viernes, 21 de enero de 2011
A Aristide debiera permitírsele regresar a Haití
Codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR).
El infame dictador haitiano, “Baby Doc” Duvalier, regresó a su país esta semana, mientras que el primer presidente elegido democráticamente del país, Jean-Bertrand Aristide, aún no puede volver. Estos dos hechos dicen todo lo que hay que saber sobre la política de Washington hacia Haití, y sobre el respeto a la democracia que tiene nuestro gobierno en ese país tanto como en la región.
Al recibir preguntas sobre el regreso de Duvalier, quién bajo su dictadura torturó y asesinó a miles de personas, el Portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, P.J. Crowley dijo, “este es un asunto para el gobierno y pueblo de Haití.”
Pero al recibir preguntas sobre el posible regreso de Aristide, él dijo que “Haití no necesita, en este momento, más estorbos.”
Cables publicados por Wikileaks la semana pasada muestran que Washington presionó a Brasil, quién lidera la misión militar de las Naciones Unidas en Haití, para que se evitara el ingreso de Aristide al país y que se limite su influencia política desde el exilio.
¿Quién es este hombre tan peligroso que teme Washington? En 1996, el Washington Post describió su primer mandato de esta manera:
Elegido abrumadoramente, derrocado por un golpe de Estado y retornado al poder por tropas estadounidenses, el populista ex sacerdote abolió el represivo ejercito, casi le puso fin a las violaciones a los derechos humanos, mayormente cumplió con su promesa de promover reconciliación, celebró elecciones desorganizadas pero justas y, aunque contaba con suficiente apoyo popular para ignorarla, honró su promesa de dejar el poder al final de su mandato. Un récord formidable.
Eso fue antes de que el consejo editorial del Washington Post se hiciera neo-conservador, y más importantemente, antes de que Washington lanzara su campaña para derrocarlo por segunda vez. Junto con sus aliados internacionales, congelaron virtualmente toda ayuda extranjera al país después de 2000. Al mismo tiempo, invirtieron millones de dólares para fomentar un movimiento opositor. Con el control de la mayoría de los medios de comunicación, y la ayuda de matones armados, asesinos convictos, y ex líderes de caravanas de la muerte, el empobrecido y quebrantado gobierno fue derrocado en febrero de 2004.
La gran diferencia entre los golpes contra Aristide de 2004 y de 1991 es que en 1991, el Presidente George H.W. Bush no reconoció al gobierno golpista, aunque fue la misma CIA que los financió. Tuvieron que por lo menos disimular que no estaban involucrados. Pero en 2004, bajo el segundo Presidente Bush, ni siquiera se molestaron en esconderlo. Esto representa la degeneración de la política extranjera de Estados Unidos.
Tuve una conversación hace poco con un Congresista veterano de Estados Unidos en la que le comenté que Washington derrocó a Aristide la segunda vez, en 2004, porque él abolió al ejercito. “Así es,” me respondió.
Washington es un lugar cínico. Las organizaciones de derechos humanos más importantes de esta ciudad no hicieron casi nada cuando miles de haitianos fueron asesinados después del golpe de 2004, y miembros del gobierno constitucional fueron encarcelados. Y a estos supuestos defensores de derechos humanos, y las otras organizaciones que trabajan a favor de la “democracia”, no parece molestarles que el distinguido ex Presidente de Haití sigue en exilio – en violación de la constitución haitiana y derecho internacional. Ni les molesta que su partido, el más popular del país, es prohibido de participar en elecciones. Los grandes medios de comunicación en general le siguen la corriente.
Ahora hay elecciones en Haití en que la Organización de Estados Americanos, al pedido de Washington, quiere elegir por Haití quién debería participar en la segunda ronda de sus elecciones presidenciales. Esa es la imagen que tiene Washington sobre la democracia.
