sábado, 21 de diciembre de 2013

EL GAMBITO DE LEONEL FERNÁNDEZ EN SU JUEGO CON MEDINA

Por Margarita Cordero

SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Durante casi tres meses, Leonel Fernández guardó silencio frente a la controvertida sentencia del Tribunal Constitucional sobre la nacionalidad. Excepto unas ambiguas declaraciones ofrecidas en Nueva York el 3 de octubre, fue el convidado de piedra al intenso debate que aún conmueve a la sociedad dominicana.

Se dice, y así lo escribió el periodista Juan Bolívar Díaz, que en reunión con los partidos aliados el 18 de noviembre, Fernández habría expresado su preocupación por la repercusión internacional del fallo y abogado por atenuantes que, al mismo tiempo, no dejaran mal parado al Tribunal Constitucional. Se supo también, pero con gran economía de detalles, de su reunión con diputados peledeístas para “buscar soluciones” al entuerto.

Para algunos analistas, el silencio público de Fernández abrevaba en el celo con que cuida su imagen. Posmoderno, liberal según el auditorio, teórico siempre, pareció sopesar durante todo este tiempo la rentabilidad de distanciarse del debate.

A todas luces, la estrategia ha cambiado. El pasado lunes saltó al ruedo negando, durante un acto en honor a Juan Bosch en La Vega, la acusación de racismo que ha diluviado sobre el país y sus autoridades con ocasión de la sentencia; el miércoles, en medio de un caótico reparto de canastas navideñas en Santiago, advirtió enfático de la irrevocabilidad del fallo.

Ambas declaraciones en días casi consecutivos alientan la conjetura. Imposible no preguntarse el porqué de este inopinado abandono del mutismo horas después de que el presidente Danilo Medina anunciara en Caracas la reanudación del diálogo con Haití sobre el espinoso tema.

Aún cuando lo acordado con la mediación del presidente Nicolás Maduro debe probar su viabilidad y eficacia, el paso dado por Medina aligera la pesada carga que el Tribunal Constitucional –diseñado por Fernández a su imagen y semejanza— puso sobre sus hombros cuando menos la esperaba. En lo inmediato, Medina logra una tegua en la beligerancia de la comunidad de países del Caribe, integrados hábilmente como testigos de la reanudación del diálogo bilateral. Solución pragmática de un político poco inclinado a los alardes, en ocasiones delirantes, de su antecesor que, por demás, ha visto desplazada su tutela mediadora.

Cuando la sentencia se hizo pública, provocando una estruendosa reacción adversa en el país y en el extranjero, no faltaron quienes vieran la mano del titiritero mover los hilos para dañar a Medina su prolongada luna de miel social con la mayoría de la población. Expresión de la lucha por el poder político, dijeron, camuflada de justicia constitucional.

Desde esta perspectiva, a las declaraciones de Fernández sobre la sentencia como “expresión de la soberanía nacional” y, por tanto, inmodificable, subyace la voluntad de trazar pautas, cuando no condicionar los esfuerzos de Medina por salir bien librado del atolladero. Un gambito del rey en el juego de ajedrez de las contradicciones intrapeledeístas.

7dias.com.do


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