jueves, 30 de julio de 2015

PELA DE LENGUA DE PEDRO MARTÍNEZ A UN TAL COLIN COWHERD


Un tal Colin Cowherd, comentarista de ESPN, ahora en Fox Network, levantó un vendaval de críticas cuando declaró que el beisbol no debe ser "muy complejo" ya que lo juegan muchos dominicanos. Preguntado al respecto el día de su elevación al Salón de la Fama, según The New York Times Pedro Martínez expresó: "lo siento, pero él tiene que llegar a mi nivel para yo contestarle. Yo estoy en el Salón de la Fama".

He aquí el texto de lo dicho por Pedro, según un tuit de Tim Britton, traducido por Isaias Medina.

"Solo va a ser un insulto para quien caiga a ese nivel. No estoy en ese nivel, lo siento. Estoy tratando aquí con gente educada, gente decente, gente que entiende los derechos humanos, que entiende quienes somos. Estas son las personas a las que pongo atención. Esa persona que ni siquiera conozco, de la que nunca he oído hablar... no lo conozco, ni lo quiero conocer.

Quiero conocer a las gentes que representan algo, que significan algo para nosotros, que entienden cómo podemos mejorar. Sí, somos un país del Tercer Mundo; sí, no tenemos los recursos para ser más educados. Pero ¿sabes qué?, de vez en cuando va a surgir uno como yo, que no tiene miedo de enfrentarse a ustedes, para decirles cuan culto o inculto soy, que se siente muy orgulloso de haber llegado a ser lo que soy. No nos vamos a parar y volver probablemente a ser el país del tercer mundo que fuimos hace 30 años. Queremos seguir hacia adelante. Estamos mirando hacia adelante. No queremos mirar hacia abajo, donde él está. Queremos mirar hacia arriba donde están ustedes, los que votan, los séniores que están aquí, los miembros del Salón de la Fama que han elevado los estándares, como lo hizo Roberto Clemente. Quiero colocar la barra más alta para cualquier otro jugador que viene de mi país - y no sólo para ellos, sino para los seres humanos que están llegando. Espero que logremos colocar gente en el gobierno, espero que crezcamos hasta llegar a ser una potencia. El treinta por ciento de los dominicanos en el gobierno, en la industria, en todo - no queremos mirar hacia abajo a las personas que no saben que son probablemente menos educadas que la gente que están tratando de menospreciar. No, nosotros no queremos caer en esa categoría. Estamos aquí - con estatus de Salón de la Fama. Ahí es donde él tiene que llegar. Si él no puede llegar hasta ahí, lo siento; no va a hablar conmigo".

Coge ahí, estupidito...
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miércoles, 29 de julio de 2015

EL JEFE DE LA P.N. NO TIENE RAZÓN, TAMPOCO LA CULPA

Por Fernando Rodríguez Céspedes

Cuando el jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo se queja de que hay sectores que buscan desacreditar a la institución, no tiene razón dada la frecuencia con que miembros de la institución aparecen involucrados en actos delictivos.

Pese a los esfuerzos que hace para cambiar la imagen de la entidad, esta padece un mal de fondo que por mucho que quiera no podrá eliminar sin la voluntad política del gobierno que luce indiferente ante la ola de criminalidad que azota al país y que mantiene a la ciudadanía en jaque.

En lo personal, el mayor general Castro Castillo no es responsable del salario de miseria que devengan los miembros de la policía, situación que no justifica pero que explica el que muchos agentes tengan que "buscársela" para mantener a sus familias, cayendo en tentaciones delincuenciales.

Corresponde también a una instancia superior corregir que la mitad de los miembros del cuerpo del orden en lugar de estar en sus labores, permanezcan fuera de los cuarteles dizque cuidando oficiales retirados, cuando en realidad están en labores particulares tan diversas que incluyen el sicariato.

Otro elemento preocupante es la cantidad de agentes y oficiales dados de baja por mala conducta a quienes no se les da seguimiento y andan por ahí "patrullando" y cometiendo toda clase de fechorías utilizando el entrenamiento militar recibido en las academias de formación policial.

Estos son solo algunos aspectos de un problema que escapa a la voluntad de cualquier jefe policial, por buenas intenciones que tenga, por lo que el mayor general Castro Castillo debe seguir haciendo lo mejor que pueda sin ver en las críticas de la población y los medios, algo personal contra su gestión.
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lunes, 27 de julio de 2015

¿Y QUIÉN VA A OBEDECER?

Por Melvin Mañón

Es necesario entender la importancia de tres palabras: legitimidad, credibilidad y autoridad. Sin ellas nadie puede gobernar porque, para empezar si no tiene autoridad, su palabra, sus órdenes, sus instrucciones no se convierten en realidades y ni los que reciben la orden se lo toman en serio ni quien la imparte está equipado con la voluntad, la decisión, los recursos y los mecanismos para obligar a los demás a cumplir con el mandato. Entonces, quien o quienes imparten órdenes que no son cumplidas carece de autoridad real aunque nominalmente le haya sido conferida.

Cuando las órdenes no son cumplidas ni las instrucciones obedecidas y no pasa nada ni hay consecuencias, la ausencia o pérdida de autoridad se transforma de manera inevitable en una pérdida o carencia de credibilidad. Como nadie respeta mis órdenes ni las hace cumplir carezco de autoridad pero, y por eso mismo, carezco también de credibilidad porque a nadie puedo amenazar con imponerle leyes o castigos y cuando lo hago nadie pierde el sueño porque todos saben que no dispongo de los medios ni la determinación ni el compromiso para implementarlas.

Por vía de consecuencias resulta que esa falta de autoridad, es decir el hecho de que mis órdenes sean irrespetadas, de que mis amenazas carezcan de fuerza para persuadir emanan a su vez de un problema anterior que es la legitimidad; el hecho de que quienes están bajo mis órdenes saben que la autoridad nominal que ostento no es legítima en su origen ni se ha legitimado por la vía de los hechos. El cargo que ostento, el rango al que he sido ascendido, la posición que ocupo son percibidas como producto de una o varias trampas, maniobras, estafas, fraudes y de cualquier manera ilegalidades. Por lo tanto y producto de lo anterior, cuando quiero invocar mi autoridad nominal descubro que no tengo autoridad moral porque cada decisión mía está contaminada por el origen ilegítimo de la autoridad que ostento y porque esa autoridad no ha sido consciente y libremente aceptada por los demás, tanto mis iguales como mis subalternos. Puedo poner los condicionantes al revés o al derecho y el resultado será siempre el mismo. Si la población está acostumbrada, por tradición y cultura a entregar la jefatura al mejor cazador de la tribu o al viejo más sabio, aceptará como jefe a quien, siguiendo los procedimientos establecidos, sea elevado a la posición. Si esos procedimientos son violados y/o si la trampa permite el ascenso a la jefatura de alguien que claramente no tenía los méritos, entonces la legitimidad se pierde desde el principio y si, arriba de eso, el desempeño del nuevo jefe es contrario al interés general, la ilegitimidad da paso a una pérdida de autoridad y credibilidad irrevocables que históricamente preceden a la desobediencia y a la rebelión.