Sin embargo, Aristide sigue vivo, en exilio forzado en Sur África. Continúa siendo el líder político más popular en Haití, y siete años no son suficientes para borrar su memoria de la conciencia haitiana. Aristide volverá tarde o temprano. Siga Leyendo...
jueves, 20 de enero de 2011
LISTA DE CURAS ABUSADORES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE BOSTON
SERVICIO PÚBLICO
El abogado Mitchell Garabedian, cuya firma representa a más de 700 víctimas de las diabluras sexuales de los curas de Boston, dio a conocer esta lista de 117 nombres de curas sinvergüenzas acusados de acoso y abuso sexual contra niños y adultos. Se la dejo aquí por si usted conoce alguno, o lo tiene cerca de su vecindario, sepa de quién se trata. Nótese que la mayoría de violadores en este listado ha servido en la arquidiócesis de Boston, donde se destapó el escándalo que ha sacudido, no sólo a la iglesia católica, sino al mundo, que ha reaccionado indignado con este abuso de confianza cometido contra miles de familias que se confiaron de la prédica de estos descarados que se ampararon en la fe y ocultaron bajo sus hábitos toda la perversidad que derrocharon sobre la inocencia de muchos niños.
1. Father Richard J. Ahern, C.S.S., also known as Father Richard J. Ahern, C.P.S. (Congregation of the Sacred Stigmata, also referred to as the Stigmatines; and Diocese of Springfield)
2. Father Jose Alonzo, also known as Father Jose Alonso (Diocese of Paterson)
3. Father Joseph Angeli (Archdiocese of Boston)
4. Father John T. Atwater (Archdiocese of Boston)
5. Father José Maria Bettencourt e Ávila (Diocese of Fall River)
6. Father Eugene Bailot (Archdiocese of Boston)
7. Father Robert F. Barrett (Archdiocese of Boston)
8. Father Sydney Bayers, also known as Father Sidney Bayers (Archdiocese of Boston)
9. Father Robert P. Beale (Archdiocese of Boston)
10. Father Leon F. Beauvais (Archdiocese of Boston)
11. Father Ronald Becker (Diocese of Trenton)
12. Father George C. Berthold (Archdiocese of Boston)
13. Father Joseph E. Birmingham (Archdiocese of Boston)
14. Father Paul J. Bolduc (Archdiocese of Boston)
15. Father Barry F. Bossa, S.A.C., also known as Father F. Barry Bossa (Archdiocese of Boston)
16. Father Philip C. Breton (Archdiocese of Boston)
17. Father Anthony L. Buchette (Archdiocese of Boston)
18. Father Myron F. Bullock (Archdiocese of Boston)
19. Father Robert M. Burns (Archdiocese of Boston)
20. Father Michael J. Carew (Archdiocese of Boston)
21. Father Guido Caverzan, C.S. (Missionaries of St. Charles Borromeo, also referred to as the Scalabrinians)
22. Father Edmund P. Charest (Archdiocese of Boston)
23. Father Joseph K. Coleman (Archdiocese of Boston)
24. Father James E. Connelly (Archdiocese of Boston)
25. Father John M. Cotter (Archdiocese of Boston)
26. Father Edmund Croke (Archdiocese of Boston)
27. Father John P. Cronin (Diocese of Fall River)
28. Brother Eugene Cumerlato, S.X. (Xaverian Missionary Fathers)
29. Father Thomas M. Curran (Archdiocese of Boston)
30. Father Robert F. Daly (Archdiocese of Boston)
31. Brother Fidelis DeBerardinis, O.F.M. (Order of Friars Minor)
32. Father John J. Dewire (Archdiocese of Boston)
33. James D. Doherty (coach at Savio Preparatory High School) (Salesians of Don Bosco)
34. Father Roy Drake, S.J. (New York Society of Jesus)
35. Father William J. Duffy, S.J. (New England Society of Jesus)
36. Father John A. Dunn (Archdiocese of Boston)
37. Father Leo V. Dwyer (Archdiocese of Boston)
38. Father Frank E. Fairbairn (Archdiocese of Boston)
39. Brother Nolan Farrell (Archdiocese of Boston)
