sábado, 11 de septiembre de 2010

DEBATIENDO LA ECONOMÍA (DE ESTADOS UNIDOS)

Editorial de The New York Times

Los americanos están profundamente preocupados acerca de la economía y sus trabajos - y acerca de si sus representantes en Washington tienen un verdadero plan para sacarnos del atolladero. Ellos están correctos en estar preocupados. Pero esta semana, por lo menos, a los votantes se les dio una opción clara acerca de la dirección que el país podría tomar a partir de noviembre y más allá.

El presidente Obama – quien tomó demasiado tiempo para envolverse en el debate – por fin dio dos discursos sensibles y apasionados. Él dijo que para crear trabajos y estabilizar la economía, el gobierno federal tendrá que ayudar a los negocios a invertir más, y tendrá que gastar algo más, por más largo tiempo. Y dijo que el país nunca podrá vencer el déficit si el congreso se rinde ante las demandas republicanas para extender $700 mil millones en injustificados y prohibitivos cortes de impuestos para los más pudientes.

Los discursos fueron una mordaz refutación al representante John Boehner, el líder republicano de la cámara de representantes, quien ha encabezado la implacable oposición de su partido. En un discurso en Ohio, el mes pasado, anunciado como la posición republicana definitiva acerca de la economía, declaró el Sr. Boehner que “el prospecto de impuestos más altos, reglas más estrictas y más regulaciones” estaban estrangulando la recuperación.

El presidente dio en el clavo cuando dijo que las proposiciones del Sr. Boehner no eran más que un retorno a la mala gestión económica de la década pasada; las mismas políticas que contribuyeron a convertir un superávit en catastróficos déficits, casi destruyó el sistema financiero y puso millones de americanos en la lista de desempleados a largo plazo.

“¿Retornamos a las mismas políticas fallidas que tiraron nuestra economía en la cuneta?”, pregunto él el miércoles el Sr. Presidente. La batalla inmediata es sobre los recortes de impuesto del presidente George W. Bush, los cuales expirarán a final de año. El Sr. Obama quiere que los recortes de impuestos sean permanentes para personas que ganen menos de $250,000 al año y dejar que expiren para aquellos que ganan más, que son el 2 por ciento de los contribuyentes. El Sr. Boehner quiere que se extiendan los recortes por dos años, aunque hay pocas dudas que la meta de los republicanos es extenderlos permanentemente.

Hace sentido extender los recortes de impuestos para la clase media temporalmente porque la débil economía necesita un impulso, pero no hace sentido extenderlo para los ricos. Los americanos de clase media gastan el dinero de su recorte mientras que los contribuyentes ricos generalmente lo ahorran. A largo plazo, más ingresos serán necesarios para continuar reconstruyendo la economía y poder mantener el cuidado de salud y otras obligaciones.

No nos sorprende que el Sr. Obama evitara esa dura verdad. Pero la posición del Sr. Boehner y su partido es una negación total de la realidad. En el mundo real, fue bajarle los impuestos a los ricos, reglas poco estrictas y la desregulación lo que hirió a los americanos de clase media y arrastró la economía a este peligroso desfiladero.

La muy profesada preocupación del Sr. Boehner por los pequeños negocios no es correcta. Los recortes de impuestos que el Sr. Obama dejaría expirar afectaría muy pocos propietarios de pequeños negocios según cualquier definición con sentido común de ese término: ¿cuántos propietarios de pequeños negocios ganan más de $250,000 al año?

El Sr. Boehner dijo que él estaba harto de “los políticos de Washington que dicen querer crear trabajos como una estratagema para ser reelegidos mientras hacen todo lo posible para prevenir la creación de trabajos”. Lo que resulta increíble es que él no estaba hablándole a los republicanos.

El Sr. Obama hizo más que rebatir al Sr. Boehner. Ofreció además algunas ideas sensatas; algunas habían sido apoyadas por los republicanos, por lo menos hasta que el Sr. Obama las planteara. Él propuso el miércoles permitir a los negocios desgravar todas las inversiones que hagan en el 2011, en vez de en varios años, eliminar fisuras en el código que recompensan a los negocios que envían trabajos al exterior y extender créditos de impuestos permanentes para estimular la investigación y el desarrollo.

El Sr. Obama una vez más pidió al Congreso que pase legislación que haría más fácil a los pequeños negocios obtener crédito, legislación que los senadores republicanos, quienes dicen estar preocupados por los pequeños negocios, han entorpecido en pasar.

Si hay una pizca de buena noticia proveniente del Sr. Boehner y otros republicanos, es que de repente parecen estar ansiosos por despojarse de su reputación de ser el partido del NO. Esta semana, sugirieron que podrían estar abiertos a algunas de las ideas del Sr. Obama, las que incluyen una inversión inicial de $50 mil millones para crear trabajos en la mejoría de carreteras, líneas de ferrocarril y aeropuertos, siempre y cuando esos proyectos no fueran pagados imponiendo impuestos a los billonarios, compañías petroleras y otras corporaciones ricas. Así es por supuesto como el Sr. Obama piensa pagar por ellos, y justamente como debe ser.

Los discursos del Sr. Obama fueron un robusto esfuerzo del presidente para aglutinar los demócratas para las elecciones. Hace tiempo que debió hacerlo. Y deseamos que los líderes demócratas en el congreso muestren la misma claridad de pensamiento y la misma determinación de enfrentarse a los republicanos. Algunos comentaristas podrían decir que el Sr. Obama no debió compartir el escenario nacional con el Sr. Boehner, un desconocido, a pesar de su inmenso poder en el congreso y su ambición de ser el próximo presidente de la Casa de Representantes. Pero eso era justamente lo que debía hacer.

Por demasiado tiempo, el Sr. Boehner y otros han estado dominando el debate político con frases altisonantes pero poco sinceras, juegos mentales de Jedi y mera mala economía. ¿Cómo pueden reclamar que les importa el déficit e insistir en que se corten más impuestos?

La respuesta es, desafortunadamente, que ellos pueden, y lo han hecho, porque el Sr. Obama se ha sentado en las gradas y la mayoría de los congresistas demócratas se ha refugiado en las colinas. Nos agrada ver al Sr. Obama de lleno en la pelea.

Editorial del New York Times publicado el día 9 de septiembre de 2010 bajo el título Debating the Economy. Traducido por Isaías Medina Ferreira (Metransol@yahoo.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

galley472@yahoo.com