El drama dominicano de hoy es precisamente la caracterización del desorden descomunal, masivo, múltiple y multisectorial que nos aqueja y todo ese desmadre con su secuela de homicidios, abusos, inseguridad, desigualdad y pobreza aunque se ha venido labrando en varios gobiernos, encuentra su consagración última en la gestión de Danilo Medina: El siguiente titular del periódico Listín Diario, a propósito de una posible emergencia nacional lo ilustra mejor que nada ni nadie:

LO ANTES POSIBLE

Medina pide a sus funcionarios un plan de contingencia para enfrentar escasez de agua

EL JEFE DE ESTADO DIO LAS INSTRUCCIONES AL ENCABEZAR UNA REUNIÓN EN EL PALACIO NACIONAL CON TODOS LOS REPRESENTANTES DEL SECTOR.


Y ¿hay alguien, en su sano juicio en la República Dominicana entera que se crea que de ese pedimento, de esas reuniones o de esa decisión pueda salir un plan de contingencia para enfrentar la escasez de agua y que la gente vaya a respetarlo?

El Sr. Danilo Medina, quiérase o no, carece de la legitimidad, la credibilidad y la autoridad moral para implementar y hacer respetar ningún plan de contingencia para enfrentar la escasez de agua y tampoco lo tiene ninguna otra institución oficial porque en este país hay gobierno solamente para recaudar impuestos pero no para proveer los servicios y las garantías a que están obligados por haber cobrado esos impuestos.

Danilo Medina, para conseguir el acatamiento, la aceptación consciente, el sometimiento de la población no tiene la legitimidad, la credibilidad ni la autoridad moral imprescindibles para hacer realidad ninguna de las disposiciones, anuncios, promesas o amenazas que publican los diarios y registran las gacetas. Aquí se vive una ficción de anuncios y publicaciones que sustituyen la realidad en el debate público. El militar o policía de a pie está contratado, cobra un sueldo de miseria y está en la calle pero no hace nada porque su jefe no tiene ante él legitimidad, credibilidad ni autoridad porque no está calificado para el rango o llegó al mismo con trampa o no tiene voluntad ni vocación. El jefe de ese teniente vive lo mismo con el capitán, este con el mayor, el mayor con el coronel y todos los coroneles con los generales y esos mismos generales con los ministros y todos los ministros con el Presidente.

La RD es un país en desorden total. Ni siquiera las funciones mas rutinarias como el tránsito vehicular pueden desenvolverse con un mínimo de disciplina. Yo quiero que me digan, en presencia de una grave escasez de agua o en medio de alguna otra emergencia como las que suelen desatar terremotos y huracanes, ¿quién a nivel de calle tiene autoridad, credibilidad y legitimidad para imponer orden? Nadie. El desorden dominicano está vinculado y depende en los hechos de la fragmentación de la autoridad, la legitimidad y la credibilidad de manera que, por ejemplo, algunas personas, grupos o instituciones disfrutan de credibilidad y legitimidad pero solamente dentro de sus respectivas área de influencia sea barrial o confesional pero ninguna posee autoridad.

Otros, encomendados con la autoridad no pueden ejercerla por falta de autoridad moral y legitimidad. El narco por ejemplo, tiene autoridad y la ejerce pero confinada en exclusiva a la salvaguardia de sus intereses inmediatos. En ese contexto han de verse los partidos políticos, los empresarios y sus asociaciones, las iglesias, los gremios, las pequeñas organizaciones comunitarias, por supuesto el propio gobierno y los sectores que en medio de tantas carencias agitan el odio racial sin percatarse de las consecuencias a corto plazo de todo este desorden.

Los brutos se llevan a la escuela y aunque no aprendan nada se les enseña a obedecer.

Los imprudentes son peores que los brutos y no hay como detenerlos.
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jueves, 23 de julio de 2015

LA IMPORTANCIA DE APOYAR LAS PROTESTAS

Por Melvin Mañón

Siendo Monte Plata, Guerra e Higüey los más recientes episodios de protestas, huelgas, reclamos y movilizaciones populares, vale la pena analizar su significado para confrontar la realidad sobre el terreno con el discurso y el accionar de todos los actores relevantes.

1ro.- Durante los últimos años, el país real se ha mantenido clamando por sus derechos y protestando por la inseguridad, el desempleo, la inflación y las malas condiciones de calles, caminos, hospitales, acueductos así como por la ausencia de servicios públicos de calidad. Puede decirse que casi todos los días una o varias comunidades protestan contra el gobierno. Sin embargo, los dirigentes políticos no se han vinculado a esas protestas, no se han asociado con ellas, no las han representado, no han comparecido junto al pueblo y ha quedado la impresión, de que no las consideraban importantes, ni suficientemente “dignas” o merecedoras de su atención porque, según la creencia o visión prevaleciente ninguna de esas protestas contenía ni expresaba un contenido político explícito.

2do.- Durante el mismo periodo, grupos de jóvenes, dirigentes políticos y un sector pequeño de las clases medias se ha manifestado protestando, desfilando con pancartas o participando en eventos bajo techo pidiendo enjuiciar a los culpables de corrupción, respetar la Constitución, destituir jueces corruptos, corregir abusos y validar uno que otro reclamo como la integridad de Loma Miranda. En casi todos estos actos han estado presentes los principales dirigentes políticos de oposición a pesar de que, en ningún caso ha sido un partido ni sus dirigentes quienes lanzaron la convocatoria.