40. Father Paul J. Finegan (Archdiocese of Boston)
41. Father Peter J. Frost (Archdiocese of Boston)
42. Father Robert V. Gale (Archdiocese of Boston)
43. Father Rene Gaudin, SS.CC. (Congregation of the Sacred Hearts of Jesus and Mary)
44. Father John J. Geoghan (Archdiocese of Boston)
45. Father Louis J. Govoni (Archdiocese of Boston)
46. Father Daniel M. Graham (Archdiocese of Boston)
47. Father John E. Guiney (Archdiocese of Boston)
48. Monsignor Arthur J. Hagan (Archdiocese of Boston)
49. Father John R. Hanlon (Archdiocese of Boston)
50. Paul A. Hightower, a/k/a Father Paul A. Hightower, a/k/a Brother Paul A. Hightower (seminarian at Cardinal O’Connell Seminary) (Archdiocese of Boston)
51. Brother Edward Anthony Holmes, SS.CC. (Archdiocese of Boston)
52. Father Paul W. Hurley (Archdiocese of Boston)
53. Father Raymond L. Hyder (Archdiocese of Boston)
54. Father Donald J. Joyce, O.M.I. (Oblates of Mary Immaculate, also referred to as the Oblates)
55. Father Peter S. Kanchong (Archdiocese of Boston)
56. William Kelleher (groundskeeper at St. Ann’s Parish, West Bridgewater) (Archdiocese of Boston)
57. Father Edward T. Kelley (Archdiocese of Boston)
58. Father Edward M. Keohan (Archdiocese of Boston)
59. Father Bernard J. Lane (Archdiocese of Boston)
60. Father Richard R. Lavigne (Diocese of Springfield)
61. Father Kenneth A. LeBlanc (Archdiocese of Boston)
62. Father Charles M. Loeffler, S.J. (Archdiocese of Boston)
63. Edward Lopes (sexton or custodian, Santo Christo Parish, Fall River) (Diocese of Fall River)
64. Father John P. Lyons (Archdiocese of Boston)
65. Father James T. McDonald (Archdiocese of Boston)
66. Father Paul J. Mahan (Archdiocese of Boston)
67. Father Richard Mataconis, S.D.B., also known as Father Philip Mataconis, S.D.B. (Salesians of Don Bosco)
68. Father George V. McCabe, S.J. (New England Society of Jesus)
69. Father Richard J. McCormick, S.D.B., also known as Brother Richard J. McCormick, S.D.B. (Salesians of Don Bosco)
70. Father Paul E. McDonald (Archdiocese of Boston)
71. Father Joseph McInnis, also known as Father Joseph McInnis, S.J. (Archdiocese of Boston & New England Society of Jesus)
72. Father Benjamin J. McMahon (Archdiocese of Boston)
73. Father Gerard T. McMahon (Archdiocese of Boston)
74. Father Francis J. McManus, S.J. (New England Society of Jesus)
75. Father Robert H. Morrissette (Archdiocese of Boston)
76. Brother Thomas Mulryan (Diocese of Fall River)
77. John Murphy (teacher at Archbishop Williams High School in the 1980s) (Archdiocese of Boston)
78. Father Kenneth B. Murphy (Archdiocese of Boston)
79. Father David C. Murphy (Archdiocese of Boston)
80. Father James Nyhan (Archdiocese of Boston)
81. Father Eugene O’Sullivan (Archdiocese of Boston)
82. Deacon Joseph A. Papile (Archdiocese of Boston)
83. Father Edward O. Paquette (Diocese of Fall River)
84. Father Ronald H. Paquin (Archdiocese of Boston)
85. Father Leonard E. Pelletier (Archdiocese of Boston)
86. Father Leo E. Pollard, S.J. (New England Society of Jesus)
87. Father James R. Porter (Diocese of Fall River)
88. Brother Dennis Raeihle, S.A. (Franciscan Friars of the Atonement, also referred to as the Graymoor Friars)
89. Father Robert J. Reiss (Archdiocese of Dubuque)
90. Father George J. Rosenkranz (Archdiocese of Boston)
91. Monsignor Frederick J. Ryan (Archdiocese of Boston)
92. Father Robert Ryer (Archdiocese of Boston)
93. Father Paul P. Rynne (Archdiocese of Boston)
94. Father Paul R. Shanley (Archdiocese of Boston)
95. Father James C. Shaughnessey (Archdiocese of Boston)
96. Monsignor Francis S. Shea (Archdiocese of Boston)
