lunes, 17 de enero de 2011

Un año después del terremoto de Haití, las corporaciones se lucran mientras la gente sufre

Por Jordan Flaherty

Un año después del terremoto que devastó a Haití, gran parte del socorro prometido y la ayuda para la reconstrucción no ha llegado a los más necesitados. De hecho, la tragedia de la nación ha servido como una oportunidad para enriquecer aún más los intereses corporativos.

Los detalles de una demanda reciente, según informa Business Week, pone de relieve la manera en que los contratistas -incluyendo algunos de los mismos actores que se beneficiaron de la reconstrucción con el huracán Katrina- han seguido utilizando sus conexiones políticas para obtener beneficios a costas del sufrimiento de los demás, para recibir contratos valorados en decenas de millones de dólares, mientras que los haitianos reciben monedas de a centavo, a lo sumo. También muestra las formas en que la caridad y los esfuerzos para el desarrollo han reflejado y contribuido a los abusos de las empresas.

Lewis Lucke, un veterano de 27 años de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), fue nombrado coordinador especial de EE.UU. para el socorro y la reconstrucción después del terremoto. Realizó este trabajo por unos meses e inmediatamente después, se trasladó al sector privado, donde podía vender sus contactos y conexiones al mejor postor. Rápidamente consiguió un contrato con el Grupo de Recuperación de Haití (Haiti Recovery Group, HRG) ganando $30,000 al mes (más bonos).

HRG fue fundado por Ashbritt, Inc., un contratista con sede en la Florida que había recibido acres de mala prensa por su contratación después de Katrina. El socio de Ashbritt en HRG es Gilbert Bigio, un acaudalado empresario haitiano con estrechos vínculos con el ejército israelí. Bigio hizo una fortuna durante el corrupto régimen de Duvalier y fue partidario del golpe de derecha contra el presidente haitiano Aristide.

Aunque Lucke recibió $60,000 por dos meses de trabajo, él está demandando porque dice que se le deben $500,000 adicionales por los más de 20 millones de dólares en contratos que él ayudó a HRG a obtener durante ese periodo.

Como ha informado Corpwatch, Ashbritt "ha tenido un crecimiento meteórico desde que obtuvo su primera gran subcontratación para retirada de escombros nada menos que de Halliburton, para ayudar en la limpieza después del huracán Andrew en 1992". En 1999, la compañía también enfrentó acusaciones de doble facturación por $765,000 dólares de la junta escolar del condado de Broward, Florida, por la limpieza realizada en las secuelas del huracán Wilma.

El Jefe (CEO) de Ashbritt, Randal Perkins, es uno de los principales donantes a las causas republicanas y contrató la empresa del gobernador de Mississippi, Haley Barbour, así como a Mike Parker, ex oficial del Cuerpo Armado de Ingenieros de EE. UU., como grupos de presión. Como recompensa por sus conexiones políticas, Ashbritt obtuvo 900 millones de dólares en contratos post-Katrina, con lo que se convirtió en el niño-cartel de la corrupción política en el mundo de la especulación con desastres, provocando incluso una investigación del Congreso centrada en su compra de influencias. MSNBC informó a principios de 2006 que la crítica sobre Ashbritt "se puede escuchar en casi todas las comunidades costeras desde Alabama hasta Texas".

Los contratos adjudicados a los compinches de Bush como Ashbritt dieron lugar a que empresas locales y de las “minorías” perdieran de recibir trabajos de reconstrucción. Como señaló poco después de Katrina Multinational Monitor, "al adjudicar el proceso de contratación a los contratistas principales como Ashbritt, el Cuerpo de Ingenieros y FEMA efectivamente han privatizado la aplicación de las Regulaciones Federales de Adquisición y las leyes de socorro como la Ley de Stafford, que exige a los funcionarios de contratación dar prioridad a las empresas locales y dar un 5 por ciento de los contratos a las empresas que son propiedad de “minorías”. Como resultado... los primeros informes indican que más del 90 por ciento de los $2 mil millones en contratos iniciales fue otorgado a empresas con sede fuera de los tres estados primarios afectados y que las empresas minoritarias recibieron solo 1.5 por ciento de los primeros $1.6 mil millones."