Ambas formas de protesta son legítimas, una muy “plebeya” con presencia habitual de tigueraje y la otra más formal, de clase media, explícitamente política. La ocurrencia de estas últimas ha estado limitada a periodos o ciclos en consonancia con el accionar del gobierno en ciertas áreas legislativas, judiciales o impositivas. Las protestas populares, paros, huelgas, reclamos y demás no han cesado. La participación de la gente ha sido naturalmente mayor y más activa en estas protestas a medida y en proporción al empobrecimiento causado por las desastrosas políticas del gobierno. Es decir, el país pobre no ha dejado de protestar y manifestarse contra el gobierno y sus políticas mientras el país más o menos educado no se ha dignado reconocer en esas protestas la verdadera naturaleza del momento político. Esta es una de las razones por las cuales las protestas, reclamos y paros barriales no han sido formalmente reconocidas como parte y expresión del descontento general del país con el gobierno.

Lo más curioso, por no decir extraordinario es que, ni la gente de los barrios ha querido politizar sus protestas ni los partidos políticos han querido verse asociados con las mismas y cada uno ha tenido sus buenas razones. Las protestas que durante años se han producido en demanda de calles, agua, electricidad, limpieza, drenaje de aguas negras o en rechazo de alguna fuente de contaminación, abuso privado o público, ola criminal etc. generalmente son polvorientas, desorganizadas, con frecuencia ruidosas, a veces violentas con pedreas, gomas incendiadas etc. Los protagonistas son invariablemente gente muy pobre que exhiben no solamente su pobreza sino también su desamparo, su abandono, su frustración y por eso mismo, su ira. Asociarse públicamente con esa situación nos han dicho reiteradamente que “no es políticamente correcto”, que “no es civilizado” y que daña la imagen de quien lo promueve, protagoniza o apoya y tengo que declarar con enojo en el alma, que los partidos políticos dominicanos y la inmensa mayoría de sus dirigentes se lo han creído y peor aun, ni siquiera se han preguntado quien lo dijo, por qué lo dijo, buscando qué lo dijo y para beneficiar a quién lo dijo.

Por su parte, la gente de las comunidades, con igual frecuencia ha vivido con la creencia de que si traen a los partidos políticos a bordo dificultan la solución de los males cuyo reclamo enarbolan porque, la misma gente que nos dijo que era políticamente incorrecto apoyar ese “desorden” también le dijo a los otros que no debían politizar los reclamos si querían que los mismos fueran resueltos. Una cantidad enorme de asociaciones y organizaciones de barrio, parajes y comunidades afirman en privado y en público que sus protestas no tienen nada que ver con ningún partido, que sus reclamos son bien intencionados y que no quieren a nadie sacándole provecho a sus actividades y sus esfuerzos, es decir, justamente lo que sus adversarios quieren, lo que más les conviene y acomoda. De este modo, las luchas populares nacen y mueren huérfanas de apoyo político con el entusiasta concurso de partidos y organizaciones, no pueden alcanzar la dimensión nacional que merecen, no se incorporan a la agenda política nacional sino a la barrial y el grueso del país no se las toma en serio porque nacen aisladas y mueren aisladas. Ni piden visa para acceder a un nivel o categoría más alta ni ese nivel más alto se la ofrece.

El hecho de que los partido no apoyaran las protestas barriales tuvo un origen en tiempo y espacio y tuvo fuerzas que impulsaron esa posición cuya identidad y finalidad no ha sido establecida. Por otra parte, el rechazo de la gente en esas protestas a la participación política de partidos también tuvo su origen y momento. Pero por el momento y en aras del sentido práctico y la coyuntura que vive el país vamos a prescindir y posponer esas dos explicaciones y centrarnos en lo que anuncia y promete el título de este trabajo.

Los dominicanos están en presencia de un partido y de un gobierno corporativo y han demostrado que se atreven a hacer contra nosotros todo aquello que esos mismos dominicanos no seamos capaces de impedirle. En esa situación sin levantar el país, sin ganar las calles, sin movilizar a la gente y sin producir una serie de paros nacionales ni las protestas educadas ni las protestas plebeyas bastan por si solas. Ambas han sufrido las consecuencias de la exclusión que las debilita y disminuye. Si no es por amor a los pobres, que sea por conveniencia. Las clases medias pautan el modelo, pero es la fuerza concurrente del pueblo la que permite imponerlo y ojo, una muy importante aclaración.

Cuando un partido, dirigente, candidato o figura pública influyente decide apoyar a ese pueblo, el discurso no es llamar al gobierno a que tome cartas en el asunto ni a que rectifique. Excúsenme, el discurso es llamar a ese pueblo, equiparlo, prepararlo, orientarlo y dirigirlo para que sea capaz de levantarse, sacudirse y OBLIGAR a ese gobierno a cumplir con sus obligaciones o a quitarse del medio. No es por amor, vocación ni responsabilidad que cumplirán es cuando se les demuestre que no hay gobernabilidad si no cumplen con los reclamos. Todo lo demás es redundante. Mientras tanto, ese partido y ese gobierno quieren que en lugar de esta lucha y en sustitución de esa visión salgamos a perseguir haitianos.
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martes, 14 de julio de 2015

LA MAMADERA

Por José Luis Taveras
Abogado corporativo y comercial, escritor y editor

Tomado de ACENTO.COM

La “mamadera” es la adicción colectiva a los cargos o fondos públicos como ejercicio y expresión del populismo burocrático de nuestras democracias de cartón.

Conocí a un sujeto nice. Un cuarentón soltero con una historia de tres hijos en igual cantidad de fracasos. No desmonta una sonrisa de su lúcido semblante aunque la esfera planetaria le caiga encima. Las preocupaciones existenciales lo abandonaron. Camina flotando con un donoso tumbao que dibuja corporalmente la levedad de su vida. Se acuesta cuando la noche se cansa. Duerme de día. Suele levantarse a las tres de la tarde. Después de una ducha y un desayuno-almuerzo, sale impecable a provocar la vida. Con pantalones habaneros, alpargatas blancas y un Cohiba en el bolsillo de su aligerada camisa, visita, como rutina laboral, su hacienda: una hermana de senos apetitosos, nalgas fornidas y cuerpo de ángel endemoniado. Ella es amante de un alto funcionario y esa inversión le garantiza a su hermano un sueldo de ciento veinticinco mil pesos por una asesoría gubernamental en holganza, más unos ingresos pesados como testaferro en las contrataciones con la dependencia que dirige el “cuñado”. Su hermana, que no alcanza los veinticinco años, ha hecho del gym su segunda casa y las boutiques sus sucursales. Él controla su vida: supervisa su figura, su dieta y el circuito de sus andanzas, además la protege del acoso de los jevitos con dos gorilas, agentes del DNI.