97. Monsignor William B. Shea (Archdiocese of Boston)
98. Brother George Sheehan, S.D.B. (Salesians of Don Bosco)
99. Father Edward F. Sherry (Archdiocese of Boston)
100. Father Gilbert J. Simoes (Diocese of Fall River)
101. Father Brendan Smyth, O.Praem. (Diocese of Providence)
102. Father Eugene P. Sullivan (Archdiocese of Boston)
103. Father Michael D. Sullivan (Archdiocese of Boston)
104. Father C. Melvin Surette (Archdiocese of Boston)
105. Father James F. Talbot, S.J. (New England Society of Jesus)
106. Father Paul J. Tivnan (Archdiocese of Boston)
107. Father Louis Toma, P.S.S.C., also known as Father Louis Toma, C.S. (Missionaries of St. Charles Borromeo, also referred to as the Scalabrinians)
108. Father Ernest E. Tourigney (Archdiocese of Boston)
109. Father Robert K. Towner (Archdiocese of Boston)
110. Father Ronald J. Tully, also known as Monsignor Ronald J. Tully (Diocese of Paterson)
111. Father Robert Turnbull, O.S.A., also known as Father John Turnbull, O.S.A. (Brothers of the Order of Hermits of St. Augustine, also referred to as the Augustinians)
112. Father James P. Vallely (Diocese of Portland)
113. Father Joseph P. Veneto (Archdiocese of Boston)
114. Brother John Voglio, S.D.B. (Salesians of Don Bosco)
115. Father William M. Walsh (Archdiocese of Boston)
116. Father Robert A. Ward (Archdiocese of Boston)
117. Father Joseph Welsh (Archdiocese of Boston)
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martes, 18 de enero de 2011
CARICATURA
Muy expresiva. Y representa una verdad dominicana que podría ocurrir en mas de 90% de ocasiones.
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lunes, 17 de enero de 2011
Un año después del terremoto de Haití, las corporaciones se lucran mientras la gente sufre
Un año después del terremoto que devastó a Haití, gran parte del socorro prometido y la ayuda para la reconstrucción no ha llegado a los más necesitados. De hecho, la tragedia de la nación ha servido como una oportunidad para enriquecer aún más los intereses corporativos.
Los detalles de una demanda reciente, según informa Business Week, pone de relieve la manera en que los contratistas -incluyendo algunos de los mismos actores que se beneficiaron de la reconstrucción con el huracán Katrina- han seguido utilizando sus conexiones políticas para obtener beneficios a costas del sufrimiento de los demás, para recibir contratos valorados en decenas de millones de dólares, mientras que los haitianos reciben monedas de a centavo, a lo sumo. También muestra las formas en que la caridad y los esfuerzos para el desarrollo han reflejado y contribuido a los abusos de las empresas.
Lewis Lucke, un veterano de 27 años de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), fue nombrado coordinador especial de EE.UU. para el socorro y la reconstrucción después del terremoto. Realizó este trabajo por unos meses e inmediatamente después, se trasladó al sector privado, donde podía vender sus contactos y conexiones al mejor postor. Rápidamente consiguió un contrato con el Grupo de Recuperación de Haití (Haiti Recovery Group, HRG) ganando $30,000 al mes (más bonos).
HRG fue fundado por Ashbritt, Inc., un contratista con sede en la Florida que había recibido acres de mala prensa por su contratación después de Katrina. El socio de Ashbritt en HRG es Gilbert Bigio, un acaudalado empresario haitiano con estrechos vínculos con el ejército israelí. Bigio hizo una fortuna durante el corrupto régimen de Duvalier y fue partidario del golpe de derecha contra el presidente haitiano Aristide.
