañarse to'a las noches en agua bendita.

Octavio, hombre de poco hablar, con semblante serio repetía, "dejemos la vocinglería".

La Dra. Paniagua nos habló de los pros y los contras del tomate para los niños (y Miguel volvió a preguntar acerca de las cualidades afrodisíacas del tomate); según el Lic. Díaz, fiscal de provincia, al que roba tomates le cabe pena igual que al que roba gallinas, o un racimo e' guineo; (Johvanil volvió a vocear: ¡Yo corroboro!).

Antero se sacudió diciendo que los tomates no le interesaban, que estaba en política.

El Pastor Marcelo, un poco fuera de lugar entre este grupo, la mayoría impíos, nos hizo saber que rogaba al eterno para que nuestras almas fueran al cielo y porque las cosechas, sobre todo de tomates, fueran buenas (Miguel, una vez más quiso joder para que el Pastor intercediera ante Dios y le diera propiedades afrodisíacas al tomate… pero los demás, visiblemente incómodos, lo mandaron a callar). Johvanil, voceó una vez más: ¡yo corroboro!.

Fellito, el cronista deportivo, sólo nos dijo: "yo estoy bien con los tomates, porque cuando maduran tienen el mismo color de los Filis, mi equipo favorito"; Moisés, que por estos días anda muy atareado, sólo me dijo: "Isaías, yo no hablo de tonterías" (y sin esfuerzo hizo un verso)… Rubén, como periodista al fin, economizando palabras dijo: ¡ítem!

Miguel de Jesús, con una copa de Cabernet Sauvignon, todavía empeñado en encontrar un afrodisíaco y creyendo encontrarlo en el néctar de la uva añejada, le dijo a César: “poeta, componga un poema al tomate”, porque está convencido que eso es lo que Sabina haría...

Al fin, aun después de mucho hablar, nadie había contestado la pregunta original: ¿Es el tomate una fruta o un vegetal?

Más tarde, después de haber sacado del sistema las Heinekens sacrificadas, recordé la respuesta de mi nieto Javier: “Congo”, así me apoda, ¡vaya usted a saber por qué!, “las frutas se diferencian de los vegetales porque las frutas tienen semillas. Por lo tanto, el tomate es una fruta”. Lo mismo que me había dicho Dña. Rosa Gilma, la maestra de botánica, hace muchísimos años, por allá cuando la tierra y las experiencias eran verdes, las ilusiones anchas y profundas y los sueños interminables.

1 comentario:

  1. Pero coño, cuantas vainas pare el ocio. Tantas mujeres infértiles que andan por ahi y usted on ese derroche de parturienta vocacional jodiendo la modorra.

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