Ese cuadro es una modesta muestra de incontables réplicas cuya vulgar suma desfonda el tesoro de un Estado benefactor plagado de alimañas enaltecidas. Y es que aquí el Estado es un centro de beneficencia selectiva.

La “mamadera” es la adicción colectiva a los cargos o fondos públicos como ejercicio y expresión del populismo burocrático de nuestras democracias de cartón. El término, como dominicanismo, alude al biberón, pero en el argot juvenil urbano se asocia a la práctica del vividor o aprovechado y, en otros contextos, al vicio femenino de la felación. El “mamao” o “mamado” es el tonto que se deja mamar, un término que le asienta muy bien a la sociedad dominicana que sustenta (con una carga cada vez más pesada de impuestos) los oficiales que le cuidan la casa al general retirado, las cirugías estéticas de las amantes de los funcionarios y los caprichos de sus hijos, los viajes “oficiales” de las comitivas, los gastos de campañas, las colocaciones publicitarias del Gobierno en medios que solo ven o escuchan sus dueños y… un rosario infinito de inéditas extravagancias.

Como forma de encausar la alimentación láctea, mamar es la expresión más gráfica de la dependencia parasitaria. Supone un proveedor activo que da y un beneficiario pasivo que recibe a través de la succión. Chupar es uno de los placeres más plenos porque además del gratificante roce de las papilas linguales con un órgano suave, tibio y flácido, supone la absorción de un líquido fresco y nutriente. El Estado es un concepto elástico, reciclable y amoldable de acuerdo a las veleidades políticas; como patrimonio, una megateta o supersenón sin dueño al servicio de las discrecionalidades de quienes ocupan el Gobierno; una “vaina” donde no existe obligación de transparencia, ni de buena gestión, ni deberes de lealtad ni de rendición de cuentas y, lo peor: sin un régimen de consecuencias. Ese ambiente indulgente e impune convierte al funcionario en un tirano fachendoso y omnipotente, y a sus serviles, en un club de mamadores.

La lactancia del Estado dominicano es costosa, inicua y degradante. Destruye el mérito como forma legítima de retribución social y excluye al talento de las oportunidades públicas, provocando la diáspora de las neuronas a latitudes civilizadas. Lo enfermizo de esta adicción es que en ocasiones crea envanecimientos engañosos. Conozco a dueños de bancas de apuestas semianalfabetos que invierten hasta cien millones de pesos para lograr una placa oficial y una asesoría gubernamental, y a comerciantes que descuidan sus prósperos negocios para dedicarle su tiempo y vida a un candidato detrás de un viceministerio nominal, y qué decir de aquellos profesionales, con auspiciosas condiciones para desarrollar una carrera segura, mendigar un cargo de tercera categoría, solo por aprovechar las fantasías lácteas del Estado. La idea es pegarse a la teta.

Durante los doce años de Balaguer existía la práctica del macuteo en los estamentos medios y bajos de la Administración Pública. Esta era una prestación económica (borona) que debían pagar los administrados para la agilización de un trámite o la obtención de un permiso o una licencia. Balaguer la legitimó para compensar los bajos salarios del sector público. El PRD siguió con ese modelo convencional de corrupción de base social y de botellas. Con el PLD la corrupción se afirma como un fenómeno público complejo, sofisticado y concentrado. Ya no se trata del barato mercadillo de los pesitos traficados por debajo de los escritorios, sino de una poderosa industria del poder. Cuando en su primera gestión Leonel Fernández aumentó los salarios de los funcionarios se pensó que era la medida necesaria para desalentar la corrupción, pero ¡qué va!, después de esto aparecieron las formas más inauditas de la depredación pública: las asesorías, las nominillas, los incentivos, las pensiones autorreguladas; luego vinieron los big business en los que participan los grandes del partido, como las contratas de megaproyectos, las licitaciones amañadas, las comisiones de reverso, la autocontratación de obras y servicios a través de empresas vinculadas o prestanombres, el nepotismo, las extorsiones y las más diversas formas asociativas con empresarios emergentes y tradicionales. Las oportunidades del Gobierno quedaron en manos de una cúpula política cerrada encabezada por el propio Leonel Fernández, quien recibió y recibe dinero de empresarios y contratistas a través de una de las fundaciones más ricas de América Latina con operaciones en New York, Washington y el Medio Oriente y de testaferros millonarios como el senador Félix Bautista y el señor Víctor Díaz Rúa. Cuando la máxima autoridad comete pecados, los subordinados hacen orgías. Eso pasó en los gobiernos siguientes del PLD, en los que colapsaron todos los diques éticos. El poder se hizo negocio y robar una maldita cultura. Sobre esa premisa ser armaron y sustentaron las alianzas políticas, se crearon nuevas jurisdicciones electorales, consejos, dependencias, oficinas, consulados, programas asistenciales y el Estado se convirtió en un monstruo “multimamario” con boquillas abiertas a la más diversa succión pública. Danilo, que vino con un discurso expectante de cambios, encumbró el modelo a su nivel más cimero y exitoso con la negociación política más grande de la historia contemporánea: la compra de la vieja franquicia del PRD a horas de “lograr” una reforma constitucional en su provecho. Lo penoso es que la corrupción pública es subsidiada con deuda pública cuyo incremento ha alcanzado, en los primeros dos años del gobierno de Medina, un récord histórico para igual periodo, sin considerar los nuevos 80,000 empleados activos que se han incorporado en esta administración.

El Estado, como principal empleador, empresario, inversor y competidor, es un coloso de barro que sostiene a una familia parasitaria cada vez más grande y demandante. La verdadera revolución moral, en estos tiempos de renovados mesianismos retóricos, debe empezar con desparasitar sus nichos de los bichos que le sustraen recursos y eficiencia a través de una moderna reingeniería de la Administración Pública con sentido racional. ¡Hay que cortar tetas o se acaba la leche!
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lunes, 13 de julio de 2015

DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

Por Melvin Mañón

I. Apuntes para la parte política


Todo, hasta ahora, indica que el esfuerzo reeleccionista de la Orquesta Morada no estará centrado en la figura del señor Danilo Medina. Su brincadera de charcos se parece a los chistes de Hipólito Mejía que al principio eran graciosos y después ridículos y contraproducentes. La expresión bonachona, la cara de “yo no fui”, el discurso que repudiaba la ambición desmedida y el tipo que afirmaba el derecho de otros talentos jóvenes a una oportunidad de optar por la presidencia han quedado atrás, sumergidos en el fango, en la pocilga, entre las patas de los cerdos que hacen la siesta sobre su propia mierda. El patético discurso donde Medina aceptaba la repostulación no solamente no convenció a nadie sino que, al contrario, persuadió a muchos de que, ni siquiera el primer beneficiario del soborno masivo podía disimular con éxito la magnitud de la atrocidad cometida a plena luz del día; legisladores comprados a razón de 15 millones de pesos por cabeza; comprador y comprados por igual en el mismo estercolero. Todo tiene su momento y los de la Orquesta Morada ya se percataron. El señor Medina, desaparecida la amenaza de un retorno de Leonel Fernández está ahora, como las papeletas de Lilís, muy devaluado.