Aunque Lucke recibió $60,000 por dos meses de trabajo, él está demandando porque dice que se le deben $500,000 adicionales por los más de 20 millones de dólares en contratos que él ayudó a HRG a obtener durante ese periodo.
Como ha informado Corpwatch, Ashbritt "ha tenido un crecimiento meteórico desde que obtuvo su primera gran subcontratación para retirada de escombros nada menos que de Halliburton, para ayudar en la limpieza después del huracán Andrew en 1992". En 1999, la compañía también enfrentó acusaciones de doble facturación por $765,000 dólares de la junta escolar del condado de Broward, Florida, por la limpieza realizada en las secuelas del huracán Wilma.
El Jefe (CEO) de Ashbritt, Randal Perkins, es uno de los principales donantes a las causas republicanas y contrató la empresa del gobernador de Mississippi, Haley Barbour, así como a Mike Parker, ex oficial del Cuerpo Armado de Ingenieros de EE. UU., como grupos de presión. Como recompensa por sus conexiones políticas, Ashbritt obtuvo 900 millones de dólares en contratos post-Katrina, con lo que se convirtió en el niño-cartel de la corrupción política en el mundo de la especulación con desastres, provocando incluso una investigación del Congreso centrada en su compra de influencias. MSNBC informó a principios de 2006 que la crítica sobre Ashbritt "se puede escuchar en casi todas las comunidades costeras desde Alabama hasta Texas".
Los contratos adjudicados a los compinches de Bush como Ashbritt dieron lugar a que empresas locales y de las “minorías” perdieran de recibir trabajos de reconstrucción. Como señaló poco después de Katrina Multinational Monitor, "al adjudicar el proceso de contratación a los contratistas principales como Ashbritt, el Cuerpo de Ingenieros y FEMA efectivamente han privatizado la aplicación de las Regulaciones Federales de Adquisición y las leyes de socorro como la Ley de Stafford, que exige a los funcionarios de contratación dar prioridad a las empresas locales y dar un 5 por ciento de los contratos a las empresas que son propiedad de “minorías”. Como resultado... los primeros informes indican que más del 90 por ciento de los $2 mil millones en contratos iniciales fue otorgado a empresas con sede fuera de los tres estados primarios afectados y que las empresas minoritarias recibieron solo 1.5 por ciento de los primeros $1.6 mil millones."
Alex Dupuy, escribiendo en The Washington Post, informó acerca de un patrón similar en Haití, señalando, "de los más de 1,500 contratos de EE. UU. repartidos, con un valor de $267 millones, sólo 20, por valor de $4.3 millones, han ido a las empresas de Haití. El resto ha sido asignado a las empresas de EE. UU., que utilizan casi exclusivamente los proveedores de EE. UU. a pesar de que estas empresas extranjeras emplean a los haitianos, sobre todo haciendo pago efectivo por trabajo realizado, la mayor parte del dinero y las ganancias se reinvierten en los Estados Unidos". El mismo artículo señala que "menos del 10 por ciento de los $9 mil millones prometidos por los donantes extranjeros ha sido entregado y no todo el dinero entregado ha sido gastado. Aparte de la reconstrucción del aeropuerto internacional y la limpieza de escombros de las principales arterias urbanas, todavía no ha comenzado la reconstrucción de grandes infraestructuras: carreteras, puertos, viviendas, comunicaciones”.
El desastre de la especulación ejemplificado por Ashbritt no es sólo el resultado de la rápida toma de decisiones en medio de una crisis. Estos contratos son adjudicados en el marco de una agenda corporativa que ve los desastres como una oportunidad y como una herramienta para promover políticas que no sería posible en otros tiempos. Naomi Klein expone evidencia de que, dentro de las 24 horas siguientes al terremoto, el influyente grupo de estrategia de derecha Heritage Foundation ya estaba haciendo planes para utilizar el desastre como un intento de privatización de la economía del país.