Alex Dupuy, escribiendo en The Washington Post, informó acerca de un patrón similar en Haití, señalando, "de los más de 1,500 contratos de EE. UU. repartidos, con un valor de $267 millones, sólo 20, por valor de $4.3 millones, han ido a las empresas de Haití. El resto ha sido asignado a las empresas de EE. UU., que utilizan casi exclusivamente los proveedores de EE. UU. a pesar de que estas empresas extranjeras emplean a los haitianos, sobre todo haciendo pago efectivo por trabajo realizado, la mayor parte del dinero y las ganancias se reinvierten en los Estados Unidos". El mismo artículo señala que "menos del 10 por ciento de los $9 mil millones prometidos por los donantes extranjeros ha sido entregado y no todo el dinero entregado ha sido gastado. Aparte de la reconstrucción del aeropuerto internacional y la limpieza de escombros de las principales arterias urbanas, todavía no ha comenzado la reconstrucción de grandes infraestructuras: carreteras, puertos, viviendas, comunicaciones”.

El desastre de la especulación ejemplificado por Ashbritt no es sólo el resultado de la rápida toma de decisiones en medio de una crisis. Estos contratos son adjudicados en el marco de una agenda corporativa que ve los desastres como una oportunidad y como una herramienta para promover políticas que no sería posible en otros tiempos. Naomi Klein expone evidencia de que, dentro de las 24 horas siguientes al terremoto, el influyente grupo de estrategia de derecha Heritage Foundation ya estaba haciendo planes para utilizar el desastre como un intento de privatización de la economía del país.

Las actividades de socorro y recuperación, dirigidas por los militares de EE. UU., también han traído una mayor militarización a la ayuda y criminalización de los sobrevivientes. Haití y Katrina también sirvieron como plataformas para una mayor participación de mercenarios en los esfuerzos de reconstrucción. Como le dijo uno de los mercenarios de Blackwater a Scahill cuando visitó a Nueva Orleans en los días posteriores a Katrina: "Esta es una tendencia. Vas a ver mucho más de nosotros en estas situaciones".

Y no son sólo las corporaciones las que han sido culpables de aprovecharse del sufrimiento de Haití. Un informe reciente del Disaster Accountability Project (DAP) o Proyecto de Responsabilidad de Desastres, describe una "falta de transparencia enorme en la comunidad de ayuda y socorros para desastres", y encontró que las organizaciones de ayuda han dejado muchas donaciones para Haití en sus cuentas bancarias, ganando intereses en vez de ayudar al pueblo de Haití. El director de DAP, Ben Smilowitz señala que "casi la mitad de los dólares donados todavía estén en las cuentas bancarias de los grupos de socorro y ayuda, no coincide con la urgencia de su propia recaudación de fondos y esfuerzos de marketing ni las intenciones de los donantes, pero mucho menos obedece a la urgencia de la situación en el terreno."

El poeta haitiano y abogado de derechos humanos Ezili Danto ha escrito: "la pobreza de Haití comenzó con el embargo comercial impuesto por los Estados Unidos y Europa después de su independencia, continuó con la deuda de la Independencia a Francia y el colonialismo eclesial y financiero. Además, en tiempos más recientes, los usos de la ayuda externa de los EE. UU., tal como se administra a través de USAID en Haití, básicamente ha servido para alimentar los conflictos y en secreto promover los intereses empresariales de EE. UU. en detrimento de la democracia y la salud, la libertad, la soberanía, la justicia social y las libertades políticas de Haití. Los proyectos de USAID han estado en primera línea de orquestar comportamiento antidemocrático, trayendo subdesarrollo, golpes de Estado, la impunidad de la oligarquía haitiana, el encarcelamiento indefinido de los disidentes y la destrucción de la soberanía alimentaria de Haití, esencialmente promoviendo la hambruna."

Desde antes del terremoto, Haití ha sido víctima de muchos de los que han afirmado que están ahí para ayudar. Hasta que no abordemos esta cuestión fundamental de la especulación corporativa disfrazada de ayuda y desarrollo, la nación seguirá sumida en la pobreza. Y los desastres futuros, donde quiera que ocurran, darán lugar a injusticias similares.

Traducción de Isaias Ferreira Medina (metransol@yahoo.com) del artículo One Year after Haiti Earthquake, Corporations Profit While People Suffer, publicado por t r u t h o u t | News Analysis el jueves 13 de enero 2011

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