El PLD-maquinaria no parece enfocarse en una campaña basada en la persona Danilo Medina lo cual los pondría a competir con la otra persona Luis Abinader. Ninguno de los argumentos que usaron antes contra Hipólito resulta utilizable. El PLD-maquinaria, sin despreciar ninguna oportunidad de descuartizar a Abinader como persona diseña una campaña basada en una agenda escogida por ellos y donde creen tener la ventaja haciendo que las otras personas que compiten contra Medina se hundan en el tema propuesto por el PLD-maquinaria como estrategia y que, a resultas, naufraguen.

En otras palabras. Como Luis Abinader no tiene antecedentes delictivos que imputarle y su candidatura crece de manera sostenida con las deserciones del PRD y el deseo ciudadano de fortalecer una opción con posibilidades de ganar, la estrategia del poder no puede ser destruirlo como persona sino descalificarlo como opción de poder; hacerlo cometer errores, ponerlo a la defensiva, provocarlo para que se contradiga y retarlo procurando empequeñecerlo en caso de que no se atreviera a asumir posiciones y compromisos fundamentales.

Hay muchas maneras de provocar a un candidato para que cometa errores. La más exitosa que ha usado el PLD-maquinaria hasta ahora es el tema haitiano con el cual han dividido el país entre pro y anti-haitianos de manera que, si tú no eres una cosa, entonces eres la otra y en cualquier caso quedas excluido del diálogo y la concertación. A los que no somos una cosa ni la otra y que vemos la presencia ilegal de haitianos como producto de la negligencia y corrupción de las autoridades dominicanas no se nos toma en cuenta.

No existimos porque el tema y su manejo están diseñados con una finalidad de poder. El tema haitiano ha sido tan exitoso para el PLD-maquinaria porque, manipulado astutamente, pone a la gente a reaccionar emocional no racionalmente. Una fantasmagórica conjura, difundida, atizada y alimentada desde el poder intimida y confunde, arrastra lo peor de cada cual pero logra el objetivo. Fanatizándolo, posicionándolo y sobrevaluándolo, el tema haitiano, que ya ha dividido al país es, hasta prueba en contrario, el tema escogido por el PLD-maquinaria para que todo el debate, la campaña, el país entero se olvide de la inseguridad ciudadana, los impuestos abusivos, la corrupción rampante, la inflación que nos obliga a gastar más cada mes por los mismos artículos, el empobrecimiento de las clases medias, la desigualdad social que condena los más pobres a la indigencia, el engaño a todos anunciando soluciones que solo existen en el papel y dando por hecho lo que ni siquiera se ha empezado, el soborno del congreso doblemente vil, las sentencias judiciales subastadas, la falta de agua, de luz, de viviendas, de salud, de derechos. El PLD-maquinaria quiere una campaña alrededor de un tema falso: la soberanía en peligro, para evitar los temas verdaderos del despojo, el desgobierno, el abuso y el estupro.

Si mi enemigo logra ponerme a discutir donde él quiere, el tema que él quiere, en el tiempo que él quiere, en el escenario que él quiere ya ha logrado su primera victoria porque él escogió ese tema basado en un cálculo que le otorgaba ventaja por su control absoluto de los medios de comunicación, del Estado y de todos los juicios, percepciones y prejuicios que yacen en el subconsciente dominicano.

Los candidatos que disfrutan de mayor apoyo y mejores posibilidades de conseguir votos como es el caso de Luis Abinader hoy día deben prepararse, no tanto para ganar las próximas elecciones sino para alcanzar el poder que no es lo mismo. El PLD está preparado para retener el poder e intentará legitimarlo ganando y comprando más votos en las elecciones. Estamos hablando de dos contendientes que no son iguales y no necesariamente tienen el mismo objetivo. Alcanzar desde la oposición y/o retener desde el gobierno el poder del Estado no es lo mismo que ganar unas elecciones. Hipólito ganó en el 2012 pero no fue presidente. Luchar en forma individual, como candidato o ser parte de una maquinaria con poder y sin ningún escrúpulo plantean y definen una lucha asimétrica y, es imprescindible tener conciencia de esa asimetría para poder superarla.

Entonces, quien intente arrebatarle el poder al PLD necesitará dos estrategias y un objetivo único. La primera, deberá definir cómo librar la batalla política, con cuál agenda, con qué discurso y con quiénes como protagonistas o candidatos. Esa es una tarea central algunos de cuyos elementos acabamos de ver. La segunda estrategia debe colocarlo en posición de prevenir el fraude, limitarlo, neutralizarlo y vencerlo puesto que debe asumirlo como una condición inherente al proceso y ya harto demostrado en los antecedentes del PLD-maquinaria. Esta es otra tarea de importancia igual y equivalente a la anterior que estamos por elaborar más adelante. Dos caras de la misma moneda.

II. Apuntes para luchar contra el fraude
Próximo artículo.

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sábado, 4 de julio de 2015

LOCOS DE INVIERNO

A propósito de Rojas Giménez diré que la locura, cierta locura, anda muchas veces del brazo con la poesía. Así como a las personas más razonables les costaría mucho ser poetas, quizás a los poetas les cuesta mucho ser razonables. Sin embargo, la razón gana la partida y es la razón, base de la justicia, la que debe gobernar al mundo. Miguel de Unamuno, que quería mucho a Chile, dijo cierta vez: "Lo que no me gusta es ese lema. ¿Qué es eso de por la razón o la fuerza? Por la razón y siempre por la razón".

Entre los poetas locos que conocí en otro tiempo, hablaré de Valdivia. El poeta Alberto Valdivia era uno de los hombres más flacos del mundo y era tan amarillento como si hubiera sido hecho sólo de hueso, con una brava melena gris y un par de gafas que cubrían sus ojos miopes, de mirada distante. Lo llamábamos "el cadáver Valdivia".

