miércoles, 26 de febrero de 2014

¿QUÉ HARÁ DANILO MEDINA CON TANTO PODER?

Por ROSARIO ESPINAL
hoy.com.do

Mañana 27 de febrero, el presidente Danilo Medina hará la rendición de cuentas a la nación del primer año completo de su presidencia. Llega a este evento con un altísimo nivel de aprobación, un triunfo electoral en el recién finalizado VIII Congreso del PLD, y la oposición política del país cada vez más dividida e ineficaz. La economía no es próspera, pero tampoco está sumida en una fuerte crisis.

En pocos momentos de la historia dominicana ha encontrado un presidente tantas condiciones favorables para gobernar bien, impulsar cambios positivos y fortalecer la democracia. El momento es propicio, y la interrogante es si Danilo Medina lo aprovechará bien; o si hará como tantos otros presidentes dominicanos que han desperdiciado las oportunidades de ser grandes estadistas.

Trujillo fue un tirano, Balaguer un tirano enano, al PRD se le recuerda por gobiernos en crisis, y a Leonel Fernández muchos lo recuerdan ahora, según revelan las encuestas, por la corrupción. No es buen balance del pasado presidencial, aunque en cada uno de esos gobiernos se realizaran algunas obras positivas.

El eslogan de campaña de Medina fue: “continuar lo que está bien, corregir lo que está mal, hacer lo que nunca se hizo”. Su anillo palaciego es parcialmente nuevo, pero dejó intacto el alto funcionariado de la cúpula peledeísta y partidos aliados, a pesar del descontento popular con muchos de esos funcionarios. Como lo ayudaron a ganar, todos recibieron premios. Para adornar ese entorno, la Presidencia inventó los grupos de veedurías, que se supone vigilarán para lograr transparencia. Ojalá puedan, porque es difícil supervisar políticos diestros en el clientelismo.

Un logro de Medina hasta el momento es haber evitado grandes escándalos de corrupción, pero eso generalmente ocurre después de un par de años, por lo que hay que esperar para emitir veredicto.

La popularidad de Medina ha derivado de hacer lo que no se había hecho.

Asignar el 4% del PIB a la educación como indica la Ley General de Educación vigente desde 1997, y que los dos presidentes anteriores ignoraron. Escuchar grupos sociales afectados ante determinadas situaciones. Visitar localidades y organizaciones sin aparataje militar ni político para escuchar demandas e impulsar algunas soluciones (las llamadas visitas sorpresas). Reclamar un mejor contrato a la Barrick Gold para aumentar los ingresos del Gobierno. Y en sus acciones públicas, combinar empatía con pragmatismo. Así ha generado Medina satisfacción en un amplio segmento del pueblo que lo ha visto como un político con buenas intenciones.

No obstante, los grandes problemas del país siguen gravitando. El alto desempleo, los bajos salarios, la fuerte carga impositiva para las capas medias, la marginalidad urbana, la desigualdad social, la delincuencia y criminalidad, la economía de la droga que infesta la sociedad, la baja calidad de los servicios educativos y de salud, la ineficiencia gubernamental, y una sobrecarga de empleomanía pública innecesaria que abulta el presupuesto nacional.

Enfrentar estos problemas requiere mucho más que medidas cosméticas o un resabio ocasional.

Hay que modificar el sistema económico para hacerlo más competitivo, diverso y eficiente, y así poder agrandar la producción, crear más empleos y de mejor calidad. La empleomanía holgazana en el Estado no es solución.

Se requiere un funcionariado público honesto y entrenado que cumpla con eficacia sus funciones, desde la Policía que se encarga del orden doméstico, hasta el servicio exterior que coloca el país, bien o mal, en la faz de la tierra.

Estos cambios suponen enfrentar la corrupción, el clientelismo y el nepotismo; invertir con eficiencia y sabiduría. ¿Lo hará Danilo Medina con el poder que tiene?

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