Las actividades de socorro y recuperación, dirigidas por los militares de EE. UU., también han traído una mayor militarización a la ayuda y criminalización de los sobrevivientes. Haití y Katrina también sirvieron como plataformas para una mayor participación de mercenarios en los esfuerzos de reconstrucción. Como le dijo uno de los mercenarios de Blackwater a Scahill cuando visitó a Nueva Orleans en los días posteriores a Katrina: "Esta es una tendencia. Vas a ver mucho más de nosotros en estas situaciones".
Y no son sólo las corporaciones las que han sido culpables de aprovecharse del sufrimiento de Haití. Un informe reciente del Disaster Accountability Project (DAP) o Proyecto de Responsabilidad de Desastres, describe una "falta de transparencia enorme en la comunidad de ayuda y socorros para desastres", y encontró que las organizaciones de ayuda han dejado muchas donaciones para Haití en sus cuentas bancarias, ganando intereses en vez de ayudar al pueblo de Haití. El director de DAP, Ben Smilowitz señala que "casi la mitad de los dólares donados todavía estén en las cuentas bancarias de los grupos de socorro y ayuda, no coincide con la urgencia de su propia recaudación de fondos y esfuerzos de marketing ni las intenciones de los donantes, pero mucho menos obedece a la urgencia de la situación en el terreno."
El poeta haitiano y abogado de derechos humanos Ezili Danto ha escrito: "la pobreza de Haití comenzó con el embargo comercial impuesto por los Estados Unidos y Europa después de su independencia, continuó con la deuda de la Independencia a Francia y el colonialismo eclesial y financiero. Además, en tiempos más recientes, los usos de la ayuda externa de los EE. UU., tal como se administra a través de USAID en Haití, básicamente ha servido para alimentar los conflictos y en secreto promover los intereses empresariales de EE. UU. en detrimento de la democracia y la salud, la libertad, la soberanía, la justicia social y las libertades políticas de Haití. Los proyectos de USAID han estado en primera línea de orquestar comportamiento antidemocrático, trayendo subdesarrollo, golpes de Estado, la impunidad de la oligarquía haitiana, el encarcelamiento indefinido de los disidentes y la destrucción de la soberanía alimentaria de Haití, esencialmente promoviendo la hambruna."
Desde antes del terremoto, Haití ha sido víctima de muchos de los que han afirmado que están ahí para ayudar. Hasta que no abordemos esta cuestión fundamental de la especulación corporativa disfrazada de ayuda y desarrollo, la nación seguirá sumida en la pobreza. Y los desastres futuros, donde quiera que ocurran, darán lugar a injusticias similares.
Traducción de Isaias Ferreira Medina (metransol@yahoo.com) del artículo One Year after Haiti Earthquake, Corporations Profit While People Suffer, publicado por t r u t h o u t | News Analysis el jueves 13 de enero 2011 Siga Leyendo...
viernes, 14 de enero de 2011
Recuento de las elecciones en Haití revela enormes irregularidades más allá de lo observado por la OEA y la CEP
Washington, D.C. – El Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés) ha publicado un informe que presenta los resultados de un recuento independiente de las actas de votación de las elecciones del 28 de noviembre en Haití. Algunos de los resultados fueron presentados en un comunicado el 30 de diciembre, 2010:
“La cantidad de votos no contabilizados o contabilizados erróneamente en esta elección es enorme – mucho mayor a la cantidad señalada por la Organización de Estados Americanos (OEA) o por la Comisión Electoral Provisional (CEP),” dijo el codirector de CEPR y coautor del informe, Mark Weisbrot. “No sé como un observador profesional podría legítimamente certificar el resultado de esta elección.”
El informe, “Las elecciones fracasadas de Haití,” encuentra que:
• Teniendo en cuenta la cantidad de irregularidades, es imposible determinar quién debería avanzar a la segunda ronda. Si se celebra una segunda ronda, será basada en supuestos arbitrarios y/o exclusiones.
