sábado, 6 de diciembre de 2014

DOMINICANO DE HOY NO TIENE RECTITUD

Por Dr. Frank Peña

Soy dominicano de nacimiento. Si desnudo manchas del pueblo dominicano, algunas podrían ser parte de mi Ser. En noviembre cumpliré 66 años. Nací para tempranas psicosis: doble personalidad, depresión, y pánico. Y para amagos de cánceres.

Pero, no soy un dominicano cualquiera. No soy corriente, plebe, ni vulgar. Nunca actué con las típicas mañas o viciosas hipocresías de mis ex compatriotas; ellos son, por necesidad, traidores, vagos, y malagradecidos. Tal vez soy el único escritor universitario, nacido en Santo Domingo, que goza abriendo sus entrañas frente a lectores dominicanos; a ésos no les tengo miedo; los dejo entrar a los laberintos de mis secretos.

Como ex dominicano, no me siento amenazado por quisqueyano alguno. Soy una persona mala, pecadora en lenguaje religioso. Mis instintos superan a mi Razón. Soy vanidoso, sobre todo narcisista. Desde niño he buscado a Dios, al Diablo, el Cielo, y al Infierno, pero todavía ningunos de esos 4 elementos me ha encontrado a mí.

No como dominicano hipócrita, ni como un santurrón diré oscuras cosas sobre el país donde nací. Ahora, me despojo de la nacionalidad quisqueyana, y escribiré como norteamericano. Para quedarse con el grueso de las remesas, y los votos, que genera la diáspora, el Dr. José Francisco Peña Gómez y el PRD lograron que la Constitución dominicana sea una de las pocas en el mundo admitiendo doble ciudadanía.

Los humanos, ante una cadena de penurias, de contratiempos, solemos entrar en ira y, como desahogos y protestas ante circunstancias adversas o peligrosas, escribimos o voceamos maldiciones.

El siete veces Presidente Balaguer no escapó de maldecir. En 1922, con 16 años de edad, publicó dos volúmenes de poemas: «Salmos paganos» y «Claro de luna». Y el clan de escritores del Valle o Región del Cibao, como la élite de la Capital, usaron la ley del silencio. Terminando la escuela secundaria en 1924, y 18 años de edad, Balaguer publicó «Tebaida lírica» con el Prólogo más importante e impactante de la bibliografía dominicana.

Balaguer dice en ese Prólogo: «Yo aborrezco el ambiente (República Dominicana FP) en que me ha tocado nacer, pero aborrezco más a los intelectuales (con muy pocas excepciones) con quienes he tenido la mala suerte de codearme.»

El libro de cuentos La Biblia afirma que Jehová estaba feliz viendo a Job en la tierra actuando como un hombre justo. (Anoto que Cristo, el evangelista Juan, y el apóstol Pablo negaron la existencia de una sola persona justa) La rareza de un Job totalmente bueno arrastró a Jehová a la vanidad; viendo al Diablo le dijo: « ¿De dónde vienes?»

El Diablo respondió: «Vengo de la tierra». Jehová dijo a Satanás: « ¿No te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él en la tierra. Es un hombre bueno y honrado». Satanás, entonces confrontó a Jehová así: « ¿Acaso Job teme a Dios sin interés?»

El Diablo reprochó a Jehová porque alardeaba usando a Job de ejemplo, un hombre poderoso y rico, con enormes territorios, esclavos, siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras, siete hijos y tres hijas. Por eso, Lucifer retó a Jehová: «extiende tu mano –a Job-- y toca sus pertenencias. Verás si no te maldice en tu propia cara.»

Jehová se fue a duelo con el Diablo; mató los 10 hijos de Job, desapareció su riqueza, lo enfermó de pies a la cabeza, y lo rebajó socialmente por debajo de sus ex sirvientes. Convertido en limosnero, en el hazmerreír de la ciudad donde antes era el amo, Job redactó el capítulo 3 de su libro para maldecir en grande. Veamos:

« ¡Maldito el día en que nací y la noche que dijo: Ha sido concebido un hombre!... Conviértase ese día en tinieblas… que ningún rayo de luz resplandezca sobre él…y haya ese día un eclipse total…Que esa noche siga siempre en su oscuridad…Que no se añada a las otras del año, ni figure en la cuenta del mes…y no vea el despertar de la mañana, pues no me cerró la puerta del vientre de mi madre para así ahorrarme a la salida la miseria…¿Por qué no fui como un aborto que se esconde, como los pequeños que nunca vieron la luz?»

Después de citar a Job, cualquier cosa que yo diga acerca mi tierra natal y la mayoría de sus gentes resultará un chiste. En 1493, Cristóbal Colón inició la colonización europea en la isla de Santo Domingo, con la Economía del Oro y la esclavitud de indios taínos.

Luego, casi diezmada la raza aborigen, con la muerte de medio millón de aborígenes, el Virrey Diego Colón, hijo del Descubridor, inició la Economía del Azúcar y se importaron negros esclavos. El apogeo económico y cultural de la Colonia de Santo Domingo sólo abarcó de 1493 a 1570.

Las dos economías sucumbieron y España a fines del siglo XVI, de 1580 a 1600, dejó la isla de Santo Domingo, la Primada de América, abandonada a su suerte. Se dejó la escasa población sin protección militar ante los ataques de piratas y corsarios, para buscar riquezas en Tierra Firme: Florida, Cartagena, Perú, México, etc.

Sólo Cuba, de todas las islas del Caribe, se quedó durante los siglos XVII, XVIII, y XIX, como centro comercial y puerto de abastecimientos de las grandes flotas españolas. La isla de Santo Domingo atravesó todo el siglo XVII como la hija bastarda de la Madre Patria: casi despoblada; sin ejército; sin dinero; gentes vistiendo harapos; cero ganadería y agricultura; y para comer, los hombres acompañados de jaurías, se internaban en los bosques a cazar cerdos, vacas, y perros cimarrones; también a recolectar frutos.

Con el olvido de España en el siglo XVII, y dentro del cuadro salvaje que acabo de pintar, salpicado con frecuentes ataques piratas, se formaron la mujer y el hombre dominicanos. Y ambos, por supuesto, para sobrevivir, tenían que ser valientes.

¡Precisamente, en los siglos XVII, XVIII, XIX, y hasta 1961, cuando asesinan a Trujillo, la única virtud del pueblo dominicano era ser valiente! Hoy, ese mismo pueblo dominicano no tiene vestigios ni siluetas de valentía.

Ahora, a la mayoría de ese pueblo, no le interesa saber si sus acciones son poses, caricaturas, o hipocresías. No le importa si lo que escribe o pregona en los medios de comunicación es conforme a la bondad, moral, prudencia, justicia, templanza, y recto proceder.

Lo que fue mi pueblo dominicano, durante el pasado medio siglo, se convirtió en parodia, en teatro trágico. Hoy es un libreto que invita a todos vender la dignidad, inclinar la cabeza y arrodillarse ante el dinero que chorrea sangre, o que huele a corrupción.
Nueva York, 23 de octubre del 2014

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