Entraba y salía silenciosamente en bares y cenáculos, en cafés y en conciertos, sin hacer ruido y con un misterioso paquetito de periódicos bajo el brazo. "Querido cadáver", le decíamos sus amigos, abrazando su cuerpo incorpóreo con la sensación de abrazar una corriente de aire.
Escribió preciosos versos cargados de sentimiento sutil, de intensa dulzura. Algunos de ellos son éstos:

"Todo se irá, la tarde, el sol, la vida: / será el triunfo del mal, lo irreparable. / Sólo tú quedarás, inseparable / hermana del ocaso de mi vida".

Un verdadero poeta era aquel a quien llamábamos "el cadáver Valdivia", y lo llamábamos así, con cariño. Muchas veces le dijimos: "Cadáver, quédate a comer con nosotros". Nuestro sobrenombre no le molestó nunca. A veces, en sus delgadísimos labios, lucía una sonrisa. Sus frases eran escasas, pero cargadas de emoción. Se hizo un rito llevarlo todos los años al cementerio. La noche anterior al 1º de noviembre se le ofrecía una cena tan suntuosa como lo permitían los escuálidos bolsillos de nuestra juvenal estudiantil y literaria. Nuestro "cadáver" ocupaba el sitio de honor. A las 12 en punto se levantaba la mesa y en alegre procesión nos íbamos hacia el cementerio. En el silencio nocturno se pronunciaba algún discurso celebrando al poeta "difunto". Luego, cada uno de nosotros se despedía de él con solemnidad y partíamos dejándolo completamente solo en la puerta del camposanto. El "cadáver Valdivia" había ya aceptado esta tradición en la que no había ninguna crueldad, puesto que hasta el último minuto él compartía la farsa. Antes de irnos se le entregaban algunos pesos para que comiera un sandwich en el nicho.

Dos o tres días después no sorprendía a nadie que el poeta cadáver entrara de nuevo sigilosamente por corrillos y cafés. Su tranquilidad estaba asegurada hasta el próximo 1º de noviembre.

En Buenos Aires conocí a un escritor argentino, muy excéntrico, que se llamaba o se llama Omar Vignole. No sé si vive aún. Era un hombre grandote, con un grueso bastón en la mano. Una vez, en un restaurant del centro donde me había invitado a comer, ya junto a la mesa se dirigió a mí con un ademán oferente y me dijo con voz estentórea que se escuchó en toda la sala repleta de parroquianos: "¡Sentáte, Omar Vignole!". Me senté con cierta incomodidad y le pregunté de inmediato: "¿Por qué me llamas Omar Vignole, a sabiendas de que tú eres Omar Vignole y yo Pablo Neruda?". "Sí —me respondió—, pero en este restaurant hay muchos que sólo me conocen de nombre y, como varios de ellos me quieren dar una paliza, yo prefiero que te la den a tí".

Este Vignole había sido agrónomo en una provincia argentina y de allá se trajo una vaca con la cual trabó una amistad entrañable. Paseaba por todo Buenos Aires con su vaca, tirándola de una cuerda. Por entonces publicó algunos de sus libros que siempre tenían títulos alusivos: "Lo que piensa la vaca", "Mi vaca y yo", etcétera, etcétera. Cuando se reunió por primera vez en Buenos Aires el congreso del Pen Club mundial, los escritores presididos por Victoria Ocampo temblaban ante la idea de que llegara al congreso Vignole con su vaca. Explicaron a las autoridades el peligro que les amenazaba y la policía acordonó las calles alrededor del Hotel Plaza para impedir que arribara, al lujoso recinto donde se celebraba el congreso, mi excéntrico amigo con su rumiante. Todo fue inútil. Cuando la fiesta estaba en su apogeo, y los escritores examinaban las relaciones entre el mundo clásico de los griegos y el sentido moderno de la historia, el gran Vignole irrumpió en el salón de conferencias con su inseparable vaca, la que para complemento comenzó a mugir como si quisiera tomar parte en el debate. La había traído al centro de la ciudad dentro de un enorme furgón cerrado que burló la vigilancia policial.

De este mismo Vignole contaré que una vez desafió a un luchador de catch—as—can. Aceptado el desafío por el profesional, fijó la noche del encuentro en un Luna Park repleto. Mi amigo apareció puntualmente con su vaca, la amarró a una esquina del cuadrilátero, se despojó de su elegantísima bata y se enfrentó a "El Estrangulador de Calcuta".

Pero aquí no servía de nada la vaca, ni el suntuoso atavío del poeta luchador. "El Estrangulador de Calcuta" se arrojó sobre Vignole y en un dos por tres lo dejó convertido en un nudo indefenso, y le colocó, además, como signo de humillación, un pie sobre su garganta de toro literario, entre la tremenda rechifla de un público feroz que exigía la continuación del combate.

Pocos meses después publicó un nuevo libro: "Conversaciones con la vaca". Nunca olvidaré la originalísima dedicatoria impresa en la primera página de la obra. Así decía, si mal no recuerdo: "Dedico este libro filosófico a los cuarenta mil hijos de puta que me silbaban y pedían mi muerte en el Luna Park la noche del 24 de febrero".

En París, antes de la última guerra, conocí al pintor Álvaro Guevara, a quien en Europa siempre se le llamó Chile Guevara. Un día me telefoneó con urgencia. "Es un asunto de primera importancia", me dijo.

Yo venía de España y nuestra lucha de entonces era contra el Nixon de aquella época, llamado Hitler. Mi casa había sido bombardeada en Madrid y vi hombres, mujeres y niños destrozados por los bombarderos. La guerra mundial se aproximaba. Con otros escritores nos pusimos a combatir al fascismo a nuestra manera: con nuestros libros que exhortaban con urgencia a reconocer el grave peligro.

Mi compatriota se había mantenido al margen de esta lucha. Era un hombre taciturno y un pintor muy laborioso, lleno de trabajos. Pero el ambiente era de pólvora. Cuando las grandes potencias impidieron la llegada de armas para que se defendieran los españoles republicanos, y luego cuando en Munich abrieron las puertas al ejército hitleriano, la guerra llegaba.

Acudí al llamado del Chile Guevara. Era algo muy importante lo que quería comunicarme; —¿De qué se trata? —le dije.