• En el caso de 1,326 cabinas de votación, o 11.9 por ciento de todas las cabinas, las actas de votación nunca fueron recibidas por la CEP o fueron descalificadas del conteo debido a irregularidades. Esto corresponde a aproximadamente 156,000 votos, o 12.7 por ciento del voto total, el cual no fue contabilizado o incluido en los resultados publicados por la CEP y reportados por la prensa el 7 de diciembre, 2010. Se trata de una inmensa cantidad de votos no contabilizados y especialmente en una elección en la que, de acuerdo a los resultados preliminares, la diferencia entre los votos obtenidos por los candidatos en segundo y tercer lugar fue tan sólo 0.6 por ciento del voto.
• Una gran cantidad de actas adicionales presentan un número suficiente de irregularidades como para ser descalificadas. En 8.4 por ciento de las actas—o más del 13 por ciento del voto—se observan totales de votos para los candidatos principales que, normalmente, se esperaría que ocurrirían al azar en menos de un por ciento de los casos.
• La tasa de participación también fue extremadamente baja con sólo 22.9 por ciento de los votantes registrados participando en las elecciones. En comparación, las elecciones presidenciales del 2006 tuvieron una tasa de participación de 59.25 por ciento.
El informe también destaca que las fallas más serias del proceso electoral ocurrieron antes del día de las elecciones, con la exclusión de más de una docena de partidos políticos (incluyendo el partido más popular), y el “gigantesco labor” de intentar registrar cientos de miles de personas desplazadas por el terremoto – algo que obviamente fue un fracaso rotundo. Siga Leyendo...
sábado, 8 de enero de 2011
EL PAN CHIQUITO EN EL NUEVA YORK PEQUEÑO
PANCARTA
Por Raúl Pérez Peña (Bacho)
columnapancarta@yahoo.com
Tal cual se publicó es esta reproducción: “La Unión de Medianos y Pequeños Industriales de la Harina (UMPIH) anunció este jueves un aumento del precio del pan debido a que alegan que sus costos se han incrementado en un 40 por ciento”.
“Con el aumento, la unidad de pan que ahora cuesta 5 pesos tendrá un nuevo precio de 8 pesos, las unidades de pan de otras dimensiones registrarán un incremento en igual proporción”.
La siguiente es otra cita de la prensa diaria: “Las empresas de transporte de pasajeros hacia el interior y Haití acordaron aumentar desde el próximo martes los pasajes entre un 40 y un 50 por ciento”.
“Representantes de 76 empresas agrupadas en la Asociación Nacional de Empresarios del Transporte (Asetran), determinaron ayer incrementar el pasaje porque los altos costos operacionales los están llevando a la quiebra”.
Se habla de alzas sustanciales en el pan y el transporte, simultáneas con las registradas en el consumo energético y en otras vertientes básicas de la cotidianidad de los dominicanos.
Pero incluya también la pendiente de quiebra de que hablan los panaderos y los transportistas.
Quiebra en abanico y bajo el efecto “dominó”, no importa la construcción de grandes edificios de capital extranjero, así como las lujosas y decenas de torres habitacionales cuyo Wikileaks pondría al desnudo la mega lavandería instalada en este Nueva York pequeño, que también se manifiesta en una “urbe” con una vorágine delincuencial, de las drogas, la criminalidad y los vicios.
Mientras se impuso el sabotaje oficial al justo y legítimo propósito del 4% a la Educación, se anuncia el “estreno” de una nueva línea del Metro.
Las alzas recientes presagian o avisan lo que viene.
Hay una serie de productos de primera necesidad que los más pesimistas les están tomando fotografías para recordarlos en un futuro no lejano. Se trata de especies en extinción, o extinguidas, como pasó con el sancocho de siete carnes.
Hasta el histórico “Yaniqueque”, la pizza de los pobres, tiene un precio por las nubes.
Lo mismo sucede con el casabe combinado con Pica Pica, que escala precios no aptos para pobres. Este tsunami de alzaprecios apenas comienza. Ya veremos el derrotero, si queda pan chiquito.
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