lunes, 17 de marzo de 2014

PARA EVITAR CONMOCIONES SOCIALES

Por Hamlet Hermann
acento.com.do


Cuando se habla de conmociones sociales, se describe una situación de perturbación, algunas veces violenta, que altera la paz y la buena convivencia entre los ciudadanos. Esto así, tendríamos que concluir que República Dominicana vive en un estado permanente de conmoción social, dadas las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. A golpe de sufrimiento, hemos pasado a ser los peores en todo, ya sea la educación, la salud o los accidentes de tránsito. No obstante, tan acostumbrados estamos a pasarla mal, que lo que más debe preocuparnos es que La Cosa se haga incontrolable y dejen de guardarse las apariencias formales que quieren hacer creer que vivimos en una sociedad democrática.

Desde el ajusticiamiento del tirano, en 1961, hasta el día de hoy, de acuerdo con los estándares dominicanos, hemos tenido que superar cuatro conmociones sociales.

La primera fue cuando el gobierno de Estados Unidos quiso nicaragüizar la sociedad dominicana al tratar de prolongar la dictadura trujillista con Ramfis Trujillo y Joaquín Balaguer encabezándola en 1962.

La segunda fue cuando, en 1965, el pueblo en armas le dijo ¡Basta! a los golpistas pro estadounidenses y exigió respeto por sus necesidades patrióticas.

La tercera conmoción social tuvo lugar cuando Balaguer quiso desconocer el resultado de las elecciones presidenciales de 1978 que lo declaraba derrotado resistiendo, junto a sus militares manchados de mucha sangre, a abandonar el poder.

La cuarta conmoción social tuvo lugar en 1984, cuando el gobierno perredeista de Salvador Jorge Blanco impuso una carga económica insostenible sobre los hombros del pueblo dominicano que masivamente se negó a soportar.

Vale la pena preguntar si podemos anticiparnos y evitar una quinta conmoción social. Para esto debíamos conocer: ¿qué tenían en común los momentos históricos en que cada uno de esos acontecimientos tuvo lugar? La respuesta puede intuirse de un menú en el que se representen los factores que llevaron al desarrollo y culminación de esas crisis. Sin ánimo de establecer órdenes prioritarios, puede apreciarse que tanto en 1962, en 1964, en 1978 como en 1984, se establecieron algunas de las siguientes situaciones:

1- Corrupción generalizada entre los funcionarios con impunidad garantizada;
2- Fraudes electorales y clientelismo generalizado;
3- Agotamiento de las reservas internacionales de divisas;
4- Crisis económica y social, generalizada y permanente;
5- Auge de modelo económico muy conservador;
6- Competencia desleal de los funcionarios corruptos contra el empresariado establecido;
7- Déficit presupuestario exagerado y sostenido;
8- Congreso y Justicia inexistentes o borreguiles;
9- Frustración ante falsas expectativas democráticas;
10- Intentos de perpetuarse en el poder político;
11- Descrédito extremo de los funcionarios públicos y los políticos partidarios;
12- Inexistencia o debilidad evidente de la oposición política organizada;
13- Ilegalidad desde el poder político y económico;
14- Continuidad en la represión;
15- Descrédito extremo de los cuerpos armados y la policía nacional;
16- Desconfianza generalizada por el espionaje telefónico y de otros tipos;
17- Hostigamiento y represión contra opositores;
18- Ausencia de liderazgo político y arbitraje democráticos;
19- Pérdida del temor a la represión de parte de la sociedad civil responsable;
20- Contradicciones gubernamentales con la iglesia católica mientras se confabulan con la jerarquía;
21- Apoyo extranjero a la continuidad del status quo;
22- Servilismo ante el capital extranjero;
23- Conflictos con organismos internacionales relacionados con derechos humanos;
24- Problemas en la región del Caribe que inciden sobre el entorno dominicano;


He aquí dos docenas de características que se pueden apreciar en cada uno de los momentos en que la sociedad dominicana dijo ¡Basta! y echado a andar por cuenta propia, dando la espalda a los politiqueros y corruptos gobernantes. Otros graves problemas aparecieron en una u otra oportunidad, pero los mencionados aquí se agudizaron cuando Ramfis y Balaguer quisieron quedarse en el poder con el apoyo de John Kennedy, surgieron de nuevo cuando Donald Reid Cabral, “El Americano” como le decían, creyó que podía gobernar este país a golpe de CIA, aparecieron cuando Balaguer quiso quedarse en la Presidencia de la República a pesar de haber sido derrotado en las urnas por Antonio Guzmán y dijeron presente cuando Jorge Blanco puso las exigencias del Fondo Monetario Internacional por encima de las necesidades del pueblo dominicano.

Luego de este recorrido por la historia reciente de República Dominicana cabe preguntarse: ¿cuántos de estos parámetros se han estado imponiendo en estos períodos de gobierno de los discípulos de Juan Bosch? ¿Algunos? ¿Muchos? ¿Todos los anteriores? ¿Habrá en este gobierno algún funcionario público sensato que le ponga caso a la Historia sin caer en la histeria?

Ojalá apareciera uno, con influencia suficiente para evitar una crisis que reclamaría coraje y apoyo social para contener el reclamo de un pueblo que ellos han explotado para sólo satisfacer su ambición personal y su arrogancia.

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