—No hay tiempo que perder —me respondió—. No tienes por qué ser antifascista. No hay que ser antinada. Hay que ir al grano del asunto y ese grano lo he encontrado yo. Quiero comunicártelo con urgencia para que dejes tus congresos antinazis y te pongas de lleno a la obra. No hay tiempo que perder.

—Bueno, dime de qué se trata. La verdad, Álvaro, es que ando con muy poco tiempo libre.

—La verdad, Pablo, es que mi pensamiento está expresado en una obra de teatro, de tres actos. Aquí la he traído para leértela —y con su cara de cejas tupidas, de antiguo boxeador, me miraba fijamente mientras desembolsaba un voluminoso manuscrito.

Presa del terror y pretextando mi falta de tiempo, lo convencí de que me explayara verbalmente las ideas con las cuales pensaba salvar la humanidad.

—Es el huevo de Colón —me dijo—. Te voy a explicar. Cuántas papas salen de una papa que se siembra.

—Bueno, serán cuatro o cinco —dije por decir algo.

—Mucho más —respondió—. A veces cuarenta, a veces más de cien papas. Imagínate que cada persona plante una papa en el jardín, en el balcón, donde sea. ¿Cuántos habitantes tiene Chile? Ocho millones. Ocho millones de papas plantadas. Multiplica Pablo, por cuatro, por cien. Se acabó el hambre, se acabó la guerra. ¿Cuántos habitantes tiene China? Quinientos millones, ¿verdad? Cada chino planta una papa. De cada papa sembrada salen cuarenta papas. Quinientos millones por cuarenta papas. Lahumanidad está salvada.

Cuando los nazis entraron a París no tomaron en cuenta esa idea salvadora: el huevo de Colón, o más bien la papa de Colón. Y Detuvieron a Álvaro Guevara una noche de frío y niebla en su casa de París. Lo llevaron a un campo de concentración y ahí lo mantuvieron preso, con un tatuaje en el brazo, hasta el fin de la guerra. Hecho un esqueleto humano salió del infierno, pero ya nunca pudo reponerse. Vino por última vez a Chile, como para despedirse de su tierra, dándole un beso final, un beso de sonámbulo, se volvió a Francia, donde terminó de morir.

Gran pintor, querido amigo, Chile Guevara, quiero decirte una cosa: Ya sé que estás muerto, que no te sirvió de nada el apoliticismo de la papa. Sé que los nazis te mataron. Sin embargo, en el mes de junio del año pasado, entré en la National Gallery. Iba solamente para ver los Turner, pero antes de llegar a la sala grande encontré un cuadro impresionante: un cuadro que era para mí tan hermoso como los Turner, una pintura deslumbradora. Era el retrato de una dama, de una dama famosa: se llamó Edith Sitwell. Y este cuadro era una obra tuya, la única obra de un pintor de América Latina que haya alcanzado nunca el privilegio de estar entre las obras maestras de aquel gran museo de Londres.

No me importa el sitio, ni el honor, y en el fondo me importa también muy poco aquel hermoso cuadro. Me importa el que no nos hayamos conocido más, entendido más, y que hayamos cruzado nuestras vidas sin entendernos, por culpa de una papa.

Neruda, Pablo. (1974). Confieso que he vivido, Memorias.. (pp. 20-22). Barcelona, España: Seix Barral
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viernes, 3 de julio de 2015

HIPÓLITO MEJÍA Y LO QUE FALTA POR ENTENDER

Por Melvin Mañón

Hipólito Mejía, infatigable a pesar de la edad, encantador a su manera, entretenido y conversador, agudo y emprendedor, con buena intuición, cálido y entusiasta, es un hombre que lee muy poco, casi nada que no sean periódicos o documentos y tiene fama, bien ganada, de no atender consejos, especialmente procedentes de asesores, intelectuales y gente que a su juicio son “teóricos” y por lo tanto, inútiles. Todo lo contrario a los ejecutivos de la corporación peledeista quienes presumen de leer aunque no lo hagan, gustan de citar entidades con las cuales se relacionan, se ufanan de contratar asesores extranjeros y en los restaurantes de lujo piden los vinos más caros; gente que para sus decisiones, depende no de sus instintos ni de su olfato sino de las encuestas y no de las que publican, sino de las que mantienen en secreto.

Hipólito Mejía es bastante predecible. Quien dispone de un perfil psicológico suyo aunque sea aficionado, puede anticipar algunas reacciones y respuestas suyas a determinadas situaciones. Su gusto por lo anecdótico y lo pintoresco, la ocurrencia oportuna, le ganaron simpatías y adhesiones porque le asociaban con el “pueblo” al que unos pertenecen y otros dicen pertenecer. Cabalgando como un llanero solitario a pesar de estar siempre acompañado, Hipólito Mejía, en su momento, no se percató de la naturaleza del adversario que enfrentaba ni del cambio de dirección del viento y la fortuna. Hipólito estaba convencido de que se enfrentaba a Leonel Fernández muchos de cuyos defectos conocía. No era así. Se enfrentaba al PLD maquinaria, al PLD corporación, a la orquesta morada, un grupo de asesores extranjeros y conspiradores criollos. Conocer los defectos de Leonel no era tan importante porque con aquel operaba un equipo que compensaba limitaciones y debilidades personales. No era un duelo entre dos personalidades y no se trataba de demostrar quién era más inteligente y capaz. El problema es que Hipólito se extravió. Él estaba acostumbrado a pelear de tú a tú; no conocía de pleitos contra un enemigo institucional, abstracto, inasible. Entonces, esos enemigos, de cuya identidad no se percató, pudieron masacrarlo a mansalva.

Hipólito fue evaluado, tasado, analizado en una serie de ejercicios multidisciplinarios donde economistas, sicólogos, sociólogos, comunicadores, mercadólogos, gerentes de marca y otros catalogaban puntos fuertes y débiles, acumulaban expedientes, archivaban testimonios y recogían evidencias por todas partes. Mientras Hipólito despreciaba a los asesores porque “el sabía más que ellos” y a su manera y para otra época era cierto, sus adversarios acudían al instrumental reseñado. Después, y como resultado, Hipólito ya no era ingenioso y ocurrente sino ignorante, un tipo bruto y atrasado que no comprendía la modernidad ni la respetaba. La corporación peledeista apostó con éxito a pintar a Hipólito como el atraso mientras ellos encarnaban el progreso, el futuro, la prosperidad. Tuvieron un éxito tan descomunal que lograron asociar la personalidad de Hipólito con la totalidad del partido que él entonces representaba. El viejo PRD, ya tenía sus antecedentes y reputación de caótico y desordenado. A esta imagen, que en esencia se correspondía con la realidad, se le añadió el estereotipo de burro que fabricaron de Hipólito con el entusiasta concurso de este. ¿Qué había pasado?

Hipólito no se percató de que la sociedad había cambiado haciéndose más compleja. Esos cambios no lo invalidaban ni a él ni a su estilo, solamente le obligaban a hacer ajustes que él rehusó reconocer y efectuar. El caudillo sordo a los consejos, el desprecio por los asesores y el rechazo a trabajar en equipo acentuaron los defectos del líder y favorecieron a sus enemigos.

Se ha dicho con insistencia que Hipólito perdió la elecciones del 2012 por haber amenazado con llevar a la cárcel a los corruptos del PLD obligándolos a cerrar filas y luchar por sus vidas. Sin despreciar la importancia del señalamiento ni los puntos que perdió por declaraciones desatinadas nunca he estado de acuerdo con ese juicio ni con esa conclusión porque en primer lugar, Hipólito Mejía, a pesar de esos graves errores no perdió las elecciones. El PLD, que ya había violentado la ley en materia de presupuestos y competencia desleal usando los recursos del estado (lo cual el propio Hipólito había hecho antes) instrumentó un fraude electrónico descomunal y ordenó una compra de abstenciones y de votos positivos a escala nacional. Todo eso está documentado, hay testigos y toda la evidencia está ahí pero la cosa se quedó así porque no había perseguidor capaz de obligar al poder a ceñirse a la ley.

La credibilidad de Hipólito en la lucha contra la corrupción en la que él mismo había incurrido antes sufría de varios defectos. Le faltaba autoridad moral porque él mismo había sido tolerante frente a corruptos pasados del PLD y de su propio gobierno y él mismo había banalizado el tema incluyendo y excluyendo corruptos a ser perseguidos en un tono que tenía más de chercha que de compromiso político. Finalmente y cuando ya el propio Hipólito conocía los aprestos de fraude del PLD en contra suya nunca tuvo la organización, la gente, los dispositivos, la visión y una estrategia que le permitiera enfrentarlo con éxito. Hipólito amenazó con la cárcel a un grupo de jerarcas de la orquesta morada pero nunca tuvo con qué respaldar esa amenaza y menos aún la organización ni la inteligencia con qué enfrentar el fraude de un adversario más poderoso, rico, dispuesto y organizado que él y sus propias fuerzas.

Hipólito Mejía subestimó grave y trágicamente la inescrupulosidad de la jefatura peledeista porque él seguía viendo al enemigo por los ojos de una persona y no de un equipo. No creyó, por lo mismo, que se atreverían a tanto, que se atreverían a hacer determinadas cosas contra él porque después de todo él había sido condescendiente y tolerante frente a ellos. Hipólito juzgó y midió a los ejecutivos de la corporación por su propia vara. Un tipo bonachón, poco rencoroso, nunca tan ambicioso no se imaginó hasta donde estaban dispuestos a llegar los peledeistas hasta que llegaron, lo cogieron por sorpresa, lo derrotaron y lo desarmaron obligándolo a rendirse el mismo día de las elecciones no porque ignoraba la escala del fraude sino porque sabía que carecía de la voluntad, la determinación y el instrumental con que ponerse al frente de una lucha que él anunció y prometió pero para la cual no estaba equipado.

Ahora que el país se aboca a un proceso electoral aún más fraudulento que el de 2012 y cuando ya Hipólito Mejía no es candidato cabe preguntarse, ¿cuál es la finalidad de haber traído a la mesa de discusión este expediente?

En primer lugar, esta discusión ilustra aún mejor que mi artículo anterior ATACAR A DANILO, DESTRUIR LA CORPORACION la diferencia entre el accionar de una corporación y el de un individuo, entre un candidato y un líder político de oposición. Como no es candidato Hipólito, si se lo propusiera, podría hacer estragos en la orquesta morada.

En segundo lugar, los que ahora participan en los aprestos para las elecciones del 2016 deben entender a lo que se enfrentan. No hay excusas para no estar preparados. Nadie podrá alegar que no fue advertido. A nadie se le podrá aceptar el llanto impotente y derrotista de que nos hicieron fraude porque el fraude está ya montado y con toda la voluntad de ponerlo en marcha y múltiples evidencias emitidas tanto por la JCE como por el Palacio Nacional. Quien es capaz de comprar y sobornar un congreso a plena luz del día y ni siquiera eructar es capaz de cualquier cosa. Esta gente hace tiempo que soltó todas las amarras. No tendrán miramientos. No se detendrán más que ante la barrera que nosotros todos seamos capaces de levantar.

Nota al lector: Este artículo estaba ya terminado cuando el martes 1ro. de Julio el periódico HOY publicó en primera plana este titular: "ACUERDO DE CABALLEROS", con las fotos de Luis Abinader y Miguel Vargas. La lectura revela de inmediato que se trata de una noticia de seis meses atrás, puro fiambre en el argot periodístico, un asunto claramente traído por los pelos. Todo el que alguna vez ha hecho periodismo sabe que esa información no merecía primera plana pero se la dieron y el hacerlo queda en evidencia lo siguiente: A) la orquesta morada reconoce los avances de la candidatura de Abinader y ya se dispuso a detenerlo. B) hay una intención subliminal de equiparar a Miguel con Luis, es decir, presentar a uno como si fuera tan sinvergüenza como el otro, lo cual se sugiere poniéndolos en un mismo plano visual. C) el tratamiento de la “noticia” revela una estrategia de comunicaciones, debatida y acordada por un equipo, no por Danilo ni por Juan ni por Pedro. Esto es lo que Hipólito nunca entendió y todavía no entiende como lo demuestran sus propias declaraciones en la misma edición del mismo periódico. Hablando del tema de la regularización, Hipólito le da al gobierno un crédito que este no se ha ganado, porque los verdaderos números de la regularización no son a los que se refiere Hipólito y todavía lo fueran, es inoportuno, imprudente y torpe asumir la agenda del gobierno. Hipólito entra en el tema de los derechos de soberanía, manoseados, manipulados y burlados por la orquesta morada sin que nada ni nadie le hubiera invitado a hacerlo en desmedro de la agenda de su propio partido y de la oposición en general. Es, por si hacía falta, una demostración adicional de no entender a que nos enfrentamos.
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